Siete estrategias para alcanzar
riqueza y felicidad
Jim Rohn
Índice
El día en que cambió el rumbo de
mi vida
Capítulo 1. Las cinco palabras
clave
Fundamentos
Media docena de cosas
Riqueza
Felicidad
Disciplina
Contra el autoengaño, acción
Éxito
Primera estrategia
Libere la fuerza de los objetivos
Capítulo 2. Objetivos: lo que
motiva a las personas
El poder de las ilusiones
El poder de los objetivos bien
definidos
Razones
Cuatro grandes motivaciones
El reconocimiento
La sensación de victoria
La familia
La generosidad
Razones prosaicas
Capítulo 3. Objetivos: cómo
establecerlos
Objetivos a largo plazo
Objetivos a corto plazo
Fuera la pasividad
Capítulo 4. Objetivos: cómo
beneficiarse de ellos
El verdadero fin de los objetivos
No se sobrecargue
Pedir
Considere dos ideas más acerca
del pedir
Planteamiento de objetivos y
administración del tiempo
Prioridades
Lo principal y lo secundario
Concentración
Una dosis de realismo
Segunda estrategia
Busque la sabiduría
Capítulo 5. El sendero de la
sabiduría
Atrapar los tesoros del
conocimiento
Como obtener la sabiduría
Reflexión personal
Aprender de los demás
Libros y audios
Recuerde: eres lo que lees
Escuchar
Observar
Invertir en el futuro
Tercera estrategia
Aprenda a cambiar
Capítulo 6. El milagro del
desarrollo personal
Valor
Las estaciones de la vida
Invierno: tiempo de fortalecerse
Primavera: tiempo para sacar
ventaja
Verano: tiempo de vigilar y
cuidar
Otoño: tiempo de aceptar
responsabilidades
Autolimitaciones
Cómo cambiar
Los tres campos de desarrollo
personal
Perfeccionamiento espiritual
Perfeccionamiento físico
Perfeccionamiento mental
Un camino fácil hacia la
disciplina
Automotivación
Cuarta estrategia
Controle sus finanzas
Capítulo 7. Cómo alcanzar la
independencia financiera
División del pastel financiero
Impuestos
La norma del 70/30
Caridad
Inversión
Ahorro
Economía para niños
Correcciones a mitad de camino
Balance de situación
Actitud ante la riqueza y la
felicidad
Quinta estrategia
Domine el tiempo
Capítulo 8. Cómo administrar el
tiempo inteligentemente
Cuatro actitudes ante la
administración del tiempo
El despreocupado
El trabajador «en horas de
oficina»
El adicto al trabajo
El Administrador inteligente del
tiempo
El dominio del tiempo
El conocimiento de sí
Organización y ahorro de tiempo
Hacer las preguntas adecuadas
Cuatro formas de pensar sobre el
papel
El diario
El cuaderno de proyectos
La agenda
El plan de juego
Cómo preparar un plan de juego
Sexta estrategia
Rodéese de triunfadores
Capítulo 9. El principio de
asociación
Ruptura de relaciones
Ampliación de relaciones
Séptima estrategia
Aprenda el arte de vivir bien
Capítulo 10. El sendero hacia una
vida más rica
El mismo dinero, pero distinta
forma de vivir
Amor y amistad
Capítulo 11. El día en que
cambiará el rumbo de su vida
Los sentimientos
Disgusto
Decisión
Deseo
Resolución
Acción
Cuatro preguntas
EL DÍA EN QUE CAMBIÓ EL RUMBO DE
MI VIDA
Poco después de cumplir
veinticinco años me encontré un día con un hombre llamado Earl Shoaff. En
aquellos momentos no podía imaginarme lo que tal acontecimiento iba a
significar para mi futuro.
Hasta entonces mi vida había sido
tan anodina como la de esa gran mayoría de personas que arrastran una
existencia gris sin éxito ni felicidad. Mi infancia y juventud fueron
maravillosas, y fui creciendo en los encantadores parajes plagados de pueblitos
donde se desparraman las granjas del suroeste de Idaho, a unos pasos de las
riberas del Snake River. Cuando salí del hogar confiaba plenamente en conseguir
el «sueño americano».
Sin embargo, las cosas no se
desarrollaron completamente como yo suponía. Después de terminar el
bachillerato pasé a la universidad, pero al finalizar el primer año decidí que
ya había aprendido lo suficiente, y lo dejé. Éste fue un gran error, uno de los
mayores de entre los muchos que cometí en aquellos años mozos. Pero entonces,
yo estaba impaciente por trabajar y ganar dinero, imaginándome que no sería
difícil encontrar trabajo, lo que resultó ser completamente cierto. Conseguir
un empleo era bastante sencillo (todavía me faltaba comprender la diferencia
que existe entre ganarse la vida y vivir la vida).
Poco después de empezar a
trabajar me casé; y como todo marido típico, hice a mi esposa un montón de
promesas sobre el maravilloso futuro que nos aguardaba «a ciencia cierta» a la
vuelta de la esquina; después de todo, yo tenía ambición, deseaba el éxito con
toda mi juvenil sinceridad y trabajaba mucho. ¡El éxito estaba asegurado!
Al menos, eso pensaba yo...
Cuando cumplí los veinticinco
años, llevaba trabajando más de seis, y quise hacer un balance de mis
progresos. En mi corazón albergaba la inquietante sospecha de que las cosas no
iban del todo bien. Mi salario semanal ascendía a cincuenta y seis dólares. Con
eso no cubría mis grandes promesas, ni tampoco la serie de facturas que se iban
acumulando sobre nuestra raquítica mesa de cocina.
Para entonces ya era padre y me
sentía amarrado por las responsabilidades cada vez mayores de una familia
siempre en crecimiento, pero lo más preocupante fue caer en la cuenta de que
gradualmente me había conformado con aceptar pasivamente mi poca fortuna.
En un momento de total sinceridad
tuve que reconocer que, en lugar de hacer progresos, cada día que pasaba mi
situación financiera era más endeble. Veía, con toda claridad la urgencia de
cambiar algo en mi vida... pero ¿cómo?
Es posible que trabajar mucho no
sea la panacea, pensaba interiormente. Esta revelación me sorprendió
fuertemente porque había sido educado en la creencia de que la recompensa se
concede sólo a aquellos que se ganan el pan con el sudor de su frente.
Sin embargo, estaba tan claro
como la luz del día, que, a pesar de trabajar muchísimo, llevaba camino de
llegar a los sesenta años en la misma situación de otras muchas personas que
veía a mí alrededor arruinados y necesitados de ayuda.
La idea me aterró. No quería
aceptar un futuro tan negro; no podía aceptarlo al menos en este país, la
nación más rica de la Tierra. Aun así, tenía muchas preguntas que hacerme, y
pocas respuestas... ¿Qué debía hacer? ¿Cómo podía cambiar el rumbo de mi vida?
Más de una vez pensé en volver a
la universidad Para solicitar empleo, un año de estudios universitarios no
sirve para mucho. Pero con una familia a mis espaldas, me parecía casi
Imposible reiniciar los estudios universitarios.
Por lo tanto, pensé en dedicarme
a los negocios. ¡La posibilidad era enormemente tentadora! Pero no disponía de
capital necesario. En realidad, el dinero era uno de mis graves problemas:
siempre quedaban demasiados días del mes cuando ya no me quedaba dinero (¿nunca
te ha ocurrido lo mismo?).
Un día se me perdieron diez
dólares. Esta pérdida me conmocionó de tal manera que estuve enfermo durante
dos semanas. ¡Por un billete de diez dólares!
Uno de mis amigos intentó consolarme.
«Mira Jim», me dijo, «quizá lo haya encontrado algún pobre desgraciado que lo
necesitaba.»
Créanme que esta idea no me
sirvió de alivio. En aquellos días quien necesitaba encontrar diez dólares era
yo; mi papel no era perderlos. (Debo reconocer que entonces la caridad no era
uno de mis puntos fuertes.)
Esa era mi situación a los
veinticinco años: muy por debajo de mis ilusiones y sin una pista para cambiar
mi vida hacia otra mejor.
Sin embargo, un día la fortuna se
cruzó en mi camino. ¿Por qué apareció en aquel momento de mi vida? ¿Por qué
suceden las cosas cuando suceden? No lo sé, realmente. Para mí, esto es uno de
los mayores enigmas de la vida.
De todas maneras, lo cierto es
que mi buena suerte se inició cuando me encontré con un hombre, una persona muy
especial llamada Earl Shoaff. Le vi por primera vez durante unos cursillos
sobre ventas donde él dirigía unas conferencias. No puedo recordar lo que dijo
aquella tarde y que tanto me cautivó, sólo puedo decir * que me sentía capaz de
hacer cualquier cosa por parecerme a él.
Al finalizar la conferencia me
hizo falta todo mi valor para decidirme a ir a verle. Pero, a pesar de mi
nerviosismo, debió percibir mi deseo por triunfar. Se mostró amable y generoso
y al final congeniamos muy bien. Unos meses más tarde me contrató para trabajar
en su organización comercial.
Durante los cinco años
siguientes, Mr. Shoaff me enseñó muchas cosas sobre la vida. Me trataba como a
un hijo y se pasaba horas enteras explicándome su personal concepto filosófico
de la vida, conceptos que yo intento ahora resumir en Siete estrategias para
alcanzar riqueza y felicidad.
Luego un día, y sin ningún
preaviso, Mr. Shoaff murió a la edad de cuarenta y nueve años.
Después de superar el dolor por
la pérdida del maestro quise tomarme cierto tiempo para examinar el impacto que
había tenido sobre mi vida. Me di cuenta de que su mejor don no había sido el
empleo que me había proporcionado, ni tampoco la posibilidad de pasar de simple
vendedor a vicepresidente ejecutivo de su empresa. Lo más valioso era todo lo
que había aprendido gracias a él sobre la filosofía de la vida y los principios
básicos para vivir con éxito: cómo ser rico, cómo ser feliz.
Los años siguientes incorporé sus
ideas a mi vida... y prosperé. Más aún, amasé una fortuna. Pero la experiencia
más gratificante me la dio el compartir esas ideas con mis socios y con mis
empleados. La respuesta fue entusiasta y los resultados, inmediatos y
palpablemente perceptibles.
Aunque me considero hombre de
negocios más que escritor o conferenciante, me he sentido tentado por el reto
de comunicar a los demás simple y claramente esas ideas, que pueden modificar
el futuro en la vida de las personas.
Cuando lea este libro imagínese
que está de compras: tome y aproveche sólo aquellas ideas que le interesen. No
tiene por qué creer en todo lo que le dicen. Pero permítase a sí mismo una
oportunidad. Lea las páginas que siguen con mentalidad abierta. Si le parece
que lo encuentra acertado, pruebe hacerlo; lo que no le parezca aprovechable
deséchelo.
Recuerde: en todo lo que haga,
intente ser un discípulo, no un seguidor a ciegas.
Capítulo 1. LAS CINCO PALABRAS
CLAVE
Todas las ideas de este libro
tienen su origen en un conjunto de palabras clave. Por lo tanto, para
entenderlo y poder conseguir el máximo provecho de su contenido, es primordial
llegar a un acuerdo sobre el significado de cada una de ellas.
Fundamentos
Vamos a analizar en primer lugar
la palabra «fundamentos». Yo los defino como aquellos principios básicos con
arreglo a los cuales se realiza una tarea, una obra, un acto.
Los fundamentos constituyen el
principio, la base y la realidad de donde emana todo lo demás.
Hablar de «nuevos» fundamentos
supone una contradicción; es como si alguien se vanagloriase de fabricar nuevas
antigüedades. Suena sospechoso ¿no es verdad? Los principios fundamentales son
inmutables. Son idénticos desde los tiempos bíblicos y continuarán siéndolo
hasta el fin del mundo.
Tomemos la palabra «fundamentos»
e intentemos aplicarla al concepto de éxito. Si busca un éxito «fundamental»,
un éxito duradero, un éxito construido sobre bases sólidas, no valen las
respuestas exóticas. Y pueden creerme cuando digo que últimamente se están
ofreciendo muchísimas respuestas exóticas, especialmente en el sur de
California, donde yo vivo.
A pesar de todos los rumores en
contra, créanme, el éxito es un proceso, una cosa muy simple. No cae del cielo,
ni tampoco es algo mágico o misterioso.
El éxito no es más que el
resultado natural de aplicar consecuentemente los fundamentos del éxito en la
vida.
Es también válido para la
felicidad y la riqueza. Ambas son también el resultado natural aplicar
consecuentemente los fundamentos de la felicidad y la riqueza a la vida.
La clave consiste en aferrarnos a
los fundamentos.
MEDIA DOCENA DE COSAS
Mi maestro, Mr. Shoaff, me dijo
una vez: «Jim, siempre hay media docena de cosas que en un momento pueden
suponer el 80 % de la diferencia.»
«Media docena de cosas»... ¡una
idea clave!
Tanto si luchamos por mejorar
nuestra salud, o la riqueza, o nuestro éxito personal o el de nuestra empresa,
la diferencia entre el éxito y el fracaso depende sólo del grado en que
consigamos descubrir, estudiar, y aplicar esa «media docena de cosas».
Por ejemplo, para que un granjero
pueda recoger una cosecha espléndida en otoño, debe concentrarse en media
docena de cosas: el suelo, el agua, el sol, las semillas, los abonos y el
cuidado de las plantas. Todos los elementos son de igual importancia, porque
sólo si se dan en su totalidad conseguirá el agricultor una buena cosecha. De
manera que una buena pregunta que siempre debemos hacernos antes de emprender
un nuevo proyecto o plantearnos unos objetivos novedosos, es la siguiente:
¿Cuáles son las seis cosas que pueden modificar con mayor intensidad el
resultado? No importa si se trata de bellas artes o música, matemáticas o
físicas, deporte o negocios; lo que cuenta son esa media docena de cosas
fundamentales.
La comprensión y aplicación de
este sencillo principio es el primer paso inteligente para lograr sus sueños y
objetivos.
Riqueza
La segunda palabra a definir es
«riqueza». Riqueza es una palabra muy controvertida porque inspira en la mente
gran variedad de imágenes y, a veces, también conceptos conflictivos. Esto no
es nada raro, porque cada uno enfoca la riqueza desde su propia perspectiva.
Para cierta persona, riqueza puede significar el tener suficiente dinero para
hacer todo lo que desee. Para otro, puede consistir en estar libre de deudas,
libertad ante la continua exigencia de obligaciones. Para otros en fin, su significado
está en la oportunidad de desarrollar su propia personalidad y alcanzar el
éxito.
De esa diversidad de conceptos
surge la creatividad que nos ayuda a encontrar nuestro propio camino para
abrirnos paso hacia una vida plena.
La mayoría de la gente que no se
ha preocupado ni empleado su tiempo en pensar sobre este asunto, considera que
la riqueza se engloba simplemente en una palabra: «millonario». ¡Es que se
trata de una palabra muy excitante! ¡Suena a éxito, libertad, poder,
influencia, placeres, capacidad y magnanimidad! ¡Sin duda, ser millonario no es
una idea rechazable!
Sin embargo, la palabra riqueza
se aplica también a otros conceptos diferentes de los económicos. Se puede ser
rico en experiencia, rico en amigos, rico en amor, rico en vida familiar, rico
en cultura.
De todas maneras, para nuestros
propósitos, en este libro, vamos a centrarnos en la riqueza que proporciona
independencia económica:
La riqueza que proviene de la
conversión del esfuerzo y del espíritu emprendedor en dinero y capital.
La cantidad concreta que cada uno
necesita para sentirse rico diferirá mucho de unos a otros, aunque estoy seguro
de que nuestra ilusión básica es la misma: sentirnos libres de las estrecheces
económicas, tener libertad de elección, y gozar de la oportunidad de crear y
compartir.
¿Qué significa la riqueza para
usted? ¿Cuánto dinero le haría falta para considerarse financieramente libre?
No se trata de preguntas inútiles. Tal como podrá comprobar dentro de poco,
cuánto mejor definidos tenga sus conceptos sobre la riqueza material, más
útiles le serán la ideas expuestas en este libro.
Felicidad
La felicidad es cosa que todo el
mundo persigue. Es la alegría que generalmente acompaña a toda actividad
positiva.
Sin embargo, al igual que la
riqueza, a menudo se entiende de muy variadas formas. Se da tanto en el placer
de descubrir como en la alegría de saber, o de conocer. Acompaña a menudo a
aquellos que son plenamente conscientes de los colores, los sonidos y la
armonía de vivir.
Y también es el gozo de los que
se marcan una meta en la vida y la alcanzan con maestría.
La felicidad consiste en la
habilidad para reaccionar receptiva y forzosamente ante lo que la vida nos
ofrece.
Se consigue de ambas maneras,
dando y recibiendo, al cosechar y al repartir. Es la capacidad para disfrutar
tanto de la armonía como de la comida, de las ideas como del pan.
La felicidad se arrima a los que
amplían sus horizontes y sus experiencias.
La felicidad reside en los
hogares de los que tienen capacidad para soportar los fracasos sin perder su
sensación general de satisfacción. Pertenece a los que mantienen bajo control a
sus circunstancias y a sus emociones.
La felicidad es también sentirse
libre de las nefastas secuelas del miedo, como la preocupación, la envidia, la
avaricia, los resentimientos, la baja estima personal, los prejuicios y el
odio.
Los que sienten la verdadera
felicidad, a menudo son conscientes del poder tremendamente positivo de la vida
y del amor.
Pero la felicidad es algo más que
una sensación general; ese también un método, una forma de pensar, que organiza
todos los sentimientos, actividades y modos de vivir. En otras palabras, es una
manera de interpretar el mundo y sus acontecimientos.
La felicidad consiste en valorar
y apreciar lo que tenemos. Es la satisfacción por la labor diaria, incluyendo
también las tareas ingratas, de las que muy pocos nos libramos.
La felicidad es disfrutar de la
vida y rodearnos de personas con sentido común. Es una amplia variedad de
experiencias y recuerdos que se convierten en inapreciables valores a la hora
de gastar o de invertir.
La felicidad es una actividad con
un propósito. Es amor en ejercicio. Es también la consciencia de lo obvio y el
temor por lo misterioso.
De todos modos, la mayoría de
nosotros pensamos en la felicidad como algo perdido en el pasado, o como la
cima que alcanzaremos en un distante futuro (seré feliz tan pronto como ... )
Pocos son capaces de comprender que la felicidad sólo se puede sentir en el
presente. Y la felicidad, como todas las cosas buenas, es algo esquiva, pero yo
afirmo que alcanzarla no es imposible.
Entonces, ¿cómo se captura al ave
fénix de la felicidad? Aunque parezca mentira, comprendiendo bien y aplicando
un concepto que raras veces asociamos con la felicidad: la disciplina.
Disciplina
La disciplina es el componente
más crítico de la fórmula para buscar la riqueza y la felicidad. Sin embargo,
cuando tratamos de analizar este concepto, la mayoría de la gente lo rechaza
como si les trajese a la mente imágenes de un rudo sargento del ejército o de
un severo maestro enarbolando la palmeta.
Y, sin embargo, puedo asegurar
que el perfeccionamiento de la disciplina les proporcionará la llave para
alcanzar todos sus sueños y aspiraciones. *¿Sorprendidos? En ese caso será
conveniente tomarnos algún tiempo para definir lo que queremos significar con
disciplina.
La disciplina es el puente de
unión entre la idea y el resultado... el pegamento que une la inspiración con
la realización... la magia que convierte una necesidad financiera en la
creación de una inspirada obra de arte.
La disciplina la comprenden bien
los que son conscientes de que un aparato, para poder volar, necesita elevarse
contra el viento; de que todas las cosas buenas las realizan los que están
dispuestos a nadar contra la corriente; de que deambular por la vida sin rumbo
fijo sólo conduce a la amargura y al desengaño.
La disciplina es la base, los
cimientos sobre los que se construyen los éxitos. La falta de disciplina
conduce inevitablemente al fracaso.
Todavía, curiosamente, muchos no
asocian la falta de disciplina con la falta de éxito. Mucha gente tiene la idea
del fracaso como si se tratase de un único acontecimiento terrible, la
bancarrota de una empresa, o la ejecución de la hipoteca de una casa. Sin
embargo, los fracasos no ocurren así. El fracaso raramente es el resultado de
algún acontecimiento aislado; más bien, suele ser la consecuencia de una larga
serie de pequeños fracasos acumulados que tienen lugar por falta de la
disciplina necesaria.
El fracaso se produce cada vez
que no pensamos... hoy,: actuar... hoy; preocuparse, esforzarse, subir,
aprender, o simplemente continuar... hoy.
Si su objetivo exige que hoy
escriba diez cartas y sólo escribe tres, lleva un retraso de siete cartas...
hoy.
Si se compromete a realizar cinco
llamadas por teléfono y sólo hace una, se ha retrasado en cuatro llamadas...
hoy.
Si su plan financiero exigía
ahorrar diez dólares y no ha ahorrado ninguno, lleva una desventaja de diez
dólares... hoy.
La actitud más peligrosa es
analizar el día malgastado y concluir que nada grave ha ocurrido. Al fin y al
cabo, se trata de «sólo» un día. Pero sume esos días hasta completar un año y
sume esos años hasta completar toda una vida y quizá comprenda ahora que la
repetición de los pequeños fracasos diarios pueden fácilmente convertir toda su
vida en un colosal desastre.
El éxito sigue el mismo camino...
pero a la inversa. Si ha hecho un plan para realizar diez llamadas y supera su
cuota hasta llegar a quince, ha adelantado cinco llamadas...hoy. Actúe de igual
manera con su correspondencia y con su plan de ahorro, y pronto verá acumularse
los frutos de su diligencia a lo largo del año, y finalmente a lo largo de toda
su vida.
La disciplina es la llave
maestra, la que abre las puertas de' la riqueza y de la felicidad, de la
cultura y de la perfección, de la autoestima y de la realización personal, y
también la de las sensaciones de orgullo, satisfacción y triunfo que de ellas
se derivan.
¿Qué es lo que hace falta para
conseguir una buena disciplina?
En primer lugar que sea
consciente de la importancia de la disciplina en la propia vida. Comience por
preguntarse a sí mismo: « ¿Qué es lo que quiero conseguir en esta vida?» « ¿Qué
debo cambiar en mi vida para conseguir esos objetivos?»
En segundo lugar interpélese a sí
mismo con toda sinceridad: « ¿Estoy dispuesto a realizar el esfuerzo
requerido?» Si la res puesta es «sí», debe proponerse con firmeza mantener su
disciplina durante un largo período de tiempo con inteligencia, con
deliberación, en definitiva, consecuentemente.
Sus buenos propósitos serán
puestos a prueba cuando surja alguna circunstancia que pueda interferir en el
mantenimiento de su disciplina, cuando tenga que actuar contra viento y marea.
Ciertamente, la disciplina le
proporcionará muchas cosas, pero lo más importante será lo que la disciplina
hará de usted: le convertirá en un ser satisfecho de sí mismo.
Incluso el sometimiento a una
pequeña disciplina puede tener un efecto increíble sobre su actitud. Y la
agradable sensación que le produce ese vibrante sentimiento de autoestima que
nace al iniciar una nueva disciplina es casi una sensación mayor que la
satisfacción por la tarea, la disciplina, cumplida.
Una nueva disciplina transforma
inmediatamente el sentido de su vida, como si se tratase de un barco que cambia
de rumbo en medio del océano para dirigirse a un nuevo destino.
Algunos creen que la disciplina
es algo antinatural bastante hacemos con vivir. Consideran esa necesidad de
cumplir algo como un ejercicio neurótico y artificial. Pero la realidad nos
demuestra que la disciplina coopera con la naturaleza, donde todo es un
continuo esfuerzo.
¿Hasta dónde crecerá un árbol?
Lucha contra la poderosa fuerza de la gravedad y continúa progresando hacia la
luz del sol para llegar tan alto como sea posible. Es verdad que el esfuerzo
del árbol no es un acto consciente: los árboles no tienen cerebro. Pero a usted
y a mí se nos ha concedido la facultad de elegir realizar el esfuerzo y
alcanzar las cotas más altas que podamos.
La disciplina atrae las buenas
oportunidades. Las mejores oportunidades siempre las aprovechan los que han
desarrollado sus facultades y tienen ambición para actuar. Y los que mediante
la disciplina y el compromiso personal se fijan las metas más al tas
disfrutarán de unas oportunidades que permanecerán ocultas para siempre a los
espíritus tímidos.
Disciplina es ese raro proceso
donde se combinan la actividad y la inteligencia para aplacar la ira, dar
fuerza a la cortesía... que desarrolla acciones positivas y controla los
pensamientos depresivos... que se anima con el éxito y se niega a aceptar el
fracaso, ... que mejora la salud y frena la enfermedad.
Someterse a una disciplina es un
proceso que puede iniciar cualquiera. Se puede hacer paulatinamente, paso a
paso.
La novedad más excitante es que...
¡usted puede empezar... hoy mismo!
No diga: «Si pudiera, lo haría.
Por el contrario debe decir: «Si quisiera, podría... Si quiero puedo».
De manera que inicie ese nuevo
proceso y empiece con poco. Aprenda a mantener firme su propósito. Con ese
principio, aparentemente poco importante, aprenderá cómo se siente uno al ser
disciplinado. Y de aquí en adelante, el límite está en las estrellas.
CONTRA EL AUTOENGAÑO, ACCION
En los últimos años se han
publicado varios libros que preconizan la idea de que, repitiendo verbalmente y
afirmándose en lo que uno desea conseguir, el éxito se producirá
milagrosamente. Me opongo completamente a esa manera de pensar. Según mi
experiencia, esas afirmaciones no respaldadas por la disciplina necesaria para
actuar sobre las cosas que se afirman, produce en los hombres (y mujeres) la
ilusión de que están haciendo progresos, cuando en realidad, su actividad
diaria no conduce a nada.
¿Por qué la gente dice una cosa y
actúa en directa contradicción con lo que afirma?
El hombre que sueña con la
riqueza, pero que cada día camina hacia un desastre económico seguro, y la
mujer que desea la felicidad pero alberga ideas y realiza actos que le conducen
a una inevitable desesperación, son ambos víctimas de las falsas esperanzas
creadas por esas afirmaciones. ¿Por qué? Porque las palabras alivian, y al
igual que los narcóticos nos adormecen en un estado de complacencia. Recuerde
esto:
¡Para progresar, es necesario
ponerse en marcha realmente!
Por lo tanto, para tener una vida
próspera, inicie un plan de prosperidad. Para llegar a ser rico, elabore un
plan de «riqueza»; cualquier persona sin dinero puede hacer un plan para
«llegar a ser rico».
Hay muchos otros planes que uno
mismo puede elaborar: Si está enfermo, inicie un «plan de salud».
¿Siempre se siente cansado?
Inicie un «plan de vigor».
¿No le parece adecuada su
formación profesional? De acuerdo; inicie un «plan de educación».
¿Dice que no puede? Entonces,
prepare un «plan de "sí, puedo"» ¡Todos podemos!
Incluso una mala persona puede
comenzar a leer buenos libros. La clave está en dar el primer paso... hoy. Sea
cual sea el proyecto, empiece hoy.
·
Empiece a limpiar y ordenar el cajón de su
recientemente trasladada mesa de despacho... hoy.
·
Empiece a establecer su primer objetivo... hoy.
·
Empiece a escuchar audios sobre motivación...
hoy.
·
Empiece un adecuado régimen de adelgazar... hoy.
·
Empiece a imponer dinero en su nueva «inversión
afortunada* en cuenta corriente... hoy.
·
Empiece a escribir esa carta tanto tiempo
aplazada.... hoy,
¡Pero cuidado! Reserve algunos
momentos para dedicarlos a alcanzar esa nueva vida. Calcule cuánta actividad
puede dedicar a ese nuevo propósito para una vida mejor. Y láncese de lleno.
Deslíguese de la opresora fuerza gravitacional. Encienda sus cohetes de propulsión.
Demuéstrese a sí mismo que el retrasar las cosas ya no existe, que la esperanza
vana pertenece al pasado, ahora los que mandan son la fe y la acción.
Es un nuevo día, un nuevo
comienzo para su nueva vida. Con disciplina usted mismo se admirará de los progresos
que es capaz de realizar. ¿Qué puede perder, excepto el sentimiento de culpa y
de temor del pasado?
Ahora le presento un nuevo reto:
convierta este día, el primer día de su nueva andadura, en parte de una semana
de otros nuevos comienzos.
Láncese, compruebe cuantas cosas
puede iniciar y continuar en esta semana, su semana de nuevos comienzos.
Entonces, convierta este mes en
el de los nuevos comienzos, y luego el año de los nuevos comienzos. Cuando
complete su primer año, el pasado jamás tendrá dominio sobre usted, y las
costumbres, influencias, penas, y fracasos del pasado serán sólo pasado. Tal
como dice la Biblia, ahora debe estar dispuesto a «volar junto a las águilas».
Éxito
El éxito es la quinta palabra
clave, y al igual que los otros conceptos ya estudiados, se interpreta bajo
múltiples planos de comprensión.
Éxito es también una noción
complicada, una paradoja. Después de todo, es algo que se puede aplicar tanto
al viaje como a su destino. ¿No es cierto?
Es el constante y controlado
progreso hacia una meta, y también la consecución de esa meta.
El éxito es llegar a la meta, y
también la sabiduría que llena a los que comprenden la capacidad potencial de
la vida.
Es a la vez material y
espiritual, práctico y místico.
El éxito es un proceso de avance
desde algo, con la intención de ir hacia algo mejor, desde el periodo de
inactividad hacia el ejercicio, desde el azúcar hacia la fruta, desde el gasto
hacia la inversión.
El éxito es nuestra respuesta a
la invitación que nos hacen para cambiar, crecer, desarrollarnos, y llegar a
ser: una invitación para ascender hacia un sitio mejor, para conseguir una
mejor posición.
Pero más que nada, el éxito
consiste en hacer que su vida sea lo que usted desea. Teniendo en cuenta todas
las posibilidades, y el ejemplo de aquellos otros cuya vida admira, ¿qué quiere
hacer de su vida? ¡Ésta es la gran pregunta!
Recuerde que el éxito no es un
conjunto de tópicos fruto de nuestro mundo cultural, sino más bien, una
colección de valores personales claramente definidos y realizados con una
finalidad concreta.
Hacer de su vida lo que usted
quiere que sea es el éxito. Pero ¿qué hay que hacer para irlo consiguiendo?
Este libro trata precisamente de
aclararlo.
PRIMERA ESTRATEGIA
LIBERE LA FUERZA DE LOS OBJETIVOS
Capítulo 2. OBJETIVOS: LO QUE
MOTIVA A LAS PERSONAS
Una mañana, dos semanas después
de haber empezado a trabajar con Mr. Shoaff, estábamos desayunando juntos.
Cuando acabé mis huevos, me dijo: «Jim, veamos la lista de tus objetivos; si
quieres los podemos revisar y discutir. Quizá es la mejor manera en que puedo
ayudarte en este momento.»
«Pero, no tengo ninguna lista
aquí», le contesté.
«Bueno, ¿la tienes en el coche,
en casa, o en algún otro sitio?» «No, señor. No he hecho ninguna lista.»
«Entonces, jovencito, me parece
que debemos empezar por ahí», me replicó Mr. Shoaff con un suspiro de
comprensión.
Después, mirándome fijamente a
los ojos, dijo: «Si no has hecho una lista de objetivos, puedo adivinar que tu
saldo en el banco será de unos pocos cientos de dólares». Había acertado
plenamente, y ese hecho me impresionó.
Estaba asombrado: « ¿Quiere usted
decir que con una lista de objetivos mi saldo bancario puede cambiar?», le
pregunté.
«Drásticamente», fue su
respuesta.
Aquel día me convertí en un
estudioso del arte y la ciencia de marcarse objetivos para uno mismo.
De todas las cosas que he
aprendido desde aquellos primeros días, el arte de señalar objetivos es lo que
mayores efectos ha tenido sobre mi vida. Todos los aspectos de mi vida —mis
realizaciones, mis ingresos, mi cuenta corriente, mi estilo de vida, mis
donaciones, e incluso mi propia personalidad— cambiaron a mejor.
Estoy convencido de que dominar
la forma de marcar objetivos puede producir unos profundos efectos en su vida,
y voy a dedicar un amplio espacio a discutir este proceso, muchas veces tan mal
entendido. Le ruego que haga algo más que leer simplemente los siguientes
capítulos; estúdielos, y si tiene a mano un bloc para tomar notas, mucho mejor.
EL PODER DE LAS ILUSIONES
Son diversos los factores que
afectan a la vida de todos y cada uno de nosotros. Uno de esos factores es el
entorno, el lugar donde vivimos, nuestros padres, la escuela donde estudiamos,
los amigos que hacemos, etc.; cada uno de ellos juega su papel en nuestra vida.
También los acontecimientos de
nuestra vida nos van moldeando a su manera. Una guerra, por ejemplo, es capaz
de distorsionar todo concepto de certeza psíquica.
Nuestra vida también está
moldeada por los conocimientos, o por falta de ellos. Y de la misma manera
actúan los resultados de nuestros actos y esfuerzos —podemos estar eufóricos o
deprimidos— en función de nuestra capacidad para obtener los resultados
deseados.
Pero de todos los factores que
afectan a nuestras vidas, ninguno tiene tanta capacidad potencial de beneficiamos
como nuestra facultad de soñar, de ilusionamos.
Las ilusiones son una proyección
de la vida que deseamos llevar, de manera que cuando dejamos que nos empujen
nuestras ilusiones desatan una fuerza creativa capaz de superar todos los
obstáculos que nos impiden conseguir nuestros objetivos.
Sin embargo, para liberar este
poder es necesario que los sueños e ilusiones estén muy bien definidos. Un
futuro borroso tiene muy poco poder de atracción. Para conseguir realmente su
sueño, para que sus planes de futuro «tiren» realmente de usted, sus ilusiones
deben estar llenas de vitalidad en su mente.
Ahora bien, hay dos formas de
encarar el futuro: con anticipación, o con aprensión. ¿Adivina cuánta gente
atisba el futuro con aprensión?: la mayoría.
Más de una vez ha visto a ese
tipo de personas que siempre están preocupados, preocupados, preocupados. ¿Por
qué se muestran tan aprensivos esos individuos? Porque no han dedicado cierto
tiempo a planear su futuro. En la mayoría de los casos, su vida se reduce a un
continuo intento por ganarse la aprobación de alguna otra persona. De esta
manera, terminan finalmente aceptando y adaptándose a todos los puntos de vista
de esa persona sobre la forma en que se debe vivir la vida. No es extraño que
estén preocupados, siempre mirando de reojo a su alrededor, buscando aprobación
para todo lo que quieren hacer.
En el otro extremo, los que
encaran el futuro con anticipación, planifican un futuro por el que merece la
pena entusiasmarse. Pueden «ver» el futuro con los ojos de su mente y les
parece fantástico. El futuro se apodera de su imaginación y ejerce una
atracción enorme sobre ellos.
EL PODER DE LOS OBJETIVOS BIEN
DEFINIDOS
Las ilusiones son maravillosas,
pero no basta sólo con ellas. No es suficiente con pintar un brillante cuadro
del resultado apetecido. Para elevar una estructura poderosa es necesario
trazar un detallado plano de la forma en que se colocan los cimientos, se
levantan y soportan cada uno de los pisos, etc. Y para ello son precisos los
objetivos.
De igual manera que las ilusiones
bien definidas, los objetivos bien concretos funcionan como imanes. Te
arrastran en su dirección. Cuanto mejor los defina, y en la medida que los
describa con más claridad, luchará con mayor tesón por alcanzarlos, y su
atracción será más fuerte. Y créanme si les digo que si las negras trampas de
la vida amenazan con estancarle en el camino hacia el éxito, necesitará un imán
muy poderoso para ayudarle a avanzar.
Para mejor comprender lo crucial
que son los objetivos, observe a esa inmensa mayoría que no tiene ninguno. En
lugar de planear sus vidas, esta desorientada multitud no hace más que ganarse
la vida. Luchan todos los días de su vida en esa conflictiva zona de la
supervivencia económica, prefiriendo vegetar antes que dar sentido a su vida.
No es extraño que Thoreau dijese: «La mayoría de las personas viven en una
tranquila desesperación».
Razones
Mr. Shoaff me dijo una vez: «Jim,
no creo que tu saldo en la cuenta corriente del banco sea un fiel indicador de
tu nivel de inteligencia». (¡Me alegró mucho oír aquello!) Luego continuó:
«Creo que tienes mucho talento y
capacidad y que eres más inteligente de lo que tú mismo piensas». Y resultó
cierto; yo era más inteligente de lo que me imaginaba por aquel entonces.
«Entonces, por qué mi saldo en el
banco no es mayor?», le pregunté.
«Porque no tienes suficientes
motivos para que lo sea», contestó mi amigo, y añadió: «Si tuvieses las
motivaciones necesarias llegarías a realizar cosas increíbles; tienes bastante
inteligencia, pero no las razones suficientes».
Una idea clave, en verdad: Tener
razones suficientes.
Desde entonces he descubierto lo
siguiente: las razones vienen primero, las respuestas después. Da la impresión
de que la vida tiene una misteriosa fórmula para camuflar las respuestas de tal
manera que sólo se hacen aparentes a los que tienen la inspiración suficiente
como para buscarlas, aquellos con motivos y razones suficientes para intentar
descubrirlas.
Dicho de otra manera: cuando sepa
bien lo que quiere y lo desee con la fuerza suficiente, encontrará fácilmente
la manera de conseguirlo. Se revelarán sin más las respuestas, métodos, y
soluciones que necesita para superar los problemas que se presenten a lo largo
del camino.
Vamos a ver. ¿Qué ocurriría si
usted necesitase ser rico? ¿Qué pasaría si la vida de algún ser querido
dependiese de su capacidad para proporcionarle el mejor tratamiento médico?
Avanzando más aún, supongamos que
se ha enterado de la existencia de un libro o de una casete que explica cómo
amasar una fortuna. ¿Lo compraría? ¡Desde luego que sí!
Ahora está leyendo un libro sobre
el éxito, y seguramente sabrá también que hay otros muchos libros y audios muy
buenos que tratan sobre la creación de la riqueza. Pero si no «necesita» ser
rico, probablemente no los leerá ni perderá el tiempo escuchándolos. Un antiguo
refrán dice: «La necesidad es la madre de la invención». ¡Cuánta verdad
encierra este viejo dicho! Téngalo en cuenta, y trabaje primero sobre sus
razones, y luego sobre las respuestas.
CUATRO GRANDES MOTIVACIONES
La gran pregunta que debe hacerse
es: «¿Qué es lo que a mí me motiva?»
A cada persona le motiva una cosa
diferente. Todos tenemos nuestros propios «puntos sensibles». Y si hace un
pequeño examen de conciencia, estoy seguro de que elaborará una apabullante
lista de los suyos.
¿Cuáles son los elementos
motivadores por excelencia? Dejando aparte el deseo obvio de bienestar
económico, existen otras cuatro grandes motivaciones.
EL RECONOCIMIENTO
La primera motivación es el
reconocimiento. Las grandes empresas y los directores comerciales sagaces saben
que muchas personas hacen más por lograr el reconocimiento de los demás que por
cualquier otra recompensa de tipo material.
Ésta es la causa de que las
organizaciones comerciales con éxito, y en especial las dedicadas a la venta
directa, tengan gran empeño en reconocer toda buena actuación, sea grande o
pequeña. Saben muy bien, que en este abarrotado mundo en que vivimos, muchas
personas piensan que nadie se preocupa de ellos y sienten que ellos no cuentan
para nada. Y el reconocimiento es la confirmación de que valen para algo. De
hecho, los que dan muestras de reconocimiento a otras personas, les están
diciendo:
«Hola, usted tiene algo especial;
usted es diferente.»
Creo que si las empresas se
preocupasen más de expresar su reconocimiento a todos sus empleados, no sólo a
los vendedores, sino también a los ejecutivos, secretarias y personal de
mantenimiento, pronto verían mejorar la productividad de forma increíble.
LA SENSACIÓN DE VICTORIA
La segunda razón por que algunas
personas llegan a la cumbre es por lo que se siente al ganar. Ésta es una de
las mejores motivaciones.
Si a algo hay que ser adicto es a
ganar.
Tengo amigos, todos ellos
millonarios, que todavía siguen trabajando diez o doce horas diarias para ganar
más millones. Y no lo hacen por necesidad de dinero. Lo que necesita es la
alegría, el placer, la satisfacción de vencer. Para ellos la gran motivación no
es el dinero; tienen ya de sobra. ¿Sabe qué es? Es el camino, el andar, la
maravillosa sensación que produce ganar.
De vez en cuando, normalmente
después de acabar una de mis conferencias, alguna persona se me suele acercar y
me dice:
«Mr. Rohn, si yo tuviese un
millón de dólares no trabajaría ni un día más en toda mi vida ». Probablemente
éste es el motivo por el que el buen Dios provee para que las personas que se
expresan así, no hagan fortuna. Esta gente lo abandonaría todo al instante.
LA FAMILIA
El tercer gran motivador es la
familia. Muchas personas harían por su familia lo que no son capaces de hacer
para sí mismos.
Cierta vez me encontré con una
persona que me dijo: «Mr. Rohn, mi familia y yo nos hemos propuesto hacer un
viaje alrededor del mundo. Para hacer todo lo que queremos nos va a hacer falta
un cuarto de millón de dólares al año». ¡Increíble! ¿Puede la familia afectar
de tal manera a una persona? Y la respuesta es: «Sí, desde luego». ¡Afortunados
los que sienten el amor tan profundamente!
LA GENEROSIDAD
El deseo de hacer compartir
nuestra propia riqueza es el cuarto gran motivador. Cuando el gran magnate del
acero Andrew Carnegie murió, el cajón de su mesa de despacho estaba abierto. En
el fondo del cajón había una amarillenta hoja de papel. En aquel trozo de
papel, que databa de cuando tenía veinte años, Carnegie había escrito la meta
principal de su vida: «Voy a dedicar la primera mitad de mi vida a acumular
dinero, y la segunda a repartirlo.»
¿Y sabe lo que pasó? Carnegie se
sintió tan inspirado con este objetivo que llegó a amasar una fortuna de 450
millones de dólares (¡que hoy en día equivaldrían a 4.500 millones de dólares!)
Y luego, en la última parte de su vida, se dedicó con verdadera alegría a
repartirla entre los demás.
RAZONES PROSAICAS
¿No es maravilloso sentirse
motivado a hacer algo por un objetivo tan excelso como la generosidad? De todas
maneras, debo confesar que en mis primeros años de lucha hacia el éxito, mi
motivación era mucho menos elevada. Mi razón para tener éxito estaba más a ras
de suelo. En efecto, mi motivación entraba dentro del grupo que yo llamo
«prosaicas». Una razón prosaica es algo que podemos pensar en cualquier
momento, en cualquier día, y que puede originar un cambio en nuestra vida.
Permítanme que cuente lo que me ocurrió...
Poco después de haberme
encontrado con Mr. Shoaff, estaba un día en casa, pasando el tiempo, cuando oí
que llamaban a la puerta. El golpeteo sonaba tímido y dubitativo. Abrí la
puerta y miré hacia unos grandes ojos castaños que me observaban desde su
pequeñez; era una frágil muchachita de unos diez años. Con todo el valor que
pudo reunir me dijo que estaba vendiendo pastelitos de las niñas scouts. Tenían
una presencia maravillosa, varios sabores y un precio especial: sólo dos dólares
la caja. ¡Imposible rechazarlos! Finalmente, con una gran sonrisa y con la
mayor educación, me rogó que los comprara.
Y yo quería hacerlo. ¡Cómo
deseaba comprarlos!
Pero había un problema. ¡No tenía
esos dos dólares! ¡Dios mío! ¡Me quedé abochornado! Allí estaba yo, un padre de
familia, que había estudiado en la universidad, que tenía un buen empleo, y sin
embargo no tenía dos dólares en el bolsillo.
Naturalmente, no se lo podía
decir a la muchachita de grandes ojos castaños. No me quedaba otra alternativa
mejor, y mentí. Le dije: «Muchas gracias, pero ya he comprado este año los
pastelitos de las niñas scouts. Tengo la casa llena de ellos.»
No era verdad, naturalmente. Pero
fue lo único que se me ocurrió para salir del problema. Y lo conseguí. La
muchachita me dijo: «Muy bien, señor. Muchas gracias.» Y sin más, dio la vuelta
y se marchó.
La seguí con la mirada durante un
tiempo que se me hizo eterno. Finalmente, cerré la puerta tras de mí y
apoyándome en ella, sollocé: «No quiero vivir más de esta manera. Basta ya de
estar arruinado, basta ya de mentir, nunca más tendré que avergonzarme por no
tener dinero en el bolsillo».
Aquel día me prometí a mí mismo
ganar el dinero suficiente como para llevar siempre encima varios cientos de
dólares.
Esto es lo que yo llamo una razón
prosaica. No me servirá para ganar un premio de grandeza de espíritu, pero
bastó para tener un efecto permanente para el resto de mi vida.
Mi cuento de la muchachita de los
pasteles de scouts tiene un final feliz. Algunos años más tarde, salía de mi
banco donde había ingresado una crecida suma y cruzaba la calle para llegar a
mi automóvil, cuando vi a dos niñas vendiendo caramelos en favor de alguna
organización infantil. Una de ellas se acercó y me dijo: «Señor, ¿desea comprar
unos caramelos?»
«Probablemente», le respondí
bromeando, «¿qué clase de caramelos tenéis?»
«Roca de almendra.»
¿«Roca de almendra? ¡Son mis
favoritos! ¿Cuánto valen?»
«Sólo dos dólares.»
¿Dos dólares? ¡No podía ser
cierto!
Me sentía excitado. «¿Cuántas
cajas de caramelos tienes?»
«Cinco. »
Luego miré a su amiga y le
pregunté: «¿Y a ti cuántos te quedan?»
«Todavía cuatro.»
« ¿Nueve en total? Bien, me las
llevo todas.»
Al oír esto las dos niñas
exclamaron al unísono con la boca abierta a tope: «¿De verdad?»
«Claro», contesté, «tengo unos
amigos que apreciarán este regalo.»
Con el mayor nerviosismo
corrieron presurosas a colocar todas Las cajas juntas. Yo metí la mano en mi
bolsillo y les entregué los dieciocho dólares. Según me disponía a marchar una
vez cogidos todos los paquetes bajo el brazo, una de las niñas me miró y me
dijo: «Señor, verdaderamente usted es rico.»
¿Qué le parece? ¿Se imagina,
gastar sólo dieciocho dólares y que alguien le mire y le diga «verdaderamente
usted es rico?»
Ahora ya sabe por qué llevo
siempre unos cientos de dólares encima. No quiero perderme oportunidades como
esa otra vez.
Voy a poner otro ejemplo de una
razón prosaica para desear hacer las cosas bien. Un amigo mío llamado Robert
Depew era profesor en Lindsay, la capital del aceite de California. Después de
varios años como profesor, Bobby pensó en cambiar e iniciar una nueva carrera.
Un día, sin decírselo a nadie, dejó la enseñanza y se puso a vender. Cuando su
familia se enteró, le hicieron objeto de toda clase de críticas. Pero la peor reacción
la tuvo su hermano, que parecía disfrutar burlándose.
«Vas a hundirte en lo más
profundo del arroyo», se burlaba su hermano. «Tenías un buen trabajo como
profesor. Ahora vas a perderlo todo. Debes estar mal de la cabeza.»
El hermano de Bobby continuaba
mofándose en todas las oportunidades que podía, y tal como Bobby ló cuenta: «La
forma en que actuaba mi hermano me puso tan furioso, que decidí hacerme rico.»
Hoy en día, Bobby Depew es uno de
mis amigos millonarios.
Esta historia, al igual que la
mía de los pasteles, demuestra que incluso un sentimiento como la furia o la
vergüenza, debidamente encauzado, es capaz de actuar como motivación para
alcanzar el éxito.
¿Necesita demostrar algo? ¿Le
queda todavía alguna antigua vergüenza por borrar del tablero de su pizarra? Ya
conoce el viejo refrán: "Un gran triunfo es la venganza más
refinada". Y es verdad.
Como puede ver existen tantas
razones para triunfar como personas hay en este mundo. La clave está en tener
suficientes razones. ¿Cómo encuentra uno su propio «punto sensible» (o puntos
sensibles) capaz de transformar una vida mediocre en una vida llena de riqueza
y felicidad? Éste es el tema del próximo capítulo.
Capítulo 3. OBJETIVOS: CÓMO
ESTABLECERLOS
En el primer capítulo hablábamos
de la importancia de la disciplina y ahora voy a pedirle que comience a
ejercitarse en esa virtud tan positiva. Si todavía no lo ha empezado a
utilizar, tome un bloc de notas, un diario o una agenda. Quiero que se
transforme de mero espectador (lector), en actor (escritor).
La tarea que va a realizar es un
poco fuera de lo común, en el sentido de que se debe prolongar durante toda la
vida. Se trata de los objetivos, y tal como comprenderá dentro de poco, los
objetivos son una preocupación constante a lo largo de toda la vida, siempre en
evolución, siempre cambiando. ¿Por qué debe meterse en este lío? Porque
haciéndolo, está dando los primeros pasos para alcanzar y desarrollar esa clase
de vida con la que siempre ha soñado, pero que nunca creyó pudiera hacerse
realidad. De manera que vamos a meternos con ello. Cuanto antes se ejercite
antes disfrutará de los resultados. Y cuando éstos aparezcan, le aseguro que no
le importará en absoluto el trabajo extra y la disciplina que le hicieron falta
para conseguirlos.
OBJETIVOS A LARGO PLAZO
Escriba este encabezado en su
bloc o en una hoja de papel «Objetivos a largo plazo». Ahora, su tarea consiste
en responder a la siguiente pregunta: « ¿Qué es lo que deseo para los próximos
diez años?»
El secreto para realizar este
ejercicio con eficacia consiste en escribir el máximo de ideas en el mínimo
tiempo posible. Tómese diez o quince minutos para este ejercicio e intente
escribir unos cincuenta conceptos.
Para ayudarle a empezar,
considere como orientativas la siguiente media docena de preguntas:
1. ¿Qué quiero hacer?
2. ¿Qué quiero ser?
3. ¿Qué quiero ver?
4. ¿Qué quiero tener?
5. ¿Adónde quiero ir?
6. ¿Qué es lo que deseo compartir?
Teniendo estas seis cuestiones
bien presentes, responda a la pregunta: «¿Qué es lo que deseo para los próximos
diez años?» Deje a su mente vagar en libertad. No intente ser detallista; eso
ya vendrá más tarde. Por poner un ejemplo, si desea un Mercedes 380SL con
tapicería azul, escriba simplemente «380», y pase al siguiente.
Cuando haya terminado la lista,
revise lo que ha escrito.
A continuación, escriba al lado
de cada concepto de la lista el número de años que supone le serán necesarios
para alcanzarlo o adquirirlo. Junto a los conceptos que considera posible
conseguir el año que viene ponga el número «1». Junto a los objetivos que cree
le van a llevar tres años ponga el número «3». Junto a los que le costarán unos
cinco aproximadamente, ponga el «5». Y finalmente, en los que estime que le van
a costar cerca de diez años, escriba el número «10».
Ahora, hay que comprobar si los
objetivos están compensados. Por ejemplo, si descubre que ha puesto muchos
objetivos para diez años y muy pocos para un año, significa que está retrasando
la actuación al posponer la fecha del objetivo a conseguir. Por otra parte, si
pone pocos objetivos a largo plazo, quizá no tenga bien definida la clase de
vida que desea para si el cabo de diez años.
La solución es buscar un
equilibrio entre los objetivos a corto y a largo plazo (dentro de poco
analizaremos también los objetivos a corto plazo, que son los que se alcanzan
antes de un año).
¿Está un poco asombrado con la
idea de plantearse tantos objetivos? ¿Es usted de la clase de persona que
prefiere dedicarse a una meta cada vez?
Existe una buena razón para
desarrollar al mismo tiempo un gran número de objetivos. Sin diversos y
variados tipos de metas, una persona puede ser víctima del mismo problema que
tuvieron algunos de los astronautas del Apolo. Varios de ellos sufrieron
profundos problemas psíquicos después de regresar de su viaje a la Luna. ¿El
motivo? Que, después de haber estado en la Luna, ‘¿adónde más va a ir uno?
Tras largos años de pensamientos,
ilusiones y trabajos, aquellos instantes gloriosos habían pasado ya. De
repente, el objetivo perseguido se había alcanzado y todo terminaba ahí;
parecía que su vida laboral tocaba a su fin, se acababa; y sobrevino la
depresión.
Sacando conclusiones de esta
experiencia, los nuevos astronautas han sido entrenados poniendo otros
objetivos importantes bajo su punto de mira para después de la realización del
viaje espacial.
La felicidad es muy esquiva.
Parece que el mejor sistema para disfrutar de la vida consiste en culminar una
meta y a continuación empezar a trabajar para alcanzar la siguiente. Es muy
peligroso permanecer largo tiempo degustando los placeres del triunfo. La única
manera de que la comida vuelva a saber deliciosamente, es volver a estar
cansado y hambriento.
Bien. Una vez revisada y
equilibrada su lista, escoja cuatro objetivos en cada una de las categorías (un
año, tres años, cinco años y diez años) que considere los más importantes. Con
esto tiene ya dieciséis objetivos.
Para cada uno de ellos escriba
ahora un pequeño párrafo indicando lo siguiente:
1. Descripción detallada de lo que desea. Por ejemplo, si se
trata de un objeto material, anote su altura, longitud, costo, modelo, color,
etc. Si se trata de un empleo o de un negocio, describa con detalle el puesto
de trabajo, el salario, el cargo, presupuesto bajo su control, número de
empleados o subordinados, etc.
2. El motivo por el que desea alcanzar o adquirir el
objetivo descrito. Aquí detectará si realmente desea ese objetivo, o se trata
simplemente de un capricho pasajero. Si no puede expresar con claridad y
convicción el motivo por el que lo desea debe clasificarlo como un antojo y
poner en su lugar otro objetivo.
Como verá, lo que desea es un
poderoso motivador, sólo si detrás de ello existe una buena razón para
conseguirlo. Encontrará que objetivos que alguna vez ha considerado
importantes, ya no ejercen ninguna atracción sobre usted, simplemente porque no
es capaz de descubrir una buena razón para desearlos de verdad. Esto es bueno.
Porque la labor de clarificación le está forzando a reflexionar, redefinir y
revisar. Y una vez clarificado esto vamos avanzando hacia el punto principal:
ayudarle a planificar su futuro.
Una vez haya establecido los
dieciséis objetivos cópielos en una hoja aparte, o en una agenda permanente, y
llévela siempre consigo. Revíselos una vez a la semana para comprobar si
todavía siguen siendo importantes, y para valorar los pasos que ha dado para
activar su consecución. Como puede ver, el planteamiento de objetivos no es
labor de un solo momento, ni los resultados son concretos y para toda la vida.
Al contrario, es un suave proceso a lo largo de toda la vida.
OBJETIVOS A CORTO PLAZO
Defino los objetivos a corto
plazo como los que precisan de menos de un año para ser alcanzados, Y estos
objetivos, aunque normalmente son más modestos que los de largo plazo, tienen
igual importancia. Un capitán puede definir el rumbo de un largo trayecto para
llevar el barco a su destino, pero en el trayecto existen escalas en las que
hay que recalar antes de llegar al puerto de destino.
De la misma manera que en el
viaje marítimo, los objetivos a corto plazo deben estar relacionados con los alcanzables
a largo plazo. Los de corto plazo tienen la ventaja especial de ser realizables
en un futuro casi perceptible. Yo los llamo «generadores de confianza», porque
conseguirlos proporciona fe y entusiasmo para continuar. De manera que cuando
esté trabajando con intensidad tómese un respiro y termine una tarea muy
concreta a corto plazo; disfrutará con la sensación de haber ganado y se
sentirá inspirado para seguir de nuevo con la gran labor.
Éste .es el motivo de obligarle a
usted también a escribir en el bloc los objetivos a corto plazo. La manera de
organizarlo corre de su cuenta; puede clasificarlos por meses, semanas, días, etc.;
o puede colocarlos como unas subcategorías de los diferentes objetivos a largo
plazo.
El disponer de una lista es
divertido e interesante porque le permite controlar la ejecutoria. Cuando le
toque comprobar la consecución de un objetivo, tómese un tiempo para celebrar
el triunfo. Si se trata de una pequeña tarea descanse un rato y reflexione
satisfecho, pero si se trata de un gran triunfo concédase una buena recompensa.
Sea grande o pequeña, tómese tiempo para disfrutar de la victoria. Le inspirará
para seguir esforzándose más.
Pero así como le ruego que
participe de las mieles del triunfo, le debo hacer otra recomendación menos
agradable: haga que perder le sea penoso.
Crecemos gracias a dos tipos de
experiencias: la alegría de ganar, y la pena de perder. De manera que si se
lanzó a realizar un proyecto y luego no lo ha hecho, idee alguna forma de pagar
su desidia. Téngalo en cuenta, y hágase responsable, tanto de su conducta
positiva como de la negativa.
Además, no se rodee de personas
que le alaben constantemente. No se una a la muchedumbre fácil. Vaya adonde las
expectativas sean más altas, donde sea mayor la presión para actuar. Esto es
también parte de la estrategia general para alcanzar riqueza y felicidad.
Fuera la pasividad
Deseo que tenga usted éxito. Por
eso estoy un poco preocupado. Sé que la mayoría de los que lean estas páginas
no perseverarán en la fijación y revisión de sus objetivos. ¿Por qué? Porque es
una labor que lleva tiempo y requiere pensar y concentrarse. Y es una extrema
ironía que hombres y mujeres que trabajan tanto día a día en tareas que
normalmente no les gusta realizar, cuando se les pide un cierto tiempo para
planear su futuro, a menudo responden: «No tengo tiempo». Esas personas dejan
que su futuro vaya «deslizándose», vaya ocurriendo.
Sé que la mayoría de las personas
no hace planes definidos, pero no forme parte de esa mayoría. No vaya por el
mundo con los dedos cruzados y una mirada preocupada en el rostro, confiando en
que las cosas mejoren por sí solas.
Lo acepte o no, ahora es uno de
los jugadores en el gran juego de la vida. Y créame, si no tiene una meta que
alcanzar está jugando a algo muy poco excitante. Nadie pagará por verle
practicar un juego donde nadie marca los tantos.
El compañero le dirá: «Te pasas
el día trabajando y, cuando llegas a casa ya se ha hecho tarde. Tienes que
comer algo ver un poco la televisión para relajarte y luego ir a la cama, No
puedes quedarte levantado y pasarte media noche haciendo planes y planes». Así
habla el compañero que no llega a pagar las letras del coche. Es un buen
trabajador, un trabajador duro, un trabajador «honrado».
Pero yo he descubierto que se
puede ser un trabajador «honrado», trabajar muchísimo toda la vida, y al final
terminar arruinado y abochornado. Hay que ser algo más que un buen trabajador.
Hay que ser algo más que honrado. Hay que ser un buen planificador y marcarse
buenos objetivos.
Al escribir sus objetivos indica
que se ha propuesto seriamente crecer, que lo piensa en serio. Y para hacerlo
mejor, es necesario que lo haga con seriedad. No hace falta que se ponga
ceñudo, aunque sí es preciso que se ponga serio. Pero, ¡aten-clon!, todo el
mundo espera hacerlo mejor, pero la esperanza, sin el apoyo de una clara
planificación, sólo servirá para perjudicarle. Dice la Biblia: «La esperanza
largo tiempo postergada, enferma el corazón». Es una enfermedad... lo sé muy bien.
Yo solía sufrir esa enfermedad
llamada «esperanza pasiva». Y es muy mala. Sólo hay una cosa peor que la
esperanza pasiva; la esperanza pasiva «feliz». Es la de un hombre de cincuenta
años y arruinado, capaz de sonreír y sentirse esperanzado. Ahora bien, esa
actitud es verdaderamente desastrosa, de manera que póngase serio. Escriba sus
objetivos en un papel. Se lo recomiendo por experiencia.
Capítulo 4. OBJETIVOS: CÓMO
BENEFICIARSE DE ELLOS
Dice la Biblia: «Sin sueños e
ilusiones, pereceremos.» ¡Qué gran verdad! Pero debe saber que lo opuesto
también es cierto. Con los sueños podemos transformarnos de manera impredecible
y original. En los capítulos anteriores mostré cómo elegir los objetivos e
iniciar su consecución. Ahora aprenderemos cómo dejara esos sueños la tarea de
moldear toda nuestra existencia.
En primer lugar, hay que ser
conscientes de que una vez establecido un objetivo que realmente interesa, ya
no se es la misma persona. Los verdaderos objetivos afectarán a casi todo lo
que se haga a lo largo del día y estarán con nosotros en todos los sitios a
donde vayamos. Su manera de estrechar la mano, su forma de vestir, el tono de
la voz, los sentimientos, etc., todo cambiará una vez se tenga un objetivo.
Esto se debe a que cuando el objetivo interesa de verdad, el resto de las cosas
se relacionan sólo con su consecución.
Pero para que le atraigan los
objetivos, para que orienten toda su vida, es preciso que merezcan la pena.
Cierta vez pregunté a un señor: « ¿Cuál es su objetivo para este mes?» y me
respondió: «Si al menos pudiese conseguir el dinero necesario para pagar estas
malditas facturas»... ¡Ese era su objetivo!
Ahora bien, no voy a decir que el
pagar unas facturas no pueda ser un objetivo; puede serlo. ¡Pero es un objetivo
tan pobre!
Desde luego, yo no lo pondría en
la lista de las motivaciones más inspiradoras de la vida. No se salta el lunes
por la mañana de la cama diciéndose uno mismo: « ¡Hala, muchacho! Tenemos otra
oportunidad para conseguir el dinero necesario para pagar esas malditas
facturas. »
Plantearse unas metas transforma;
por lo tanto, se deben colocar muy alto. Sitúelas lo suficientemente fuera de
su alcance como para que le obliguen a crecer y a estirarse; sitúelas lo
suficientemente altas como para excitar su imaginación y motivarle para la
acción. Pero, así como debe ponerlas lo suficientemente altas como para atraer
su interés, no las coloque tan lejos que pierda el aliento antes de empezar.
El verdadero fin de los objetivos
Déjeme compartir con usted una
idea apasionante, El verdadero valor del planteamiento de los objetivos no
reside en que al final se consigue alcanzarlos. La adquisición de las cosas que
se desea es un elemento secundario, estrictamente hablando. La razón principal
de plantearse los objetivos es la de forzarse a convertirse en una persona que
se propone alcanzarlos. Me explicaré.
¿Qué es lo que más se debe
estimar en una persona que se ha hecho millonaria? ¿El millón de dólares? Yo no
lo creo así. Lo que más se debe valorar es toda la habilidad, conocimientos,
disciplina, liderazgo, y demás cualidades que se desarrollan para alcanzar tan
elevada situación. Es la experiencia que se adquiere al planear y desarrollar
estrategias. Es la fuerza interior que se activa para tener el suficiente
coraje, firmeza de propósito, y fuerza de voluntad, como para conseguir ganar
un millón de dólares.
Dad un millón de dólares a
alguien que no posea esa actitud de millonario y seguramente lo perderá todo.
Pero, despoje de toda su riqueza a un verdadero millonario, y en poco tiempo
amasará una nueva fortuna. ¿Por qué? Porque los que se ganan con su propio
esfuerzo el estatus de millonario desarrolla la habilidad, conocimiento y
experiencia necesarios para repetir el proceso una y otra vez.
Como puede ver, cuando alguien se
convierte en millonario, lo que menos importa es lo que tiene; lo más
importante es lo que ha llegado a ser como persona.
Ahora formulo una pregunta ante
la que tendrá que reflexionar bastante: ¿En qué clase de persona debe
convertirse para obtener todo lo que desea? ¿Por qué no escribe unas pocas
ideas sobre esto en un bloc o en la agenda? Indique el tipo de habilidades que
necesita ejercitar y los conocimientos que deberá adquirir. Las respuestas
presentarán nuevos objetivos para su formación personal.
Recuerde esta regla: los ingresos
rara vez son superiores al nivel de desarrollo personal. Éste es el motivo por
el que todos nosotros debemos someternos a la autocrítica.
A menudo, doy un repaso a mi vida
y me pregunto: «Bien, esto es lo que yo deseo, pero ¿estoy dispuesto a
convertirme en la persona que es necesario ser para conseguirlo?» Si soy
demasiado perezoso, si no tengo deseos de aprender, leer, estudiar y
desarrollarme para convertirme en la persona que debo llegar a ser, no puedo
confiar en atraer hacia mí lo que quiero obtener. De manera que, cuando me
planteo una oportunidad, debo decidirme entre cambiar mi persona o cambiar mis
deseos.
No se sobrecargue
Cuando se planean objetivos,
especialmente la primera vez, es muy fácil sentirse abrumado por el proceso. Mi
consejo es: relajarse.
Si siente que no está preparado
para obtener lo que quiere, recuerde esto: su capacidad crecerá hasta
equipararse a sus ilusiones. Este es el poder mágico de plantear los objetivos.
Cuanto más trabaje sobre sus objetivos, mayor cantidad de nuevas oportunidades
se presentarán. Y cada nueva oportunidad traerá la semilla para solucionar un
problema anterior, aparentemente imposible de solucionar.
De manera que no tenga miedo de
emprender la tarea. El viaje le conducirá mucho más lejos de lo que puede
pensar con la imaginación más calenturienta. Lo sé con certeza. La persona que
yo era hace veinticinco años, cuando me encontré con Mr. Shoaff, es hoy un
desconocido para mí. Yo ya no soy aquella persona. He cambiado. Y usted también
puede hacerlo.
Muchas personas temen iniciar un
nuevo camino debido a anteriores penas y fracasos. Sus almas arrastran pesadas
cadenas, y si no se deshacen de ellas, se hundirán para toda la vida.
Ni usted ni yo, podemos hacer
nada por el pasado. Está muerto y enterrado. Sin embargo, se puede hacer mucho
por el futuro. No tiene por qué ser necesariamente la persona que era ayer.
Puede introducir cambios en su vida, cambios absolutamente asombrosos, en un
corto plazo de tiempo. Puede realizar modificaciones que ahora mismo es incapaz
de imaginar, sólo con darse la oportunidad de cambiar.
Sus capacidades crecerán. Actuará
con nuevas potencialidades y talentos que nunca imaginó poseer. Y según
transcurra el tiempo sacará nuevas reservas desde el fondo de su mente
creativa. Antes de que se percate de ello, será capaz de realizar cosas que
ahora parecen imposibles. Dominará cosas que nunca pensó poder dominar. Su
imaginación dará a luz nuevas y creativas ideas.
¿Por qué son tan poderosos los
objetivos? ¿De qué manera producen esos efectos?
No lo sé. Supongo que la
respuesta entra de lleno es esa especial categoría que yo denomino «los
misterios de la vida». Lo que sí puedo decir es que «funciona». Descúbralo por
sí mismo. Dese a sí mismo la oportunidad de ser todo lo que puede llegar a ser,
de alcanzar todo lo que es capaz de alcanzar.
Pedir
En la Biblia hay un mandato que
enseña todo lo que necesita saber para conseguir lo que desea. Esto es lo que
dice: «Pedid».
Es decir, pida lo que desea. De
todas las cosas importantes que debe aprender, asegúrese de que ésta sea una de
ellas.
¿Qué significa «pedir?» Pedir
significa: «pedir lo que se necesita». Y el versículo completo es muy claro:
«Pedid y recibiréis». Creo que será mejor analizarlo.
En primer lugar, la petición
inicia el proceso de recibir. Pedir es como apretar un botón que pone en marcha
una increíble maquinaria, intelectual y también emocional. Tal como decía
antes, no sé por qué o de qué manera lo hace, pero lo que sí sé es que da
resultado.
Hay una gran cantidad de cosas
que funcionan igualmente bien, con independencia de que entendamos o no el
mecanismo que actúa detrás de ellas. ¡Hágalas trabajar! Algunas personas nunca
empiezan porque están siempre estudiando las raíces de la cuestión. Hay otras que
prefieren recoger los frutos mientras los anteriores siguen ensimismados con
las raíces. Todo depende de la parte del árbol por donde quiera empezar. Yo
recomiendo siempre empezar pidiendo.
En segundo lugar, recibir, la
otra parte del versículo, no es ningún problema. No tiene que hacer nada para
recibir. Es algo automático. Entonces, recibir no es difícil, ¿dónde está el
problema? El problema está en pedir.
El compañero dice: «Si, pero te
pasas el día trabajando y, para cuando llegas a casa, es ya tarde. Tienes que
comer algo, ver un poco la televisión para relajarte y luego ir a la cama. No
puedes quedarte levantado y pasarte media noche pidiendo y pidiendo». Y este
sujeto no puede pagar las facturas. Es un buen trabajador, trabaja muchísimo,
es un trabajador honrado. Pero-usted tiene que hacer algo mejor que trabajar
muchísimo y ser honesto toda su vida, o terminará en la ruina y avergonzado.
Tiene que convertirse en un buen «pedidor».
«Ahora lo comprendo», te dice,
«yo me levanté todos los días del año pasado y me esforcé mucho. Pero en ningún
lugar de mi casa hay una lista con todas las cosas que pido a la vida».
¿Qué me dice usted? ¿Cómo está su
lista?
En tercer lugar, recibir es como
el océano, no tiene fin. Esto es verdad, especialmente en este país. Este país
es como un océano. No hay escasez de éxitos y de triunfos. No están sujetos a
racionamiento, de manera que cuando llega tu turno ya lo han repartido todo.
¡No! ¡No! Si esto es cierto, ¿dónde está el problema? El problema está en que
la mayoría de la gente va a este océano de oportunidades con una cucharilla de
café. ¿Ha captado la imagen? «Una cucharilla de café». Dado el tamaño del
océano, ¿puedo sugerirle que cambie su cucharilla por alguna herramienta más
grande? ¿Qué le parece un balde? No es lo mejor que puede hacer, pero al menos
los chiquillos no se burlarán.
Considere dos ideas más acerca
del pedir.
En primer lugar pida con
inteligencia. La Biblia no dice: «Pide inteligentemente», pero a mí no me cabe
la menor duda de que eso es lo que intenta decir. De manera que no pida sin
sentido. Pida de forma clara, concreta. Pedir inteligentemente incluye también
las condiciones: a cuánta altura, qué longitud, cuánto, cuándo, qué tamaño, qué
modelo, qué color. Describa lo que desea. Defínalo. Recuerde que los objetivos
bien definidos funcionan como imanes. Cuánto más claros, con más fuerza le
atraerán.
En segundo lugar, pida con fe. La
fe es el aspecto más infantil. Significa que cree va a conseguir sus deseos.
Tenga la fe de los niños. Crea sin el escepticismo y cinismo de la persona
adulta que hay en usted.
Muchos de nosotros nos hemos
hecho demasiado escépticos. Hemos perdido la maravillosa inocencia y la fe y
confianza infantil. No deje que esta pérdida le detenga. Crea y tenga fe en sí
mismo y en sus objetivos. Y sienta su propia excitación, como los niños. El
entusiasmo juvenil: no hay nada más contagioso.
Los niños piensan que pueden
hacer cualquier cosa. Quieren saberlo todo. ¡Qué fantástico! Odian ir a dormir,
y esperan con ilusión el momento de saltar de la cama a primeras horas de la
mañana. Los niños son capaces de hacer mil preguntas, y justamente cuando cree
uno que se va a librar de ellos, hacen otras mil preguntas más. Le llevan casi
hasta el límite. Pero, realmente, su curiosidad es una virtud. Cuando consiga
volver a encender su propio sentido infantil de entusiasmo curioso, estará en
el verdadero camino de convertirse en un experto en pedir.
Planteamiento de objetivos y
administración del tiempo
La administración del tiempo es
tema muy socorrido hoy en día. Al público se le ofrecen toda clase de libros, audios
y seminarios para saciar su hambre de información sobre la forma de emplear el
tiempo de una manera más productiva.
¿Y qué opina usted? ¿Desea llegar
a controlar mejor su tiempo? En ese caso, debe entender lo siguiente: Sin
objetivos es imposible administrar el tiempo con eficacia. La productividad es
el resultado de unos objetivos bien definidos. La distribución del tiempo no
tiene sentido crítico si los objetivos no están clara y vívidamente planteados
en la mente. Es así de sencillo. Esta es una de la’ varias razones por las que
escribir los objetivos en un papel es tan importante.
Prioridades
Una de las dificultades con la
que nos enfrentamos en esta era industrializada es que hemos perdido el sentido
de las estaciones. Al contrario de los granjeros, cuyas prioridades varían
según las estaciones, nosotros somos indiferentes al ritmo natural de la vida,
y como resultado, nuestras prioridades están descompensadas. Permítanme que
explique lo que quiero decir.
Para un granjero, la primavera es
la época más activa. Es cuando tiene que trabajar a lo largo de toda la
jornada, levantándose antes de la salida del sol y continuando en el campo
cuando suenan las campanadas de la medianoche. Debe poner a todo su equipo
trabajando a plena capacidad porque sólo tiene una pequeña época para plantar
sus cosechas. Luego vendrá el invierno y apenas tendrá nada para mantenerse
ocupado.
Hay una lección encerrada en todo
eso. Aprenda a emplear las estaciones de la vida. Debe decidir cuándo
derrocharla a manos llenas y cuándo tomarla con calma, cuándo adelantarse a los
demás y cuándo dejarla correr su curso. Es muy fácil continuar como siempre
trabajando de nueve a cinco y perder el sentido natural de las prioridades y
los ciclos. No permita que un año se funda con el siguiente en un idéntico
desfile de tareas y responsabilidades interminables. Observe con interés sus
propias estaciones; de lo contrario perderá la perspectiva de los valores y de
lo verdaderamente sustantivo.
LO PRINCIPAL Y LO SECUNDARIO
Un punto importante a la hora de
establecer prioridades es aprender a diferenciar lo principal de lo secundario.
He aquí una pregunta que debe hacer siempre antes de tomar una decisión:
¿Es importante o es secundario?
Haciéndose esta pregunta y con sus objetivos siempre a la vista, reducirá en
gran medida el riesgo de perder tiempo en proyectos de menor cuantía.
En el mundillo de la venta se nos
enseña que sólo existe un tiempo importante: es el tiempo que estamos con el
posible cliente. Todo tiempo invertido en el largo camino hacia el cliente, por
muy necesario que sea, es sólo un tiempo secundario. Muchos vendedores
invierten más tiempo en el camino hacia, que con el cliente. Y sus ingresos lo
reflejan. Por eso, para vender, nosotros enseñamos: «No cruces la ciudad sin
antes haber cruzado la calle».
El concepto de espacios
importantes y secundarios tiene otra aplicación. Significa también: en asuntos
importantes no emplees tiempos secundarios. Es muy fácil llegar a tener
trastocada la escala de valores. Un padre pasa tres horas viendo la televisión
y sólo diez minutos jugando con los niños. Un gerente se pasa la mayor parte
del tiempo llenando fichas y formularios, y muy poco animando a los empleados.
Hay muchas personas que han perdido el sentido de lo que es trivial y de lo que
es importante.
De la misma manera, este concepto
se debe aplicar al dinero. No invierta cantidades importantes de dinero en
asuntos secundarios, y a la inversa, no trate de ahorrar en asuntos de gran
importancia Mucha gente se gasta una fortuna en comida para su cuerpo y muy
poco en alimentos para su espíritu. Sería una estupidez gastar más dinero en
fruslerías que en libros o audios instructivos.
El mejor empleo del tiempo y del
dinero consiste en invertirlos allí donde su valor es máximo. Es lo que se
llama inversión prudente para un resultado máximo.
Concentración
Cualquier atleta profesional
puede relatar historias sobre el terrible costo de la falta de concentración.
Un descuido momentáneo y «te adelantan en el último metro» Y allí se esfumaron
el primer puesto, la medalla, e incluso una buena cantidad de dinero. No deje
que esto le ocurra.
Ponga la máxima atención en todo
lo que haga. Cuando escriba una carta, concéntrese. ¿Intenta solucionar un
problema?, concéntrese. ¿Está conversando amigablemente?, concéntrese. No se
puede imaginar el efecto que esa concentración puede ejercer sobre toda su
vida.
Naturalmente, también hay
momentos para dejar vagar libremente a su imaginación. Pero hágalo precisamente
en un momento especialmente dedicado para ello. Y cuando se abandone
plácidamente, no haga nada más Salga para dar un paseo por la playa o un
recorrido por las montañas, lejos de la presión de la vida. Deje que la brisa
juguetee con sus cabellos y eleve su mente hacia el infinito. Sueñe despierto.
Le hará un gran bien. Pero hágalo sólo en el momento del día expresamente
reservado, en el «momento para soñar despierto» que usted ha designado. En
todos los demás momentos, concéntrese.
Una dosis de realismo
Es el último punto a
considerar... Incluso con el plan de acción más cuidadosamente preparado, no
conseguirá todo lo que desea. Lo sé. ¿Cómo puedo ahora decir esto, después de
haber estado tanto tiempo mostrando cómo conseguir todo lo que desea? ¿Estoy
actuando con una doble imagen?
¿Por qué no va a poder conseguir
todo lo que desea? Porque, amigo mío, este mundo es así. A veces granizará
sobre su cosecha, o lloverá en su desfile o en su fiesta. A veces las termitas
de la vida lo roerán hasta los cimientos. Usted dirá que no es justo. Quizá no
Pero, como ni a usted ni a mí nos consultaron a la hora de planificar este
mundo, debemos aceptarlo tal cual es.
Sin embargo, la buena noticia es
que hay muchísimas buenas noticias para usted. Si trabaja con el sistema que le
acabo de enseñar, obtendrá, con creces su recompensa. Alguna vez fracasará,
pero la mayoría de las veces conseguirá lo que desea. Con esto tiene una gran
ventaja: la mayor de este avaro mundo.
Objetivos.
Eres capaz de todo cuando te
sientes inspirado por ellos. Eres capaz de cualquier cosa cuando crees en
ellos. Todo puede ocurrir cuando actúas sobre ellos. Solamente pido que pruebe
este sistema durante noventa días. ¡Pruébelo! Es posible que funcione para
usted mejor de lo que ha funcionado para mí.
Se lo deseo con todo mi corazón.
SEGUNDA ESTRATEGIA
BUSQUE LA SABIDURÍA
Capítulo 5. EL SENDERO DE LA
SABIDURÍA
Una de las estrategias
fundamentales para disfrutar de la vida consiste en disponer de la información
necesaria para alcanzar la ¡neta deseada. Cuando se sabe lo que se necesita
conocer, es muy útil también saber cómo se puede reunir ese conocimiento.
Una de las mejores cosas que Mr.
Shoaff hizo por mí en aquellos primeros días fue convencerme del valor del
estudio. Me dijo: «Si deseas triunfar, estudia el triunfo. Si deseas ser feliz,
estudia la felicidad. Si quieres hacer dinero, estudia la adquisición de la
riqueza. Los que consiguen esas cosas no lo hacen por mero accidente. Es
cuestión de estudiarlas primero y de practicarlas después».
¿Quiere intentar adivinar cuantas
personas toman la riqueza como materia de estudio? Efectivamente, muy pocos.
Teniendo en cuenta la cantidad de hombres y de mujeres que buscan la riqueza y
la felicidad, es lógico pensar que harán serios estudios sobre ello. Por qué no
lo hacen es otra cosa más de las que incluyo en la categoría de «misterios de
la vida».
Hace varios años aprendí que la
Biblia es una fuente de inmejorables consejos. Hay una frase en ese libro
sorprendente que dice: «Buscad y hallaréis». Ese es el camino para descubrir
nuevos conocimientos que crean a su vez nuevas ideas. Buscar. Para encontrar
algo, primero hay que buscarlo. ¿Necesita una gran idea para cambiar su vida?
Muy pocas veces surgen sin más.
Pero, si inicia una búsqueda
diligente de los conocimientos que necesita, es posible que la verdadera idea
surja cuando menos lo espera.
Atrapar los tesoros del
conocimiento
Esta es otra palabra que merece
reflexión, atrapar. Las grandes ideas se presentan de forma fugaz y caen
fácilmente en el olvido. Esto también puede aplicarse a los buenos momentos que
hacen que la vida merezca ser vivida. Por eso es tan importante aprender a
atrapar las cosas que realmente interesan.
Primero, aprenda a captar los
momentos especiales. Utilice una cámara. Haga un buen número de fotografías. La
facultad para captar un acontecimiento en una fracción de segundo es un
fenómeno del siglo xx. ¡Y qué fácil es considerar a los fenómenos como
elementos garantizados!.
Permítame que cuente una reciente
experiencia. Durante los últimos tres años me han invitado a dar unas
conferencias en Taiwán. En mi último viaje para unos cursos de fin de semana
había unas mil personas en el auditorio, ¿adivinan cuantas cámaras había en
toda la sala?. Efectivamente. ¡Mil cámaras!. Cada uno había traído su cámara
para captar esos momentos, los nuevos amigos, las nuevas experiencias. Al final
de la conferencia pasaba una gran parte de mi tiempo posando para las fotografías.
¿Ha visto alguna vez fotos de
hace varias generaciones? Por desgracia se conservan relativamente pocas. Pero
¿no sería maravilloso disponer de suficientes fotografías que nos contasen la
historia de cómo era la vida realmente hace cien años? De manera que deje su
indiferencia. Asegúrese de guardar su historia completa en un tesoro compuesto
de fotografías y vídeos.
Otra manera de atrapar el
conocimiento es tener una biblioteca personal. No me refiero a esos libros que
el decorador dispuso porque hacían juego con el resto de los muebles. Me
refiero a aquellos libros cuyas hojas están bien marcadas y repasadas, los que
usted ha elegido y estudia y subraya de continuo; libros con notas escritas al
margen; libros que le ayudaron a moldear su filosofía sobre los valores de la
vida. Éstos son un verdadero tesoro que merece la pena atrapar.
Hoy en día, con nuestro más
amplio concepto de la comunicación, yo incluiría también como tesoro los audios
y videos con los que formamos nuestro carácter para una vida mejor. Serán
también una herencia especial para nuestros hijos.
Finalmente, querrá atrapar todo
el conocimiento que adquiera según va viviendo su vida. Por eso, le animo a
que, como aprendiz serio de la riqueza y la felicidad, utilice un diario como
el centro de recogida de todas las ideas que se crucen en su camino. De esta
forma, el diario se convertirá en un tesoro increíble de ideas empresariales,
sociales, culturales, ideas sobre inversiones, sobre maneras de vivir. ¿Se
imagina lo que puede valer todo eso? Desde luego, esa clase de herencia es
mucho más valiosa que su anticuado reloj.
Como obtener la sabiduría
Hay dos formas de conseguir la
sabiduría: una es aprender lo que le enseña su propia vida; la segunda es
estudiar la vida de los demás.
REFLEXIÓN PERSONAL
Analice la experiencia de su
vida. Aprenda a reflexionar, que es el acto de ponderar los acontecimientos de
su vida con la intención de sacar enseñanzas. Yo suelo referirme a este proceso
como el "rebobinado del casete".
Los acontecimientos de su vida
son la mejor fuente de información. De manera que no repase su vida
simplemente, saque conclusiones de ella. Sea consciente de todo lo que ocurre a
su alrededor y así marcará los surcos del disco del día profundamente en su
cerebro despierto.
Hay un tiempo y un lugar para
cada cosa. Hay momentos para la acción y otros para reflexionar. La mayoría de
nosotros apenas dedicamos tiempo a la reflexión seria. Nuestra agenda,
completamente ocupada, nos hace abandonar esa parte fundamental de la fórmula para
el éxito.
Al final de cada jornada, tómese
unos minutos para revisar los acontecimientos del día: dónde ha ido, qué ha
hecho, que dijo. Analice lo que salió bien y lo que fue un fracaso, lo que
desea repetir y lo que se propone evitar. Intente recordar los incidentes con
toda viveza. Acuérdese de los colores, las vistas, los sonidos, las
conversaciones, las experiencias.
Ya lo saben, la experiencia puede
convertirse en un bien preciado, en medio de pago, en moneda, en una increíble
fuente de valor. Pero se convertirá en todas esas cosas, sólo si recuerda esa
experiencia, la analiza, y saca de ella algo de valor. Porque no es lo que le
ocurre a una persona lo que hace que su vida alcance una meta u otra muy
diferente. Más bien, lo que determina la meta a alcanzar es lo que esa persona
hace con lo que le sucede. Y para hacer algo positivo en la vida, debemos
extraer toda la información valiosa de ella.
Otra buena época para reflexionar
es al final de períodos más largos, al finalizar la semana, el mes, el año. El
último día de la semana reflexione unas horas y analice los acontecimientos de
esos siete días. A fin de mes, tómese un día. Y al finalizar el año, una
semana.., para revisar, analizar, y reflexionar sobre todo lo que ha ocurrido
en su vida.
Las personas geniales han
aprendido la forma de recoger el pasado e invertirlo en el futuro. Cuando mi
padre cumplió los sesenta y seis años, le dije: «Papá, ¿te imaginas lo que
tiene que ser el recoger los sesenta y cinco años, e invertirlos en el
sexagésimo sexto?»
¿Ha pensado alguna vez sobre la
vida de una manera similar? Ésta es la forma de hacerla productiva y
apasionante de continuo. No se permita vivir simplemente «otro año más». En vez
de eso, recoja la experiencia de los otros años e inviértala en el próximo. No
tenga simplemente, «otra conversación». Al contrario, reúna la experiencia de
sus pasadas conversaciones y aplíquela a su próxima conversación.
De manera que debe empezar una
nueva disciplina. Observe su propia vida y descubra las cosas que ocurren en
este mundo, y también cómo ocurren. Que nunca se diga que vivió su vida sin
descubrir nada acerca de ella. Es posible que no pueda realizar todo lo que
descubra, pero sí es importante que descubra todo lo que puede hacer. No
deseará vivir su vida para al final descubrir que sólo ha «vivido» un 10 % de
ella, y que el otro 90 % lo malgastó.
Al estudiar su vida, asegúrese de
concentrarse tanto en los aspectos positivos como en los negativos, en los
éxitos como en los fracasos. Los llamados fracasos pueden servirnos de gran
ayuda si nos enseñan lecciones valiosas. A menudo, los fracasos son mejores
maestros que los éxitos.
Una de las formas en que
aprendemos a hacer las cosas bien, es haciéndolas mal. El hacer las cosas mal
es una valiosa fuente de enseñanza sobre la vida. Ahora bien, le sugiero que no
tome demasiadas clases. Si ha estado haciendo las cosas equivocadamente durante
diez años, yo no recomendaría seguir otros diez. Pero si es usted capaz de
aprender con rapidez, no hay mejor ni más efectivo camino para aprender que la
experiencia personal.
Cuando me encontré con Mr.
Shoaff, trabajaba desde hacía unos seis años. Al poco tiempo de conocernos me
preguntó: «Jim, ¿cuánto hace que trabajas?» Se lo dije.
« ¿Y cómo te va?», me volvió a
preguntar.
«No muy bien» le respondí, un
poco irritado al tener que admitirlo
«Entonces, te sugiero que no
trabajes más», me contestó. «Seis años son muchos para andar por el mal
camino».
Luego me preguntó: « ¿Cuánto
dinero has ahorrado en esos seis años?»
«Nada», volví a admitir
avergonzado.
Arqueó sus cejas y me dijo: « ¿Quién
te “vendió” ese plan?»
¡Qué pregunta tan fantástica!
¿Dónde había conseguido ese desastroso plan? Porque todos trabajamos con el
plan de otro. Lo que hace falta saber es con el de quién. ¿A quién le ha
comprado usted el plan?
Debo decir que estas
confrontaciones iniciales con sus propias experiencias del pasado serán
dolorosas. Especialmente penosas si se han cometido tantos errores como yo
había cometido. Pero piense en el premio. Piense en los progresos que puede
hacer cuando finalmente encare esos errores.
APRENDER DE LOS DEMÁS
Otra forma de aumentar sus
conocimientos es a través de la experiencia de otras personas. Y se puede
aprender tanto con el éxito de otras personas, como de sus fracasos. Una de las
razones de que la Biblia sea tan buena consejera es que reúne muchas historias
humanas que reflejan con igual imparcialidad los aspectos positivos como
negativos.
Algunas historias se denominan
«ejemplos». Su mensaje es: haz lo que estas personas hicieron. Otras historias
se denominan «avisos». Con un mensaje: no hagáis lo que estos idiotas hicieron.
¡Qué riqueza informativa!
Sin embargo, hay otro mensaje
más. Si su pequeña historia llega alguna vez a reflejarse en el libro de otro,
asegúrese de que lo sea en forma de ejemplo, no de aviso.
Para aprender de los otros se
pueden utilizar tres vías:
1. Leer la literatura publicada, libros, audios, vídeos.
2. Escuchar la sabiduría o las tonterías de los demás.
3. Observar a los triunfadores y a los derrotados.
Vamos a analizar una por una
estas tres maneras de aprender.
Libros y audios
Todos los grandes triunfadores
que he conocido son lectores asiduos. Leen, leen y leen. Su curiosidad es la
que les impulsa a leer. Simplemente, ellos necesitan saber. Continuamente están
buscando nuevos caminos para mejorar, para llegar a ser más perfectos. Recuerde
esta frase: Todos los triunfadores son buenos lectores.
Durante largo tiempo «publicar»
siempre se asimilaba a escritos impresos sobre papel, como los libros. Hoy en
día, también podemos aprender a través de lo que se publica por medio del
milagro electrónico. Son los audios y los videos: ambos, excelentes medios para
adquirir conocimientos.
Muchas de las personas más
ocupadas que conozco usan radios portátiles para aprender en los intervalos
improductivos. Por ejemplo, escuchan la radio mientras conducen el coche.
Escuchar audios es un medio muy fácil para alumbrar ideas innovadoras y
aprender nuevas habilidades.
¿Sabe que existen miles de libros
y audios sobre cómo ser más fuerte, más decidido, mejor orador, director más
efectivo, amante más apasionado, sobre cómo aumentar su influencia, buscar
novia, hacerse más original; empezar un negocio, y otros miles de útiles temas?
Y sin embargo, muchas personas no utilizan la riqueza de este conocimiento
puesto a su alcance. ¿Cómo se explica esta desidia?
Aún hay más. ¿Sabía que miles de
grandes triunfadores han pasado la historia de su vida al papel impreso? Y así
y todo, muchísimas personas no quieren leerlos. ¿Tiene alguna explicación?
Me imagino que nuestro compañero
que está muy ocupado, nos dice: «Está bien, pero te pasas el día trabajando;
cuando llegas a casa, ya es muy tarde. Tienes que comer algo, ver la televisión
para relajarte un poco, y luego irte a dormir. No puedes quedarte levantado y
pasarte media noche leyendo y leyendo.»; Ese es el compañero que no consigue
pagar a tiempo sus facturas. Es un buen trabajador, trabaja muchísimo, es un trabajador
honrado. Pero se puede ser un trabajador honrado y trabajar muchísimo toda su
vida, y terminar arruinado, avergonzado, y desconcertado. Es preciso llegar a
ser algo más que un buen trabajador. Hay que convertirse en un buen lector. Y
si no le gusta leer, puede escuchar unos buenos audios en el camino hacia casa,
¿no le parece?
Sin embargo, no es necesario que
lea libros o escuche audios durante toda la noche (aunque si está arruinado,
tampoco es una mala idea). Todo lo que le pido es que dedique treinta minutos a
aprender Eso es todo.
¿Quiere hacerlo verdaderamente
bien? Entonces alargue esos treinta minutos hasta una hora. Pero, como mínimo
que sean treinta minutos. Y otra cosa más: no lo deje ningún día. Pierda una
comida, pero no los treinta minutos de aprendizaje. Todos podemos permitirnos
pasar sin alguna comida, pero ninguno de nosotros debe consentir perder para
siempre esas ideas, ejemplos, e inspiración.
La Biblia nos dice que no sólo de
pan vive el hombre. Nos dice también que debemos alimentar nuestras mentes y
nuestros espíritus, cuyo alimento son las palabras. Desgraciadamente, la
mayoría de las personas sufren de malnutrición espiritual.
Recientemente comenté con mis
empleados: «Algunas personas leen tan poco que tienen raquitismo cerebral».
Pero no se trata solamente de nutrir la mente, debe asegurarse también de tener
una equilibrada dieta mental. No dé a su espíritu sólo material fácil. No se
puede vivir con «azúcar mental».
Piense en su tiempo de lectura
como «momento para encontrar tesoros de ideas». Y si alguno tiene una buena
excusa para no encontrar el tesoro de ideas al menos durante treinta minutos al
día o para no gastar algún dinero en la adquisición de conocimientos, me
gustaría oír esa excusa. ¡Algunas excusas no se las creería!
Yo digo: «John, he descubierto
una mina de oro. Tengo tanto oro que ya no sé qué hacer con él. Ven y coge todo
lo que quieras». Y John me contesta: «Pero, no tengo pala».
«Bien, pues cómprate una». Y John
dice: «¿Sabes lo que cuesta una pala hoy en día?»
Por lo tanto, gaste el dinero.
Compre los libros y audios que necesite para su formación autodidacta, No ponga
límites cuando se trata de invertir para un futuro mejor.
Mr. Shoaff me introdujo en el
mundo de los libros desde un principio. Me decía: «Edúcate a ti mismo. La
educación normal te proporcionará sólo resultados normales. Comprueba los
ingresos de las personas con una educación normal, y mira si es eso lo que
deseas. Si no lo es, si deseas más que la media, debes auto educarte». De
manera que me propuse formar mi propia biblioteca y hoy en día tengo una de las
mejores.
Mr. Shoaff me recomendó un par de
libros para empezar. Uno era la Biblia. Yo tenía una, y gracias a mis padres
conocía a fondo sus sesenta y seis libros, por lo que pensé que el inicio no
había sido del todo malo.
Pero luego insistió en que comprase
Think and Grow Rich (PIENSE Y HAGASE RICO) de Napoleón Hill. Si no lo ha leído
todavía, le sugiero que salga inmediatamente a comprar un ejemplar.
Yo debo haber leído ese gran
libro varias docenas de veces. Necesitaba volverlo a leer. Mr. Shoaff decía:
«La repetición es la madre de la habilidad». Y tal como estaba la cuenta
corriente de mi banco yo necesitaba grandes cantidades de habilidad.
Mirando retrospectivamente, la
información de ese libro me ha valido decenas de miles de dólares. Y yo lo
compré muy barato. Con esto aprendí una gran lección: puede haber una gran
diferencia entre costo y valor. Antes de encontrarme con Mr. Shoaff yo solía
preguntar: «¿Cuánto cuesta?» Pero él me enseñó a preguntar: «¿Cuánto vale?»
Cuando comencé a basar mi vida en el valor de las cosas en lugar de en su
precio, empezaron a ocurrir muchos acontecimientos positivos.
Recuerde: Eres lo que lees.
Lo primero que hago cuando visito
a alguien es echar un vistazo a su biblioteca. Descubro más a través de sus
libros y audios, que con todas las conversaciones mano a mano.
Generalmente, una biblioteca, o
la falta de ella, me permite deducir lo que la persona piensa, o si es que
piensa realmente. La elección de libros o audios revela las ideas, deseos y
valores predominantes en esa persona.
¿Qué dice su biblioteca sobre
usted? Ya lo ve, leer libros no es un lujo para momentos de ocio; para los que
desean crecer se convierte en una necesidad. De manera que no sea como algunos
de mis amigos que piensan que graduarse en la universidad o escuela técnica les
da derecho a no volver a leer un libro jamás. Comience a leer. Y en especial,
lea aquellos libros cuyo contenido puede ayudarle a desencadenar toda su
potencialidad interior.
¿Está haciendo cálculos sobre
todos los libros que debe leer? Entonces, voy a darle una buena noticia, no
tiene absolutamente ninguna necesidad de leer todos esos libros. Intente leer
dos libros a la semana. Si le parece demasiado, elija dos que sean muy delgados
para empezar con ellos. Hágalo así durante diez años; al final habrá leído mil
libros. ¿Cree que los conocimientos adquiridos al leer mil libros pueden
influir en las diversas dimensiones de su vida? Puede estar seguro de que lo
harán.
Ahora bien, si no ha estado
leyendo dos libros a la semana en estos últimos diez años, lleva un retraso de
mil libros con relación a los que lo han hecho. ¿Comienza a darse cuenta de la
increíble desventaja con la que se encontrará dentro de diez años, recorriendo
el mercado de trabajo habiendo leído dos mil libros menos que los demás? En las
selecciones de personal rigurosas servirá como material de desecho, le
destrozarán y luego le despedirán sin contemplaciones.
Pero eso no es todo. También
desaprovechará algunas oportunidades maravillosas por falta de conocimientos.
Su filosofía y sus conocimientos, serán demasiado superficiales y no le
servirán de nada ante la dureza de la vida.
La falta de aptitudes, de
conocimientos, de vida interior, de valores firmes, de estilo propio de vida,
todo ello es el resultado de no leer libros. Recuérdelo: el libro no leído es
el único que no le puede ayudar. Nunca podrá leer «demasiados» libros, pero sí
demasiado pocos.
Escuchar
Escuchar es una manera
maravillosa de aprender. Permítame proponerle una idea un tanto rara. Elija a
una persona triunfadora e invítela a comer. Una persona pobre (y todos somos
pobres comparados con algún otro, por muy bien que vayan nuestros asuntos)
debería gastar su dinero en invitar a una persona rica. Y, ¿qué hacer luego?
Está perfectamente claro; escuchar.
Adelante, inténtelo. Gástese
cincuenta, sesenta, ochenta, incluso cien dólares. Pida los nueve platos del
menú completo. Empiece con los entremeses, y pregunte. Tómese la ensalada (le
llevará unos quince minutos) y sostenga la conversación. Saborear un enorme
solomillo le llevará unos cuarenta y cinco minutos; continúe haciendo
preguntas.
Pida el postre. Intente alargar
la comida cuanto pueda. Vea si es posible hacerla durar dos horas. Si consigue
que una persona de élite hable con usted durante dos horas, puede aprender
estrategias y actitudes suficientes como para multiplicar sus ingresos y
cambiar toda su vida.
Pero, desde luego, tiene toda la
razón. Los pobres no invitan a comer a los ricos. Ese es probablemente el
motivo de que sigan siendo pobres.
El compañero le dice: «Si es
rico, que se pague su comida. Yo no voy a gastarme el dinero. Además me paso el
día trabajando y para cuando llego a casa es ya muy tarde. Tengo que comer
algo, ver la televisión para relajarme, y luego ir a la cama. No puedo perder
el tiempo buscando un hombre rico para invitarle a comer.» Y éste es el hombre
que se retrasa en sus pagos. Es un buen trabajador, trabaja muchísimo, es un
trabajador honrado. Pero se puede estar trabajando muchísimo toda la vida y ser
honrado, y terminar en la ruina y desgraciado. Debe de llegar a ser algo más
que un buen trabajador. Tiene que hacerse un buen «oyente».
Observar
La tercera manera de aprender de
los demás es observarles. Observe lo que hacen las personas que triunfan. ¿Por
qué? Porque el éxito deja huella. Mire cómo el triunfador estrecha la mano de
alguien. Preste atención a cómo el hombre de éxito formula sus preguntas. Las
personas que triunfan poseen las costumbres y las maneras del éxito. Ellos
mismos crean los modelos de conducta triunfante, de la misma manera que los
vagabundos crean el modelo de conducta de los perdedores. ¿Desea ascender?
Observe a sus superiores. ¿Quiere amasar tanto dinero como su tío? Observe cómo
maneja su dinero y también su estilo de vida.
Uno de los motivos por los que
acudir a conferencias dadas por personas importantes es una excelente idea, es
porque se les puede observar bien. Ningún libro, ni audio, por buenos que sean,
tienen tanta fuerza comunicativa como la silenciosa comunicación visual. Por
este motivo los videos se están convirtiendo en una herramienta maravillosa
para la comunicación total.
Hágase un buen observador.
Intente obtener alguna pista que pueda ayudarle a mejorar su vida.
INVERTIR EN EL FUTURO
La búsqueda del conocimiento es
una de las estrategias para alcanzar la riqueza y la felicidad. Qué idea tan
atractiva es emplear el tiempo en una búsqueda orientada, consistente, y
disciplinada del conocimiento.
Pero como con todo lo que es
valioso, también por ello se debe pagar un precio. Y esto, por desgracia, frena
completamente a muchos. La búsqueda del conocimiento requiere realizar una
inversión, y harán falta tres tipos de inversión para embarcarse con éxito en
esta aventura:
En primer lugar, hará falta
gastar dinero. La compra de libros, audios, la asistencia a seminarios etc.,
cuesta dinero. Por lo tanto le recomiendo que cree su propio «fondo para la
educación» Ahorre todos los meses algún dinero e inviértalo en la búsqueda de
conocimientos. Invierta dinero en cultivar al gran gigante dormido en su
interior. ¿Qué le costará el dinero?: apenas nada. ¿La posible recompensa?: un
potencial casi ilimitado.
Más importancia que el dinero la
tiene el tiempo. El tiempo es una inversión importante, esencial. Lo comprendo.
Una cosa es pedirle dinero a una persona y otra muy distinta pedirle su tiempo.
Y no hay otra forma de hacerlo,
no existen atajos. Hasta que no se invente la máquina que se pueda conectar con
el cerebro para que nos enseñe todo, el aprendizaje lo deberemos hacer a base
de tiempo, de tiempo valioso.
Afortunadamente, la vida tiene
una rara manera de recompensar las grandes inversiones con grandes
consecuciones. La inversión en tiempo que hace ahora será el catalizador de
futuras grandes empresas.
Por último, deberá invertir
esfuerzo, tendrá que esforzarse de verdad. Se necesita mucho más esfuerzo para
aprender seriamente que para asimilar conocimientos casualmente, sin
planificación. En todas las formas de aprendizaje, ya sea observándose a sí
mismo, observando a los demás, o por medio de la lectura, los conocimientos que
adquirirá están en relación directa con la intensidad de su esfuerzo por
aprender.
Una mente proyectada hacia el
aprendizaje es como un rifle mental en su blanco son las ideas. Y el enfocar
requiere mucho esfuerzo de concentración. Pero, precisamente, ese esfuerzo
abrirá las compuertas para que las grandes ideas rieguen su vida y pongan en
marcha la magia especial que le acerque a la riqueza y la felicidad.
TERCERA ESTRATEGIA
APRENDA A CAMBIAR
Capítulo 6. EL MILAGRO DEL DESARROLLO
PERSONAL
Un día Mr. Shoaff me dijo: «Jim,
si quieres ser rico y feliz, aprende bien esta lección: trabaja con tesón, pero
estudia con mayor tesón todavía.»
Desde entonces no he dejado de
trabajar en mi propio desarrollo personal. Y debo admitir que ha sido el
propósito más exigente de todos. Este tema del desarrollo personal dura toda la
vida.
No lo olvide. Es mucho ‘más
importante llegar a ser algo en la vida, que todas las riquezas que pueda
acumular. En su trabajo la pregunta que debe hacerse no es: «¿Cuánto gano?»,
sino «¿En qué me estoy convirtiendo?» El conseguir y el convertirse son como
los gemelos siameses: lo que llega a ser tiene una gran influencia sobre lo que
consigues obtener. Expongamos esta idea de otra forma: casi todo lo que posee
hoy lo ha conseguido convirtiéndose en la persona que usted es hoy.
De manera que éste es el gran
axioma de la vida: para tener más de lo que ahora tiene, sea más de lo que
ahora es; supérese personalmente. Hágase más listo más habilidoso, más
laborioso. Ése es el punto hacia donde debe dirigir su atención. De otra forma
tendrá que conformarse con el axioma del «no cambiar», que dice: si continúa
siendo como hasta ahora, si no cambia, nunca conseguirá todo lo que podía haber
estado a su alcance.
Los ingresos rara vez son
superiores al valor personal. A veces los ingresos se incrementan de forma
espectacular, pero si no aprende a dominar las mayores responsabilidades que la
riqueza conlleva, normalmente se hundirá de nuevo hasta alcanzar el nivel que
pueda manejar.
Si alguien le da un millón de
dólares, lo primero que debe hacer es «convertirse» en millonario. Un hombre
muy rico dijo:
«Si coges todo el dinero del
mundo y lo repartes por igual entre todos sus habitantes, ese dinero volverá
pronto a los mismos bolsillos en que antes estaba.»
Es muy difícil conservar las
riquezas que no se han obtenido por medio del desarrollo personal.
VALOR
En aquellos primeros días había
muchas cosas que no comprendía bien. A menudo me preguntaba: «¿Cómo es posible
que a una persona le paguen dos mil dólares y a otra cuatro mil dólares al mes,
si ambas trabajan en la misma empresa, manejan el mismo producto, tienen la
misma antigüedad, y son de idéntica procedencia?»
¡Parece un poco raro! ¿Por qué
una persona representa el doble económicamente, que otra? Y hablando de
compensación, ¿cuál es la diferencia entre dos mil y cuatro mil dólares al mes?
(Y no me digan que la diferencia son esos dos mil dólares, porque esa
contestación la podía haber dado yo también en aquellos momentos de
ignorancia.)
«Debe ser cuestión de tiempo, de
horas», pensaba, «algunas personas trabajan mejor porque tienen más tiempo.
María seguramente trabaja bien porque tiene mucho tiempo disponible. Si tuviese
el tiempo de María, también yo trabajaría bien». Claro que pensar así es de
tontos. Nunca se puede tener el tiempo de los demás...
Un hombre me dijo en cierta
ocasión: «Si tuviese un poco más de tiempo, conseguiría mucho más dinero», y yo
le respondí: «Entonces, olvídate de ese dinero. Nadie tiene más tiempo. ¿Dónde
se puede encontrar más tiempo?»
Cuando suenan las doce campanadas
de la medianoche se acabó el día. Ya no hay más tiempo. Y si insiste en
encontrar más de veinticuatro horas en un día, vendrán a buscarle y le
encerrarán en alguna institución poco recomendable.
Por lo tanto, si no puede
disponer de más tiempo ¿qué es lo que puede hacer para obtener resultados
económicos diferentes? La respuesta es: crear valor. El valor produce la
diferencia. Nunca podrá crear más tiempo, sin embargo usted puede hacerse más
valioso.
El valor es un concepto
primordial en economía. Es igual que trabaje en una cadena de montaje o que
venda productos o servicios: se le paga por su valor. Ya sé que su aportación
de valor el mercado se hace en un tiempo. Pero a usted no le pagan por el
tiempo, sino por el valor, por su productividad.
El compañero nos dice,
equivocadamente: «Gano veinte dólares a la hora». ¡No es cierto! Si fuese
verdad, podría que darse tranquilamente en casa y ordenar que le manden el
dinero No, no se le paga por las horas. Se le paga por el valor que ha creado
en las horas que ha estado trabajando. El pago por horas es simplemente una
forma tradicional de medir anticipadamente el valor creado por el trabajo.
Por eso es muy importante
preguntarnos: «¿Tengo alguna posibilidad de duplicar mi valor, y por tanto
ganar el doble a la hora? ¿Hay alguna forma de hacerme dos, tres, o cuatro
veces más valioso en cada hora?» Y la respuesta es: «Naturalmente que sí».
Puede llegar a ser más valioso si... (Siempre habrá algún «SI», ¿no es cierto?
La vida es conocida como la «gran SI...». Harry Truman dijo una vez: «La vida
es un continuo sí...»), si trabaja, en primer lugar, en sí mismo.
Es muy fácil aburrirse,
descorazonarse. El compañero nos dice: «Tengo diez años de experiencia. No sé
por qué no me van mejor las cosas». No se da cuenta de que su experiencia no es
de diez años, sino la de un año repetida diez veces. En nueve años no ha
intentado ninguna innovación, no ha hecho ninguna mejora.
Todo el mundo quiere ganar más
dinero. Pero algunas personas lo buscan en lugares equivocados. El compañero
nos dice: «Necesito más dinero. Voy a hablar con el jefe». Tenga cuidado,
porque he descubierto que los jefes son bastante reacios a jugar con el dinero
de la empresa y no son partidarios de los aumentos rápidos e imprevistos. Nunca
he visto a ningún jefe ponerse contento de repente y triplicar sin motivo el
sueldo de un empleado.
Algunos dicen: «Nos declararemos
en huelga para conseguir mayores salarios». El problema es que, una vez hecha
la primera huelga, luego tendrá que repetirla cuando haya que renovar el
contrato. Por otra parte, solicitando aumentos conseguirá poco, lo justo para
ir tirando. Olvídese de los métodos que sólo sirven para «ir tirando».
Se puede «seguir tirando» con un
mendrugo de pan y con un par de zapatos. Pero eso no es para usted. No está
leyendo este libro para recoger sólo las migajas que caen de la mesa de la
vida. Usted quiere participar del festín. ¿No es cierto?
Conozco a muchos vendedores que
todavía creen en milagros. Les puede oír como dicen: «Vamos a comprar esos
libros que enseñan trucos para vender. Llenamos los catálogos con estas ideas,
los pobres clientes quedarán deslumbrados, y antes de que se den cuenta les
habremos sacado su dinero». Bien, puede intentarlo. Pero mi experiencia me
indica que sí que lo que vende no tiene verdadero valor, terminará en la ruina.
Lo importante, lo que cuenta, es
lo que consigue con su esfuerzo productivo, no las limosnas que recibe
pidiendo, ni el fruto de sus engaños.
Hubo un tiempo en que creía que
la productividad, la laboriosidad, provenían de agentes externos. Luego
descubrí que la verdadera laboriosidad sólo se da en los mejores, en los más
inteligentes. Buscaba las repuestas en el mundo exterior. Pero luego comprendí
que el éxito y la felicidad no son valores que pueden perseguir; son valores
que deben desarrollarse en nuestro interior.
A menudo me preguntan: « ¿Cómo
puedo conseguir unos ingresos superiores a la media normal?» La respuesta es
muy sencilla: conviértase en una persona superior a la media normal. ¿Y cómo?
Para los principiantes, es una
buena idea comenzar por mejorar su manera de estrechar la mano hasta conseguir
hacerlo mejor que la mayoría. Muchas personas que desean triunfar, no se
preocupan siquiera de mejorar su apretón de manos. Con lo sencillo que sería
hacerlo, y no prestan atención. No lo comprenden. ¿Quiere ser superior a la
media? Entonces utilice una sonrisa superior a la media, un interés por los
demás superior a la media, un afán por ganar superior a la media. Esto lo
cambiará todo.
Nada hay más desatinado que
buscar un empleo superior con un sueldo superior al normal, sin tener una
productividad superior a la normal. Yo lo llamo frustración.
Antes solía decir: «Confío en que
las cosas cambiarán». Esa era mi única esperanza. Si las condiciones no
cambiaban, me iba a encontrar con serios problemas. Entonces descubrí que nada
iba a cambiar, y sentí que me ahogaba.
No hace mucho tiempo di unas
conferencias en Honolulú a un grupo de ejecutivos de empresas petrolíferas.
Estaba sentado en el centro de una enorme mesa maciza rodeado de altos
ejecutivos provenientes de todo el mundo, cuando uno de ellos me preguntó: «Mr.
Rohn, usted conoce a muchos personajes importantes del mundo. ¿Qué cree que
pasará en los próximos diez años?»
Le respondí: «Caballero, conozco
a las personas más influyentes de la Tierra, y por eso puedo decirle lo que va
a ocurrir exactamente. Cuando oyeron esto todos quedaron en silencio, y
continué: «Basándome en las personas que conozco y en mi propia experiencia, he
llegado a la conclusión de que en los próximos diez años las cosas van a seguir
igual que antes.» (¿No se alegra de que se lo haga saber también a usted?
Cualquiera no se atreve a decir eso.)
Debo admitir que lo dije
principalmente para desinflar un tanto a aquel grupo de pomposos jefazos. Pero
también porque es una verdad como un templo.
La marea sube ¿y luego?
Efectivamente,...luego baja. Ha ocurrido así desde hace más de seis mil años de
historia, y probablemente también con anterioridad. Amanece radiante el alba, y
luego, ¿qué?... luego oscurece... Así es como ha ocurrido desde hace más de
seis mil años. Ya no deberíamos sorprendernos por eso.
Si cuando el sol se esconde, en
el ocaso, un hombre dijese: «¿Qué ha pasado?», le contestaríamos que el sol
tiene que ponerse al atardecer, ¿no es cierto? La estación siguiente al otoño
es... acertamos otra vez. Y por favor diga, ¿cuántas veces sigue el invierno al
otoño? Siempre; sin un fallo,... desde hace al menos seis mil años.
Ciertamente, algunos inviernos son más largos y otros más cortos; algunos son
muy duros y otros benignos. Pero de todas maneras, siempre vienen después del
otoño. Eso no va a cambiar.
A veces le parecerá lógico, otras
le sorprenderá lo que ocurre; a veces las cosas salen bien, otras es un
continuo desastre. A veces los acontecimientos suenan lejanos, otras se
encuentra uno en el ojo del huracán. Ya lo sabe; esto no va a cambiar. Desde
hace más de seis mil años de historia, la vida es un conjunto de oportunidades
y dificultades. Las cosas son así.
El compañero nos dice: «Bueno,
entonces, ¿cómo cambiaré mi vida?» Y la respuesta es: «Tu vida cambiará sólo
cuando cambies tú.»
Siempre que hablo, ya sea
dirigiéndome a los ejecutivos de las empresas o a los jóvenes de la
universidad, mi mensaje es idéntico: «La única manera de que las cosas mejoren,
es que usted mejore, que se perfeccione.»
LAS ESTACIONES DE LA VIDA
Ahora escribiré dos frases que
deseo que mediten. La primera es: «La vida y el comercio son como las
estaciones del año». La segunda es: «Uno no puede cambiar las estaciones del
año, pero sí puede cambiarse a sí mismo.»
Ahora, sirviéndonos de estas dos
frases como guía, vamos a analizar las estaciones de la vida y la mejor forma de
sacarles provecho:
INVIERNO: TIEMPO DE FORTALECERSE
En primer lugar sobre todo,
aprenda a vencer al invierno. Hay inviernos de todas clases. Inviernos
económicos, cuando los lobos financieros acechan a su puerta; inviernos
sanitarios, cuando nuestra salud está muy dañada; inviernos personales, cuando
nuestro corazón se hace añicos. Tiempo de invierno. Desengaños. Soledad. Así es
como nacieron los «blues».
De forma que la cuestión es cómo
combatir el invierno. Algunas personas cogen el calendario, arrancan la hoja
correspondiente a enero e intentan convencerse de que enero ya no existe. Ésta
es la solución infantil, que no lleva a ninguna parte.
Permítanme decirles lo que las
personas maduras hacen en invierno: se robustecen, se hacen más sabios, se
hacen mejores.
No es una mala idea utilizar el
invierno para desarrollarse personalmente.
Antes de entenderlo de esta
manera, me pasaba los inviernos soñando con el verano. No comprendía.
Entonces, en cierta ocasión en
que atravesaba una sensible baja en las ventas, Mr. Shoaff me dijo: «No desees
que las cosas sean más fáciles, desea ser mejor; no desees menos problemas,
desea tener más habilidad para resolverlos; no desees que eliminen pruebas en
tu camino, sino desea sabiduría para superarlas.» Desde entonces, aunque debo
decir con toda sinceridad que no les doy la bienvenida a los inviernos, los he
empleado para armarme esperando a la primavera, y ésta siempre llega
puntualmente después del invierno.
PRIMAVERA: TIEMPO PARA SACAR
VENTAJA
Aprende a sacar ventaja en
primavera. Su colocación es estupenda, justo después del invierno. Las
oportunidades, después de la dificultad. Expansión después de recesión, casi de
manera automática. Dios es un genio.
La primavera es el momento para
sacar ventaja. Anote estas dos palabras: sacar ventaja. No permita que la
temperatura agradable le confunda. Si quiere estar satisfecho en el otoño,
ahora es el momento de plantar las semillas. De hecho, todos tendremos que
elegir entre estas dos cosas: o sembramos bien en primavera, o tendremos que
pedir en el otoño.
Por lo tanto, aproveche el tiempo
en primavera para hacer el mayor número de cosas posibles.
A cada uno de nosotros se nos
concederán unas pocas primaveras solamente. Los Beatles escribieron: "La
vida es tan corta". Y para John Lennon la vida resultó cortísima en las
calles de Nueva York.
VERANO: TIEMPO DE VIGILAR Y
CUIDAR
Aprenda a abonar y proteger sus
cosechas en el verano. Puede estar completamente seguro de que apenas termine
de sembrar, llegarán los insectos y la cizaña, intentando destruir la cosecha.
Y lo conseguirán, si no lo evita.
Gran parte del éxito consiste en
aprender también a proteger lo que usted ha conseguido, lo que ha creado. Esto
es lo más importante que aprendemos en verano.
Hay dos grandes verdades que el
verano nos enseña y se deben tener en cuenta:
En primer lugar debe aprender que
todo bien o riqueza será atacado. No me pida las razones del ataque, porque yo
tampoco las conozco. Pero sé que ocurrirá así. Todos los jardines serán
invadidos por las plagas. No entenderlo de esa manera supone una candidez muy
peligrosa.
En segundo lugar, aprenderá que
se deben defender todas las cosas de valor. Todos los valores, sociales,
políticos, maritales, comerciales, deben ser defendidos. Todo jardín debe
cuidarse bien en el verano. Si no defiende lo que cree y desea, llegará el
otoño y le habrán quitado todo; no le quedará nada.
OTOÑO: TIEMPO DE ACEPTAR
RESPONSABILIDADES
El otoño es la estación en que
recogemos los resultados de nuestros esfuerzos de primavera y verano. Se puede
definir la madurez como la capacidad para aceptar la plena responsabilidad
sobre la cosecha que hemos cultivado, sea ésta escasa o abundante.
Aceptar la responsabilidad es una
de las más elevadas expresiones de la madurez humana y una de las más penosas.
Al llegar ese día se pasa de la infancia a la madurez, se deja de ser niño y se
convierte uno en adulto.
Aprenda a recibir el otoño sin
excusas ni quejas; si lo ha hecho bien, no necesita excusas; si lo ha hecho
mal, las quejas son ridículas. No es fácil hacerlo, pero en la madurez se debe
actuar así.
Yo solía tener muchos problemas
de este tipo en aquellos primeros días. Por si alguien me lo preguntaba, solía
llevar una lista con todas las razones por las que no trabajaba bien, no vendía
bien, y no lo hacía bien. Mi lista, que con gran previsión había denominado
«razones para no hacerlo bien», incluía gran cantidad de coartadas y excusas:
·
Culpaba al gobierno. El gobierno ocupaba el
lugar privilegiado en mi lista.
·
Echaba la culpa a los impuestos: «Mirad lo que
queda después de que te descuentan todos los malditos impuestos.»
·
Me quejaba de los precios: «Vas a un
supermercado con veinte dólares y no compras ni media bolsita de chucherías. »
·
Echaba la culpa a la meteorología.
·
Echaba la culpa al tráfico.
·
Me quejaba de mi automóvil y de los fabricantes
de automóviles.
·
Echaba la culpa a mis deprimentes familiares:
«Siempre están intentando hundirme moralmente.»
·
Echaba la culpa a mis cínicos vecinos.
·
Echaba la culpa a todo el municipio.
De manera que tenía buenas
razones que me impedían hacerlo bien; o al menos, yo creía que me lo impedían.
Mr. Shoaff era muy amable, pero
le gustaba ir directamente al grano. Un día me miró con expresión enigmática y
me preguntó: «Jim, sólo por curiosidad, dime por qué te ha ido tan mal hasta
ahora». Una pregunta muy agradable ciertamente.
Intentando quedar lo mejor
posible decidí enumerar todas las razones de mi lista. No sé de dónde saqué la
falta de vergüenza para hacerlo, pero lo hice.
Enumeré una por una toda la lista
de razones, —el gobierno, los impuestos, los precios— en definitiva, todo. El
me escuchaba pacientemente mientras le iba explicando todos los conceptos de la
lista. Cuando terminé, pasó unos momentos echando un vistazo a la lista. Por
fin, sacudiendo y desaprobando con la cabeza, me dijo: «Hay solamente un fallo
en esa lista,... no apareces tú».
Después de eso, rompí en mil
pedazos mi lista de «razones para no hacerlo bien», cogí una hoja de papel
nueva y puse el siguiente encabezado: «Yo».
Un «espiritual negro» lo explica
muy bien: «No es mi madre, ni mi padre, ni mi hermano, ni mi hermana, sino yo,
¡Oh Señor!, yo, el que necesita una oración.» Solía acusar a todas las cosas
ajenas por mi falta de progresos, hasta que descubrí que el problema era yo
mismo, que el fallo estaba en mi interior.
Lo que ocurre en el mundo no
determina en absoluto sus ingresos o sus realizaciones. Lo que ocurre, ocurre.
Y le ocurre a todo el mundo.
Dos hermanos tenían un padre
alcohólico que les maltrataba. Uno de ellos se convirtió en un criminal, el
otro se hizo juez. El mismo hecho produce dos resultados completamente
distintos. ¿Cómo puede ser eso? Estas diferencias se deben a que lo importante
no es lo que ocurre, sino lo que cada uno hace con lo que le ocurre. Puede
ocurrir cualquier cosa, ¿no es verdad? He oído cientos de historias; he sido
también parte de esas historias. Podríamos estar contando historias de la
guerra durante días enteros...
¿Ha oído hablar de la ley de
Murphy? Murphy ha establecido una ley que dice: «Si algo puede tallar,
fallará». ¡Y es verdad! Yo también he fallado varias veces, y una de ellas me
costó dos millones de dólares. ¡Fue algo desastroso! (Me costó bastante tiempo
recuperarme del golpe.)
Debo admitir que, para algunas
personas, dos millones no es una suma tan grande. Pero para mí, era todo lo que
tenía. Cuando pierdes todo lo que tienes, por poco que sea, siempre es
muchísimo. Antes, si perdías todo tu dinero y te quedabas sin un céntimo podías
considerarte acabado. Hoy en día si estás arruinado, te dejan empezar de nuevo
a base de dinero prestado. Si aceptas, te enterrarán bajo el peso de los
créditos.
Pero son cosas que pasan...
Cada uno tiene sus propias
historias que contar. Alguien dirá:
«Sí, pero usted no comprende los
desengaños que he sufrido.» ¡Vamos, hombre! Todo el mundo ha tenido desengaños.
Los desengaños no son un premio especial reservado para usted. La cuestión es:
¿qué piensa hacer con ellos?
AUTOLIMITACIONES
Para triunfar debemos esforzarnos
por desprendernos de esas autolimitaciones que suponen un freno a nuestro
desarrollo personal.
Y sea quien sea la persona,
siempre habrá tres autolimitaciones contra las que tendrá que luchar.
Permítanme que les dé una pequeña explicación sobre las tres.
La autocomplacencia es la primera
limitación. Y es peligrosa, fundamentalmente por su carácter acumulativo:
cuando dejamos sin hacer una tarea de poca importancia, no parece que vaya a
pasar nada grave. Y si dejamos sin atender algunos asuntos de poca monta al
cabo del día, al final parece que la jornada no ha ido tan mal. Pero, si
permite que se sucedan unos cuantos de esos días, se encontrará con un año
desastroso.
La acusación es otra
autolimitación. En algún momento, o en algún lugar, todos hemos culpado a
alguien por algo. Hemos tenido un largo entrenamiento en esta autolimitación
desde el tiempo del jardín con árboles frutales donde el hombre dijo: «Ha sido
la mujer; ella me ha tentado». Y la mujer echó la culpa a la serpiente.
¿Por qué señalamos a los demás en
lugar de mirar hacia nuestro interior y analizar nuestros defectos? El ego
intenta defenderse de esa manera acusando a los factores exteriores, para así
no tener que enfrentarnos a nuestras propias debilidades y fracasos. Este debió
ser mi motivo principal para elaborar aquella ridícula «lista de razones».
Uno de los elementos favoritos de
la lista era el costo elevado de casi todas las cosas. Un día, después de
escuchar mi débil explicación sobre el costo de un objeto, Mr. Shoaff me
interrumpió y me dijo: «Escucha, Jim. Tu problema no es el coste. No es que
cueste mucho; el problema es que no te puedes permitir comprarlo.» Y estaba en
lo cierto.
Nunca le eche la culpa a «algo».
Si continúa eludiendo la responsabilidad y culpando a «algo», siempre estará en
la ruina y desilusionado. Nunca ganará lo bastante. Pero si empieza a enfocar
la responsabilidad en términos de «yo», en lugar de hacerlo siempre hacia
«algo», pronto experimentará una mejora de su desarrollo personal y también de
sus ingresos.
Las excusas son la tercera
limitación que nos imponemos a nosotros mismos, y es un pariente muy cercano de
la acusación. ¿Pueden adivinar cuántos tipos de excusas hay en el mundo?
¡Millones! Y la gente crea otro millón más en el transcurso de su vida. De
hecho, la gente es capaz de realizar grandes esfuerzos con el fin de evitar
encararse con la verdad, porque la verdad les dice que los responsables son
ellos. Yo creo que mucha gente prefiere tener un millón de excusas, a tener un
millón de dólares. (No es posible tener con las dos cosas a la vez.)
De manera que ahora tenemos la
gran pregunta a la que debe dar contestación: «¿Qué va usted a hacer, empezando
desde hoy, para mejorar, para perfeccionarse a sí mismo?» Realmente todo se
reduce a eso: Si no se desprende de algunas de sus autolimitaciones, tos cinco
años próximos serán idénticos a los cinco anteriores, y además será cinco años
más viejo. Pero si carga con sus responsabilidades, y elimina las
autolimitaciones, podrá llegar a ser cinco años mejor. ¿No es esto más
apasionante?
Hay muchas personas que tienen
poca fe en su propia capacidad. Muchas veces se preguntan: ¿De qué soy capaz
yo? ¿Qué puedo hacer para cambiar el desarrollo de mi vida?
En primer lugar voy a responder
de una forma global a esas preguntas. Puede realizar los hechos más
destacables, aunque le zarandeen los vientos más huracanados de la vida. Las
personas son capaces de realizar cosas casi imposibles cuando se ven precisados
o impelidos a ello: una madre levantará un coche de dos toneladas de peso si es
preciso, para salvar a su hijo; un hombre sobrevive al hambre y la enfermedad
de un campo de concentración, porque sueña con ver de nuevo a su familia; los
emigrantes inician su nueva vida lavando platos y al cabo de unos pocos años, a
base de penurias y ahorro, instalan su propio negocio dando trabajo a varios
nativos. ¡Hechos destacables!
También he descubierto que los
niños son capaces de realizar verdaderas hazañas siempre que se les presente la
ocasión de hacer cosas importantes. Sólo hace falta separarles del televisor y
preparar algo que suponga un desafío para su cuerpo o para su espíritu;
llegarán a convertirse en grandes personajes (también ‘he descubierto que
aunque no tengan nada importante que hacer, tampoco se puede prever lo que van
a llegar a ser. Pero éste es otro asunto...)
Los seres humanos pueden realizar
acciones extraordinarias porque ellos mismos son extraordinarios. No somos ni
amebas, ni peces, ni pájaros, ni perros. Nosotros podemos transformar la nada
en algo, unos peniques en una fortuna, el desastre en triunfo. Un perro, por el
contrario, empieza royendo huesos. ¿El motivo? Simplemente, que es un perro. No
tiene capacidad de crear.
De manera que acepte el hecho de
ser extraordinario. Complázcase y aproveche esta particularidad tan
maravillosa. Bucee en su interior y saque al exterior todas sus extraordinarias
facultades humanas. Las tiene allí, sólo esperan a ser descubiertas y
utilizadas.
Una vez consiga despertar todas
sus facultades, será capaz de modificar todo lo que necesite modificar.
·
Si no le gusta cómo son ahora las cosas,
cámbielas
·
Si no es suficiente, cámbielo.
·
Si no le conviene, cámbielo.
·
Si no le gusta, cámbielo.
Pero recuerde:
Podrá cambiar a mejor cualquier
cosa, cuando usted haya cambiado a mejor.
Porque usted no es ni una planta,
ni un animal, que sólo pueden actuar según les dieta el instinto. Es un ser
humano, el sujeto más inteligente y destacable de la creación.
Usted y yo somos lo
suficientemente inteligentes como para creer que podamos cambiar con sólo leer
un poco de introspectiva filosófica. Hará falta mucho más que eso. ¿Qué más
necesitaremos? Quizá será mejor decirles en primer lugar qué es lo que no nos
va a ayudar para nada...
Algunos nos dirán: «El entusiasmo
es la base de todo, el entusiasmo marca la diferencia entre éxito y fracaso».
Se oye hablar mucho sobre el entusiasmo en estos últimos tiempos. El viejo
cliché sobrevive. En las típicas reuniones de ventas todavía se escucha la
vieja cantinela entonada por un coro de vendedores ojerosos que repiten como
autómatas:
«Para ser entusiasta debes sentir
con entusiasmo.»
Pero, ya lo ve, el entusiasmo por
sí sólo no sirve de gran ayuda. Lo siento. Después de haber danzado, saltado y
gritado de entusiasmo quedan todavía muchas cosas por hacer. Y a no ser que las
haga, las cosas no cambiarán. Un hombre puede sentir una gran ilusión por poder
levantar cien kilos de peso hasta que lo intenta en el gimnasio. Entonces
necesita otro tipo de ilusión, una ilusión a largo plazo que le llevará a entrenarse
hasta conseguir levantar los cien kilos. A este tipo de ilusión, nosotros le
denominamos disciplina.
Francamente, la disciplina es el
único medio para conseguir el triunfo. Es el único vehículo para progresar
realmente. Si hay algo por lo que ‘merece la pena apasionarse, es por la
disciplina. Apasiónese por su capacidad para realizar las cosas necesarias que
le permitan crecer y progresar. Ésta es la verdadera ilusión y el verdadero
apasionamiento; lo otro es simplemente pánico esperanzado.
CÓMO CAMBIAR
Nadie comprende tan bien como yo
la dificultad inherente a todo cambio en los viejos y persistentes modos y
costumbres. Pero las costumbres empiezan a cambiar cuando nuestro concepto de
la vida cambia.
La mayoría de nosotros no
experimentamos grandes transformaciones traumáticas y globales. No, para la
mayoría de nosotros el cambio se produce en un proceso evolutivo de pequeños y
casi imperceptibles cambios. Continuamos esforzándonos en la dirección
adecuada, mejorando alguna facultad aquí y allá, desarrollando otras, hasta que
al fin nos damos cuenta de que hemos dado un vuelco radical de un elemento
importante de nuestra vida.
LOS TRES CAMPOS DE DESARROLLO
PERSONAL
En su afán por lograr el
desarrollo personal, hay tres campos que deberá tener en cuenta debe intentar
desarrollarse espiritual, física y mentalmente.
Perfeccionamiento espiritual
Debo confesar que me considero un
simple aficionado en este campo. Debido a que en mi casa se vivía una profunda
fe (mi padre era predicador, y yo, para bien o para mal, soy hijo de un
predicador) crecí lleno de amor hacia la obra creadora de Dios.
Pero con independencia de las
creencias (y este libro se ha escrito para hombres de todos los orígenes y
creencias) estimo que cada uno debe evaluar individualmente el crecimiento y el
cambio que desea realizar en este campo tan vital.
Los valores éticos y espirituales
le ayudarán a construir una firme base para cimentar sus esfuerzos en busca de
la riqueza y la felicidad.
Perfeccionamiento físico
La Biblia nos enseña que debemos
tratar a nuestros cuerpos como a templos. Y verdaderamente, las normas judías
son muy elaboradas y concretas en cuestiones higiénicas.
Pero, por encima de la higiene,
será necesario tener en cuenta el «embellecimiento del templo», vistiéndonos de
una manera acorde con nuestro deseo de triunfar.
La forma en que aparecemos ante
los demás tiene un gran efecto sobre nuestra valoración ante los detrás,
debemos reconocerlo. De hecho, la Biblia recoge en otra frase la obligación de
cuidar nuestro aspecto exterior para los hombres, y nuestro interior para Dios.
La gente mirará nuestro exterior, al menos inicialmente; Dios mirará siempre
hacia nuestro interior.
Ahora bien, puede pensar que la
gente no le debería juzgar por su apariencia personal, y en parte tiene razón.
Pero le aseguro que le juzgarán por su aspecto exterior. Por eso mismo, debe
tenerlo en cuenta y presentarse siempre vestido adecuadamente. (Hay cientos de
libros escritos sobre este tema, de manera que pida consejo a su librero, o en
la biblioteca.)
Otra cuestión del desarrollo
físico es que le exige estar en forma. El cuerpo y la mente trabajan unidos. Y
para que su mente disponga de la fortaleza necesaria para trabajar y
esforzarse, su cuerpo deberá estar en la mejor forma física posible.
¿Hace diariamente una tabla de
ejercicios gimnásticos? Si no lo hace, busque una que pueda seguir con
facilidad y empiece a practicarla. Además de eso, vigile sus comidas y la
alimentación suplementaria que toma.
Perfeccionamiento mental
Para la mayoría de las personas
el desarrollo mental se paraliza a una edad muy temprana. Una vez conseguido un
empleo satisfactorio, es fácil para muchos abandonar su perfeccionamiento
mental.
¿Ha oído hablar de la curva de
aprendizaje acelerado? Desde el mismo instante del nacimiento hasta los ocho
años, nuestra curva progresa con gran velocidad. Aprendemos una sorprendente
cantidad de cosas de una manera rapidísima pero cuando nos vamos haciendo
mayores y encontramos un puesto en el mercado de trabajo, nuestra curva de aprendizaje
se hace plana.
En el pasado, si lo que se
deseaba era una vida de tipo mediocre, se podía aceptar esa etapa sin
crecimiento mental. Y he dicho, «se podía», porque ahora ya no es verdad. Las
últimas décadas del siglo XX nos demandarán un crecimiento continuo y un
aprendizaje ininterrumpido.
Debido al ritmo acelerado con que
la tecnología está cambiando, nadie puede hoy aferrarse a un empleo y confiar
que se mantenga con el mismo contenido durante veinticinco años. Aquella
mentalidad de mi «abuelo trabajó aquí, mi padre también, y ahora trabajo yo»,
ha muerto, matando con ella las esperanzas de los que se niegan a aceptar la
necesidad de crecer y adaptarse.
¿Se imagina lo que puede llegar a
ser si mantiene a lo largo de toda su vida una curva acelerada de aprendizaje?
¿Puede imaginarse las habilidades que desarrollará, la capacidad de juicio que
alcanzará?
UN CAMINO FÁCIL HACIA LA
DISCIPLINA
Puesto que adoptar la costumbre
de desarrollarse personalmente requiere un esfuerzo constante, que sólo es
capaz de proporcionar una buena disciplina, permítame que le indique el secreto
para obtener la disciplina.
Empiece con pequeños actos
disciplinarios y fusiónelos, entremézclelos unos con otros; descubrirá
gradualmente que practicando con pequeñas disciplinas conseguirá dominar alguna
importante, alguna que le parecía imposible superar.
Le aconsejo fijarse como objetivo
algo pequeño, algo que pueda hacer con poco esfuerzo y proponérselo como un
desafío. Cuando lo haya superado, búsquese otro desafío. Después de cierto
tiempo, cuando se presenten los grandes desafíos será capaz de arrastrarlos con
plena confianza.
¿Desea bajar de peso? Empiece por
comer las tostadas sin untarlas de mantequilla.
¿Desea hacer un viaje por Europa?
Empiece por ahorrar todas las semanas veinte dólares para el billete.
¿Desea mejorar su puntualidad?
Empiece por levantarse media hora antes.
¿Desea realizar ventas de
cincuenta millones de dólares? Empiece con ventas de diez mil dólares.
Cómo decía Robert Schuller:
«Pulgada a pulgada toda la carga amarrada». Pero si nunca emprende tareas
pequeñas, nadie, ni usted mismo, confiará en usted para las grandes empresas.
No actúe como aquel hombre, que salió de su casa pavoneándose de que iba a
sanear las pérdidas de su empresa, cuando no había sido capaz de equilibrar su
propio presupuesto personal. ¿A quién quería engañar?
Sabemos que una cosa afecta a
todas las demás, y a su vez se ve afectada por cada una de ellas. Cada
disciplina o falta de ella, afecta a todas las demás disciplinas.
Un hombre puede decir,
equivocadamente: «Esto es lo único en lo que fallo». Es imposible. Una
actuación mala en un tema concreto afectará negativamente a todo el resto de su
actuación. ¿Por qué? Porque actuando a un nivel inferior del que es capaz
genera una pérdida de estima hacia sí mismo. Y la falta de autoestima es uno de
los mayores enemigos del éxito.
AUTOMOTIVACIÓN
Hace poco tiempo realicé una gira
de conferencias por Australia, y concedí una entrevista a la prensa. Me
preguntaron:
«Mr. Rohn, ¿es usted uno de esos
motivadores americanos?» Yo respondí: «No. Soy un hombre de negocios. Puedo
compartir mis ideas y experiencias, pero la motivación tiene que salir de cada
persona; cada uno debe motivarse a sí mismo.» Me costó mucho tiempo
comprenderlo, pero al final me di cuenta de que no puedes cambiar a los demás.
Y Dios es testigo de que lo intenté.
Cierta vez, estaba coordinando a
un grupo de vendedores completamente inútiles. Comprendí que era hora de
demostrar mi habilidad, lo sentía como un desafío y me dije: «Voy a hacer de
ellos unos buenos vendedores aunque muera en el empeño». ¿Se imaginan lo que me
pasó? Que casi me muero.
Se busca a la gente capaz; no se
contrata a gente incapaz y se la convierte en capaz. Desde luego, ellos pueden
cambiarse a sí mismos, pero ni usted ni yo podemos hacerles cambiar. Algunas
personas me preguntan: «¿Cómo puedo contratar a la persona adecuada?», y yo les
respondo: «Tiene que buscar la persona adecuada.» Es la mejor respuesta que
puedo darles.
La primera regla para un director
de personal avispado es: No lleve a sus patitos a una escuela de águilas. ¿Por
qué? Porque no conseguirá nada. Todo lo que obtendrá serán unos patitos
desgraciados. Jamás se elevarán como las águilas; continuarán con sus
graznidos, y luego volverán junto a usted gimiendo. Lo sé... ya lo he
intentado.
Recientemente, un anuncio de un
periódico sobre una cadena hotelera me llamó mucho la atención. El título de
cabecera decía: «Nosotros no enseñamos a nuestros empleados a ser agradables».
Naturalmente, esto me impresionó. En caracteres más pequeños, el anuncio
continuaba: «Simplemente, contratamos personas agradables». ¡Qué manera tan
inteligente de resumirlo!
La motivación es algo misterioso.
¿Por qué un vendedor visita a su primer cliente a las siete de la mañana y otro
se levanta de la cama a las once? No lo sé. Es también parte de los misterios
de la vida.
Doy una conferencia a mil
personas; uno se acerca a mi mesa y me dice: «Voy a cambiar toda mi vida».
Otro, sin embargo’, sale disimulando un bostezo y murmurando entre dientes:
«Siempre me toca oír las mismas tonterías». ¿Por qué esa diferencia? ¿Por qué
no surte el mismo efecto en los dos? Otro misterio.
Un millonario dirige su charla a
mil personas diciéndoles:
«Yo leí este libro y comencé a
caminar por el sendero de la riqueza». ¿Puede adivinar cuántos saldrán a
comprar ese libro? Efectivamente..., muy pocos. ¿No es algo increíble? ¿Por qué
no compran todos ese libro?... Un misterio de la vida.
Ha recorrido ya un largo camino
en busca de su perfección. El hecho de leer este libro es una prueba de que
tiene una motivación interior para madurar y cambiar. Le ruego edifique sobre
estos cimientos a fin de llegar a ser la persona que puede llegar a ser.
¡Sé que lo hará!
CUARTA ESTRATEGIA
CONTROLE SUS FINANZAS
Capítulo 7. CÓMO ALCANZAR LA INDEPENDENCIA
FINANCIERA
La cuestión del dinero es muy
emocional y la mayoría de nosotros tenemos sentimientos ambivalentes con
respecto a él: por una parte necesitamos la seguridad y comodidad que puede
proporcionarnos; por otra, sentimos cierto temor a que el éxito financiero
corrompa nuestros principios éticos. Ciertamente, la televisión y las películas
han hecho mucho por crear una imagen de la gente rica como modelo de intrigante
y maquiavélico. ¿Cuándo fue la última vez que ha visto un programa en que el
«bueno de la película» estaba representado por una persona adinerada?
En los círculos religiosos se
cita a menudo de forma equivocada a la Biblia, aunque lo hagan con la mejor
intención del mundo. En vez de pensar que el ansia de dinero es la raíz de toda
la maldad algunas personas interpretan que el dinero es la raíz de toda maldad.
Naturalmente, lo correcto es citar la frase bíblica íntegramente. Si convierte
al dinero en su único amor y se afana en enriquecerse con exclusión y a costa
de otros valores más importantes, está perdiendo, en lugar de ganando.
Sin embargo, vamos a analizar
esta cuestión: si pudiera ganar más, ¿debería hacerlo? ¿En el tiempo que
destina a trabajar y ganar dinero, no debe intentar conseguir lo máximo
posible?
Creo sinceramente que la mayor
satisfacción de la vida la obtienen aquellos que, como nosotros, se proponen
sacar el máximo rendimiento de todo lo que tenemos. De hecho, si no rendimos al
máximo de nuestras facultades, pueden producirse serios problemas psíquicos.
Los humanos somos seres con
iniciativa emprendedores. Las estaciones del año suponen un reto para nosotros.
Vemos la tierra, el sol, la lluvia y la semilla, y sentimos cómo nos estimulan
para que los dominemos y amaestremos. Es como si la vida y la naturaleza nos
estuvieran diciendo «¿Tienes ingenio suficiente como para hacer de nosotros
algo sin igual? Sólo somos materia prima. ¿Eres capaz de crear algo único de
nosotros?»
Usted y yo, que somos
emprendedores, no deberíamos sentirnos desanimados, sino ansiosos por conseguir
una alta productividad, el pleno desarrollo de todo el potencial de nuestras
diversas partes vitales, la utilización de nuestro ingenio en su totalidad,
incluyendo también el aspecto de creación de riqueza. En esto consiste la
esencia de la vida.
Las personas inteligentes saben
que lo que importa no es la cantidad; lo que realmente cuenta es utilizar al
máximo las aptitudes que nos ha dado Dios.
Esta última idea, —hacer todo lo
que podamos con lo que tenemos—, es el tema central de un libro muy
interesante. El libro se titula The Richest Man in Babylon («El hombre más rico
de Babilonia»), escrito por George Clayson. Es un libro tan pequeño que se
puede leer sin interrupción, pero recoge todos los puntos fundamentales. Yo le
llamo «El aperitivo para la discusión general sobre el tema de la independencia
financiera», y se lo recomiendo.
Nuestros actos y nuestras compras
dicen mucho respecto de nuestra forma de ser. Revelan nuestro concepto de la
vida, nuestras actitudes, conocimientos e ideas, —incluso nuestro carácter.
Estos actos externos reflejan nuestro mundo interior y proporcionan una
constante referencia de nuestra capacidad de percepción y valoración de la
vida.
Hay un proverbio que dice: «¿Por
qué hablas tan alto? No oigo lo que dices.»
Es inevitable. Todas las cosas
son señal de algo. Son síntomas de algo correcto o de algo equivocado. Por eso
es prudente no ignorar los síntomas. Si algo en su vida no funciona bien, los
síntomas actúan como alarma previa anunciando, a quien quiera escucharlos que
debe cambiarse.
Por ejemplo, puede analizar su
forma de vivir y su relación con sus ingresos. Si está gastando más de lo que
gana lleva camino de suicidarse lentamente en el plano económico. Su próximo
«capricho», pagado a plazos naturalmente, puede ser sólo una nueva dosis de
veneno servida, eso sí, en bandeja de plata.
Analice lo que hace con sus
actuales ingresos. ¿Los emplea de forma prudente, no gastando más del 70 % del
total? ¿Está viviendo a un nivel de cientos o miles de dólares superior al de
sus ingresos? Preste atención a los síntomas antes de que sea demasiado tarde.
Recuerdo que una vez le dije a
Mr. Shoaff: «Si tuviera más dinero podría hacer mejores planes.» Y él me
respondió con rapidez: «Yo lo diría de otra manera: si hicieses mejor tus
planes tendrías más dinero.» ¡Esta es una frase fundamental! ¡Ya ve! Lo que
importa no es la cantidad; lo que importa es el plan. Lo fundamental es cómo
invertir, no cuánto.
DIVISIÓN DEL PASTEL FINANCIERO
¿Cuándo le han explicado por
última vez cómo funciona nuestro sistema económico? No me refiero a una
explicación teórica de libro de texto, sino en términos de la vida y de la
economía diaria. ¿Le ha explicado alguien la manera más racional de invertir
cada dólar que gana? A mí, desde luego, nadie me explicó nada de eso hasta que
Mr. Shoaff me cogió pacientemente de la mano y me lo explicó todo.
La economía de la vida real es
seguramente una de las omisiones más evidentes de nuestro sistema educativo. Y
lo digo porque, en mis viajes por todo el mundo corno conferenciante, me he
encontrado con personas con grandes conocimientos, —médicos, abogados, altos
ejecutivos, incluso empresarios—, absolutamente incapaces de administrar sus
propios recursos financieros.
Estas personas, expertas en otras
materias, son capaces de entender complejos informes anuales, pero la economía
cotidiana es un enigma para ellos; son incapaces de asimilar esa economía
financieramente hablando de una manera estable, continua y práctica.
Su misma ignorancia les impide
enseñar esa economía básica a sus hijos; de esa manera, generación tras
generación, continúan ignorantes del milagro que representa el sistema de libre
empresa.
Perdónenme, ustedes, por dedicar
algún tiempo a revisar la forma en que debe invertirse el dinero para crear
riqueza.
IMPUESTOS
Soy consciente de que el tema de
los impuestos puede parecer un inicio un tanto raro para una discusión sobre la
creación de riqueza. Sin embargo, durante toda nuestra vida, tanto en la
juventud como en la vejez, debemos comprender la necesidad de pagar los
impuestos. Y nuestros hijos, desde el momento en que disponen de dinero, deben
aprender también que cuando lo gastan se convierten en consumidores. Y todos
los consumidores, por jóvenes que sean, deben pagar impuestos.
Si un niño de seis años va por
primera vez a una tienda a comprar una chuchería de un dólar, el tendero le
cobrará seis centavos adicionales. El niño mirará el precio marcado en la
etiqueta y preguntará al tendero por qué debe pagar seis centavos más. Es el
momento de darle una explicación. Si el tendero le cobra seis centavos más de
lo marcado ¿no debería explicar al niño el destino de ese pago adicional?
Porque, en realidad, los seis centavos son del niño. Éste podría preguntar al
tendero, que se queda con ellos, el motivo de esa exigencia. Y el tendero le
explicará que ese dinero es un impuesto, que él no lo guarda para sí, sino que
se limita a recogerlo y entregarlo al Estado.
Las dos preguntas siguientes que
obviamente podría hacer el niño se referirían a quién se queda con el dinero y
para qué lo emplea. Y estas preguntas traerían consigo otro tipo de respuestas
muy importantes también. Se le explicaría al niño que los hombres que desean y
acuerdan vivir unidos, constituyen una sociedad. Y la sociedad tiene a su cargo
la realización de ciertas tareas que los hombres no podemos realizar
individualmente.
Por ejemplo, cada vecino no puede
construir un trozo de calle y acera. La maquinaria a emplear resultaría muy
cara y además tardaría mucho tiempo en aprender a utilizarla. Para eso tenemos
Estado. Y el Estado se crea para realizar aquellas tareas que nosotros mismos
queremos o deseamos hacer. Hemos acordado aumentar ligeramente el precio en
cada compra que hacemos a fin de tener recursos suficientes para pavimentar las
calles, las aceras, pagar a la policía, y a los bomberos.
Comprender esto es de gran
importancia. Nuestros hijos deben aprenderlo, y nosotros también.
A continuación vienen los
impuestos federales. Hay una forma muy clara de explicar los impuestos
federales. Yo la denomino «el cuidado y la alimentación de la gallina de los
huevos de oro». Es importante alimentar la gallina, pero hay que alimentarla y
cuidarla bien a la vez, sin maltrataría ni arrancarle las alas.
¿Qué dice usted? ¿Que la gallina
come mucho o incluso demasiado? Probablemente es verdad, pero ¿no comemos todos
demasiado? Si es así, un glotón no puede acusar a otro. Si usted se pesa y
tiene cinco kilos de más, debe pensar: «El gobierno y yo tenemos cinco kilos de
más cada uno; parece que los dos comemos demasiado.» No hay duda al respecto.
Todos debemos moderar nuestro apetito y disciplinario, ustedes, yo, y el
gobierno. ¡Podríamos ponernos todos a dieta!
Mr. Shoaff me rogó que aceptase
siempre con alegría el pago de los impuestos. Debo admitir que me costó
bastante tiempo hacerme a la idea, pero finalmente conseguí convencerme de que
debía pagar mis impuestos con agrado. Parte de ese cambio de actitud se produjo
cuando comencé a comprender la función de los impuestos y que es justo que cada
uno pague su parte.
Finalmente decidí que no me
importaba aportar mi granito de arena para la defensa del país. ¡Es tan
necesario para la seguridad de nuestro país mantener alejados a los enemigos
internacionales! Sin embargo, algunos opinan: «¿Por qué armarnos con unos
equipos tan costosos? Los enemigos no llegarán nunca aquí.» Se ve que esas
personas no han leído libros de historia.
Otros dicen: «No estamos
dispuestos a contribuir a los gastos de defensa». Les suelo sugerir que se
vayan a otro país en donde los gastos de defensa no se pagan con los impuestos,
o no entran en el presupuesto de defensa. Si se desea disfrutar de las
ventajas, es necesario estar dispuesto a compartir su costo.
Jesús, el maestro entre los
maestros, dio su consejo claramente cuando dijo: "Dad al César lo que es
del César". Está clarísimo; paga primero al César. Por algún motivo
especial Jesús no hizo ninguna puntualización, ni tampoco quiso criticar al
gobierno. Todo lo que dijo, es: «Paga primero al César». No creo que haga falta
ningún profeta para explicarnos el significado de este mandato de Jesús.
Ahora bien, antes de salir
corriendo a despedir a su asesor fiscal, déjeme añadir algo: No pague más de lo
que le corresponda. Aprovéchese de todos los incentivos fiscales, ya que se
ofrecen como una recompensa por canalizar el dinero hacia sectores que el
gobierno considera beneficioso para la economía general del país.
Lo que quiero decir es que cuando
haya anotado todos los gastos e ingresos, haya descontado todas las deducciones
y haya llegado a la última línea del impreso del impuesto sobre la renta,
resultará una cantidad; y sea grande o pequeña, páguela. Y páguela con alegría,
convencido de que está alimentando la gallina de los huevos de oro, los huevos
de oro de la libertad, de la seguridad, de la justicia, y de la libre empresa.
Incluso añadiría, que todos
deberían pagar, hasta las personas más pobres. No me importaría si sólo pagasen
un dólar al año. Sería suficiente. La cuestión es permitir a cada uno disfrutar
de la dignidad de pagar la parte que le corresponde.
Hay un pasaje en el Evangelio en
el que Jesús y varios de sus discípulos observaban a la gente que iba al templo
a ofrecer su contribución, algunos entregaban grandes sumas. Otros daban
cantidades más pequeñas. Llegó una pobre mujer que sacó sólo dos monedas y se
las entregó al tesorero. Jesús señaló a la mujer y dijo a sus discípulos:
«Mirad a esa maravillosa mujer que ha dado sus dos monedas.» Los discípulos se
quedaron estupefactos. «Dos monedas», exclamaron. «Después de las magníficas
donaciones que se han hecho hoy ¿por qué pones a esa mujer como ejemplo?» Y
Jesús les respondió: «No lo comprendéis, pero esa mujer ha dado más que todos
los demás.» Entonces los discípulos le dijeron: «Dos monedas ha dado esa mujer,
y ¿es más que todo lo que han dado los otros? Explícanoslo, maestro.» Y él les
contestó: «Sí, porque dos monedas es todo lo que tenía esa mujer.»
¡Sencillamente, admirable!
Pero, sigamos analizando este
pasaje. A veces, lo que no se dice, contiene una lección más profunda que lo
que se ha dicho. Analicemos lo que Jesús no hizo. Jesús no cogió las dos
monedas y se las devolvió a la mujer, diciendo: «Buena mujer, sabemos que eres
pobre y digna de conmiseración, de manera que te vamos a devolver las dos
monedas.» ¡Esto hubiese sido una afrenta! Seguramente la mujer le hubiese
contestado: «¿Qué es lo que pasa con estas dos monedas? ¿No es mi dinero lo
suficientemente bueno? Es todo lo que tengo. ¿Me vas a privar también de mi
dignidad?» Desde luego no sucedió así, y por eso nos proporciona una mayor
lección.
LA NORMA DEL 70/30
Después de pagar sus impuestos,
debe aprender a vivir con el 70 % de lo que le quede. Esta decisión es
importante debido a la forma en que va a emplear ese 30 %. El 70 % lo gastará
en cosas necesarias y también en superfluas. ¿Y el otro 30 %? Lo invertirá de
la siguiente manera:
Caridad
De ese 30%, una tercera parte
debe destinarse a obras de caridad, Caridad es el acto de devolver a la
comunidad parte de lo que ha recibido de ella, con la intención de ayudar a los
que necesitan auxilio. Yo creo que contribuir con un 10 % de los ingresos
libres de impuestos es una cantidad muy a tener en cuenta. Puede elegir un
porcentaje mayor o menor, eso dependerá de su plan. Algunas personas prefieren
hacer obras de caridad a través de su iglesia, u organización municipal; a
otros les gusta hacerlo personalmente. Tanto si lo hace por su cuenta, como si
entrega su dinero a una institución de caridad, no olvide separar una parte de
sus ingresos para repartirlo entre los necesitados.
Debemos aprender a dar desde
nuestra más tierna infancia. La mejor ocasión para enseñar a un niño a ejercer
la caridad, es cuando obtiene su primer dólar. Llévele a pasear y vayan por
algún barrio donde viva gente verdaderamente necesitada, a fin de que aprenda a
compadecerse. Si el niño comprende la situación, no le costará esfuerzo
desprenderse de diez centavos. Los niños tienen un gran corazón.
También hay otro motivo para
enseñar a ser generoso y a dar cuando las cantidades son pequeñas: Es bastante
fácil dar diez centavos y quedarse sin ellos, pero desprenderse de cien mil
dólares se hace durísimo a pesar de que los ingresos sean de un millón. «Si
tuviese un millón de dólares diría usted, no me importaría nada dar cien mil».
Yo no sé si lo haría. Cien mil dólares es mucho dinero. Es mejor empezar desde
pequeño, a fin de adquirir la costumbre dc hacer caridad antes de empezar a
manejar dinero en grandes sumas.
Inversión
Con otro 10 % de sus ingresos
intentará crear riqueza. Con ese dinero comprará, colocará a plazo, fabricará,
o venderá. El secreto está en dedicarse a algún tipo de negocio, aunque sólo le
dedique parte de su tiempo.
Creo que en éste país todos
deberíamos dedicarnos a algún tipo de actividad capitalista. Porque nosotros
creemos que el capital pertenece al pueblo, a la gente, a las personas.
El comunismo, por contra, enseña
que el capital pertenece al Estado.
Es un gran contraste de ideas. El
comunismo confía poco en la capacidad de los individuos para decidir
inteligentemente. Y los que detentan el poder necesitan centralizarlo todo en
manos del gobierno. En nuestro país, como en el resto de las naciones que
defienden la libertad de empresa, creemos que la sabiduría reside en el pueblo.
Son los individuos, no el Estado, los que mejorarán e innovarán los bienes y
servicios. La búsqueda del beneficio es un incentivo poderoso para crear una
vida de abundancia para todos.
Entonces, ¿cómo se puede crear
riqueza con ese 10 % de sus ingresos reservados a tal efecto?
Hay muchas maneras. Deje vagar
libremente a su imaginación Tenga presente esas facultades y habilidades que
desarrolla en su trabajo o en sus aficiones; es posible que pueda organizarse y
hacer de ellas una empresa rentable.
Además de esto, siempre puede
aprender a comprar un producto al por mayor y venderlo al por menor. También
puede adquirir un terreno y explotarlo hasta mejorar su valor. Y si tiene la
suerte de trabajar en una empresa que prima la productividad, puede esforzarse
y obtener más ingresos para invertirlos en un negocio, o en comprar acciones.
Emplee ese 10 % en comprar
maquinaria, productos o acciones, e inicie su negocio. Es posible que dentro de
usted permanezca dormido el genio financiero y para despertar sólo necesite la
chispa de una oportunidad.
Le propongo ahora una idea
apasionante: ¿Por qué después de trabajar ocho horas, no dedica un poco de
tiempo a labrar su fortuna? ¿Sabe la satisfacción que sentirá cuando pueda
decir con toda sinceridad: «Trabajo para llegar a ser rico, no sólo para pagar
las facturas?» Cuando elabore un plan para hacerse rico, se sentirá tan
motivado que por las noches no querrá irse a la cama.
Ahorro
El último 10 % se debe destinar al
ahorro. Considero que es la parte más estimulante del plan para hacerse rico,
al proporcionarle la tranquilidad espiritual de saber que está bien preparado
para los «inviernos» de la vida. Y gracias a la magia del interés compuesto,
apoyado por los nuevos programas de jubilación libre de impuestos que en este
país están al alcance de todo trabajador asalariado, al cabo de los años puede
acumular un capital importante.
ECONOMÍA PARA NIÑOS
El mejor momento para enseñar a
un niño en qué consiste el capitalismo es cuando descubre que puede ganar un
dinero extra a base de hacerse útil a los demás. Después de darles la paga a
sus hijos, les puede enseñar también la forma de entrar en el reino de la libre
empresa.
Por ejemplo, los niños deberían
tener dos bicicletas, una para andar ellos y otra para alquilarla. De esta
manera podrían comenzar a entender el mundo del comercio. Realmente, no es
preciso mucho para hacer negocios; todos los negocios no tienen por qué ser de
un millón de dólares. Y lo interesante es que el niño pueda aprender los
principios básicos de los negocios, como para dirigir la General Motors,
mediante un pequeño y rentable negocio de alquiler de bicicletas.
¿Desea otra idea? Enséñele a su
hijo cómo puede comprar una botella de champú por dos dólares y venderla por
tres en la misma vecindad.
Eso es capitalismo en acción,
beneficios, productos y servicios, puestos a disposición del mercado. Este es
el material con el que se han amasado las grandes fortunas.
Enséñele también las ventajas de
ser niño. Cuéntele cómo algunas personas le comprarán a él, precisamente por el
hecho de ser un niño...
Johnny sale de casa y unas calles
más abajo llama a la puerta de Mrs. Jones. Sale Mrs. Jones, y lohnny le dice:
«Mrs. Jones, tengo una botella del mejor champú del mundo. Mi madre utiliza
esta marca, y conozco a muchas personas que no emplearían ninguna otra. Usted
debería comprarme alguna. Sólo cuesta tres dólares, y como soy su vecino le
cuidaré el jardín. Y además, no soy más que un niño.»
¿No es sencillo? Este es un
pequeño ejemplo del comercio en acción, del capitalismo de base.
Mrs. Jones le contesta: «Johnny,
aprecio mucho tu visita. Y creo que el producto es bueno, pero para serte
sincera, ya tengo bastante champú en casa.»
«Déjeme entrar para comprobarlo»,
le replica Johnny metiéndose en la casa. (Los niños saben cómo vencer las
objeciones. No se paran en formalidades.)
Mrs. Jones, sabiendo que todas
sus objeciones van a resultar inútiles, tiene que conformarse: «Bueno, me haré
tu cliente.»
Johnny corre a casa lleno de
alegría y exclama: «Tengo tres dólares para gastar.» «Si te gastas los tres
dólares no podrás hacer más negocios», le advierte usted.
«¡Oh!», se queja Johnny un poco
desilusionado, «ya entiendo lo que me quieres decir.»
Entonces, usted continúa
explicándole: «Primero, debes reservar dos dólares para comprar otra botella de
champú. No debes gastar el capital. Debes reservar tu capital con el máximo
cuidado. ¿Qué pensarías de un agricultor que se come el maíz destinado para
semilla? Que el agricultor es tonto, ¿no es verdad? Porque el capital es la
simiente del dinero, debe ser guardado a todo trance. El capital es como la
semilla la única esperanza de obtener una nueva cosecha.»
Johnny no puede discutir con
usted, y después de reflexionar un rato dice: «De acuerdo; dejaré aparte estos
dos dólares para continuar el negocio y sacar un dólar de ganancia. Pero, me
puedo gastar el dólar ganado, ¿no es verdad?»
Ahora es la oportunidad de
mostrar a Johnny la diferencia entre llegar a ser rico seguir siendo pobre.
Explíquele: «Si gastas todas tus ganancias, terminarás pobre y desgraciado.»
Johnny no lo entenderá. De manera
que llévele al bardo más pobre de la ciudad y pregúntele: «¿Quieres vivir de
esta manera»
«¡NO!».
-Muy bien entonces, no puedes
gastar el dólar entero.»
«¿Qué tengo que hacer con él?»
«Primero, debes pagar tus
impuestos.» Para los niños esto es muy fácil. Cada vez que gastan pagan un
impuesto, a no ser que comiencen a hacer dinero en cantidades serias, en cuyo
caso deberá explicarle lo relacionado con los impuestos federales. ¿Recuerda?
La gallina y los huevos.
A continuación recuérdele a
Johnny la necesidad de hacer caridad. Johnny no lo ha olvidado y dice: «Aquí
tienes diez centavos para los necesitados Ahora, ¿puedo gastarme el resto?»
«No, no», debes contestarle, «si
lo gastas todo, terminarás arruinado igualmente, aunque un poco menos infeliz.»
«Bueno, ¿entonces qué?», Johnny
se está impacientando.
«Necesitas guardar otros diez
centavos para aumentar tu capital. Si guardas diez centavos, por cada dólar de
beneficio, en algún momento tendrás dinero suficiente para comprar dos botellas
en lugar de una.»
«¡Ah! ¡Claro!» Johnny está
empezando a comprender. «Si puedo comprar dos botellas en vez de una, me
ahorraría un viaje y podría vender más botellas.»
¡Qué inteligente!
Seguidamente debe explicarle que
algunas empresas le cobrarán menos por cada botella al comprar dos. Si vende la
botella a dos dólares, es posible que por dos botellas cobren sólo tres dólares
y ochenta centavos. Johnny se siente entusiasmado. «¡Estupendo!», exclama con
alegría, «así cuando las venda, ganaré más.»
Y es cierto. Todo el mundo se
beneficia con el incremento del capital. La empresa consigue vender dos
botellas a la vez. Johnny se ahorra un viaje, y la botella le cuesta menos, de
manera que puede ahorrar más, o utilizar parte en buscar un incentivo para que
Mrs. Jones compre dos botellas en vez de una.
Ahora Johnny dice: «Bueno, lo que
queda ya es beneficio neto. ¿Puedo gastarme el resto?»
«No, todavía vamos hacer una cosa
más. Vamos a alquilar tu dinero en un banco. »
-¿Cómo se hace eso?»
Entonces, le explica: «Del total
de tus beneficios, debes coger diez centavos e ingresarlos en una institución
de crédito, como por ejemplo, un banco. Te pagarán una cantidad por dejarles el
dinero. Ellos lo denominan interés.»
«¿Por qué va a querer el banco
pagarme un interés por mi dinero?»
«Porque algunos proyectos, como
la construcción de grandes edificios o empresas, requieren más capital del que
pueden tener los individuos aislados. Por eso tenemos un sistema para invertir
nuestro dinero en un banco, así el banco tiene dinero suficiente lo presta para
realizar grandes proyectos. Con esto se facilita la creación de más empleo y es
beneficioso para todos. Mientras tanto, el banco te pagará intereses por el
tiempo que tengas depositado tu dinero.»
«¿Qué interés pagan a los niños?»
«Lo mismo que pagan a los adultos.»
A Johnny e costó un buen rato
creérselo. «¿Quieres decir que me pagarán el mismo interés que a una persona
mayor, a pesar de ser un niño?», preguntó luego con incredulidad.
-Efectivamente. Tu dinero puede
crecer con la misma rapidez que el de los demás.» -¿Y puedo retirar mi dinero
cuando quiera?»
«Naturalmente, y siempre sacarás
más de lo que ingresaste.»
«Bueno, me parece estupendo; y
ahora, ¿puedo gastar lo que me queda? «Sí, Johnny, vamos a dar un paseo y
comernos un helado de fresa.»
Apostaría a que usted ya conocía
todo esto. Pero cuando yo me encontré con Mr. Shoaff a la edad de veinticinco
años, era tan ignorante como Johnny. Me pregunto a cuántos adultos se les niega
la oportunidad de aprender por si mismos a elaborar un plan para hacerse ricos.
Si tiene hijos, preocúpese por
enseñarles en qué consiste un plan para enriquecerse. Muéstreles cómo, si
empiezan a usar la fórmula 70/30 desde jóvenes, llegarán a ser independientes
financieramente a la edad de cuarenta años. En ese momento, podrán dedicar el
resto de su vida a hacer lo que más les apetezca.
Permítame que le dé la definición
de «rico» y «pobre». La gente pobre gasta su dinero y ahorra lo que le queda.
El hombre rico ahorra su dinero y gasta el resto. Es la misma cantidad de
dinero, pero con una filosofía diferente de la vida
Hace veinte años, dos personas
ganaban por igual mil dólares al año y tuvieron siempre idénticos aumentos de
sueldo. Uno de ellos, gastaba el dinero y ahorraba lo que le quedaba; el otro
ahorraba primero y luego gastaba el resto. Si conociera a esas personas, a uno
de ellos lo llamaría pobre y al otro rico.
Pero, además, el ahorro, como
cualquier otra forma de disciplina, tiene un efecto más profundo. Al terminar
el día, la semana o el mes, apenas si se perciben los resultados. Pero cuando
han transcurrido cinco años, las diferencias son ya muy grandes y al finalizar
los diez años, esas diferencias son ya dramáticas.
Hay una gran lección que todos
debemos aprender de uno de los más pequeños miembros del reino animal. Se le
llama la «filosofía de la hormiga». Ya sabe lo que son las hormigas. Existe una
frase en la Biblia que nos aconseja a todos, en especial a los perezosos, a
analizar la vida de las hormigas. Estas tienen dos particularidades.
En primer lugar, una hormiga
nunca abandona. Si se dirige a un lugar determinado y se le pone un obstáculo,
la hormiga intentará pasarlo escalándolo por encima, o excavando por abajo, o
desviándose lateralmente. Si se le quita el obstáculo, la hormiga seguirá
rápidamente. Y si de nuevo le pones otro obstáculo en su camino, la hormiga
buscará la salida por arriba, por abajo. o por los lados. ¿Cuánto tiempo
seguirá intentándolo’? hasta la muerte. Una hormiga nunca abandonará.
¡Qué gran lección!
¿Cuál es la segunda par
particularidad de las hormigas? ¿Adivina lo que las hormigas están planeando y
preparando durante todo el verano? Correcto... preparan el invierno. ¿Y cuánto
recogen en el verano para pertrecharse de cara al invierno? «Todo» lo que
pueden. ¡Qué inteligentes!
¿Recuerda la fábula de la
cigarra? Se reía de la hormiga que pasaba todo el verano almacenando granos,
mientras ella cantaba y saltaba entre la abundante hierba sin preocuparse por
el futuro. Cuando el crudo invierno hizo su aparición, la pobre cigarra pasó
mucha hambre y se murió sin nada que llevarse a la boca, mientras la hormiguita
vivía en la abundancia.
Rico o pobre la diferencia no
proviene de cuánto se gana, sino de cómo se usa lo que se ha ganado. Y la
elección, le corresponde a usted.
CORRECCIONES A MITAD DE CAMINO
¿Cuál es su opinión sobre las
personas de edad avanzada? ¿Conoce a personas desamparadas y que apenas tienen
recursos para vivir? Verdaderamente, en esa condición se encuentran la mayoría
de los que conocemos por personas de la «tercera edad».
¿No sería maravilloso poder
cambiar esa triste imagen? He elaborado una nueva definición de lo que los
abuelos debieran ser. La gran área de os abuelos debe consistir en enseñar a
sus nietos cómo ser rico, culto, y feliz, «como nosotros». Los abuelos no
debieran tener que protestar: «He trabajado toda mi vida, y ahora me encuentro
con que necesito ayuda.» Lo que deberían poder decir a sus nietos es: «He
trabajado toda mi vida; y ahora puedo ayudar.»
Si para los cuarenta o cincuenta
años no es usted económicamente independiente, no significa que vive en un mal
país; tampoco quiere decir que su ciudad sea deficiente, ni tampoco que viva en
una mala época o que su persona y carácter no es el adecuado. Su fracaso sólo
quiere decir que está trabajando en un plan equivocado.
Y no es usted el único. La
mayoría de nosotros fracasamos más de una vez.
Cuando envían un cohete a la
Luna, saben que finalmente se desviará un poco de su camino. Las instrucciones
iniciales del sistema de dirección no son suficientes para todo el viaje. Es
necesario corregir el rumbo a mitad de camino.
Usted y yo no somos diferentes.
Cada cierto tiempo, nosotros también debemos corregir nuestros pasos si
queremos llegar a ser financieramente independientes. Porque, ¿no desea ser la
clase de abuelo que se pone como arquetipo de persona rica y feliz?
BALANCE DE SITUACIÓN
Poco después de encontrarme con
Mr. Shoaff, me preguntó si había hecho mi balance de situación. Y yo le
pregunté: «¿Qué es un balance de situación?» Mr. Shoaff me explicó
pacientemente que es muy importante saber con exactitud la situación en que uno
se encuentra, sin engañarse a sí mismo. Solamente cuando se conoce la situación
actual es posible hacer un plan adecuado para avanzar hacia donde se desea
llegar.
No es muy difícil de hacer. Basta
con poner en una lista el valor de todos tus bienes, y en otra lista todas sus
deudas y obligaciones. De manera que, restando de su activo todo su pasivo, le
dará una cifra que representa su capital neto. Esa cifra no dice nada de su
valor como persona, solamente refleja los valores netos que posee en términos
monetarios.
Le dije a Mr. Shoaff: «Mi balance
de situación no va a ser positivo.» Y él me respondió: «No importa el que no
sea positivo ahora. lo importante es que lo hagas.»
De manera que realicé mi primer
balance de situación. Tenía gran cantidad de deudas. Debía dinero a mis padres,
a la entidad financiera por mi coche y a otras varias instituciones que
confiaban en cobrar todos los fines de mes. Entonces, empecé con el activo, y
apenas tenía nada de valor. Anoté todo lo que se me ocurrió, incluso mis
zapatos, ya que al menos tenían algún valor. ¡Qué vergüenza tener tan poco
después de seis años de trabajo!
Sin duda, usted estará en mejor
situación. Pero aunque no sea así, también necesita realizar su propio balance.
No hace falta que lo anuncie en el boletín oficial; tampoco es importante que
lo dé a conocer a sus vecinos. Lo importante es que sepa el saldo que arroja su
actual plan financiero.
Con su balance de situación
establecido, comience a anotar en unos libros todos los ingresos y gastos.
Habrá oído con frecuencia decir: «No sé por dónde se me va el dinero.»
Prepárese para que no le ocurra lo mismo. De ahora en adelante preocúpese de
saber exactamente de dónde proviene el dinero y en dónde lo gasta.
Pero también he descubierto que
no basta sólo con ganar dinero. Me he dado cuenta de que una persona puede
ganar diez mil dólares al mes, y arruinarse. Se preguntará usted: «¿Cómo puede
acabar en la miseria una persona que gana diez mil dólares al mes?» ¡Es muy
sencillo! Gastando once mil. Y créame, cuando se gana diez mil dólares al mes,
no resulta muy difícil gastar once mil. Tal como alguien dijo una vez: «Si los
gastos superan a los ingresos, mantener esta situación significará ir a la
ruina.»
De manera que conviértase en ‘un
experto de lo que tiene y de lo que es. Así es como se siembra la semilla de la
grandeza: grandeza de bienes materiales, grandeza de salud, grandeza en los
resultados, grandeza de influencia, grandeza de la forma de vivir. Esmérese por
realizar bien las tareas pequeñas, y hágalas incluso con agrado. Le ayudará a
ser una persona inteligente, una persona que conoce las estrategias
fundamentales para alcanzar la riqueza y la felicidad.
Una frase bíblica dice que, si
uno se mantiene fiel a unas pocas ideas, algún día llegará a dominar muchísimas
cosas. Y así es; esta idea es la que cuenta. La vida no ofrece fortuna y
responsabilidades a los que sólo se ocupan de su exigua paga mensual. Pero
asuma la responsabilidad de contabilizar exactamente el saldo de su vida
financiera y habrá dado un paso fundamental para que se le confíe una nueva vida
de abundancia.
ACTITUD ANTE LA RIQUEZA Y LA
FELICIDAD
Yo solía decir: «Odio pagar los
impuestos.»
Y Mr. Shoaff me dijo: «Si lo
deseas, puedes vivir odiándolos Es una de las actitudes que puedes adoptar.»
Me quedé un poco perplejo. Yo
creía que ésa era la única actitud lógica. Y me preguntaba qué es lo que había
querido dar a entender...
Yo solía decir: «Odio pagar
facturas.»
Y Mr. Shoaff me dijo: «Bueno,
puedes vivir odiándolas, silo deseas.» Y yo creía que ésa era la única manera
de vivir.
Yo solía decir: «Detesto
desprenderme de mi dinero.»
Y Mr. Shoaff me dijo: «Esa es una
de las actitudes que puedes adoptar al respecto.» Por fin le pregunté: «Es que
hay alguna otra manera de enfocar esos temas?»
Y Mr. Shoaff me respondió: «Creo
que es mejor que te lo plantees así: Me gusta pagar los impuestos porque sé que
de esa forma contribuyo a cuidar y a alimentar la gallina de los huevos de oro.
¿Qué te parece si te dijeras: deseo pagar mis facturas para reducir mis deudas
y aumentar el valor de mi activo? ¿Qué tal si lo enfocases así?: me apasiona
desprenderme de mi dinero y ponerlo en circulación, a fin de que sirva para
dinamizar la economía del país ¿No sería mejor aprender a ‘gustar’, “desear”,
“apasionarse por esos temas, en lugar de “odiarlos”?.
¡Qué forma tan increíble de
enfocar la vida! Y aunque me costó bastante aprender a decir con toda
sinceridad «me gusta, deseo hacerlo», mi vida cambió enormemente al pasar de
una actitud de «odio» a una actitud de «amor» por esos conceptos.
Mr. Shoaff me mostró incluso la
manera de pagar las letras del automóvil con entusiasmo. Me dijo: «La próxima
vez, al pagar una letra del coche, adjunta con el talón una pequeña nota
diciendo: les envío este talón con todo mi entusiasmo y agradecimiento». Y con
una sonrisa amplia continuó: «No puedes imaginarte la conmoción que causarás en
la entidad financiera. No están acostumbrados a recibir notas de esa clase.
Pero lo más importante es el efecto que causará en ti. Sentirás que controlas
la vida y que posees un concepto filosófico que proporciona alegría en vez de
frustración.»
¿Independencia financiera? Usted
también la puede conseguir. ¿Por qué no empezar desde hoy? Lo único que hace
falta es disciplina para aplicar en su vida la regla del 70/30. Joven o viejo,
nunca es demasiado tarde para encarrilarse por el buen camino.
QUINTA ESTRATEGIA
DOMINE EL TIEMPO
Capítulo 8. CÓMO ADMINISTRAR EL
TIEMPO
INTELIGENTEMENTE
Hace pocos años y durante una
gira de conferencias por Sudáfrica cayó en mis manos un corto ensayo de Arnold
Bennet sobre el tiempo. Me gustó tanto que deseo compartirlo con ustedes:
El tiempo es la inexplicable
materia prima de todas las cosas; con él todo es posible; sin él, nada. El
tiempo se nos ofrece diariamente de una forma milagrosa, es una cuestión
genuinamente asombrosa, que si la examinas detenidamente te llena de estupor.
Te despiertas por la mañana y ¡ya
está! Tu bolsa contiene por arte de magia veinticuatro horas del virginal
tejido del universo de tu vida. Y es sólo tuyo. Es la posesión más valiosa... y
nadie te la puede arrebatar. Nunca te lo podrán robar. Y nadie recibe ni más,
ni menos, de lo que recibes tú.
En el reino del tiempo no existe
ni aristocracia de riqueza, ni aristocracia de la inteligencia. Al genio no se
le recompensa ni con una hora extra al día. Tampoco existe el castigo. Malgasta
cuanto quieras ese precioso bien, y sin embargo, nunca se te negará el
suministro.
Por otra parte, no puedes
disponer del futuro. Es imposible incurrir en deudas con el tiempo. Solamente
puedes gastar el momento presente. No puedes derrochar el mañana; está
reservado para ti
He dicho que se trata de un
milagro. ¿Y no lo es? Se te dan esas veinticuatro horas para vivir. Con ellas
debes bordar la salud. el placer, el dinero, la satisfacción, el respeto y el
desarrollo de tu alma inmortal.
Su empleo correcto y más eficaz
es una cuestión de máxima urgencia y palpitante actualidad. Todo depende de
esto. Tu felicidad, ese premio esquivo por el que todos luchamos, amigo mio,
está subordinado a eso.
Si uno no consigue arreglárselas
para cubrir con esas veinticuatro horas todas las tareas que debe realizar, su
vida continuará enmarañándose indefinidamente.
Nunca conseguiremos tener más
tiempo. Tenemos, y siempre hemos tenido el tiempo exacto, nuestro tiempo.
CUATRO ACTITUDES ANTE LA
ADMINISTRACIÓN DEL TIEMPO
El tiempo es el bien más valioso
que poseemos. Por lo tanto, la forma de emplearlo y administrarlo tiene unos
profundos efectos sobre el desarrollo de nuestras vidas. Cada uno de nosotros
adopta su propia actitud en relación al tiempo, a veces sin saberlo, otras
conscientemente. Esta actitud determina la forma en que cada persona se plantea
el reparto de su tiempo.
Se pueden dar cuatro actitudes
distintas en relación con el tiempo. Cada una de ellas da lugar a una forma
diferente de vivir.
EL DESPREOCUPADO
No hace ni el más remoto caso del
tiempo. Ha elegido una forma de vida con las menos ataduras posibles. Deja que
su vida vague sin rumbo fijo, como la hojarasca que arrastra el viento,
disfrutando de la espontaneidad e incertidumbre que proporciona ese género de
vida.
Si trabaja alguna vez, lo hace de
forma temporal, porque se rebela contra toda norma y contra todo intento de
sujetar su vida. La típica persona despreocupada dirá: «Toda mi vida he sido
impuntual. Me parece imposible sujetarme al tiempo. ¡Que se vaya todo al
infierno! Yo me lo tomaré con calma, haré lo que quiera y me iré a donde quiera
cuando me dé la gana.»
¿Hay algo malo en esta actitud?
¿Quién soy yo para decirlo? Se trata de su vida. Pero si se siente atraído por
esta forma de vivir, tenga en cuenta que ese vagar por los caminos y vericuetos
de la vida le apartará de cualquier oportunidad real de progreso. Vagando sin
rumbo nunca encontrará su camino para una vida mejor.
EL TRABAJADOR «EN HORAS DE
OFICINA»
Otro grupo de personas, quizá la
mayoría, adopta en relación al tiempo, una actitud intermedia entre el
despreocupado y el adicto al trabajo. Estas personas parecen hacerlo todo mejor
cuando tienen unas responsabilidades moderadas. Tienen capacidad para atender
sólo unos pocos proyectos a la vez. Les gustaría tener todas las tardes libres
«para oler las flores» a lo largo de toda su vida.
Un hombre trabaja en una empresa
y decide crear un negocio propio. Pero, a medida que sus responsabilidades
aumentan y ve que debe empezar a trabajar antes que nadie y marcharse después
de que la señora de la limpieza termina su tarea, se pone a pensar: «Prefiero
trabajar para otro. Que se queden ellos con la gloria y los quebraderos de
cabeza.»
¿Está equivocado? Puede tener razón
si sus dos únicas opciones son, o trabajar todas las horas del día en su
negocio, o trabajar sólo de nueve a cinco de la tarde. (Pronto veremos, al
tratar sobre la cuarta actitud frente al tiempo, que no sólo existen esas dos
únicas opciones.) Cuando intentó llevar su propio negocio debía trabajar más
horas de las que era capaz de aguantar. Y por eso toma la decisión de abandonar
ese reto, convencido de que el coste del triunfo era demasiado elevado para él.
No todos pueden soportar el alto
precio que hay que pagar por el éxito. Y esto es cierto; no sólo para los que
intentan montar su propio negocio, sino que también se aplica a varios
ejecutivos de grandes empresas que conozco. Les voy a relatar una anécdota que
ilustra bien a las claras la necesidad de que algunas personas pongan un límite
al esfuerzo que deben realizar.
Una niña preguntó cierta vez a su
mamá: «¿Por qué papá no juega conmigo? Llega del trabajo y directamente se
encierra en su estudio. Nada más terminar la cena se marcha rápidamente para
dedicarse a otros trabajos. Yo quiero jugar con papá. ¿O es que ya no me
quiere?»
Entonces la madre, ahogando las
lágrimas de su propia soledad y angustia, intenta explicarle: «Cariño, papá
está muy ocupado. Te quiere mucho y por eso se esfuerza en trabajar tanto.
Tiene tanto que hacer en la oficina que parte del trabajo se lo trae a casa para
terminarlo.»
La niña recapacita un momento
sobre lo que le ha contado su madre. De repente, sus ojos se iluminan y exclama
contenta:
«Bueno, si no puede acabar su
trabajo en la oficina, ¿por qué no le ponen en un grupo inferior?»
Y bien mirado, ¿por qué no? El
éxito profesional y financiero tiene siempre un límite que la persona no debe
sobrepasar. Este límite se produce cuando es preciso sacrificar otros valores importantes
en aras del éxito material.
Yo lo sé muy bien ... Yo también
intenté alcanzar algunas cosas y era demasiado tarde cuando descubrí que había
pagado demasiado caro por ellas. Si hubiera sabido todo lo que me iban a
costar, nunca me hubiese comprometido a pagar tan alto precio.
EL ADICTO AL TRABAJO
El anticuado concepto del éxito,
tal como lo encarna Willy Loman en La muerte de un viajante, se basa en que la
persona trabaje más horas y más intensamente cada vez. Para el adicto al
trabajo nunca es demasiado el trabajo. El, o ella, trabaja sin parar diez,
doce, o catorce horas al día. Intentará obtener dos empleos, termina el trabajo
en uno y se marcha al otro seguidamente. Su máxima satisfacción consiste en
terminar cada vez más tareas, a base de vencer el sueño y rehusar toda
diversión.
Todos sabemos los resultados que
produce esta forma de actuar. A pesar de que frecuentemente provoca admiración,
la conducta de estas personas produce normalmente un alejamiento de la vida
familiar, una grave pérdida de salud y finalmente una crisis de los valores
fundamentales.
Paradójicamente, este tipo de
persona no siempre gana más dinero que los demás. Es debido a que él, o ella,
normalmente se dedican más a realizar la tarea en sí, que a obtener resultados.
Les atrae la tarea; el resultado no tanto.
Si me diesen a elegir entre esas
tres actitudes anteriores sobre el tiempo, no me sería fácil determinar cuál es
la menos mala. Afortunadamente hay otra actitud sobre el tiempo que yo
considero la ideal:
El ADMINISTRADOR INTELIGENTE DEL
TIEMPO
La cuarta y más racional forma de
enfocar la cuestión del tiempo recoge las características más aprovechables de
las otras tres. El administrador inteligente del tiempo reserva momentos para
todos los aspectos de la vida. Incluso guarda tiempo para el vagabundeo,
dejando ratos libres para no hacer nada. Al igual que la persona que trabaja de
nueve a cinco, sabe limitar su ocupación laboral y dedicar momentos específicos
para atender otros valores, como la familia. Y como el adicto al trabajo, nunca
le preocupará trabajar muchas horas seguidas, mientras sea necesario.
Lo que verdaderamente hace
inteligente al administrador de su tiempo es su capacidad de programarse menos
horas de trabajo consiguiendo más rendimiento. Pero ¿cómo hacerlo? Simplemente
trabajando con mayor eficacia, no más horas, e intentando obtener mayor.
productividad, en lugar de trabajar horas y horas.
El administrador inteligente de
su tiempo, busca nuevas formas de aumentar la productividad. Dicho con otras
palabras, crea riqueza mediante el empleo de palancas.
La palanca permite multiplicar el
valor del esfuerzo y sus recursos. Por ejemplo, puede accionar la palanca del
dinero pidiéndolo prestado para invertir sabiamente en la compra de una
propiedad o en instalar su negocio. Puede emplear la palanca del tiempo y
multiplicar su esfuerzo contratando vendedores activos y expertos, o también
delegando sus funciones menos importantes en otros empleados competentes.
EL DOMINIO DEL TIEMPO
Es una de las claves para comprender
la administración del tiempo. O usted dirige et día> o el día le dirigirá a
usted. Realmente sólo es cuestión de estar alerta, de preocuparse. Es muy fácil
abandonar el mando, soltar las, riendas de la autoridad y perder la capacidad
de controlar su tiempo.
Una de las mejores formas de
recuperar el control sobre su tiempo es aprender a pronunciar la palabra más
adecuada en estos casos. ¿Sabe cuál es? «No». Aprenda a decir «no».
Yo también tengo dificultades
para pronunciarla. Es muy fácil decir si a todo, ser un hombre «bueno». El
resultado de decir sí es que nos pasamos largas horas intentando salir de
compromisos que nunca debiéramos haber aceptado. Es una de las causas de que
perdamos tanto tiempo. Finalmente, aprendí a decir «no» de una manera
agradable. ¿Cómo? Lo que hago es decir:
«No, creo que no puedo. Pero si
hay algún cambio, ya te llamaré». ¿No es mucho mejor llamar a una persona para
darle la buena noticia de que puedes hacerlo? ¡Inténtelo! ¡Da resultado! A un
amigo mío, Ron Reynolds, le gusta mucho decir: «No dejes que tu lengua
sobrecargue tus espaldas.»
Otra forma de recuperar el
control del tiempo consiste en lo siguiente: Cuando le toque trabajar, trabaje;
cuando quiera divertirse, diviértase. Mezclar ambas cosas no suele dar resultado.
Lo único que conseguirá es engañarse a sí mismo con las dos. Si trabaja, y
quiere divertirse al mismo tiempo, no disfrutará del placer que proporciona un
trabajo bien hecho, ni de la relajación total que brinda la diversión pura.
Yo lo sé bien. Pensando para mí
me decía: «Tengo que llevar a mi familia a la playa. Les he prometido que
iremos. ¿Qué pensarán de mí, si no les llevara?» De manera que mientras los
llevaba me pasaba todo el rato murmurando: «Ahora debería estar en la oficina.
¿Por qué he venido a la playa? ¡Tengo tanto que hacer todavía! ¿Cómo me las
arreglaría para sacarlos de aquí y volver al trabajo cuanto antes?» Y el
resultado era que aquel momento, que podía ser estupendo, terminaba amargado
por mi manía de pensar en el trabajo, cuando debía divertiré.
A veces hacía lo contrario. Me
decía a mí mismo: «Hoy voy a salir de la oficina a las tres de la tarde a
pasear con la moto por carreteras secundarias.» ¿Adivinan en qué me pasaba
pensando las horas que faltaban hasta las tres? ¡Pues sí! En pasear con la moto
por la carretera.
Ahora, cuando voy en una gira de
conferencias por España, África, o Australia, me lo tomo como un viaje de
trabajo. Todos ¡os días están repletos de conferencias, entrevistas y charlas.
Pero una vez cumplidas mis obligaciones, dedico el tiempo restante a
divertirme, a explorar, a disfrutar. Aprendí una valiosa lección.
Un amigo mío, próspero
constructor, se ha preparado un programa de trabajo, de manera que trabaja una
semana y descansa otra. Él le llama el plan de «trabajar una semana, descansar
una semana». En realidad, y si contamos los fines de semana, trabaja cinco días
y descansa nueve. Auténtico sibaritismo, ¿no? Sin embargo, déjenme que les diga
una cosa: Durante esos cinco días, trabaja a tope; trabaja en cuerpo y alma. Es
increíble el remolino de actividad que crea a su alrededor. Levanta una
auténtica polvareda mientras trata hora tras hora con arquitectos, contables,
secretarios y capataces. Durante esos cinco días derrocha esfuerzo. Trabaja sin
parar. Después se olvida de todo y se marcha a disfrutar con su familia.
Asombroso, ¿no es cierto?
EL CONOCIMIENTO DE SÍ
Una de las reglas importantes
para una administración creativa del tiempo es el viejo «conócete a ti mismo».
Cada uno de nosotros lleva incorporado su propio reloj biológico que marca
diariamente las crestas y los valles de nuestra productividad. Averigüe cuáles
son sus momentos de mayor energía. Si es más activo por la mañana, aproveche
esa cualidad programando los grandes proyectos para los primeros momentos del
día. Por ejemplo, si su empleo consiste en convencer a la gente, arrégleselas
para con-cenar las entrevistas para después del desayuno.
Pero si le ocurre lo contrario, y
es incapaz de recordar su nombre hasta el mediodía, deje sus asuntos más serios
para la tarde o la noche.
A continuación, analice su forma
de ser y sus costumbres. Por ejemplo, si es incapaz de llevar mejor la
contabilidad y hacer balances mensuales y todavía no lo ha realizado, acéptelo
tal cual es, y contrate a una persona que le ayude. Porque probablemente, no va
a cambiar su forma de ser.
Sus debilidades no tienen por qué
perjudicarle, siempre que aprenda a delegar responsabilidades. Esto también
puede incluir-se dentro de la administración creativa del tiempo.
Hace unos años mis empleados
llegaron a la conclusión de que yo era un mal mensajero. Como viajaba
constantemente, a menudo me pedían que entregase ciertos documentos a personas
de las ciudades a las que iba. «Déjenlo de mi cuenta», respondía yo medio
distraído, metiendo los papeles en el bolsillo de la chaqueta. Los empleados de
la lavandería, al revisar los bolsillos de la ropa, son los que finalmente
encuentran esos documentos que nunca fueron entregados.
Posteriormente, mis empleados me
trataban como a un niño de cinco años. En cierta ocasión me dijeron: «Este
documento debe llegar a Nueva York. ¿Está seguro de que podrá entregarlo?» Y yo
les respondí: «Desde luego; pueden contar conmigo. No soy ningún mentecato.» Ni
que decir tiene que el documento fue a Nueva York y volvió conmigo en el
maletín.
De manera que se corrió la voz.
Los empleados nuevos reciben la consigna de boca de los veteranos: «No le des
ningún encargo al presidente. Para algunas cosas es bastante bueno, pero como
mensajero es un desastre. Búscate a otro que te haga el recado.»
Y eso es lo que yo pienso. No es
ninguna vergüenza admitir sinceramente que no eres el mejor en todo, siempre
que seas lo bastante astuto como para evitar que tus flaquezas te impidan
alcanzar tus objetivos. Ciertamente, el conocerse uno mismo es un aspecto
crucial para administrar bien el tiempo.
EL TELÉFONO
Nos hemos acostumbrado a
considerar el teléfono como algo imprescindible y siempre disponible en
nuestras vidas. Es un aparato tan corriente hoy en día que, además de estar
presente en cualquier casa lo ponemos en cada habitación, y dentro de poco
todos los coches tendrán también
teléfono. A pesar de todo, poca gente se ha preocupado en analizar la forma de
emplearlo para obtener la máxima eficacia. Y aunque debemos reconocer su
potencial eficacia, el teléfono se ha convertido en el mejor sistema para
hacernos perder tiempo en la vida.
Ya lo ve; así como el teléfono
representa una herramienta de gran utilidad para usted, lo es también para los
demás. De la misma manera que le permite comunicar con otras personas en
segundos, ellos también pueden ponerse en contacto con usted al instante. Esta
característica le hace capaz de sembrar el caos en sus planes o quehaceres
diarios.
Por lo tanto, asegúrese de que el
teléfono esté, en primer lugar, al servicio de sus necesidades. Establezca un
control para conseguir que sólo comuniquen con usted los que usted quiera y
cuándo usted lo desee. Si tiene la suerte de disponer de una secretaria
instrúyala adecuadamente para que filtre las llamadas y le pase sólo las que le
interesan. También puede emplear un contestador automático que le permita
responder sólo a las llamadas que le interesan.
Recuerde que el teléfono también
proporciona a los demás un medio de interferir en su tiempo, incluso cuando
está en casa. Eso significa que, si no toma medidas precautorias, cualquiera
podría entrometerse en su vida familiar y en sus ratos libres. No lo permita.
Busque una fórmula para evitar tener que responder al teléfono cuando está con
sus amigos o familiares, divirtiéndose, o atendiendo sus compromisos sociales.
Puede poner a alguien que se encargue de contestar, o también conectar un
con-testador automático, o simplemente desconectar el teléfono. Su familia y
sus amigos son demasiado importantes como para consentir que el impertinente
repiqueteo del teléfono reduzca el tiempo reservado para ellos.
Además de mantener el control
sobre las llamadas que recibe, hay una forma muy simple de realizar con más
eficacia las que usted deba hacer: usar una agenda. Todos perdemos tiempo y
dinero en cantidad de conversaciones telefónicas mal preparadas. Seguramente le
ha tocado más de una vez decir: «Vamos a ver, había algo más que tenía que
tratar contigo, pero en este momento no recuerdo lo que era. Te llamaré más
tarde.» A todos nos ha ocurrido una u otra vez. Supone una gran pérdida de
tiempo, y da una imagen de poca profesionalidad.
¿La solución? Antes de cada
llamada escriba en un papel los puntos principales que desea tratar. De esta manera,
todas las conversaciones serán más cortas, más eficaces y más profesionales. Y
además, tendrá un resumen escrito de todas las llamadas efectuadas.
Si necesita hablar de nuevo sobre
los mismos asuntos, dispondrá de toda la información sobre la llamada anterior.
Por ejemplo, usted le dice a su interlocutor: «John, ¿cómo van aquellos cuatro
asuntos que tratamos el otro día?» Y si John no recuerda los cuatro puntos, le
bastará con repetirle los temas reunidos de la conversación anterior.
ORGANIZACIÓN Y AHORRO DE TIEMPO
Todos hacemos las cosas siguiendo
costumbres inveteradas. Sin embargo, la rutina se puede convertir en un
auténtico lujo si queremos aprovechar nuestro tiempo con mayor eficiencia. De
manera que preocúpese por analizar sus procedimientos y sistemas de trabajo.
¿Está actualizado su sistema de archivos? ¿Lleva la contabilidad al día, con
medios modernos? Hoy día disponemos de medios muy eficaces para aumentar la
productividad gracias a los dispositivos electrónicos. En estos tiempos existen
tremendas posibilidades para procesar gran cantidad de información de una
manera rápida. A usted también le conviene aprovechar-se de ellas.
En mi despacho tengo un ordenador
que puede hacer cosas asombrosas y me ahorra gran cantidad de tiempo. También
llevo una máquina portátil para utilizarla cuando viajo. Una vez introducida la
información me basta con transferirla por medio de un módem al ordenador
principal. Eso me permite ganar mucho tiempo.
También es verdad que estos
aparatitos pueden ser causa de mayores pérdidas de tiempo. Millones de personas
compran ordenadores sólo para contrastar y controlar sus talonarios de cheques,
o conservar números de teléfono. Es como coger el coche para visitar al vecino
de enfrente. De manera que preocúpese en analizar con cuidado el empleo que da
a esas nuevas herramientas electrónicas. Y si su negocio es más complicado,
busque un experto que le ayude. Recuerde que no le hace falta ser el mejor en
todo, si consigue que otros suplan sus puntos débiles.
HACER LAS PREGUNTAS ADECUADAS
Cuando se debe dirigir y
controlar a muchas personas, uno de los mejores métodos para ganar tiempo es
preguntar; para ser más exactos, hacer las preguntas adecuadas. La psicología
de la conducta nos explica que todas las cosas son resultado de otras
anteriores. Y cuando surge un problema, normalmente significa que existe otro
problema quizá más importante pero que permanece oculto.
La mejor forma de llegar al fondo
de la cuestión es hacer preguntas sobre ella, en lugar de sacar conclusiones al
primer indicio.
Si María no consigue un buen
nivel de ventas, podríamos tomar una decisión: «Bien, María debe hacer unos
cursillos de ventas.» Pero también podríamos preguntar al jefe de su
departamento: «¿Cuál es el motivo de que María no venda bien?» Su jefe nos
podría contestar: «Es que hace pocas visitas.» De manera que profundizamos más
el tema: «¿Y por qué hace tan pocas visitas?» Y entonces nos contesta su jefe:
«Porque empieza a trabajar demasiado tarde.» Podríamos detenemos aquí e
intentar motivar a María para que empiece a trabajar más temprano. Sin embargo,
vamos a hacer una pregunta más: «¿Y por qué no sale a trabajar más temprano?»
Ahora seguramente hemos llegado al fondo de la cuestión. Es posible que María
tenga un problema de tipo personal. Quizá no sean sus cualidades de vendedora
lo que debamos mejorar.
Normalmente las verdaderas causas
de los problemas importantes son bastante profundas. Perfeccionando su
habilidad para hacer las preguntas adecuadas, conseguirá llegar a la raíz del
problema más rápidamente y podrá ahorrarse una gran cantidad de tiempo.
CUATRO FORMAS DE PENSAR SOBRE EL
PAPEL
Una de las mejores herramientas
para administrar bien el tiempo se basa en nuestra capacidad de plasmar las
ideas sobre el papel. Construir una empresa próspera es como construir una
casa. Es preciso visualizar las ideas, pasarlas a papel y ejecutarlas. En mi
empresa utilizamos un dicho: actúe basándose en documentos, no en ideas.
Para construir un día también se
necesita pensar sobre el papel. Apenas le queda tiempo a la persona que, al
levantarse por la mañana, se pregunta: «Vamos a ver. ¿Qué voy a hacer hoy?» Ya
es demasiado «tarde». Lo mejor que esa persona puede hacer es aprovechar el día
para planificar la tarea del día siguiente, o de la próxima semana, o del
próximo mes.
Plasmar las ideas sobre el papel
es un proceso creativo. Requiere mucho más esfuerzo que la simple confección de
una lista de propósitos o tareas a realizar. Existen cuatro métodos básicos
esenciales que se pueden emplear para planificar la vida.
EL DIARIO
En mis conferencias y cursillos
intensivos suelo dedicar bastante tiempo a promover la costumbre de llevar un
diario. Y lo hago convencido de que es una valiosa herramienta para los que
desean estudiar seriamente la forma de triunfar en la vida.
Un diario es el centro de
recogida de toda la información y conocimiento que se pone a su alcance. Las
ideas geniales pueden surgir en cualquier momento. Quizá se le ocurra asistir a
una charla particularmente significativa. O leyendo, enterarse de unos datos
que le pueden ser útiles. Incluso puede venirle a la cabeza una gran idea
mientras conduce su coche.
La cuestión es: no permita que se
le escapen las buenas ideas. Una buena idea puede cambiar toda su vida, si
consigue aprehenderla bien. Lleve siempre el diario consigo, vaya donde vaya.
EL CUADERNO DE PROYECTOS
Usted es ambicioso, está muy
ocupado, tiene en marcha varios proyectos, y debe tratar con muchas personas.
La gente ocupada como usted, se siente a veces como los malabaristas que deben
conseguir que todos los platillos giren a la vez. No es nada fácil.
Una de las mejores formas de
mantener el control consiste en llevar un cuaderno de proyectos; un cuaderno de
anillas con clasificadores bastará. Si mantiene contacto con varias personas,
reserve una sección para cada una. En la hoja de cada persona apunte toda la
información pertinente respecto a ella. Anote los estudios, experiencias,
trabajos de cada una, sus objetivos, capacidad y necesidades, así como
cualquier otro dato que considere de relevancia. En su condición de gerente de
una empresa necesitará también datos sobre cifras de ventas, gráficos y
cálculos de productividad y rendimientos. De esa manera, en caso de que le haga
falta tener una valoración sobre la marcha de la empresa, dispondrá de una
información concreta y útil.
Por otra parte, y dependiendo de
su particular negocio o profesión, le interesará tener un fichero con datos de
cada sección o departamento. O bien puede clasificar los conceptos en función
de cada proyecto o departamento; debe encontrar la mejor forma de seleccionar
los datos significativos. La clave de todo está en centralizar toda la
información a fin de localizarla con facilidad y evitar pérdidas de tiempo
buscando los datos en incontables archivos ya olvidados.
Esta idea del cuaderno de
proyectos puede servirle también para sus asuntos personales.
Por ejemplo, puede abrir un
separador para cada uno de sus hijos. ¿Le parece demasiado llevar un archivo
con información sobre sus hijos? Entonces, déjeme que le haga las siguientes
preguntas: ¿Recuerda sus últimas notas y evaluaciones escolares? En caso
afirmativo, ¿observó alguna diferencia con relación a las anteriores? ¿Recuerda
cuál fue aquel acontecimiento al que le pidió que asistiese? ¿Lo tenía escrito?
¿Se acuerda de la última conversación seria que mantuvo cara a cara con su
hijo? ¿Qué es lo que verdaderamente le interesaba a su hijo?
Los niños recuerdan todas las
conversaciones que mantienen con sus padres. Por desgracia, los padres estamos
siempre ocupados y rara vez les prestamos atención.
Reservar una sección del cuaderno
para cada uno de sus hijos, le ayudará a recordar los aspectos más esenciales y
necesarios.
Naturalmente, sus asuntos
financieros personales se beneficiarán también con este sistema, permitiéndole
abarcar con una mirada todas sus inversiones, pólizas de seguro, etc.
Ahora bien, para seguir igual que
hasta ahora no le hacen falta, ni diarios, ni cuadernos de proyectos. ¿Verdad?
Ciertamente si lo que desea es seguir igual, todo eso le sobra. Pero para los
que se quieren embarcar hacia la riqueza y la felicidad, estas técnicas pueden
acelerar el progreso de una manera increíble.
LA AGENDA
Otra forma de organizar sus ideas
y pensamientos sobre el papel es usar una agenda. Cuando digo una agenda no me
refiero a ésas que justo dejan un pequeño espacio para anotar la fecha de una
entrevista. La clase de agenda que a mí me gusta es la que tiene una página
para cada día. Esta agenda será el soporte sólido de todas sus entrevistas y
programas. Pero es algo más 4ue eso. En ella encontrará sitio para anotar los
gastos del negocio, los resultados de las reuniones, conversaciones telefónicas
y la lista de lo que debe hacer cada día.
La agenda se puede emplear como
centro de recogida de los puntos fundamentales de cada día o semana, que desea
pasar a su diario o a su cuaderno de proyectos. Considérela como el archivo
central desde el que va a valorar y procesar toda su información diaria,
semanal, mensual e incluso anual.
EL PLAN DE JUEGO
Un plan de juego puede suponer
una enorme diferencia respecto a la forma en que se desarrolle el juego de su
vida. El término «plan de juego» puede sonar un poco extravagante, porque a
pesar de que parece comprensible la importancia de marcar una estrategia para
el fútbol, pocos creemos en la necesidad de establecer un plan de actuación en
nuestra vida.
Ésta es la primera y más
importante regla para el plan de actuación de su vida: no empiece el día hasta
que no lo haya planeado. Como cada día es un precioso mosaico en su continua
estrategia por alcanzar la riqueza y la felicidad, no empiece sin haberlo
planificado completamente. Y hágalo así todos los días. Si, ya lo sé, todo este
esfuerzo de escribir puede llegar a cansar. Pero recuerde que la riqueza, la
capacidad, son los fructíferos resultados del esfuerzo, no de la esperanza.
Una vez dominado el arte de
planificar sus días (cada día), está ya preparado para acceder al siguiente
nivel hacia el éxito. La clave es: no empiece la semana hasta que la haya
planeado.
Planifique su semana antes de
iniciarla. imagínese lo que sería de su vida si llegase el domingo a la noche y
se empezase a preguntar: «¿Qué es lo que quiero hacer esta semana?» Sí, ya lo
sé, es forzar un poco las cosas; pero si aprende a planificar sus días como una
parte de su plan de juego general para la semana, todos los elementos encajarán
mejor. Y el resultado será que cada día podrá planificarlo con una mayor
eficacia.
Una vez que sea capaz de
planificar la semana, podrá planificar su vida mes a mes. Por tanto, la
siguiente clave es: no empiece un mes hasta haberlo planeado.
Siguiendo esta regla, sus semanas
y sus días se convierten en secciones de un esquema más amplio. Desarrollará
una visión a largo plazo de su vida, porque usted la establecerá y aprenderá a
coordinar sus objetivos diarios, mensuales o semanales con sus objetivos a tres
meses, semestrales, o anuales.
Esto exigirá una gran disciplina
por su parte. Pero cuando lo consiga le considerarán un experto, un «maestro».
Es posible que resulte dura la carrera hasta el dominio del tiempo, pero estoy
seguro que disfrutará de la perspectiva que desde allí se divisa, le agradará
la experiencia, y le alegrará la compañía de otros expertos como usted.
Cómo preparar un plan de juego
Hay dos aspectos que debe
comprender bien en relación con la elaboración de planes de juego. En primer
lugar, el plan de juego es como una hoja de cálculo, que en lugar de
desarrollarse con números, lo hace con listas de actividades. En segundo lugar,
la técnica del plan de juego se puede emplear para definir un único proyecto, y
también para varios proyectos concurrentes.
Ésta es la forma de hacerlo: En
una hoja de papel cuadriculado se marcan tantas columnas como días debe cubrir
el plan. En la parte izquierda de la hoja escriba un encabezado llamado
«actividades». Bajo ese encabezado anote todas las actividades que deben
realizarse durante ese periodo de tiempo.
Por ejemplo, supongamos que está
preparando el lanzamiento de una campaña publicitaria para un nuevo producto.
Para cada una de las actividades necesarias (conferencias sobre ventas, soporte
publicitario, embalaje, estudios de mercado) determine el momento límite, antes
del cual deben estar terminadas y señálelo con un punto sobre la hoja. A
continuación calcule los días que costará realizar cada tarea y márquelos con
una línea hacia la izquierda a partir del punto límite. El resultado final será
una clara visualización de todas las tareas a las que deberá enfrentarse.
La elaboración de un plan de
juego puede resultar frustrante. Es posible que tenga que tirar a la papelera
más de uno antes de conseguir el idóneo. Pero es frustrante sólo si le es
difícil establecer el orden de prioridad entre los diferentes proyectos. Sin
embargo, cuando consiga encajar todo el plan de juego se sentirá enormemente
satisfecho. Conserve su plan de juego donde pueda verlo. Coloque en la pared de
su oficina, o llévelo en su cuaderno de proyectos. Le servirá como recordatorio
continuo de las tareas que tiene entre manos.
Los planes de juego son
apasionantes y penosos a la vez. Son penosos porque insisten en recordarle a
uno que debe continuar con sus planes. También son desagradables cuando uno
comprueba que va retrasado con el programa. Pero también son apasionantes
porque se siente la magia de los sueños y planes que se van haciendo realidad.
Esta sensación proporciona una inmensa alegría y recompensa. Es el placer que
siente un gran pintor al contemplar la obra terminada. Es la increíble
sensación de saber que se domina lo que se está haciendo.
Un día bien definido, con un
principio y un final, con un propósito y un contenido, con un color y un
carácter, con un sentimiento y una textura, destaca entre todos los demás días
y su recuerdo se convierte en un valioso tesoro. Y a medida que un día bien
definido desemboca en otro, resulta una vida que es una obra maestra con un
gran saldo positivo de experiencia y espiritualidad. Porque, tal como alguien
dijo en cierta ocasión: «Los alados mensajeros se acercan a medianoche y
recogen todas estas piezas para llevarlas a donde se guarda el mosaico». Y
seguramente, cuando llega el momento adecuado, uno de los mensajeros susurra al
otro: «Espera hasta que veas esta pieza»
SEXTA ESTRATEGIA
RODÉESE DE TRIUNFADORES
Capítulo 9. EL PRINCIPIO DE
ASOCIACIÓN
Uno de los principales factores
que van a moldear la persona que desea triunfar es un concepto muchas veces mal
entendido y mal interpretado. Se trata de la asociación con otra: personas, es
decir, de las personas que introduce en su vida. ¿Alguna vez ha caído en la
cuenta de cómo los otros van moldeando su vida? Ni se me había ocurrido esa
idea, hasta que Mr. Shoaff me dijo: «Jim, nunca subestimes el poder de la
influencia.»
Desde luego, tenía, toda la
razón. La influencia de los que nos rodean en la vida es tan poderosa, tan
sutil, y se ejerce de una manera tan gradual, que a menudo ni nos damos cuenta
de cómo nos afecta.
Reflexione sobre esto. Si vive
entre personas que gastan todo lo que ganan, tiene muchas probabilidades de
convertirse en un derrochador. Si sus amigos y conocidos van más a ver combates
de lucha libre que a oír conciertos, lo normal es que usted también acabe como
ellos pasando las veladas en los estadios; tal es el poder del ejemplo y la
persuasión de los compañeros.
Pero el efecto es más profundo.
Si anda entre gente que considera normal y corriente hacer trampas, engañar y
timar, es muy posible que le persuadan a usted también para actuar a su manera.
Algunas personas intentarán avisarle, pero será inútil, y al cabo de veinte
años de rodar pendiente abajo se despertará preguntándose a sí mismo: ¿Cómo he
podido llegar a esta situación?
Y no será un momento agradable...
Para evitar el derroche de tiempo
entre malas compañías, es preciso se haga estas tres preguntas básicas:
1. ¿Con quién paso el tiempo?
2. ¿De qué forma me afecta su compañía?
3. ¿Es buena para mí esa asociación o la compañía de esas
personas?
No eluda hacerse esas preguntas.
Observe y analice el tiempo que pasa con sus principales compañeros. ¿Es
positivo y constructivo para usted, o es negativo y le perjudica?
¿No está muy seguro? Entonces
piense en los siguientes aspectos:
·
¿Qué es lo que le obligan o le inclinan a hacer?
·
¿Qué es lo que le hacen escuchar?
·
¿Qué es lo que le inducen a leer?
·
¿A dónde le llevan o a dónde le hacen ir?
·
¿De qué forma le hacen pensar?
·
¿Qué conversaciones suelen tener, o de qué le
hacen hablar?
·
¿Cuáles son los sentimientos que despiertan en
usted?
·
¿Qué le inducen a decir?
Finalmente, después de haber
reflexionado seriamente sobre estas cuestiones, plantéese la última pregunta:
¿Mis actuales compañías o socios me ayudan a avanzar en la dirección elegida al
plantearme mis objetivos? Si tiene la fortuna de poder dar una respuesta
afirmativa, le felicito. Pero si la respuesta no es afirmativa, ha llegado el
momento inaplazable de que realice una valoración a fondo de su relación con
los jugadores clave de su vida.
Es muy sencillo evitar
plantearnos el efecto de la influencia de otros en nuestra vida. Puede decir
tranquilamente: «Yo vivo aquí, pero no importa; vivo entre estas personas, pero
no me molestan, ni me afectan». Bueno; está equivocado. ¡Todo importa, todo le
afecta! La siguiente es una frase que conviene recordar:
Todo importa.
Este libro es distinto de los
demás porque trata sobre la realidad de las cosas, no sobre pensamientos o
ideas voluntariosas. De hecho, uno de los principales propósitos de este libro
es conseguir que se haga el siguiente planteamiento: «Se acabaron los días de
engañarme a mi mismo. Quiero y necesito saber exactamente en qué me he
convertido y qué es lo que quiero llegar a ser. Necesito saber cuál es mi
capacidad, cuáles son mis puntos fuertes y débiles, y qué factores me influyen,
qué es lo que tiene poder para dominarme, y de qué manera he consentido que
afecten a mi vida».
De manera que analícelo una vez,
y vuelva a analizarlo. Todo lo que tiene valor merece un segundo examen,
especialmente si está relacionado con esos poderes que le dominan e influyen en
su vida.
Quizá haya oído alguna vez el
cuento de la pequeña golondrina...
En cierta ocasión, una golondrina
lloraba amargamente mientras se tapaba un ojo con una de sus alas. Una lechuza
pasaba volando y al verla le preguntó: «¿Qué te pasa, pajarito?» La golondrina
retiró el ala y dejó al descubierto una horrible herida en el lugar donde antes
tenía el ojo. «Ahora lo comprendo», ululó la lechuza parpadeando «lloras porque
el cuervo te ha picado en un ojo.» «No», le replicó la golondrina tristemente,
«no lloro porque me haya picado el cuervo; lloro por haber permitido que me picara.»
¿Alguien le está picando a usted
también y le quita o distorsiona la visión de las cosas? ¿Alguien le está
cegando para impedirle vislumbrar y alcanzar sus ilusiones? Es muy fácil
permitir que las influencias vayan moldeando nuestra vida, especialmente las
influencias negativas. Es muy sencillo dejar que los socios marquen nuestro
rumbo, permitir que su persuasión nos confunda y abandonarnos a la marea que
nos lleva, para acabar al fin moldeados por las presiones exteriores. Pero,
ahora debe preguntarse: ¿Es eso lo que quiero?
¿Está alcanzando, consiguiendo, o
adquiriendo lo que quiere? ¿Se está convirtiendo en la persona que desea ser? O
bien, ¿está permitiendo que otros le roben sus ilusiones?
RUPTURA DE RELACIONES
Si después de analizar sus
actuales relaciones personales o de negocios descubre cizaña en el jardín de
sus compañías, debe hacer lo siguiente:
Para empezar, sepárese de las
personas que le afectan negativamente y perjudican su bienestar. Admito que
puede ser una decisión muy dura, sobre todo si se trata de un miembro de su
familia. Pero si existe alguien que encuentra gran placer en entrometerse y
destruir sus ilusiones, objetivos, o creencias, aléjese de su influencia.
Recuerde que de esta elección depende que salve sus objetivos y su calidad de
vida.
Desde luego, la vida no es tan
simple. A veces tenemos que compartir nuestro tiempo con personas desagradables
—compañeros de trabajo, socios de negocio, etc.—. En estos casos, en los que no
puede separarse por completo, intente limitar sus relaciones a lo
imprescindible.
También se dan otras situaciones
donde una relación superficialmente agradable puede ocasionar efectos negativos
a largo plazo en su vida. Si todas las semanas tiene por costumbre salir un par
de noches a beber con sus amigos, es posible que su vida se vaya desviando
peligrosamente hasta desequilibrarse. Las consecuencias las notará dentro de
cinco, diez, veinte años, y pueden ser lamentables.
Es fácil mantenerse en la
mediocridad. Lo único que hace falta es pasar el mayor tiempo posible
dedicándose a pequeñeces con personas de rango inferior. Los hombres
inteligentes sopesan bien todas sus acciones. Saben lo que es importante y lo
que es secundario, y pocas veces se confunden al valorar las cosas.
Es cierto que las personas inteligentes
tienen también amigos ocasionales. Pero, en vez de pasar con ellos mucho
tiempo, sólo comparten momentos relajados e irrelevantes y ésa es la gran
diferencia. No desperdician su tiempo en amistades superficiales o con amigos
«graciosos».
Se trata de su vida. Puede pasar
el tiempo con quien quiera y como quiera. Pero no creo que se gastó un dinero
en la compra de este libro por simple capricho. Debe revisar y analizar sus
valores y prioridades, y hacer una valoración sobre ellas, incluyendo sus
relaciones personales, profesionales y mercantiles. Su tiempo en este mundo es
demasiado corto como para no administrarlo racionalmente.
AMPLIACIÓN DE RELACIONES
Comentado el tema de la ruptura
de relaciones, vamos a considerar otro tema más agradable: la ampliación del
círculo de relaciones. La norma para aumentar las relaciones es la siguiente:
pase más tiempo con las personas idóneas. ¿Y quiénes son esas personas idóneas?
Dependerá de sus metas y objetivos. Pero normalmente, busque a personas de empuje
y cultura, gente que dedica cierto tiempo para reflexionar sobre el significado
de la vida, y que consiguen realizar grandes obras a base de disciplina y
perseverancia.
Eso es lo que me aconsejó Mr.
Shoaff al poco tiempo de conocernos. «Si verdaderamente quieres triunfar», me
dijo, «debes rodearte de la gente adecuada». Y luego con un gesto irónico
añadió: «Desde luego, en tu situación actual te harán falta todas tus ideas y
estratagemas para conseguirlo». Y así fue. Tuve que movilizar todos mis
recursos para conseguir rodearme de la gente que me convenía.
En aquellos primeros días, cuando
una gestión comercial me exigía hacer una visita al cliente, solía aparcar mi
destartalado y estruendoso automóvil un par de manzanas más adelante. Y cuando
alguien me preguntaba: «A propósito, ¿cómo has venido?», yo respondía: «Me ha
traído un amigo». Naturalmente, el amigo era yo trayéndome a mí mismo en mi ruidoso
vehículo.
Realmente, no es tan difícil
relacionarse con personas que triunfan. Empiece actuando en su barrio o ciudad.
Una amiga mía puso en marcha una red comercial. Entonces, se tuvo que asociar a
la cámara de comercio de la ciudad, demostró su eficiencia en algunos comités,
y antes de que se diera cuenta se encontró con que le invitaba a jugar al tenis
la gente más influyente de la ciudad. Ya lo ve; no es tan arduo establecer
nuevas relaciones.
También es conveniente, como ya
dijimos en un capítulo anterior, invertir dinero en satisfacer el apetito de un
millonario. Invite a comer a un hombre muy rico. Es incalculable lo que se
puede aprender en una o dos horas de conversación centrada en la forma de hacer
dinero, y en las vicisitudes de amasar riqueza. Al ampliar el círculo de sus
amistades, no pierda de vista las prioridades que ha establecido en su vida. Es
lo que se llama relaciones interesadas.
Por ejemplo, busque a una persona
que está triunfando, para que le ayude a desarrollar su plan para triunfar;
busque a personas sanas y dinámicas para que le animen a comenzar un plan de
ejercicios físicos y nutrición adecuada; busque a alguien que sepa vivir bien,
para que le enseñe los secretos de la vida sibarita y gratificante. Y no sienta
vergüenza por cultivar la amistad de estas personas. A la mayoría de la gente
próspera le encanta compartir sus conocimientos con otros. (Probablemente sea
ése uno de los motivos de que triunfen.)
Las personas que triunfan buscan
la amistad de la gente que admiran. Comprenden que una relación adecuada les
puede proporcionar inspiración y conocimientos. Yo no soy una excepción a esta
regla. Tengo una relación de ese tipo con una persona y me gusta pasar con ella
el mayor tiempo posible. Mi amigo es un gran aficionado a la caza mayor,
millonario, viajero, y próspero empresario. También es uno de los mejores
pensadores y filósofos de nuestro tiempo. Este amigo posee muchas cualidades, y
gran capacidad para muchas cosas, pero hay dos facetas suyas que son realmente
increíbles...
En primer lugar, tiene la
capacidad de asimilar los sucesos diarios con minuciosidad. Creo que es capaz
de recordar todos los días de su vida adulta. No se le ha olvidado ningún libro
de todos los que ha leído. Parece que goza de la capacidad de retener todos los
hechos de los que tiene noticia. Si me diesen a elegir entre viajar a un país
extranjero, o dejar que mi amigo lo visitase para luego contarme sus
impresiones, creo que elegiría la segunda opción. ¿Por qué? Porque él tiene la
capacidad de no omitir nada importante. Absorbe los acontecimientos como una
esponja.
Su segundo talento es la
capacidad de expresión. Cuando vuelve de viaje, describe con vivo detalle los
sonidos y colores del país, las costumbres y preocupaciones de sus gentes, los
pequeños sucesos y los grandes acontecimientos de su viaje. Tiene la capacidad
de traducir en vibrantes y apasionadas palabras todo lo que ha visto, palpado,
o sentido. Empieza a relatar su viaje y los que le escuchan se estremecen ante
el estruendo de la catarata, el frío helado de los vientos del norte, los
colores y aromas de las ciudades y del campo. Conocerle representa el mayor
privilegio y recompensa para sus amigos. ¿Cómo podría valorar una relación tan
especial? No lo sé, pero puedo asegurar que su amistad me ha permitido ampliar
y mejorar, multiplicándolos, mis conocimientos, aptitudes, percepción, espíritu
emprendedor y mi corma de vivir.
¿Dónde celebrará su ágape
intelectual? Desgraciado del hombre que tiene su restaurante favorito, pero no
un pensador preferido. Esa persona cuida su cuerpo, pero no su mente ni su
espíritu.
Hoy, gracias a Gutenberg, Marconi
y otros pioneros en el campo del arte de conservar información, podemos
mantener relaciones a través de los mares y a lo largo de los siglos. Quizá no
pueda saludar a la persona, pero leerá sus palabras y escuchará su voz en una
grabación. Churchill, Aristóteles y Lincoln ya no viven, pero sus palabras
todavía pueden inspirar, instruir o causar admiración.
Las relaciones, la asociación, es
una de las siete estrategias para alcanzar la riqueza y felicidad. Destierre de
su vida la cizaña de las malas compañías. Y en su lugar cultive las semillas de
la influencia constructiva. ¡Le parecerá increíble la cosecha que recogerá!
SÉPTIMA ESTRATEGIA
APRENDA EL ARTE DE VIVIR BIEN
Capítulo 10. EL SENDERO HACIA UNA
VIDA MÁS RICA
En su papel de maestro, Mr.
Shoaff buscaba continuamente nuevos retos para mí. En cuanto conseguía aplicar
sus ideas en un campo, me presentaba inmediatamente otro principio nuevo de
fundamental importancia.
Cuando comencé a abrirme camino
en el mercado y a ganar más dinero, me dijo: «Jim, no aprendas sólo a ganar
dinero; aprende también a vivir.»
Yo no entendí lo que quería
decir. La verdad es que tampoco estaba prestándole mucha atención. «Aquí estoy
yo», pensaba intentando concentrarme, «trabajando mucho, esforzándome por
alcanzar mis objetivos y triunfar. ¿Qué querrá decirme? ¿En qué estoy fallando?
¿Qué más debo hacer? ¿Todavía me falta algo?»
Adivinando mis pensamientos, Mr.
Shoaff sonrió y me dijo:
«Jim, hay mucha gente que vive
rodeada de cosas maravillosas, y sin embargo no se siente feliz; otros han
acumulado grandes sumas de dinero, pero son pobres de espíritu y no encuentran
satisfacción en su vida. Quiero que aprendas el arte de proyectar tu propia
forma de vida, el arte de vivir y disfrutar de la vida.»
«Bueno», le respondí, «ya lo
pensaré cuando tenga realmente mucho dinero. Por el momento, me conformo con
aprender a ganarlo, ¿no te parece?»
«No, Jim», me replicó moviendo la
cabeza, «el arte de disfrutar de la vida se aprende mucho mejor cuando se tiene
poco dinero. En realidad se debe empezar cuando se tiene medio dólar. »
«¿Medio dólar?», exclamé. «¿Cómo
se puede proyectar una nueva forma de vida con medio dólar?»
Mr. Shoaff sonrió divertido. Como
consumado vendedor, sabía que por fin había conseguido captar toda mi atención.
«Imagínate que un limpiabotas está lustrando tus zapatos, y lo hace muy bien.
En realidad está dando a tus zapatos el lustre más brillante del mundo. Al ir a
pagarle te pones a pensar la propina que vas a darle. ¿Le daré medio dólar, o
un cuarto de dólar? Si se te ocurren dos cifras, da siempre la mayor;
conviértete en un hombre que da propinas de medio dólar.»
«Me he debido perder algún
razonamiento», pensé. Y perplejo, le pregunté: «Pero, ¿qué diferencia puede
haber entre un cuarto de dólar y medio dólar de propina?»
«La diferencia es fundamental. Si
decides darle sólo un cuarto de propina, te afectará durante todo el día.
Comenzarás a sentirte culpable, inseguro. Y en algún momento del día mirarás
tus brillantes zapatos y te dirás: verdaderamente soy un pobre hombre. ¡Sólo un
cuarto de dólar por un brillo como éste!»
«Por el contrario», continuó Mr.
Shoaff, «si le das medio dólar, te sentirás generoso y confiado durante toda la
jornada. No te imaginas el cambio de mentalidad que puede producir un cuarto de
dólar.»
Años más tarde, en Detroit, se me
acercó un hombre después de acabada mi conferencia y me dijo: «Mr. Rohn, usted
me ha animado hoy con su charla sobre la actitud del cuarto de dólar. He
decidido cambiar toda mi vida. Algún día oirá hablar de mí.» Y se marchó.
Unos meses más tarde y cuando
estaba dando unos cursillos en Detroit de nuevo, aquel, hombre se acercó a la
tarima y con una gran sonrisa de satisfacción me dijo: «¿Se acuerda de mí?»
«Claro que me acuerdo», le
respondí. «Usted es el hombre que iba a cambiar su vida para siempre.»
El hombre asintió con la cabeza y
me dijo: «Tengo que contarle algo. Después de su anterior conferencia empecé a
pensar la manera de cambiar mi vida y decidí hacerlo primero con mi familia.
Tengo dos hijas adolescentes, las mejores hijas que uno puede desear. Nunca me
han causado ningún problema. Sin embargo, siempre las había tratado con
severidad. Una de sus mayores aficiones es acudir a conciertos de rock para
presenciar la actuación de sus cantantes preferidos. Pero, antes, yo siempre
les fastidiaba la diversión. Venían a pedirme permiso y yo les contestaba: “No.
No quiero que vayáis a esos conciertos. La música es demasiado ruidosa y os
estropeará los oídos. Además, la gente que va a esos conciertos no es la más
adecuada para vosotras.”
Y siempre ocurría lo mismo. Me lo
rogaban: “Por favor, papá, queremos ir. Somos buenas hijas, nos portamos
siempre bien. Por favor, déjanos ir.”
Después de mucho rogar y
suplicarme les daba el dinero mostrando todo mi disgusto y diciendo: “Bueno, sí
os vais a poner así...”
Y entonces es cuando decidí
introducir algunos cambios en mi vida. Hice lo siguiente: estaba anunciada la
actuación de uno de los grupos rockeros favoritos de mis hijas, y sin decir
nada a nadie fui a la taquilla y yo mismo compré las entradas.
Cuando llegué a casa les di los
billetes envueltos en un sobre y les dije: “Aquí tenéis unas entradas para el
próximo concierto de rock. Ya sé que es uno de vuestros conjuntos preferidos.”
Jim —continuó el hombre con
lágrimas de emoción en sus ojos— tenías que haber visto su cara de asombro. Les
dije que ya no les haría falta pedir y suplicarme permiso. ¡Me abrazaron como
locas! Luego les hice prometer que no abrirían el sobre hasta la hora del
concierto.
¿Y sabes cuál era el motivo? Les
había conseguido las mejores entradas, en la zona centro de la fila diez.
Estuve toda la tarde más contento casi que ellas, imaginándome su sorpresa y
alegría.
Pero mi verdadera recompensa la
recibí cuando llegaron a casa. Una de ellas se echó en mis brazos y la otra me
ciñó el cuello con toda su alegría mientras me decían: Papá, eres maravilloso.
¡Sencilla y maravillosa historia!
¡Y qué ejemplo tan aleccionador de cómo es posible, con sólo un pequeño cambio
de actitud, transformar toda nuestra forma de vivir! Es sólo cuestión de
aprender a ser generosos de espíritu, y desarrollar y practicar una mentalidad
de medio dólar en un mundo gris y mezquino dominado por la mentalidad del
cuarto de dólar.
EL MISMO DINERO, PERO DISTINTA
FORMA DE VIVIR
La siguiente es una idea
importante: Sé feliz con lo que ahora tienes mientras persigues lo que deseas.
Todos los días de mi vida he
intentado seguir esta máxima.
Realmente no es difícil aprender
el arte de vivir bien. Incluso las personas de escasos medios económicos pueden
disfrutar de una existencia agradable y sibarita. Basta simplemente con que
ahorren el dinero de la gaseosa para comprarse una botella de buen vino. O
dejar de ir al cine unos días para acudir a una función de teatro. O ahorrar
durante todo el año a fin de tener dinero suficiente para realizar un viaje por
Europa, o comprarse una obra de arte.
No gaste todo su dinero,
asignando para cada día una cantidad fija. Ahorre parte y compre algo especial,
algo hermoso, perdurable, y valioso, o algo que le proporcione bellos recuerdos
de un momento de su vida. Recuerde lo que «el dinero de caramelos» puede
significar para una persona de pocos recursos. Y para una persona inteligente
es mucho más importante la calidad que la cantidad. Es mucho mejor un pequeño tesoro
que una casa llena de oropeles.
Una vida agradable, placentera,
supone una serie de conocimientos, valores, educación, y gusto disciplinado. Es
un arte que se practica con placer. La meditada decisión de saborear y
disfrutar de todas las experiencias y posibilidades de la vida.
Una buena vida, una vida
placentera, requiere una ampliación de los propios conocimientos y experiencia
aprovechando las enseñanzas e influencias de libros, personas, películas y
nuevos viajes y aventuras. De manera que intente siempre aprender y disfrutar
de todas las cosas y de todas las personas con las que entre en contacto.
Piense lo que puede hacer hoy
para sentirse más rico y conforme consigo mismo y con su forma de vivir; llame
por teléfono y reserve la entrada para un concierto, cómprese discos de buena
música, envíe flores a algún ser queridos escriba una nota de agradecimiento y
mándesela a su protector planee un viaje, empiece a leer una obra clásica.
¿Aún no se le ocurre nada’?
Juraría que en un radio de cien kilómetros de donde vive hay sitios donde nunca
ha estado, manjares que no ha saboreado, o posibilidad de nuevas experiencias.
A mí me ha ocurrido eso. Nací en
Idaho, donde se encuentra el Parque Nacional de Yellowstone y todavía no lo he
visitado. Increíble, ¿no? Millones de personas de todo el mundo vienen a ver
las grandes extensiones parduscas y el Old Faithful, y yo, que he nacido en
Idaho, jamás he estado allí. He estado en África, pero no en Yellowstone
¿A usted le ha pasado igual’? ¿Es
usted un neoyorkino que nunca ha estado en la Estatua de la Libertad? ¿O un
tejano que no ha visto El Álamo? ¿O un canadiense que no ha visitado nunca
Otawa? Entonces, como yo, está desperdiciando maravillosas oportunidades de
disfrutar de nuevas experiencias y enriquecer su forma de vida.
Vamos a marcarnos el objetivo de
no desperdiciar nada bueno, especialmente si se encuentra a nuestro alcance.
Requerirá un poco de iniciativa de nuestra parte pero nos espera una gran
recompensa. Todo lo que necesitamos es que una idea feliz se abra camino en
nuestra mente y nos lleve a realizar un acto agradable conscientemente. Y este
acto enlazará nuestras ilusiones con la realidad de la nueva experiencia.
A estas alturas ya debe saber que
siento un saludable respeto por la riqueza material y por su valor e
importancia en la vida. Pero el dinero puede ser estimado en exceso, a veces
incluso idolatrado. A menudo se le otorgan al dinero capacidades y poderes de
los que simplemente carece.
Recuerdo que en cierta ocasión le
dije a Mr. Shoaff: «Si tuviese más dinero podría ser feliz.» Pero él me
respondió: «El secreto de la felicidad no está en el “más”. La felicidad es un
arte que se debe estudiar y practicar. Más dinero sólo serviría para resaltar
las virtudes y defectos que ahora tienes. El “más” sólo hace que llegues a tu
destino con mayor rapidez. Si eres proclive a la infelicidad, con más dinero te
convertirás en un desgraciado de lujo. Si eres intratable, con la riqueza serás
el terror de la gente. Y si te gusta beber más de la cuenta, tener más dinero
sólo te permitirá destrozarte a ti mismo con las borracheras.
«Sin embargo, si dominas el arte
de la buena vida y de la felicidad, el tener más dinero te ayudará a alcanzar
la felicidad y aumentar tu riqueza interior.»
La felicidad es más cuestión de
estilo que de cantidad. Y ese estilo es arte, el arte de vivir bien. No se
puede comprar estilo con dinero. El buen gusto no es algo que se compra. Son
conceptos de calidad, y con dinero sólo se compra cantidad, el dinero sólo
proporciona «más».
La buena vida es cultura, saber
apreciar la música, la danza, el arte, la escultura, la literatura, las obras
de teatro. Es el gusto por lo bello, lo refinado, lo incomparable.
Mortimer Adíer, el filósofo,
dijo: «Si no vamos en busca de los placeres elevados, nos tendremos que
conformar con los rastreros.»
De manera que no se olvide de
buscar. Consiste simplemente en disfrutar lo mejor que se nos ofrece en cada
momento. Y no se trata de cantidad, sino de calidad.
El estilo de vivir significa
también saber recompensar lo bueno cuando lo descubrimos, incluso las pequeñas
cosas de la vida, sin considerarlas como seguras y garantizadas. Voy a contar
una anécdota personal que aclarará esta idea.
Una amiga y yo habíamos ido a
Carmel, California, a ver la ciudad y hacer algunas compras. En el camino
paramos en una gasolinera. En cuanto aparcamos frente al surtidor, un joven de
unos dieciocho o diecinueve años se acercó solicito y con una gran sonrisa nos
preguntó: «¿Puedo ayudarles en algo?»
«Sí», le contesté. «llene el
depósito, por favor.»
Pero no me esperaba lo que vino a
continuación. En estos tiempos de autoservicio y pésima atención al cliente,
aquel muchacho revisó todos los neumáticos, lavó los cristales e incluso el
techo, cantando alegremente y silbando sin parar. Estábamos asombrados ante
aquel cuidadoso servicio y el afán que ponía el muchacho en su trabajo.
Cuando me trajo la nota de lo que
debía pagar, le dije al joven: «Me ha gustado mucho el cuidado con el que nos
ha atendido.»
Y él contestó: «Yo disfruto
trabajando. Para mi es divertido y me gusta tratar con personas educadas como
ustedes.»
¡Aquel muchacho era una joya!
Entonces le dije: «Vamos hacia
Carmel y queremos tomarnos unos batidos de leche. ¿Nos puede decir dónde está
el restaurante más próximo de la cadena Baskin-Robbins?»
«Tienen un Baskin Robbins a pocas
manzanas de aquí», nos dijo explicándonos con exactitud la forma de llegar
hasta allí, y luego añadió, «pero no dejen el coche en la parte delantera,
aparquen a uno de los lados del restaurante y así el coche no se les ensuciará
con el polvo del camino.»
¡Caramba con el muchacho!
Cuando llegamos al restaurante
fuimos al puesto de helados, pero en lugar de dos, pedimos tres batidos. Luego
volvimos a la gasolinera. Nuestro joven amigo se apresuró de nuevo a
saludarnos: «Vaya, veo que ya han conseguido los batidos.» «Claro, y éste es
para ti.»
Se quedó con la boca abierta:
«¿Para mí?»
«Naturalmente. Después de la
forma fantástica con que nos has atendido, no podía olvidarme de ti y dejarte
sin saborear uno de esos batidos.»
«¡Gracias!», fue su asombrada
réplica.
Según nos alejábamos, todavía
podía ver por el espejo retrovisor su amplia sonrisa mientras de pie en medio
del camino nos miraba agradecido.
Y sin embargo, ¿cuánto me había
costado ese pequeño acto de generosidad? Sólo dos dólares. (Parece que esta
cifra da buenos resultados, ¿verdad’?) Ya lo ve; lo que importa no es la
cantidad de dinero, sino el estilo, la forma de emplearlo.
Creo que aquél era uno de mis
días inspirados. Al llegar a Carmel me dirigí a una tienda de flores. Entré en
la floristería y le dije a la dependienta: «Deme una rosa de tallo largo;
quiero que mi amiga la lleve mientras hacemos las compras en Carmel»
La florista era de esa clase de
personas poco románticas, y me contestó: «Las rosas se venden por docenas.»
«No quiero una docena», le
respondí, «me basta con una.» «Bueno», me replicó con altanería, «le costará
dos dólares.»
«Espléndido», exclamé, «no hay
nada más triste que una rosa barata.»
Elegí la rosa con deliberada
lentitud y se la ofrecí a mi amiga. ¡Se quedó agradablemente impresionada! ¿Y
el coste? Dos dólares. Sólo dos dólares. Poco después, mi amiga levantó los
ojos ilusionada y mirándome dijo: «Jim, seguramente soy la única mujer que
lleva una rosa en Carmel hoy.»
Además de la lección del cuarto
de dólar, Mr. Shoaff me enseñó otra más original sobre la propina. Me indicó
que la palabra propina viene de propiciar a los demás para que nos sirvan, y se
debe emplear para asegurarnos un rápido servicio.
«Entonces», me dijo, «sí la
propina se da para asegurar la rapidez del servicio, ¿cuándo se debe dar la
propina?»
Yo sabía hacia donde quería
llevarme, pero todavía mi mentalidad era de «persona normal», y le contesté:
«Cuando vas a un restaurante y te sirven correctamente, das una propina; si el
servicio es malo, no hay propina.»
«No, Jim, no lo has entendido.
Las personas inteligentes no dejan al azar el recibir un buen servicio. Se
aseguran el servicio dando el dinero siempre por adelantado.»
Inténtelo. La próxima vez que
celebre una comida especial en un restaurante, llame al camarero o camarera, y
cuando venga a su mesa dígale con toda confianza: «Aquí tiene cinco dólares.
¿Se cuidará usted de darnos un buen servicio?»
Y Mr. Shoaff decía: «El efecto
será increíble. Estará pendiente de tu mesa. No tendrás que esperar a que te
sirvan una segunda taza de café, ni tendrás que pensar, ¿dónde se han metido? »
¿Ha captado el mensaje? El mismo
dinero, pero diferente estilo.
AMOR Y AMISTAD
Vivir una buena vida, una vida
con estilo, significa también vivir una vida equilibrada. Uno de los más
importantes factores de una vida equilibrada es tener a alguien a quien amar y
que te ame. Lo más valioso de este mundo es tener a alguien a quien cuidar,
alguien a quien amar, alguien de quien preocuparse. Una persona cuidando y
preocupándose de otra representa la vida en toda su plenitud.
Proteja el amor con toda su alma.
No permita que nada se interponga en su camino. Si su puesto o cargo o el
trabajo suponen un obstáculo para el amor, le sugiero que abandone el trabajo.
No consienta que nada obstaculice su amor.
Hace tiempo que se dijo con gran
sabiduría: «Hay muchos tesoros, pero el más valioso es el del amor.» En otras
palabras. es mejor vivir en una tienda de campaña en el desierto compartiendo
el amor, que vivir en una mansión completamente sólo. Pregúntenmelo a mí... yo
lo sé bien. Debe cuidar su familia y su amor como si se tratasen de un jardín.
Tiempo, esfuerzo e imaginación son necesarios de continuo para mantenerlo vigoroso
y floreciente.
Después del amor, lo más
importante es la amistad. Su valor es incalculable. Los amigos son esas
maravillosas personas que lo saben todo sobre ti y sin embargo, te siguen
amando. Los amigos son esas personas que vienen a ti cuando todos los demás te
abandonan. Y como la vida no ofrece muchas seguridades, asegúrese, en su camino
ascendente, de hacer la clase de amigos que le aceptarán también en la
desgracia. La vida tiene muchos altibajos, y los amigos los verdaderos amigos.
Harán más regocijantes los éxitos y menos desoladoras las desgracias.
Yo soy un hombre afortunado,
tengo un amigo de ésos. Si me encerrasen injustamente en una cárcel extranjera,
sería a él a quien llamaría en primer lugar pidiendo ayuda. ¿Sabe por qué le
llamaría a él precisamente? Porque sé que acudiría a mí. Ese es un amigo,
alguien que conseguiría librarme de una cárcel lejana. Y sé que si el sacarme
de la cárcel costase una fortuna, él la gastaría. Y si fuese necesario mucho
tiempo, él se tomarla todo el tiempo necesario. Así es el verdadero amigo.
Deseo que ustedes también tengan un amigo como éste.
También tengo amigos casuales,
conocidos, que a veces me dicen: «Hazme una visita cuando vuelvas a los Estados
Unidos.» Me imagino que todos tenemos amigos de ese tipo. El problema surge
cuando confundimos su función en nuestra vida con la verdadera amistad.
Para concluir, recuerde lo
siguiente: la vida agradable, la buena vida, no es una cuestión de cantidad; es
una actitud, una idea un descubrimiento, un acto, una búsqueda. La buena vida
emana de un estilo de vida que se desarrolla en su integridad, sin tener en
cuenta las cifras de la cuenta corriente del banco; un estilo de vida que
proporciona una continua alegría de vivir; un estilo de vida que alimenta los
deseos de convertirse en una persona de valores profundos y grandes obras.
Después de todo, ¿qué es la riqueza sin el carácter, la industria sin el arte,
la cantidad sin la calidad, el negocio sin la satisfacción, la posesión sin el
disfrute?
Usted puede llegar a ser esa
persona que añade cultura y conocimiento a la cultura anterior. Puede ser esa
persona forjada con el material adecuado que posee el estilo y la
individualidad de la que se beneficiarán nuestros hijos y los hijos de nuestros
hijos.
Capítulo 11. EL DÍA EN QUE
CAMBIARÁ EL RUMBO DE SU VIDA
Hemos hecho un largo camino
juntos. En este libro he compartido una larga lista de ideas con usted,
estrategias que con toda seguridad satisfarán su apetito por la riqueza y la
felicidad. Pero todavía debo compartir con usted una inquietud.
Si asimila toda la información de
este libro, podía considerarse experto en los fundamentos de la riqueza y la
felicidad, incluso podría dar una conferencia sobre los aspectos filosóficos
del éxito, y no dudo que conseguiría impresionar a la audiencia.
Pero no basta con dominar la
teoría y saber cómo se supone que van a funcionar las cosas. En el sistema de
libre empresa se debe actuar para conseguir que las cosas ocurran. Lo único que
vale es la ciencia aplicada, el conocimiento empleado para un fin.
¿Cómo se las va a arreglar para
cubrir ese vacío entre conocimiento y acción? ¿Existe un tercer componente
capaz de producir la catálisis? Afortunadamente hay uno: los sentimientos.
LOS SENTIMIENTOS
Los sentimientos representan
nuestra más poderosa fuerza interior. Bajo su efecto, los seres humanos pueden
llegar a realizar las más heroicas —o las más crueles— acciones. En gran
medida, la civilización también puede ser definida como el encauzamiento
inteligente de las pasiones humanas. Los sentimientos son el combustible y la
mente es el piloto: entre ambos conducen la nave humana hacia el progreso
civilizado.
¿Qué sentimientos impulsan a
actuar a las personas? Básicamente, cuatro. Uno, o varios combinados, pueden
desencadenar la más increíble de las actividades.
DISGUSTO
Normalmente imaginamos que la
palabra disgusto no se puede relacionar directamente con una actividad
positiva. Y sin embargo, canalizado correctamente, el disgusto puede cambiar la
vida de una persona.
La persona que siente disgusto ha
llegado a un punto en el que no hay retorno. Él o ella, están dispuestos a
lanzar el reto a la vida misma y piensan: ¡Basta ya!
Es lo mismo que me dije yo
después de mi humillante experiencia con la niña scout y sus pastelitos de dos
dólares. «Basta ya. No puedo seguir así ni un minuto más. Estoy harto de
asfixiarme en la ruina. Estoy harto de avergonzarme continuamente y estoy harto
de mentir.»
Sí, de esa manera surgen los
sentimientos positivos, desde el disgusto, cuando una persona dice: «Ya he
tenido bastante: estoy harto.»
El compañero se ha hartado de ser
siempre un perdedor. Está harto de su mediocridad. Ya está harto de sus
enfermizos sentimientos de miedo, pena y humillación. Se imagina a su mujer
pasando por delante de la estantería de conservas en el supermercado en busca
de una lata de judías y sabe lo que va a ocurrir. Sabe que su mujer elegirá
entre dos marcas, una cuya lata vale 69 centavos y la otra que vale 66
centavos. Y sabe que, aunque a su mujer le gusta la marca de 69 centavos,
comprará la de 66. Y conoce también demasiado bien, la razón por la que ha
comprado la más barata: para ahorrar dos centavos. ¡Dos centavos! Nuestro
compañero se siente casi enfermo por el disgusto y se dice: «Ya me he hartado
de arrodillarme en el polvo por unos pocos centavos. No podemos vivir así ni un
día más. »
¡Alégrese! Ése puede ser el día
en que su vida -cambie por completo. Llámelo como quiera; el día del «estoy
harto», el día del «nunca jamás» el día del «ya basta»; de cualquier manera, es
un día crucial. Nada hay que impulse tanto a cambiar de vida como un profundo
sentimiento de disgusto consigo mismo.
Y a la inversa, no hay nada más
lamentable que un «manso disgusto». Si alguien dice: «Casi estoy ya un poco
harto de...» ¡qué patéticos qué pusilánime! Con ese combustible no se puede
propulsar ni siquiera un barquito de juguete en una bañera.
DECISIÓN
La mayoría de nosotros
necesitamos vernos acorralados contra la pared para tomar una decisión. Y una
vez alcanzado ese punto, nos debemos enfrentar a los contradictorios
sentimientos que la toma de decisiones produce. Nos encontramos en una
encrucijada.
Ahora bien, esa encrucijada puede
ser el punto de partida de dos, tres o cuatro caminos diferentes. No es de
extrañar que la toma de decisiones nos ponga un nudo en la garganta nos haga
despertarnos en mitad del sueño o nos produzca escalofríos.
La toma de unas decisiones
importantes que van a cambiar nuestra vida es comparable a una guerra civil.
Ejércitos de sentimientos encontrados, cada uno con su propio arsenal de
razones, luchan entre sí por obtener la supremacía en nuestra mente. Y nuestras
decisiones, derivadas de esta lucha, sean valientes o tímidas, bien meditadas o
impulsivas pueden unas veces lanzarnos a la acción y otras paralizarla.
No tengo grandes consejos que
darle a usted en relación con la toma de decisiones, excepto el siguiente: pase
lo que pase, no se quede parado en la encrucijada. Tome una decisión. Siempre
es mejor tomar una decisión equivocada que no decidir nada.
Cada uno debe enfrentarse a su
guerra interior y ordenar sus sentimientos.
Como me dijo un joven empresario
después de haber decidido arriesgarlo todo e iniciar un nuevo negocio: «He
desistido de librarme de las mariposas que tengo en el estómago. Pero ahora al
menos, he conseguido que vuelen en formación casi todo el tiempo.»
Seguro que usted posee una
poderosa herramienta para facilitar la toma de decisiones. Naturalmente que sí;
se la han proporcionado los ejercicios para el planteamiento de objetivos.
(Hizo esos ejercicios, ¿verdad? Si no los ha hecho, todavía está a tiempo.) Los
objetivos le permitirán establecer un plan a largo plazo y un plan a corto
plazo en su vida. Ya solamente le falta decidirse a actuar mostrando el empeño
adecuado.
DESEO
¿Cómo surge el deseo? Creo que no
existe una contestación clara a esta pregunta, porque existen muchas maneras de
producirse los deseos. Sin embargo, conozco dos aspectos del deseo:
1. el deseo surge en nuestro interior, no en el exterior;
2. el deseo puede ser estimulado o impulsado por causas
exteriores.
Casi todas las cosas pueden
generar un deseo. Es una cuestión de edad y de preparación o cultura. Puede ser
una simple canción que nos conmueve el corazón. Puede ser una conferencia
inolvidable, una película, la conversación con un amigo, la lucha contra el
enemigo o una experiencia amarga. También un libro como éste puede disparar el
mecanismo interior para que algunas personas se digan: «Lo quiero hacer ahora».
De manera que, mientras busca su
punto sensible de deseo bruto, acepte en su vida toda experiencia positiva. No
levante un muro para protegerse de las experiencias de la vida. Ese muro, que
quizá nos resguarda de desengaños, también evita que nos llegue la luz de
nuevas experiencias gratificantes. Permita que la vida tenga contacto con
usted. El próximo toque, el nuevo contacto, puede ser el que cambie su vida
definitivamente.
RESOLUCIÓN
Resolución, es decir: «Lo haré».
Estas dos palabras son las más potentes del lenguaje. «Lo haré».
Benjamin Disraeli, el gran estadista
británico, dijo una vez:
«Nada es capaz de resistir a la
voluntad del hombre que apuesta hasta su vida por cumplir un propósito.» En
otras palabras, cuando alguien toma la resolución de «conseguirlo o morir en el
intento», no existe nada capaz de detenerlo.
El alpinista se dice a sí mismo:
«Escalaré la montaña. Me han dicho que es muy alta, el camino largo y de gran
pendiente, todo roca, demasiado difícil. Pero es mi montaña. La escalaré.
Pronto me veréis saludaros desde la cima o nunca más sabréis de mí, porque si
no alcanzo la cumbre no volveré.» ¿Quién intentará argumentar ante tal
resolución?
Confrontados con tan férrea
determinación puedo imaginarme al Tiempo, a la Fortuna y a la Circunstancia,
reuniéndose con celeridad para deliberar y decidir: «Tendremos que dejarle
conseguir lo que desea. Está dispuesto a alcanzar su meta o a morir en el
empeño-»
La mejor definición que he
escuchado sobre la «resolución» la oí de boca de una estudiante de Foster City,
California. Como de costumbre, estaba dando yo unas charlas sobre el éxito a un
grupo de jóvenes brillantes de un colegio. Y les propuse la siguiente cuestión:
«¿Cuál es el significado de “resolución”?» Varios jóvenes levantaron la mano y
me dieron definiciones bastante buenas. Pero la última fue la mejor. Una tímida
muchacha de las filas del fondo se levantó y expresándose con tranquila
emoción, dijo: «Yo creo que resolución significa prometerse a sí mismo no
desistir jamás.» ¡Eso es efectivamente! Es la mejor definición que he oído:
prometerse a sí mismo no desistir jamás.
Piense en ello. ¿Durante cuánto
tiempo debe un niño intentar aprender a andar? ¿Cuánto tiempo se debe conceder
a un niño antes de decidir?: «Ya basta, se te ha dado la oportunidad de
aprender a andar y no lo has conseguido. Se terminó» ¿No le parece ridícula esa
actitud? Naturalmente, porque lo es. Cualquier madre del mundo le respondería:
«¡Mi hijo va a seguir intentando aprender hasta que consiga andar!» Por eso
andamos los hombres, por la determinación de las madres.
Se puede sacar una gran lección
de todo esto. Si usted se pregunta: «Cuánto tiempo voy a seguir trabajando para
convertir mis sueños en realidad?», le sugiero que la respuesta sea: «Tanto
tiempo como haga falta». En eso consiste la resolución.
ACCIÓN
El conocimiento impulsado por el
sentimiento produce la acción. La acción es la última parte de la fórmula. Es
el factor que asegura el resultado. Sólo la acción puede originar una reacción.
Más aún: sólo una acción positiva puede generar una reacción positiva.
Acción. El mundo entero observa
con adoración a los que hacen cosas, y, agradecido por las oleadas de actividad
productiva que generan, les ofrece su recompensa.
Y quiero recalcar la importancia
y necesidad de la acción, porque hoy en día mucha gente está convencida de
alcanzar el éxito sólo con palabras. «La fe, sin obras, no sirve para nada»
¡qué gran verdad!
No tengo nada en contra del
empleo de las frases de afirmación, de la palabra fortalecedora de la voluntad
como herramienta para generar la acción. Repetidas para apoyar un plan
disciplinado, las frases de afirmación pueden ayudar a producir maravillosos
resultados.
Sin embargo. entre la fe y la
locura sólo hay una finísima línea de separación. Esas frases afirmativas, si
no van seguidas de la acción adecuada, son el inicio del autoengaño. Y nada es
peor que engañarse a sí mismo. Es como el vendedor que sale pletórico de una
reunión de ventas diciéndose: «Voy a ser el mejor vendedor del mercado», pero
luego no respalda sus palabras ni con ideas ordenadas, ni con acción. Sería
igual que mirar hacia el oeste para intentar ver la salida del sol.
CUATRO PREGUNTAS
Al acercarnos al final de este
viaje que hemos realizado juntos, hay cuatro preguntas que deseo medite con
atención.
La primera es: «¿Por qué debo
intentarlo?» Los niños preguntan a menudo el porqué de las cosas. Y ésta es una
de las preguntas más importantes. ¿Por qué levantarme tan temprano? ¿Por qué
trabajar tan duro’? ¿Por qué leer tantos libros? ¿Por qué hacer tantas
amistades? ¿Por qué irme tan lejos? ¿Por qué ganar tanto? ¿Por qué dar tanto?
La mejor respuesta a «¿por qué
debo intentarlo?», es otra pregunta: «¿Por qué no?» ¿Qué otra cosa puedo hacer
con mi vida? ¿Por qué no comprobar hasta dónde puedo llegar? ¿Por qué no
comprobar cuánto puedo ganar o leer o dar? ¿Por qué no comprobar lo que puedo
llegar a ser, o cuánto puedo crecer? ¿Por qué no? Después de todo, tendrá que
vivir en este mundo hasta que se vaya. Mientras esté aquí, ¿por qué- no vivir
con estilo y elegancia?
La tercera pregunta va más allá-
Es muy simple: «¿Por qué no yo?» Algunas personas han conseguido cosas
increíbles con medios y conocimientos muy limitados. Algunas personas se las
arreglan tan bien, que intentan triunfar en todo- ¿Y por qué no yo?
¿Por qué no puedo admirar la
bruma matutina en las islas Hébridas? ¿Por qué me va a estar prohibido
impregnarme de historia en la Torre de Londres, o descubrir los profundos
misterios de España? ¿Por qué no puedo disfrutar de una agradable comida en uno
de esos encantadores restaurantes de los Campos Elíseos de París? ¿Por qué no
yo?
No hay nada más delicioso que un
paseo por la Sala de los Espejos del palacio de Versalles, o contemplar a Mona
Lisa en el Louvre.
¿Por qué no voy a navegar en una
goleta por el mar Caribe? ¿Por qué no voy a ir de compras por la Quinta Avenida
de Nueva York, o vivir en el Waldorf Astoria, el Plaza, o el Carlisle, y
degustar un asado de oca sobre lecho de pastel de manzana en el restaurante
Luchow?
¿Por qué no voy a disfrutar todo
lo que ofrece la vida, sabiendo que ése es el premio al esfuerzo disciplinado y
constante?
¿Por qué no yo?
Y en este momento, amigo mío, le
propongo la última pregunta: «¿Por qué no ahora?» ¿Por qué posponer ese futuro
mejor, cuando todas esas maravillas aguardan impacientes una orden suya?
Empiece hoy. Cómprese unos buenos libros, elabore un plan detallado de
objetivos, invite a comer a un millonario, busque nuevas formas de aumentar su
productividad, inicie un nuevo estilo de vivir con más amor y generosidad, haga
un esfuerzo más para aumentar la confianza en sí mismo. Empiece a actuar hoy.
Por último, pida ayuda al Señor.
Si, ya sé que nuestro éxito futuro dependerá sólo de nosotros. Pero también sé
que todos necesitamos el sustento espiritual, especialmente cuando nuestra
fuerza de voluntad flaquea ante las adversidades.
Hay una historia que cuenta la
aventura de un hombre que convirtió un desierto de rocas en un hermoso jardín
lleno de flores tras dos años de duro trabajo. Cierto día apareció por allí un
ermitaño. Había oído hablar del jardín, ya que su fama se había extendido en
muchos kilómetros a la redonda. El ermitaño quería asegurarse de que el
jardinero no había olvidado al Creador de todo, y le dijo: «Jardinero, el Señor
te ha bendecido con un jardín verdaderamente hermoso.» El jardinero entendió lo
que quería decirle, y le respondió: «Tienes razón, ermitaño. Si no hubiese sido
por el sol, la lluvia, la tierra y el milagro de las semillas y de las
estaciones, no existiría este jardín. Pero tenías que haber visto este lugar
hace dos años, cuando el Señor se ocupaba de él.»
A usted y a mí se nos ha
concedido la gracia de la vida, pero nos toca a nosotros decidir sí vamos a
utilizar las leyes de Dios para crear y prosperar.
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