Dr. Fernando Daniel Peiró
LIDERAZGO PERSONAL
SELF LEADERSHIP
“16 HORAS PARA TEMPLAR EL SER”
Importante
·
Este libro ha sido material de lectura y
análisis en la cátedra de Liderazgo del Doctorado en Ciencias de la Educación
de la Universidad Católica de Costa Rica.
·
Fue elegido como el “libro de estudio del mes” por
el Centro de Superación Personal, en los Estados Unidos, del cual se han
desarrollado conferencias on line, para sus alumnos en España, Estados Unidos y
Latinoamérica.
·
Se han realizado ediciones especiales impresas
de este libro para un grupo de patrocinadores exclusivos, independiente de la
2da. Edición ampliada.
Dr. Fernando Daniel Peiró
Para comunicarse con el Autor:
Dr. Fernando Daniel Peiró
E-mail:drfernandodanielpeiro@gmail.com
Web Oficial: www.dpeiro.com
Web: drpeirocoach.jimdo.com
Índice
Dedicatoria
Pensamiento inicial
Prólogo: Una Mirada reflejada
Introducción: Acerca de este
libro
16 horas
Suposición
¿Somos Líderes de nosotros
mismos?
Tenemos sólo este día de HOY para
vivir
Las 8 horas destinadas al
Descanso
Las 8 horas para dedicarlas al
Trabajo
Las 8 horas para expresarnos en
el “Ocio Creativo”
Pensamientos y Creencias
Honrar el día
«Carpe diem»
Estar presente... Aquí... Ahora
Práctica de la Clave “S.O.L.”
Estar en “Conciencia”
Cuerpo - Mente
Tres Poderes para la
Transformación Humana. Tres Poderes para la Transformación
Intentar vs. Hacer
Acerca de la Voluntad
El Poder del Pensamiento Positivo
Escuchar la mente
La “Visualización Creativa”
Asumamos nuestro propio
compromiso
4 puntos para una Visualización
creativa exitosa: La relajación
La claridad de las imágenes
mentales
Permanente atención en el
objetivo visualizado
Dar gracias anticipadas
Posturas cómodas para realizarlas
Postura de “Flor del Loto”,
Postura Acostada
Postura Egipcia, Postura Zazen
El Poder de Lenguaje
¿Qué son las Afirmaciones?
Tipos de afirmaciones:
El Poder del “Silencio”
El Poder de la Intención y la
IntenSión
Las emociones se perciben en
nuestro cuerpo
Nuestro cuerpo y las
somatizaciones
Nuestros miedos
Reconciliémonos con nuestro
pasado
Las “Relaciones”
Los demás son nuestro propio
espejo
La Relación Esencial
Nuestro Niño Interior
La Práctica del “desapego”
“Templar el Ser”
Templando nuestro Ser
La “Resiliencia”
Factores que potencian la
“Resiliencia”
El Sapo CrecenSio
Palabras Finales
Alejarnos de la confusión
Dedicado a aquellos seres humanos
que, en su diario vivir, deciden ser generadores de cambios para un mundo
mejor. Ellos son los verdaderos maestros de la vida.
¿Qué tipo de Árbol somos?
Los hombres somos árboles
diversos.
·
Hay árboles con grandes raíces agarradas a la
tierra y con copas casi sin follaje.
·
Hay otros árboles con copas frondosas y raíces
muy pequeñas, casi sosteniendo el suelo.
·
Hay árboles con raíces firmes y copas colmadas
de hojas.
Los primeros, corren el riesgo de
detener su crecimiento y secarse.
Los segundos, aunque son vistosos
y pintorescos, están supeditados a que una violenta tormenta o un viento
furioso los voltee.
Los últimos, permiten dar sombra
placentera, cobijo a los pájaros y compartir sus frutos jugosos.
Dr. Fernando Daniel Peiró
Pensamiento inicial
Al iniciar la escuela primaria,
mi maestra cortó en diminutos pedazos, un papel con sus manos y los esparció en
su escritorio. Tomó una regla plástica y la frotó rápidamente sobre su brazo
izquierdo. Luego puso la regla arriba de los papelitos sin tocarlos y éstos se
adhirieron a la regla, sin ningún pegamento.
Hay una energía atractiva; una
fuerza eléctrica poderosa; algo que hace que todo se mueva en el universo.
Podemos llamar a esa energía:
“Dios”. Podemos creer que esta fuerza atractiva hace que cada hoja de los
árboles caiga por su propia voluntad.
Podemos creer que esa energía
existe dentro de nosotros y sentir su poder; o podemos tener indiferencia y
descreer por completo de todo ello.
Lo cierto es que somos seres de
libre albedrío y cada quien “elige” iniciar un camino de aprendizaje y práctica
o simplemente ignorarlo.
De todos modos, si a algunos de
nosotros nos da la corriente eléctrica al tomarnos del picaporte de una puerta,
sabremos que una “descarga” sucedió. Esto acontece por “estática”. Y como lo
estático significa que el “flujo de energía” está bloqueado en algún lado de
nosotros, al buscar su curso, nos pone en “corto circuito”.
Somos una fábrica de energía.
Somos verdaderas usinas productoras de luz, cuando nos conectamos con el
universo. Somos “chispas divinas”.
Como cuando una lámpara se
enciende al conectarla a la corriente eléctrica; así se enciende nuestra luz
interior al hacer contacto con esta energía atractiva universal.
Jesús, dijo: “Ustedes son como
una luz que ilumina a todos. Nadie enciende una lámpara para meterla debajo de
un cajón. Todo lo contrario: la pone en un lugar alto para que alumbre a todos
los que están en la casa. De la misma manera, su conducta debe ser como una luz
que ilumine y muestre cómo se obedece a Dios” (La Biblia San Mateo 5.14-16).
Albert Einstein decía: “Hay
solamente dos formas de vivir tu vida:
·
Una es como si nada fuera un milagro.
·
La otra es como si todo lo fuera”.
Prólogo:
Una Mirada reflejada.
Algunos autores sostienen que se puede
escribir un libro como “experiencia” o un libro como “verdad”.
La experiencia es siempre
individual y subjetiva. La sabiduría popular dice que de poco sirve la
experiencia ajena y que únicamente se aprende de la propia. Esto significa, en
realidad, que la experiencia para ser tal, hay que vivirla; es una “vivencia”.
Cuando alguien nos transmite una experiencia, ésta se convierte más bien en un
conocimiento intelectual.
En cuanto a la “verdad”, se han
escrito ríos de tinta para elucidar este concepto.
Algunas verdades, como “2+2 = 4”
o “Si A es mayor que B, entonces B es menor que A” son puramente racionales y
parten de axiomas convencionales y arbitrarios. Estas son las verdades de la
matemática y de la lógica. Otras verdades, como la de ciencias empíricas, son
siempre provisionales y enmarcadas en la teoría que las explica. Se contrastan
a través de la observación y la experimentación y deben confirmarse en todos
los casos que se observe o se repita el experimento. Hay verdades, que se
aceptan por revelación o porque quien las sostiene es autoridad reconocida en
la materia. Son acatadas dogmáticamente. También hay verdades, o mejor dicho
certezas, que emanan del corazón, la fe, la intuición, la fuerza interior de la
convicción.
Pascal decía que “el corazón
tiene razones que la razón no entiende”. Parafraseándolo, podría decirse que
hay verdades que se manifiestan sin explicación, ya que la explicación no puede
manifestarlas. Son verdades inefables. Quizá la manera más viable de decirlas
sea a través del Arte.
El libro que nos ofrece hoy
Daniel Fernando Peiró es desde mi mirada una especie de meta experiencia. Pero
el libro también tiene mucho de lo que se llama “libro verdad”, una verdad
existencial a lo Sören Kierkegaard, quien consideraba su filosofía como la
expresión de la vida individual examinada con intensidad y no como la
construcción de un sistema lógico. Para Kierkegaard, la mayor verdad es
subjetiva, ya que una explicación racional y objetiva no podría dar cuenta de
los problemas de la dilemática y paradójica condición humana. La validez de la
elección se puede determinar tan sólo de una forma subjetiva y para evitar la
desesperación última, el individuo tiene que dar un “salto de fe” similar al de
una vida religiosa.
El libro de Daniel está impregnado
de esa sabiduría oriental, que nos invita a vivir integrados en el fluir de la
naturaleza y a escuchar los mensajes que nos da el cuerpo. Asimismo, se acerca
mucho a las concepciones de la terapia Gestalt, que nos proponen configurar el
mundo de manera positiva, mediante un equilibrio armónico de la conciencia,
poniendo énfasis en la experiencia presente, más que en el sondeo de las
experiencias infantiles, como lo hace el psicoanálisis clásico. Quien conoce a
Daniel, sabe que el lema con que se identifica es “carpe diem”.
Dada la “deformación de mi
formación” no he podido prescindir del análisis teórico en el que se sustentan
las ideas del autor. Pero debo decir enfáticamente, que he encontrado -además-
ideas propias y ejercicios producto de su creatividad, talento y experiencia,
que también configuran el texto.
Comparto totalmente su
pensamiento acerca del poder del lenguaje. El lenguaje es acción y con él
podemos hacer las cosas más disímiles: bendecir, maldecir; alegrar,
entristecer; enaltecer, humillar; condenar, absolver; consolar, apenar. La
lengua es “Lo peor y lo mejor del mercado” como dice el famoso relato atribuido
a Esopo.
Y hablando de lenguaje, me parece
que un autor para hacerle honor a la “cortesía de la claridad”- debe definir y
contextualizar los términos técnicos que usa.
Daniel se detiene bastante en dos
términos: “intención” e “intensión”.
Su libro tiene mucha “intensión”,
es decir está intensamente cargado de pasión, fuerza y energía. De “amor”, como
a él le gusta repetir.
¿Y cuál es su “intención”, es
decir su propósito? Supongo que cada lector, con su mirada, lo descifrará.
El autoliderazgo, la armonía, el
equilibrio y el control de nuestras emociones individuales, son absolutamente
necesarias para contribuir a construir un mundo mejor.
Desde mi subjetiva mirada, en
este libro veo reflejada esa intención. ¡Menuda tarea!
Elena Teresa José
Argentina, Salta, febrero de 2006
Introducción:
Acerca de este libro
En un bendito programa radial
llamado “Soberanos”, que emprendimos con un hermano con propósito y en el cual
capitalizamos una de nuestras experiencias más doradas; mi colega argentino
Juan Carlos Rossi, comentó al aire un relato sobre un anciano que, al cumplir
sus 100 años de vida le preguntaron en un reportaje: “cuál era el secreto para
vivir todos esos largos años”. El sabio anciano, sonriente y lleno de vida
contestó que se debía al poder de saber administrar su día. Mencionó que, para
él, el día estaba dividido en tres partes: Una parte que dedicaba al trabajo de
su campo; otra que dedicaba a la oración, a las relaciones, a la lectura, a
disfrutar de la naturaleza y a múltiples actividades incluyendo el arte y la
filosofía; y un tiempo especial de 8 horas para dormir y recobrar fuerzas.
Recuerdo que, en ese momento,
algo profundo en mí despertó el deseo de ponerme en marcha a hacer homenaje a
este concepto.
Producto de ello, inicié mi
trabajo lleno de entusiasmo, procurando encontrar información que ampliase este
secreto maravilloso del hombre sabio y centenario.
Así es que, el Libro “16 horas
para Templar el Ser”, se edita por primera vez en octubre de 2006. Luego de
publicada la primera edición, muchas cosas me han pasado en las que Dios estuvo
templando mi Ser. Me sorprendió que mi propio libro fuese una de las
herramientas para superar aquellos desafíos que me tocó vivir.
Soy ahora más consiente todavía
de que, cada vez que miraba el libro y lo leía nuevamente, aparecía - a viva
voz – un llamado interior para comprometerme - un cien por ciento - en este
propósito elevado que tenemos los seres humanos, que es el de ser generadores
de cambios para el desarrollo interior y la evolución espiritual de este mundo
maravilloso, más allá de sus sombras.
Ser generadores de cambios
implica, para mí, estar plenamente conscientes a cada minuto que vivimos. Cada
palabra que decimos, cada pensamiento que elegimos pensar, cada sentimiento que
expresamos, cada acto que realizamos está inexorablemente unido a un resultado
que obtendremos, a una cosecha que recogeremos.
Cuando empezamos a enviar nuestro
boletín electrónico “Carpe diem” - para el Desarrollo Humano y el Autoliderazgo
- a una pequeña lista de emails, extrayendo conceptos de la primera edición de
este libro y otros pensamientos motivacionales, que abarcaban un sinnúmero de
temáticas para la auto-reflexión; nos llamó profundamente la atención, su
inmediata aceptación, evidenciada por el crecimiento de pedidos de suscripción
a nuestro boletín semanal.
Hoy en día, todos los conceptos
vertidos en este boletín electrónico, dieron lugar a la publicación de esta
segunda edición ampliada del libro “16 horas para Templar el Ser”; sumado a un
programa de cuatro nuevos libros sobre autoliderazgo y desarrollo humano de mi
autoría y uno más como coautor, todos para publicarse en el año 2008, considerando
a estas obras literarias, valiosos aportes para la transformación humana y el
logro de un mundo más coherente y humanizado. Sin duda, es el aporte del
corazón comprometido con la vida.
En Costa Rica, país iluminado por
Dios; perla natural del mundo, donde me radiqué para vivir el resto de mis
días, hemos creado un espacio que denominamos el “Club del Autoliderazgo”, un
lugar donde muchas personas nos reunimos a participar de encuentros para el
crecimiento personal con la intención de, justamente, ser generadores de
cambios constructivos, al ser mejores seres humanos como punto de partida.
Esta segunda edición impresa,
entonces, es un verdadero homenaje al corazón de cada persona de este planeta;
de cada ser humano que es la semilla en esta tierra que lo invita a crecer,
desarrollarse interiormente y tener frutos de amor para ser compartidos con sus
semejantes.
Puedo decir que este libro fue
escrito por todos; por eso, quiero finalmente agradecer a quienes embellecen mi
corazón. A la Lic. Adriana Mora Hamblin, por dedicarme todo su amor y su
admirable paciencia. Por la corrección final del presente libro, tanto en la
primera como en esta segunda edición ampliada, que es sólo una de sus tantas e
incontables entregas para conmigo.
A la Prof. Elena Teresa José, por
haberme permitido “enfocar” este libro, hacia un entendimiento más común.
A mis hijos, Ana Sol, Carla y
Lucas, por ser mis maestros. A mi madre Edith, maestra silenciosa de la
tolerancia y la perseverancia. A mi padre Enrique, porque desde el cielo está
observando mis pasos.
A DIOS, por regalarme el milagro
de la vida, manifestado en cada acto de respirar, en cada parpadeo de mis ojos;
en cada expresión profunda de creatividad y en todas las señales que me muestra
para seguir mi camino.
Dr. Fernando Daniel Peiró
Reflejos
Tuve la oportunidad de visitar
una sala de "espejos mágicos". Recuerdo que en uno de ellos parecía
un gigante; en otro un enano. Me vi exageradamente gordo y, también, en extremo
delgado.
Es como mirarse en un estanque de
agua calma. Por más quieta que el agua esté, nuestra imagen reflejada está en
permanente movimiento, sin percatarnos quizás de ello.
La vida es dos cosas:
·
Un constante reflejo y
·
Un constante movimiento.
Dr. Fernando Daniel Peiró
El Anciano y la Criatura
Una vez, una criatura llamada
hombre, deseaba hacer algo más que el simple hecho de mirar cómo el sol salía
por el este y cómo se ocultaba en su otro extremo.
En ese preciso momento, apareció
un anciano; se acercó y le dijo:
- Si deseas hacer algo por ti
mismo y por otros como tú, sólo recorre este camino junto a mí.
La criatura se levantó y acompañó
al anciano. Caminó a su lado sin detenerse un minuto. Observaba, al transitar
el nuevo camino, cómo los árboles daban frutos y las praderas se teñían de
bellos y diferenciados colores. Algunas veces eran blancos, otras veces ocre y
en muchas otras, verdes y multicolores.
En un instante del sendero, el
hombre le dijo al desconocido y silencioso anciano:
- Siento
que cada vez que avanzamos, pasamos por el mismo lugar; aunque el paisaje nunca
es el mismo.
- Es
verdad... respondió el anciano.
- Y
¿qué es lo que hace que todo cambie al pasar frente a mí?, preguntó el hombre.
- El
trabajo de la Naturaleza, respondió sonrientemente el anciano sabio.
- ¿Y
este camino, adónde me lleva?, insistió la criatura humana.
- ¡A
donde tú quieras llegar! exclamó el anciano mientras se alejaba lentamente.
El Hombre, apenas percibiendo la
silueta del anciano, hizo su última pregunta:
- ¿Quién
eres tú?
- Pues,
mi nombre es “TIEMPO”.
Suposición:
Luego de haber realizado todos
los análisis que tu médico de cabecera te ha encomendado, la secretaria te
llama por teléfono y te convoca con urgencia al consultorio.
El doctor, sin hacerte perder
nada de tiempo, te invita a sentarte en su escritorio. Toma un sobre que se
encuentra cercano a él y de su interior extrae los resultados. En ese preciso
momento, te informa del diagnóstico diciéndote:
- Me pareció oportuno consultar
sus análisis con cada especialista que integra la junta médica y todos, sin
excepción, coincidimos con los resultados. El diagnóstico nos dice que: “Usted,
solo tiene 16 HORAS DE VIDA”.
La pregunta que ahora yo te hago
a ti es:
¿QUE HARÁS CON ESTAS 16 HORAS DE
VIDA QUE SÓLO TIENES EN ESTE DÍA DE HOY?
¿Estamos sanos en realidad?
Me pregunto si ser sano implica
cuantas “ganas de vivir tengo en este día de hoy”.
Queramos o no, mientras más ganas
de vivir tenemos, más en equilibrio estamos con nosotros mismos y con el mundo.
Cuando hablo de salud, en
principio siempre me refiero a cómo yo celebro mi vida poniendo pensamientos
positivos en mi mente.
No por nada los griegos decían:
“En mente sana, cuerpo sano”.
El término “Enfermedad”, deviene
de la palabra latina “infirmus”, que significa “sin firmeza”. De hecho, el
origen de las palabras nos pone a reflexionar, ya que estar fortalecidos es una
manera de saberse sanos.
La salud es, desde mi postura
personal, tomar la elección de tener una mente desbordante de pensamientos
positivos, constructivos; es disponernos a avanzar sobre los desafíos que nos
ofrece la vida; y, sobre todo, tener una fortalecida actitud de servicio.
¿Somos Líderes de nosotros
mismos?
Para comprender el verdadero
significado de "ser un líder con uno mismo", les propongo una
experiencia en la simpleza de la cocina de nuestras casas.
En tres recipientes con agua
hirviendo, colocamos en uno de ellos una zanahoria; en el segundo, un huevo; en
el último agregamos dos o tres cucharadas de café y respetamos los tiempos de
cocción de cada uno de los elementos, colocados en el agua hirviente.
Notaremos que la zanahoria antes
de cocinarse era rígida, dura y muy difícil de quebrar; mientras que luego de
ser hervida en el agua, se transformó en un cuerpo blando y muy fácil de
aplastar con un tenedor.
El huevo, con su apariencia
frágil y con un espíritu fluido, luego de pasar por agua hirviendo, parece no
haber sufrido transformaciones; sin embargo, al romper su cáscara,
comprobaremos que esa fluidez se endureció, al igual que su corazón o yema.
El café, en cambio, tiñó el agua
hirviente y hasta le dio aroma y sabor.
La adversidad actúa con nosotros,
como lo hizo el "agua hirviendo" con la zanahoria, el huevo y el
café.
¿Qué somos nosotros ante las adversidades?
¿Somos zanahoria, huevo o café?
¿Somos aparentemente duros y
rígidos como una zanahoria, difíciles de quebrar, que ante una circunstancia
adversa de la vida nos volvemos blandos y a punto de deshacernos en la
depresión?
¿Somos huevos, tal vez?... ¿Tanto
que nuestro espíritu se endurece como nuestro corazón, a tal punto que, cuando
llega una oportunidad de amar, ni siquiera nos damos cuenta de que nuestros
sentimientos se bloquearon?
¿O somos café?... y elegimos
convertir las adversidades en verdaderos “desafíos” de la vida, en verdaderas
“oportunidades” para aprender y fortalecernos.
“Oportunidad” es una palabra
compuesta del latín que significa “antes del puerto”. Es decir, luego de
navegar, siempre hay una oportunidad. Sin duda, si naufragáramos, nos habríamos
ahogado en el mar de las decepciones y nunca hubiésemos llegado a “buen puerto”,
para emprender nuevamente un viaje más preparado, gracias al aprendizaje
obtenido en ese constante navegar de la vida.
El "autoliderazgo" es
la condición humana del autodescubrimiento. Es descubrir y potenciar nuestras
fortalezas; es aceptar y transformar nuestras debilidades, explorando las
profundidades de nuestro Yo Interior, donde habita Dios, la esencia del
universo y sus principios.
Nos han "puesto" la
idea en nuestras mentes que ser un "líder" es el terreno de unos
pocos, de algunos "elegidos"; sin embargo, ¿recordamos conscientemente
las muchas veces que hemos liderado situaciones en nuestras vidas con total
naturalidad y desapego?
No se nace siendo líder: es algo
que se aprende y para ello es necesario tomar la decisión de hacerlo con total
"determinación".
Ciertamente se dice que: "el
arte de ser líder" es el "arte de ser uno mismo". El arte, en
consecuencia, está relacionado con la belleza; y así como la belleza no se
puede definir con facilidad, aunque se la "distingue" cuando se la
contempla; así es el liderazgo de uno mismo.
Cuando nos lideramos a nosotros
mismos estamos manejando las herramientas del conocimiento de SI. Somos
aquellos seres humanos que han decidido acompañarse a SI mismos y de
"hacerse cargo de nuestro propio ser". Esa belleza que emana como una
luz interior se expande hacia fuera, mostrando su plenitud, su simpleza y su
creatividad en el "encuentro diario" con la felicidad.
Cuando tenía tres años, mis
padres y mis hermanos se contentaban cada vez que, en reuniones de amigos, me
preguntaban que quería ser yo cuando fuese grande.
Recuerdo que siempre contestaba
"quiero ser feliz"..."porque el amor es amar hasta
morir"... Luego, los pasos por la vida me hicieron entender un nuevo
significado de "ser feliz".
En un momento me parecía
contradictorio cómo es eso de que uno desea "alcanzar la felicidad"
y, a medida que avanzaba en la vida, sufría y veía que la felicidad cada vez
resultaba más lejana.
Eso fue hasta que me di cuenta,
que la felicidad no es "una meta", sino "el camino de todos los
días, del aquí y el ahora mismo". Que no es mañana, ni pasado mañana; que
es mentira eso de que "no existe la felicidad, sino los momentos
felices".... Y cuando me di cuenta de ello, estaba respondiendo a mi
"pregunta difícil" (¿cuándo llegaré a ser feliz?) al saber que la
felicidad es "el camino del HOY". Desde ese momento, sentí que planté
en mí una semilla.
Transformarse en un líder, es
convertir la semilla en la flor del "uno mismo", del ser auténtico,
del ser con valores, del vencer los fantasmas de los miedos; del ser agradecido
a Dios y a su inagotable amor, fuente de nuestro equilibrio y armonía.
Les propongo auto-respondernos
con verdadera conciencia a estos interrogantes, todos los días de vuestra vida,
a cada instante:
- ¿Me
siento víctima de las circunstancias?
- ¿Me
quejo todo el tiempo?
- ¿Critico
a los demás?
- ¿Juzgo
o condeno a las personas y a las situaciones?
- ¿Las
adversidades dirigen mi vida?
- ¿Soy
leal a mis principios y a los demás?
- ¿Cuáles
son los valores con los que transito mi vida?
- ¿Reconozco
mis emociones?
- ¿Lidero
esas emociones que reconozco en mí?
- ¿Me
auto-motivo?
- ¿Cuántos
pensamientos positivos elijo tener en mi mente día a día?
- ¿Mis
miedos se apoderan casi siempre de mí?
- ¿Yo
soy el que soy, o soy lo que hago en este momento?
- ¿Lo
que hago, le da sentido a mi "Ser"?, o ¿Lo que soy, le da sentido a
lo que hago?
Tenemos sólo este día de HOY para
vivir
Es oportuno decir que las 24
horas del día, pueden ser divididas de la siguiente manera:
- 8
horas destinadas al Descanso;
- 8
horas para dedicarlas al Trabajo y
- 8
horas para expresarnos en el “Ocio Creativo”.
Si en la realidad actual esta
distribución del tiempo no se lleva a cabo, sugiero tomar esta división como
una generalidad apropiada. En estas tres etapas del día, podríamos decir que el
ser humano tiene mayores posibilidades de estar en EQUILIBRIO y que todo exceso
rompería esta preciada armonía que deseamos.
Dicho de otra manera, todo exceso
es desequilibrio.
Las 8 horas destinadas al
Descanso:
Tras las diarias actividades,
nuestro cuerpo necesita de un tiempo de descanso, al que generalmente llamamos
“sueño”. La falta de sueño afecta negativamente en el buen desempeño y en el
humor de las personas.
Dormir es un estado por el cual
nuestro cuerpo recupera las energías, que han sido desgastadas durante el día y
nos permite estar más armónicos.
Según estudios médicos, el sueño
previene las afecciones cardiovasculares. Las investigaciones de la Universidad
de Stanford (EE. UU.), nos dicen que “el sueño parece ser el mejor indicador
del tiempo que vivirá una persona”.
Si un adulto duerme más de 8
horas, es probable que sufra algún tipo de alteración orgánica o mental;
asimismo si trabajamos más de la cuenta como suele pasar en estos tiempos, ya
sea por necesidad o por cubrir vacíos existenciales (o cubrir carencias),
incidiendo en nuestro bienestar.
Las 8 horas para dedicarlas al
Trabajo:
Más de 8 horas de trabajo diario,
perjudica notablemente nuestra salud y reduce la capacidad productiva y la
motivación. Las investigaciones realizadas en 1.994 por la Oficina Alemana de
Protección del Trabajador, llegaron a comprobar que el mayor desempeño y
eficiencia se logra al reducir las horas laborales a 6 horas diarias, con 40
horas máximo semanales. Con el aumento de las horas de trabajo son consecuentes
también los padecimientos como el famoso flagelo actual de las urbanizaciones:
el “stress”; además de cansancio general, insomnio y también las insuficiencias
cardíacas, entre otros problemas de salud.
Siempre comento que el trabajo en
la actualidad está visto como un “negocio”. Hoy es realmente considerado como
una “virtud” y esto ha causado mucho daño a la humanidad. Desde que tengo uso
de razón, los mayores decían que “el ocio es el padre de todos los vicios” y
cuanta mentira hay en todo esto. Tal es así que, en el apogeo griego había un
espacio de tiempo destinado al “ocio”. Este tiempo estaba dedicado a la
expresión. Se practicaba el ocio de manera diaria, para cuidar el cuerpo y la
mente, mediante los juegos y esparcimientos, el deporte, la lectura y la
expresión en las artes, así como la reflexión y las conversaciones filosóficas.
Luego, al iniciar el dominio romano, el ocio fue negado, para dar más interés a
las actividades laborales... De allí, surge la palabra NEGOCIO.
Si hoy nos sugirieran que
realicemos actividades que estimulen el “ocio creativo”, posiblemente - luego
de estar tan acostumbrados a dedicar tantas horas al trabajo - nos aburriríamos
o no sabríamos qué hacer en ese tiempo.
Las 8 horas para expresarnos en el
“Ocio Creativo”.
Los griegos consideraban al ocio
como uno de los caminos hacia la Sabiduría y su medio para acercarse a ella era
la “contemplación” (contemplar).
Para Aristóteles, filósofo griego
(384-322 A.C.), el ocio era una de las puertas de acceso a la felicidad,
considerada el fin último en la vida. Se trata de un ocio que busca
incansablemente el “despertar espiritual” y NO a encontrar la manera de
“aumentar y potenciar la productividad” laboral.
El ocio creativo, tomado como un
tiempo que nos permitimos para vivirlo de manera plena, nos permite darnos la posibilidad
de redescubrir la esencia de nuestro Ser.
Este espacio de tiempo, de hecho,
rescata el equilibrio interior de cada uno de nosotros; nos permite una mejor
relación con los demás, tener una mayor integración con el entorno y aumentar
nuestra capacidad emocional.
Para trabajar el “ocio creativo”,
es necesario romper las barreras de la rutina diaria que muchas veces está
sedimentada. Tomar el compromiso con esta parte del tiempo destinado al ocio,
nos invita a hacer una “auto-terapia”. Comenzaremos a experimentar mayor
entusiasmo y nuestra mente se sentirá más liviana, sin pesadumbres.
El ocio creativo propicia la
generación de experiencias vivenciales saludables con uno mismo, con nuestro
entorno y con la naturaleza. Estimula claramente nuestras virtudes y talentos y
quizás, para muchos de nosotros, a descubrirlas en un marco de alegría y
renovación permanente.
De hecho, el ocio creativo es
saludable y activa los mecanismos de la auto-sanación interior. Se trata,
entonces, de comprometernos con un nuevo aprendizaje que nos lleve a lograr la
integridad bio-psico-social; promoviendo la imaginación, la creatividad, el
juego, las relaciones afectivas, el arte, la actividad física, las reflexiones
filosóficas y el encuentro con la mirada interior.
Podría decir que uno de sus
pilares del ocio creativo es “la libertad”, ya que contamos con ella para
desarrollarnos con plenitud.
Ahora bien, NO confundir “OCIO”
con “PEREZA”. Se ha asociado mucho el ocio con la pereza, sin que un concepto
tenga que ver con el otro.
La pereza es una actitud mental.
Es considerada también uno de los 7 pecados capitales. En la Biblia Cristiana,
en Proverbios 6:6-11, se refiere a los perezosos con esta enseñanza:
"Ve a la hormiga, Oh
perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni
gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de
la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te
levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar por un poco
las manos para reposo; así vendrá tu necesidad como caminante, y tu pobreza
como hombre armado".
Las 16 horas para estar
“despiertos”
Pensamientos y Creencias
Durante las 8 horas de sueño, el
cerebro permanece “despierto” y trabaja SIN nuestra propia VOLUNTAD. La mente,
sin duda alguna, seguirá su curso trabajando en favor de nuestra felicidad y
armonía o en contra de ella, según cómo la hayamos “educado” o “alimentado”.
Sólo tenemos 16 HORAS este día de
HOY, para ser conscientes de lo que hacemos con nuestra vida.
Nuestra mente produce más de
60.000 pensamientos por día y la mayoría de estos pensamientos son negativos.
Así nos dicen las investigaciones científicas del Instituto de investigación de
Stanford (EE.UU.). Esto confirma, aún más, que estamos en exceso al apegarnos a
la energía involutiva, determinando un verdadero perjuicio para nosotros, en
todos los ámbitos donde nos desenvolvemos.
Nuestros pensamientos frecuentes
se convierten en “hábitos”. Son los pensamientos habituales los que configuran
nuestras “creencias”. Estas creencias, luego, producen más pensamientos acordes
a estas creencias y éstos crean realidades para nuestras vidas.
Es deducible ahora, que los
pensamientos repetitivos que constituyen nuestras creencias, son aquellos que
configuran nuestra realidad.
Decía Richard Bandler, uno de los
cocreadores de la Programación Neuro Lingüística (PNL): “Tus creencias no están
hechas de realidades, sino más bien es tu realidad la que está hecha de tus
creencias”.
Los pensamientos crean “imágenes
mentales”. Las imágenes que colocamos en nuestras mentes influyen en nuestro
“comportamiento”. El hecho de pensar; es concebir imágenes en nuestra mente, ya
que es un mecanismo que el cerebro exige para poder interpretar datos. Sin la
imagen que se piensa, no existe un pensamiento. El pensamiento y la imagen
están siempre unidos.
El Doctor Maxwell Maltz
(1899-1975), creador e impulsor de un importante concepto psicológico
denominado “Psico-Cibernética”, desarrolla un punto que es crucial para
entender que los seres humanos contamos con la existencia de dos realidades que
debemos considerar:
- La
Realidad Objetiva.
- La
Realidad Subjetiva.
La Realidad Objetiva, es aquella
que capta las condiciones y estímulos que recibimos a través de nuestros cinco
sentidos (olfato, tacto, vista, gusto y oído) y que se desarrolla en el ámbito
exterior o tangible del ser humano.
La Realidad Subjetiva, es aquella
que rige nuestra conducta, nuestro comportamiento habitual y que está
determinada por nuestras creencias o hábitos de pensamiento. Es decir, se
desarrolla dentro de nosotros mismos.
Nuestro cerebro no puede
diferenciar una realidad determinada, ya sea esta objetiva o subjetiva (o
idealizada), por lo que dirige su accionar y su energía hacia lo que “uno cree
que es” y no a lo que “uno esencialmente ES”.
Si creemos que somos
triunfadores, estaremos inicialmente imaginándolo. Estaremos visualizando
escenas vinculadas con logros de objetivos personales, sonrientes, sólidos,
seguros. Nuestro comportamiento se orientará hacia esa creencia personal y
generará la energía necesaria para que eso suceda. Pronto estaremos
relacionándonos con personas que piensen y crean que el éxito forma parte de
ellos.
Como ejemplo de creencias
negativas, bastará con ir a un café y observar... Verán ustedes que muchas
personas se sientan a quejarse de las situaciones que viven, del país, de su
trabajo, de su relación matrimonial. Y las personas que están “compartiendo”
este diálogo quejoso, son personas con similares energías, dado que tienen las
mismas creencias.
Recurro siempre a un pequeño
trabajo de “experiencias guiadas” que comparto ahora con el fin de que sea
experimentado. El trabajo de visualización es el siguiente:
Cerremos los ojos, distendámonos
e imaginemos esta escena mentalmente:
“Estamos en la cocina de nuestro
hogar. Es la hora 03:00 p.m. y nos sofoca los 40 grados de calor que hay en ese
momento del día. Tenemos una sed desesperante, por lo que nos acercamos al
refrigerador. Abrimos la puerta blanca del refrigerador y lo único que
encontramos es un limón. No hay nada refrescante para beber, ni siquiera agua;
sólo ese limón. Tomamos la fruta cítrica, cerramos la puerta del refrigerador y
nos trasladamos hacia la mesada. Ahora abrimos el cajón donde se encuentran los
cubiertos y tomamos un filoso cuchillo. Cerramos el cajón. Tomamos el limón por
los extremos para cortarlo por la mitad. Ya cortado, levantamos con nuestra
mano una de las mitades del limón, lo olemos... y ahora lo mordemos para
extraer todo su jugo posible y depositarlo en nuestra boca”.
Es probable que, con esta
visualización, se haya segregado saliva. ¿Cómo es que se hizo agua nuestra
boca, si el limón no existe en la realidad?...
La respuesta es simple: El
cerebro no puede diferenciar una realidad objetiva de otra subjetiva, por lo
que actúa ordenando al cuerpo que segregue saliva, ya que está creyendo que la
imagen que posee es “creíble” como una realidad.
Si algo tan sencillo como el
hecho de imaginar un limón, hace que el cerebro emita la orden de segregar
saliva para cumplir una función biológica de protegernos del ácido, ya que cree
que el limón es real; imaginemos lo que nos sucede con cada pensamiento
auto-saboteador que alimenta nuestra mente.
En lo particular recomiendo estar
muy atentos a las expresiones que nos hacemos, ya sean verbales o mentales,
tales como: “no sirvo para nada”; “nadie me quiere”, “soy feo, nadie va a
fijarse en mi”, “soy pobre, inútil, no sé hacer nada”, etc.
Un aspecto importante a
considerar es prestar atención a las sutilezas de nuestras expresiones que
empleamos a cada instante, porque sin darnos cuenta, estas creencias
auto-saboteadoras aparecen. Un ejemplo puede ser cuando una persona se olvida
algo y al recordarlo, se dice: “¡qué torpe que soy!... o emplea expresiones
similares. Esta es una invitación para hacer ejercicio del poder del lenguaje.
Si cambiamos nuestra AUTOIMAGEN,
estaremos cambiando nuestro “comportamiento”. Si reemplazamos las creencias
nocivas por creencias positivas, realmente nuestra vida cambiará. Lo crea o no.
"La autoimagen marca las
fronteras del logro individual" (Maxwell Maltz).
¿Cómo podemos cambiar todas
nuestras creencias saboteadoras? ¿Cómo podemos cambiar nuestra autoimagen?
Pensando de manera POSITIVA.
Todos sabemos eso... El asunto es
lograr auto-liderarnos para comenzar, desde ahora, a cambiar todo cuanto nos
hace sufrir en nuestra vida y elegir que nuestra mente produzca permanentes e
inagotables pensamientos positivos que construyan, segundo a segundo, una
realidad concreta basada en el “merecimiento” de la felicidad y la plenitud
para cada uno de nosotros.
Honrar el día
“El instante, es una diminuta
porción de tiempo que puede durar una vida entera. La eternidad, se manifiesta
en cada pensamiento en Dios, que nos trasciende”.
Dr. Fernando Daniel Peiró
«Carpe diem»
Cada uno de nosotros es único e
irrepetible, así como cada día que transitamos.
"Hoy", es más que una
palabra; es un real compromiso con "fabricar ese sólido ladrillo" con
el que construimos la fortaleza de ese mañana que YA ES AHORA.
Mi frase favorita es "Carpe
Diem", expresión latina para recordarnos que “aprovechemos el día”, como
si fuere el último, viviendo en plenitud y disfrutando con intensidad nuestras
incertezas del momento actual que vivimos.
Esta frase se encuentra en un
poema de la obra "Odas", escrita por el antiguo poeta latino Horacio
(65 antes de Cristo - 8 antes de Cristo). Su traducción es la siguiente:
“No busques el final que a ti o a
mí nos tienen reservado los dioses (que por otra parte es sacrilegio saberlo),
oh Leuconoé, y no te dediques a investigar los cálculos de los astrólogos
babilonios.
¡Vale más sufrir lo que sea!
Puede ser que Júpiter te conceda varios inviernos, o puede ser que éste, que
ahora golpea al mar Tirreno contra las rocas de los acantilados, sea el último;
pero tú has de ser sabia, y, mientras, filtra el vino y olvídate del breve
tiempo que queda amparándote en la larga esperanza.
Mientras estamos hablando, he
aquí que el tiempo, envidioso, se nos escapa: “aprovecha el día de hoy” (carpe
diem), y no pongas de ninguna manera tu fe ni tu esperanza en el día de mañana”.
Transitemos cada segundo, con la
convicción de que HOY es el único momento que tenemos para ser plenos; aún si
las cosas no son como las esperamos. Hay siempre alguna enseñanza de la vida
detrás de ello. Aprendamos a leer entre líneas.
¿Nos pusimos a pensar que cuando
el día casi está terminando, nos acordamos de que se nos fue de la mano sin
disfrutar o "darse cuenta" de las incontables señales que hay para
sentirnos agraciados?
Estar presente... Aquí... Ahora.
En una ocasión le preguntaron a
Siddhartha Gautama (563 - 486 antes de Cristo), príncipe heredero del clan de
los Shakyas y maestro espiritual fundador del budismo: ¿Quién es un Hombre Santo?".
Él respondió: "Cada hora se divide en cierto número de segundos y cada
segundo en cierto número de fracciones. El santo es, en realidad, el hombre que
es capaz de estar totalmente presente en cada fracción de segundo".
La belleza y sabiduría de esta filosofía
de la momentaneidad, nos invita a lograr la percepción de la conciencia,
localizada en el momento actual en que vivimos. Ni antes ni después; ni en el
pasado, ni en el futuro; sino en el AHORA.
Nos hemos acostumbrado a
“identificarnos” con los acontecimientos de esta vida, dejando de lado la
experiencia de vivir cada momento presente.
Estar atentos a Sí mismos,
implica un aprendizaje silencioso y de permanente vigilancia de nuestros
procesos psicológicos, pensamientos, palabras y sensaciones emocionales.
En la generalidad, los seres
humanos ponemos foco de atención a los problemas de la vida diaria, en lo
cotidiano; ya sean dificultades de índole financiera, del hogar, del trabajo,
etc. y terminamos identificándonos con las emociones negativas de impotencia,
desesperación, celos, tristeza, envidia y tantas más.
También la “fascinación” por
llegar a ser o tener en el marco de un futuro incierto, nos lleva a creer o a
suponer que nuestra vida y la de los demás, se desarrolla en función de
nuestros propios intereses. Esto nos ha llevado a “hipnotizarnos” con el
futuro, pensando en lo que este tiempo incierto nos depara y nos convierte en
víctimas de las diferentes circunstancias de la vida ligadas al sufrimiento.
Estamos muy cercanos a la famosa
“preocupación”, en la que sólo buscamos inconscientemente evocar nuestro
pasado, y de allí, nos proyectamos al futuro en búsqueda de la
“autorrealización” en algún sentido. Cuando miramos el presente y creemos que
“estamos viviendo en este presente”; lo que sucede es que lo miramos, tomando
como punto de partida a las experiencias vividas en nuestro pasado.
El escritor argentino Jorge Luís
Borges (1899 - 1986), uno de los más grandes escritores de la literatura en
español del siglo XX, en su poema “Aprendiendo”, nos dice que: “Con el tiempo
aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana
es demasiado incierto para hacer planes… Con el tiempo te das cuenta de que en
realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo
en ese instante”.
Todas las manifestaciones de
falta de perdón en nosotros, como el odio, el resentimiento, la queja, los
juzgamientos, la crítica negativa, el remordimiento; están conectadas con el
pasado. Todo disfraz del miedo, como estar ansiosos, estresados, preocupados,
incómodos; está atado a una fuerte mirada al futuro, es decir, alejados del
presente, del “Aquí y el Ahora”.
Darle sabor al tiempo presente,
sin estar proyectados en el pasado o en el futuro, es un trabajo de compromiso
con el despertar de nuestra conciencia.
Lo verdaderamente importante y
valioso no es el camino; sino saber “estar presentes” en cada paso que damos en
ese camino. Estar totalmente en el “Ahora”, es estar en un espacio sagrado
donde se vive y se toma atención a cada instante, con la intención de disfrutar
plenamente de las bendiciones que están en ese espacio de la momentaneidad.
Cuenta un relato que, en la época
de la colonización española en América, unos soldados perseguían a un aborigen
que había escapado de los calabozos. En un momento, el hombre originario
encontró un árbol y se subió desesperado para esconderse en medio de su
follaje.
Arriba del árbol, el aborigen
miró su copa y se percató que era un bello manzano, lleno de frutos deliciosos.
Se sonrió, tomo una manzana y empezó a disfrutarla.
De hecho, se olvidó por completo
que los soldados españoles lo perseguían y saboreó ese instante con plenitud.
Práctica de la clave “SOL”
Este maravilloso ejercicio de
constante práctica en el día, nos permitirá prestar atención - a cada momento -
para estar en conciencia de quiénes somos, de lo que estamos pensando,
sintiendo, actuando y en dónde estamos.
El ejercicio consiste en dividir
nuestra atención en tres partes, con el propósito de poner en evidencia el
grado de conciencia adquirido por nosotros. Es un verdadero ejercicio para
nuestro autodescubrimiento y regulación de equilibrio.
Nos permitirá estar atentos y
alertas en relación con lo que pensamos, con nuestros hábitos, palabras,
gestos, emociones y acciones.
La división de la atención en
tres partes es la siguiente:
S - Sujeto: ¿Quién soy?
O - Objeto: ¿Qué estoy haciendo en este momento?
L - Lugar: ¿Dónde estoy ahora?
SUJETO:
¿Quién soy?
Descubrir la importante necesidad
de observar nuestra esencia, vigilando nuestros pensamientos, sentimientos,
emociones, temores, anhelos o aspiraciones, deducciones. etc., además de sentir
las sensaciones que nuestro cuerpo registra de todo esto. No olvidarse de Sí
mismos ni un sólo instante.
Muchas veces creemos que somos lo
que hacemos. Aprovechemos este momento para preguntarnos si estamos ubicados en
el “SER” o en el “PARECER”. Si vamos al encuentro de nuestro Ser, con seguridad
alguna, estaremos alejándonos del “ego”, que quiere constantemente distraer
nuestra atención haciéndonos creer que nuestra “esencia” es la “apariencia”.
OBJETO:
¿Qué estoy haciendo en este
momento?
Deberemos preguntarnos de manera consiente
qué hacemos en este instante. Procurar analizar, en milésimas de segundos, cuál
es el objetivo de lo que estamos, haciendo como propósito de vida y si estamos
verdaderamente comprometidos con “quienes somos en esencia”.
LUGAR:
¿Dónde estoy ahora?
Preguntarnos dónde estamos ahora
en realidad, más allá del espacio físico.
Sucede que muchas veces estamos
en nuestro hogar y nuestro pensamiento está focalizado en los problemas del trabajo.
Cuando hacemos esto, no estamos dándonos cuenta de dónde estamos en realidad.
Procuremos ser observadores de
todo cuanto sucede de momento a momento. La observación detallada y minuciosa
del lugar donde estamos. Preguntarse la razón de por qué estamos en este
determinado lugar ahora.
La práctica de la observación
durante el día, de manera recurrente, nos permitirá activar los mecanismos de
la conciencia y estar en permanente regulación en el “Aquí y Ahora”.
El autor espiritual alemán
Eckhart Tolle, en su libro “El Poder del Ahora”, recomienda estar intensamente consiente
de cada momento presente, prestando una puntual atención a toda actividad, por
más rutinaria que ésta sea, haciendo que la atención sea un fin en sí mismo.
EJERCICIO:
Focalizar profunda atención de
las sensaciones del cuerpo, el tacto, el sonido, la respiración, los colores,
los olores, los movimientos y las emociones, cuando realizamos cada actividad,
como por ejemplo: bajar una escalera, caminar, ducharnos, lavarnos las manos,
subir a un automóvil, a un ascensor, mirar por una ventana, etc.
Con la práctica de este ejercicio
alcanzaremos, en un tiempo no muy lejano, una sensación de paz interior y de
presencia de una energía inmensamente superior que nos protege y está siempre
unida a nosotros: Dios.
“Hice de mi mano un puño, extendí
mi dedo índice y apunté hacia abajo, hasta apoyarlo en la mesa con cierta
firmeza. Me dije mentalmente: ¡Estoy viviendo “Aquí y Ahora”!...”
Dr. Fernando Daniel Peiró
Conciencia
Estar en “Conciencia”
Me pregunto. Me respondo
Me pregunto si mi camino está
trazado, delineado, configurado.
Mis pies, ¿son libres para
recorrerlo?
Preguntas que responde mi
conciencia, maestro sin tiempo, sin sombras obscuras; señales sabias entre mis
pasos elegidos.
Me pregunto si es esfuerzo lo que
ejerzo cuando transito, paso a paso, piedras, tierra y cielo.
Tal vez la simpleza sea simple…
cuando solo me dejo llevar, libre yo, de ataduras vanamente humanas.
Me respondo o mi conciencia lo
hace, Que el camino ES.
Que las piedras son oportunas.
Que la tierra es un aula.
Que el cielo, la llegada.
Dr. Fernando Daniel Peiró
Cuerpo - Mente
Me parece muy apropiado analizar
el concepto “cuerpo - mente”, para acercarnos de un modo más sencillo, al
entendimiento de este “misterio”. Destaco que existen diversas teorías o
posturas al respecto, aunque me remitiré a clarificar sólo una de ellas.
En principio, cuando se habla de
cuerpo, estamos haciendo referencia al aspecto “materia”. La materia, como cada
pensamiento, es “energía”. Lo que diferencia la energía del plano material al
plano mental, es el nivel vibratorio de esas energías. La energía de la materia
es denominada energía pesada, ya que sus vibraciones son más lentas.
En el campo de la mente, la
energía vibra con mayor agilidad. Existen dos divisiones (por así decirlo)
dentro de la mente. Una es la parte “inconsciente” y la otra parte llamada
“conciencia”.
La parte de lo “inconsciente” de
la mente, es un gran cofre o archivo, donde guardamos todas las experiencias
del pasado. En este “archivo de nuestra vida”, se almacenan las experiencias
que consideramos felices y las que nos han provocado sufrimiento. Cuando
aparece el temor, por ejemplo, es debido al recuerdo de una experiencia
dolorosa que evocamos y que genera la activación de emociones no gratas, ante
un suceso actual que tiende a parecerse a uno pasado. De igual manera sucede
con los recuerdos gratificantes y constructivos, que nos producen emociones de
paz y seguridad.
Es en esta “parte inconsciente”,
donde se guardan o se registran nuestras “creencias”. La parte inconsciente no
razona ni cuestiona nada; sólo se encarga de contribuir con las “ordenes” o
“pautas” que nosotros le proporcionamos. Si nuestra pauta es que nos sentimos
“no merecedores” de lo mejor para nuestras vidas; o que somos un tremendo
fracaso; o que nos enfermamos con facilidad; o que para ser felices necesitamos
mucho esfuerzo; o que para ganar dinero se necesita mucho sudor y sacrificio;
nuestra energía inconsciente producirá lo que estamos creyendo en el plano de
la materia o realidad tangible.
La parte de la conciencia es
activada por nuestra VOLUNTAD y nos permite cambiar nuestra vida. Cuando hablo
de “estar en conciencia”, me refiero a tener la voluntad de “tomar las riendas
de nuestro pensamiento”, para encaminarlas hacia un lado constructivo. Es aquí
donde podemos realizar un entrenamiento de 16 HORAS, para lograr que nuestra
vida alcance el grado de plenitud al que queremos llegar.
En la “mente consiente” es donde
se encuentra el “poder de la transformación”. Es desde la “mente consiente” que
podemos generar nuevas creencias y materializarlas en el mundo de las formas.
Cuando una semilla es sembrada en
tierra fértil, se inicia el proceso de crecimiento de la planta. Esta semilla
sufre su transformación para convertirse luego en un hermoso árbol, que dará
deliciosas y jugosas frutas.
De la misma manera es en el
“cuerpo-mente”:
·
La semilla que sembramos es la “mente consiente”.
·
La tierra fértil es nuestra parte “inconsciente”,
que trabajará para que esa semilla de “conciencia” germine e inicie el
crecimiento del árbol.
·
Cada fruto es el resultado (materia). Es cuando
las cosas que creamos en nuestra mente, se manifiestan en la realidad tangible.
Imaginemos la importancia que
tiene para nosotros, el que la “tierra fértil” de la parte inconsciente reciba
semillas de “calidad”, para que los frutos que obtengamos en esta vida, sean
tan sabrosos como para disfrutarlos con plenitud. Es por eso que, “despertar el
lado consiente” es el camino para que nuestras realizaciones en la vida sean
honradas y celebradas.
Despertar
Sueño despierto. Sueño y
despierto;
despierto de ese sueño del no
despertar.
El sentido es que de mi sueño
despierte; porque soñando, despierto
y despertando de mis sueños, miro
con absolutos ojos de verdad.
Dr. Fernando Daniel Peiró
Tres poderes para la Transformación
Humana
Las Tres Chispas
Vino el Creador absoluto y lanzó
al hombre tres chispas de luz, que tienen el poder de "ser creador".
El hombre tomó para sí las tres
chispas. Colocó la primera en su cabeza; la segunda en su boca y la última en
su corazón.
Intentó ser creador con la chispa
de la cabeza; pero no logró crear.
Hizo intentos con la chispa de su
boca; buscó la manera, aunque todo fue inútil.
Con la tercera chispa del
corazón, probó ser creador y todo fue estéril.
Comenzó el hombre a combinar las
chispas una con otra, hasta que finalmente se convirtió en creador como su
Creador, Alcanzó la destreza de crear, encontrando el equilibro en las tres
chispas al mismo tiempo: la mente, la palabra y la intención.
Entonces, El Creador Supremo, le
dio al hombre libre albedrío para crear.
Dr. Fernando Daniel Peiró
Tres Poderes para la
Transformación:
Los seres humanos somos creadores
por naturaleza esencial. Tenemos tres poderes que son verdaderos regalos de
Dios. El uso de estos poderes esenciales ya es ejercido por cada uno de
nosotros - quizás para muchos sin saberlo - y el uso que les hemos dado nos da
como resultado todo lo que hoy es nuestra vida.
Ejercer el dominio de estos tres
maravillosos poderes, de manera consiente, nos permite ser creadores de la vida
que realmente deseamos vivir; alcanzar la armonía, la paz, la abundancia y todo
cuanto deseamos vehementemente.
Estos tres maravillosos poderes
son “chispas” que aguardan en nuestro interior, para convertirse en poderosos
fuegos sagrados, con los cuales templar el ser y reconocer nuestro origen
esencial y divino. Las tres semillas de poder universal, están en nuestras
manos para convertirse en deliciosos frutos:
·
El Poder del PENSAMIENTO POSITIVO
·
El Poder del LENGUAJE
·
El Poder de la INTENCIÓN y la INTENSIÓN
Para cambiar nuestras vidas hacia
una dirección evolutiva, constructiva, se requiere dedicación y compromiso. Se
trata de transformarnos en verdaderos “Atletas”. Con el tiempo, el
entrenamiento repetitivo se convertirá en un hábito.
La palabra "Atleta", se
remonta a la época del antiguo poeta griego Homero (725 antes de Cristo),
apareciendo en su obra “La Ilíada”. Proviene inicialmente de la lengua griega
“Aethos”, que tiene como significado “Esfuerzo”.
Cuando hablo de “entrenamiento”,
estoy diciendo “experimentar”. Iniciar la experiencia es, en definitiva,
aceptar nuestra capacidad o fuerza creadora que existe en Sí mismos; es
potenciar nuestro Yo Superior.
La disciplina y la constancia en
el propósito es lo que hace que logremos ser verdaderos “atletas de la vida”.
Nosotros podemos hacer que
ocurran los cambios que deseamos; es importante comprender que para ello se
requiere de la permanente práctica o “entrenamiento”. Es cuestión de “voluntad”
y “esfuerzo”; pero por sobre todas las cosas, es una cuestión esencial de FE
inquebrantable.
El filósofo alemán Friedrich
Nietzsche (1844-1900) comentaba que “Todo el que disfruta cree que lo que
importa del árbol es el fruto, cuando en realidad es la semilla. He aquí la
diferencia entre los que creen y los que disfrutan”.
Somos seres que venimos a este
mundo para evolucionar. Es por ello que etimológicamente la palabra “Humano”
proviene del griego “Hummus”, cuya connotación es “Germinar”. La evolución de
un ser humano, como la de un árbol o de toda creación de Dios, es cosechar
abundantes frutos.
Swami Sivananda Saraswati
(1887-1963), uno de los más importantes yoghis del hinduismo y autor de más de
300 libros sobre Yoga, expresa que: "Una persona siembra un pensamiento y
recoge una acción. Siembra una acción y recoge un hábito. Siembra un hábito y
recoge un carácter. Siembra un carácter y recoge un destino".
Hago una síntesis de esto:
Pensamiento más Acción más Hábito
más Carácter = Destino.
Adquirir sólo conocimientos y no
aplicarlos es un estado de “pasividad”. En contraste con ello, el que “elige”
comenzar a “experimentar” o iniciar la práctica de los conocimientos
adquiridos, está activando la “voluntad de hacer”; es pura acción y, por
supuesto, esto significa “actividad”.
Se necesita estar con
disposición. De nada sirve la información o el conocimiento que podamos
adquirir si no nos comprometemos a mejorar nuestra percepción de la vida o, lo
que es más honrado todavía, transformar nuestra vida al punto de “querer
vivirla”. Se trata de conquistar nuestra propia voluntad, antes de sentirnos
derrotados por los fantasmas de nuestra mente.
Mientras más nos comprometamos a
experimentar, más pronto obtendremos lo que deseamos en la vida. A medida que
más y más y más practiquemos; a medida que repitamos, repitamos y repitamos la
práctica, más fácil será cambiar nuestras creencias saboteadoras, porque
estaremos concientizándonos a Sí mismos.
Aristóteles, filósofo griego (384
A.C. - 322 A.C.) expresó: “Cuando repetimos la búsqueda de la excelencia, ya no
es un acto, sino un hábito”.
Muchas personas pueden
encontrarse alejadas de creer, que las realidades grises de sus vidas pueden
teñirse de vivos e intensos colores. Cambiar nuestras vidas, es hacernos la
promesa inquebrantable a Sí mismos y darnos la oportunidad de comprobar por
cuenta propia, nuestro maravilloso poder de transformación.
Los resultados que obtengamos
dependerán sólo y únicamente de nosotros, de nuestra entrega, de nuestro
compromiso y de la creencia que merecemos lo mejor para nuestras vidas. Eso
significa erradicar por completo, todo sentimiento de falta de merecimiento o
“sentimiento de pobreza” que poseamos y aceptar que estamos preparados para
recibir todo cuanto queramos.
Intentar vs. Hacer
Por llamado del corazón, deseo
contar una experiencia con mi padre, la cual hoy sigue viviendo en los cielos
de mi alma.
Era muy pequeño entonces; me la
pasaba metido entre la simpleza de los cuadernos de dibujo y lápices de
colores. Luego de muchos intentos, me di por vencido; no pude lograr dibujar el
perro que deseaba hacer a mis cinco años de edad.
Lloré de impotencia. ¡No puedo!
dije llorando... ¡Lo intento y no puedo!, abandonando todos estos hermosos
elementos que me hacían vivir una fértil imaginación: los útiles.
Mi padre, sentado típicamente en
su mismo sitio - a la mesa de la cocina - me llamó hasta su lugar de ocio y
reflexión.
- ¿Que te sucede hijo?, ¿Por qué
lloras así? Me preguntó viéndome con esa maravillosa y fuerte mirada que lo
caracterizaba.
Llorando, sin detenerme un minuto
y tomando aire bruscamente y de manera entrecortada, le dije:
- ¡Es que no me sale el dibujo
del perro que quería hacer!...
- ¿Estás seguro que no puedes?
continuó mi padre.
- ¡No puedo papá! ¡Lo intento, lo
intento y no puedo!
Él, pacientemente, me desafió
diciéndome:
- Hijo, ¿ves este vaso con agua
que está aquí, en esta mesa?
- Si, le conteste.
- Bueno, te pido que intentes
tomarlo.
Eso hice. Extendí mi mano hacia
el vaso con agua y cuando estuve a punto de tocarlo, mi padre me tomó del
antebrazo y me detuvo diciéndome enérgicamente:
- ¡No!, ¡Te dije que intentes
tomarlo, no que lo hagas!
Continuó con sus palabras,
mientras yo estaba en silencio:
- Hijo, cuando te propongas hacer
algo; cualquier cosa... ahora un dibujo, luego cuando seas más grande otras
cosas, ponte en la cabeza la idea de HACERLO y NO la de INTENTAR HACERLO.
·
INTENTAR es poner en tu cabecita la idea de que
puede hacerse como no; pones la duda en tu cabeza. La tarea que tienes para
ahora, hijo, es simplemente HACERLO.
·
El perro que quieres hacer ya está en tu mente,
¡solo dibújalo!... Es más, te desafío a que lo hagas AHORA MISMO; NO MAÑANA.
¡HOY, AHORA!, comenzando tu dibujo por la cola del perro, como no lo harían
todos...
Y así fue. Mi llanto ya había
muerto con la esperanza, que es una manera de llamarle a la CERTEZA.
Tomé un papel y mi lápiz
preferido para darme "suerte" y, en el regazo de mi padre como apoyo,
comencé a dibujar el perro por la cola.
Debo reconocer que mi padre tenía
razón... Todavía dibujo ese mismo perro que hice por primera vez en su compañía.
Jamás lo olvidé.
Con los años, el diccionario se
hizo uno de mis mejores confidentes. Cada palabra tiene su significado; es
verdad, pero éste depende de la electricidad emocional que le demos a cada
concepto.
Confucio, uno de los más
importantes filósofos de la antigua China (551 - 478 antes de Cristo), dijo
alguna vez: "Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo
aprendí".
Los invito a que, desde ahora,
potencien sus talentos hasta la máxima expresión, nunca experimentada por
ustedes, para hacer todo cuanto se propongan. Cada uno tiene talentos y
virtudes únicas e irrepetibles, los cuales sería muy bueno ponerlos a
disposición de los demás con entereza y con determinación.
Acerca de la Voluntad
Hablar de la «voluntad» requiere
de un tratamiento especial, ya que, desde mi óptica personal es uno de los
pilares del llamado “éxito en la vida”.
Etimológicamente la palabra
voluntad proviene del latín “voluntas” que significa “querer”. A este
propósito, formulo algunas preguntas para que las analicemos juntos:
¿Alguna vez pronunciamos la
famosa frase “no tengo la voluntad suficiente para hacer esto”?.
¿De modo general, nos falta
voluntad para hacer las cosas que «queremos», o es que realmente no las
queremos ya que no tomamos la determinación de accionar para conseguirlas? ¿El
miedo nos detiene tanto, que termina dominando nuestra voluntad?
Me parece de sumo valor hacer
mención del Dr. Émile Cohué, autor del libro “El dominio de sí mismo”, que nos
habla de la voluntad y su directa relación con la imaginación, expresando sus
conclusiones de 20 años de estudio, a manera de leyes:
·
Cuando la voluntad y la imaginación están en
lucha, es siempre la imaginación la que gana sin excepción alguna.
·
En el conflicto entre la voluntad y la
imaginación, la fuerza de la imaginación es en razón directa el cuadrado de la
voluntad;
·
Cuando la voluntad y la imaginación están de
acuerdo, la una no se añade a la otra, sino que, la una se multiplica por la
otra;
·
La imaginación puede ser conducida”
Con el propósito de ilustrar este
concepto del poder de la Voluntad, estuve investigando acerca de un mito
existente que aconteció entre los años 1.550 y 1.600. Se dice que unos mil
barcos españoles que se hundieron en las profundidades del mar centroamericano,
llevaban tesoros de oro y plata provenientes de América.
Una de las naves españolas
llamada “Nuestra Señora de Atocha”, había sido destruida por la fuerza de un
huracán y su tesoro preciado fue tragado por las aguas del Mar Caribe.
Mel Fisher (1.922 - 1.998), un
aventurero de nacimiento, había leído “La Isla del Tesoro” y su fascinación de
niño lo convirtió en el cazador de galeones más famoso del mundo. Como buzo
avanzado montó una base con otros buzos, especialistas y capitanes de
embarcaciones en búsqueda de los tesoros hundidos del barco español El Atocha,
en las profundidades de los océanos y mares de la América Central. Fisher buscó
incansablemente por las aguas saladas, hasta que su inquebrantable voluntad y
persistencia dio su recompensa luego de dieciséis años.
Habían pasado tres siglos y más
de sesenta años desde que “Nuestra Señora de Atocha” se hundiera con el tesoro
más impresionante luego del hallazgo de la tumba de Tutankamon, en Egipto.
El Océano tiene escondido los
tesoros más maravillosos que uno pueda imaginar.
Pacientemente el océano aguarda
en silencio que alguien bucee por sus aguas profundas y descubra sus riquezas.
En las profundidades de nuestro
interior, esperan también silenciosos nuestros tesoros del Ser, donde se
encuentra la mayor de nuestras riquezas, con la cual podremos despertar a la
conciencia. La voluntad inquebrantable es el equipo de buceo, mediante el cual
iniciaremos el descubrimiento más importante de nuestra historia personal, con
el propósito de hacerla evidente.
“La Voluntad es la fuerza motriz
más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica”, dijo Albert
Einstein.
Les propongo tomar la
determinación de convertir nuestras ilusiones en hechos concretos; de decidir
emprender el viaje a lo que realmente queremos en esta vida. La voluntad es
aquella fuerza que le da valor a los pequeños esfuerzos que hacemos y es la que
nos ayuda, junto con la fe o la confianza de sí, a mover las montañas por más
grandes que éstas sean.
Un destacado religioso
estadounidense llamado Henry Ward Beecher (1813 - 1887), se expresaba diciendo
que “la diferencia entre perseverancia y obstinación es que la primera a menudo
se origina en una fuerte voluntad de hacer y la otra en una fuerte objeción”.
El Poder del Pensamiento Positivo
Estamos en este momento, en el lugar
exacto, en el tiempo preciso del ahora, para elegir entre el “desastre” o el “entusiasmo”
en nuestras vidas. Tan sólo con tener una actitud positiva, nos inclinaremos a
vivir experiencias de plenitud, de armonía y de abundancia.
Como buscador comprometido del
origen de las palabras, con el fin de “ir al origen esencial” de todo ser
humano, recurro a las etimologías para poder comprender cada concepto desde su
raíz.
La palabra “Desastre”, proviene
de la lengua provenzal “Disastro”, compuesta del sufijo del idioma latín “Dis”
para significar separación; y “Astro”, para referirse al sol o astro solar.
Esta composición lingüística sugiere el significado de “Lejos del Sol”. En
tiempos antiguos, se relacionaba al Sol con el Dios Creador. Un “Desastre” era
la consecuencia del alejamiento de Dios.
“Entusiasmo”, es una palabra del
latín tardío “Enthusiasmus”. Ésta deriva del griego “Enthousiasmos”. Es una voz
compuesta de la palabra “Entheos” (“En” más “Theos”), cuyo significado es “Dios
dentro”.
Tener “entusiasmo”, es llevar a
Dios dentro de nuestro corazón y de nuestra mente; ya que, con su Sabiduría,
nos aleja de toda sensación de pérdida y sufrimiento.
El Dr. Norman Vincent Peale (1898
- 1993), predicador cristiano y escritor americano, autor del libro “El Poder
del Pensamiento Positivo”, expresa en su obra “Mate la preocupación y viva para
siempre”, que: “El secreto del continuo fluir de poder está en ajustar nuestra
marcha y tiempo al control divino. Sincronice su pensamiento y vida con el
cronómetro pausado de Dios. Él está en usted, pero si usted marcha a una
velocidad y Él a otra, se apartará. Conservar la energía positiva, depende de
mantener el ritmo natural de Dios”.
Cada suceso en nuestras vidas
está ligado a las permanentes siembras, que cada uno de nosotros lleva a cabo,
mediante el uso del pensamiento.
Las investigaciones desarrolladas
por la moderna psicología, han comprobado que, de los 60,000 pensamientos
diarios que producimos, el 80% de estos pensamientos son repetitivos y se
convierten en creencias o pautas mentales, al ser captados por la mente
subconsciente. El 78% de estos pensamientos son de energía involutiva o
negativos; en tanto, el 22% restante está conformado por pensamientos
constructivos o positivos.
Educar nuestra mente para crear
pensamientos positivos, requiere de un entrenamiento consiente, repetitivo y
comprometido. Lograr el “poder” de pensar de manera positiva, implica aprender
a controlar los pensamientos. Es aquí, donde radica la llave que abre el umbral
de nuestro “autodominio”.
Los pensamientos negativos pueden
ser reemplazados por otros pensamientos constructivos y positivos. Cuando un
pensamiento nocivo o de energía baja ingresa a nuestra mente, puede ser
concretamente diluido por un pensamiento que nos otorgue paz, tranquilidad,
seguridad.
Si nuestra mente no se entrena
con una permanente generación de ideas positivas, continuaremos siendo
“esclavos” del sufrimiento que todo pensamiento negativo causa en nosotros.
Ciertamente, cuando estos
pensamientos indeseables invaden nuestra mente, derrotan nuestra propia
voluntad. Sucede que la hemos acostumbrado tanto a pensar de esta manera que,
al reeducarla nuevamente, evidenciará su poderosa terquedad, ya que ese vicio de
pensar negativamente, genera poderosos rieles que conducen a estos pensamientos
nocivos hacia las creencias auto-saboteadoras.
La relación entre un hombre y su
mente es como un jinete y un caballo. Si nosotros le permitiéramos que trote,
galope y corra libremente por el campo en función de sus propios antojos, nos
llevaría de un lugar a otro sin un sentido o dirección.
Es por eso que nosotros, como
expertos jinetes, debemos conocer el caballo que montamos para dirigirnos hacia
donde elegimos y deseamos ir, sin perder tiempo alguno.
Imaginemos un caballo salvaje que
no ha sido educado para ser montado. Los primeros pasos para poder cabalgarlo
es domarlo. Seguramente, cuando el caballo salvaje sienta que nosotros estamos
arriba de su lomo, pretenderá ejercer su fuerza para derribarnos, para hacernos
caer y fracasar en la doma. Aunque, con fuerza de voluntad y paciencia,
estaremos seguros de que finalmente este caballo será nuestro verdadero
sirviente.
De hecho, luego de domado, habrá
que alimentar y dar de beber al caballo, proporcionarle los más diversos
cuidados para que siempre sea nuestro aliado servidor.
La práctica de cabalgar, cabalgar
y cabalgar por praderas floridas, de hacer que el caballo-mente vaya
reconociendo nuevos campos o ideas positivas, irá fortaleciendo nuevos hábitos
que reemplazarán por completo los antiguos territorios colmados de estiércol y
fango, por los que antes se recorría.
La mente es un maravilloso regalo
que poseemos los seres humanos. Es el magnífico reflejo de Dios, porque con ella
nos convertimos en seres cocreadores. Podemos utilizar el poder del pensamiento
para un sentido evolutivo en nuestras vidas; pero puede transformarse en un
instrumento de desastre y destrucción, si la empleamos de manera inapropiada.
En este caso, la mente tomaría el
control de nuestras vidas y se convertiría en nuestro propio enemigo, que
tortura, agrede, culpa, castiga y nos roba toda posibilidad de trascender.
La mente consiente es el vientre
donde nacen todos nuestros pensamientos que podemos controlar. En el mundo de
la mente subconsciente, habitan las creencias que dirigen nuestro actuar. El
uso del permanente pensamiento positivo, nos permitirá reprogramar aquellas
pautas saboteadoras, que han quedado arraigadas en nuestra mente inconsciente y
poder iniciar una nueva “programación mental” hacia una vida llena de
abundancia y armonía.
Ahora bien, es importante que, al
momento de abordar nuestra mente, con el fin de reprogramarla hacia nuevas
creencias constructivas o evolutivas, no sea de manera directa; ya que
estaremos fortaleciendo aún más las creencias saboteadoras, debido a que las
partes consiente e subconsciente de nuestra mente, buscan dominarse una a la
otra, haciéndonos perder energía y fuerza.
Necesitamos ser “observadores” de
nuestros pensamientos, que van y vienen y que vienen y van. Esta actividad que
en apariencia puede juzgarse como pasiva es, en realidad, extremadamente
poderosa y activa, pudiendo lograr el control sobre nuestros pensamientos.
Escuchar la mente:
Nosotros tenemos una voz que nos
habla constantemente. Es muy importante que aprendamos a escuchar esa voz
mental, transformándonos en minuciosos “testigos y observadores”, dándole toda
la atención a aquellos pensamientos saboteadores que se repiten con frecuencia,
ya que éstos determinan nuestras creencias o pautas mentales. Al hacerlo,
debemos alejarnos de juzgar esa voz de la mente; sólo es necesario oírla y
tener presente cada pensamiento, con el propósito de ser conscientes de ello.
Estaremos así, comenzando a asumir el control o manejo de nuestra mente y
permitirnos domarla de su compulsividad.
EJERCICIO 1:
Para estar conscientes de
nuestros pensamientos.
Cada vez que aparece un
pensamiento saboteador, una sensación de miedo, de no aceptación de sí mismo,
de fracaso, un sentimiento de escasez y de no merecimiento o culpa, digámosle
mentalmente a nuestro Ser Interior: “GRACIAS POR RECORDARMELO” y practiquemos
el amor hacia nosotros mismos, perdonándonos ese pensamiento. En este momento,
debemos crear una imagen de felicidad en nuestras mentes, que es opuesta a todo
pensamiento saboteador.
EJERCICIO 2:
Para clasificar los pensamientos.
Cada vez que tengamos un
pensamiento negativo, usemos la palabra “cancelado” (verbal o mentalmente) por
lo menos tres veces y con convicción.
Nuestro inconsciente registra
esta repetición como un “mandato” e interrumpe las posibles manifestaciones de
lo negativo para nuestras vidas.
Ejemplos:
1.
Viene a la mente un pensamiento indeseable como
“Soy un fracaso”. En ese instante se recomienda decir “cancelo, cancelo,
cancelo ser un fracasado”.
2.
En una conversación una persona dice: “en este
país no se puede prosperar”... de inmediato se dice “cancelo, cancelo, cancelo
esta creencia”.
EJERCICIO 3:
Para reemplazar los pensamientos negativos
por pensamientos constructivos.
Cuando hemos “cancelado,
cancelado, cancelado” un pensamiento negativo de nuestra mente, reemplazaremos
este espacio vacío con una afirmación o pensamiento opuesto (positivo).
Esta es una “proclama” o un
“mandato”; es un momento en el que fijamos una “nueva pauta” de pensamiento
positivo, que ocupe el lugar del pensamiento negativo anterior.
Ejemplos:
Continuamos con los ejemplos del
ejercicio Nº 1:
1.
“Cancelo, cancelo, cancelo ser un fracasado”...
“Yo soy exitoso y triunfador en todo lo que emprendo”.
2.
“Cancelo, cancelo, cancelo que en este país no
se pueda prosperar”... “Este país tiene inagotables fuentes de progreso para mí
y para todos”.
IMPORTANTE:
1.
Para ambos ejercicios correlativos, es
indispensable pronunciar las órdenes o mandatos enunciados, con verdadera
convicción.
2.
Es vital estar atento a cada pensamiento
negativo que surja en nuestra mente y a los “mensajes” que se presenten en el
ambiente exterior en el cual nos relacionamos (conversaciones, situaciones,
medios de comunicación, letras de canciones, etc.), para poder cancelarlos y
reemplazarlos por “ideas” o pensamientos constructivos para nuestras vidas.
PARA TENER IMÁGENES POSITIVAS, HAY
QUE CREARLAS CON VOLUNTAD.
La “Visualización Creativa”
La visualización creativa nos
propone la posibilidad de cambiar nuestra vida, de hacerla exitosa. Consiste en
el poder de cambiar esa "realidad" que vivimos, transformándola en la
que queremos vivir.
Todos entendemos, básicamente lo
que es "visualizar"; es decir, un proceso por el cual cada uno de
nosotros crea imágenes en nuestra mente.
Nuestro cerebro es un “campo” de
permanente cultivo de imágenes; nos hace sembrar ilimitadas semillas de
creatividad y cosechar permanentes creencias y realidades en nuestras vidas.
La palabra “imaginación” deriva
del latín “imaginari” que significa “representar mentalmente”.
De manera concreta, todas las
imágenes de nuestra mente, son semillas de pensamiento y éstas,
inexorablemente, darán sus frutos en nuestra realidad tangible sin importar la
naturaleza de las mismas.
Continuamente estamos creando
imágenes y pensamientos de manera inconsciente y, aunque no queramos crear enfermedad,
ni pobreza, ni cosas a las cuales le "tenemos miedo", éstas
"aparecen" de repente. En efecto, la mayoría de nosotros usa la
energía de nuestro potencial interno de forma inapropiada y con resultados
contrarios a los buscados o deseados.
La visualización creativa nos
permite acercarnos a una vida en plenitud, a una vida en la que podemos obtener
lo que nos proponemos. Consiste en poner en nuestra mente una idea, una imagen
de lo que deseamos crear para nosotros, imaginando la realidad presente "transformada"
en lo que creemos que merecemos y luego lograr esa transformación.
Este proceso de creación de
imágenes y pensamientos ya lo venimos realizando siempre, sólo que de una
manera inconsciente y generalmente adversa a lo positivo, por lo que resulta
creer que es "difícil" de controlar.
Siempre nos imaginamos lo que
deseamos. El “DESEO” es entonces “energía”, algunos autores lo denominan
"electricidad emocional"; y cuando se proporciona electricidad a lo
que se desea, se genera un campo magnético.
Ahora bien, este campo magnético
puede funcionar de manera contraria, si ponemos otra energía tan poderosa como
la del deseo: el “TEMOR". Sucede que el temor o el miedo "atrae"
las mismas cosas que justamente no deseamos o no queremos. Generamos en este
caso la emoción del miedo en nuestra mente imaginando lo temido, creando así
las situaciones y circunstancias para que se materialice lo que se teme.
Cuando alineamos nuestras
imágenes con emociones de paz y confianza en que “todo es posible”, la realidad
se manifestará con esta misma energía. Si estamos desalineados imaginando
situaciones maravillosas para nuestras vidas y les impregnamos a esas imágenes
una emoción discordante, las realidades que obtendremos serán las que no
deseamos que sucedan.
Les propongo transitar un mundo
diferente, un mundo de ideas o pensamientos donde el sendero de ese "nuevo
mundo" sea la autoconfianza. Esto es incluir la imagen de nuestro YO
positivo, imaginándonos a nosotros mismos como personas felices, en abundancia,
con salud rebosante, rodeados de relaciones constructivas y oportunidades
maravillosas.
Imaginémonos así y borremos todo
lo negativo, sólo imaginando lo que realmente deseamos, con una "intención
pura". El mínimo temor o duda que tengamos en nuestras emociones, perturbará
esa intención que es la "fe en nosotros mismos".
Hablemos mentalmente asumiendo
que todo se puede y eliminando los "NO" aprendidos erróneamente.
Liberémonos imaginando que las cosas buenas se nos adhieren y, a la vez que lo
visualizamos, sentiremos que la calma llegó para quedarse.
Visualicemos viviendo HOY en ese
momento, recibiendo las cosas que anhelamos, sintiendo lo que deseamos y
queremos vivir, y creamos en eso.
La fe o convicción en el miedo
sólo nos atraerá lo que tememos. Los fantasmas están en nuestra mente. La
Visualización Creativa va más allá de una "técnica", es un claro
estado de "conciencia".
Asumamos nuestro propio
compromiso.
Todos los seres humanos tenemos
un compromiso ineludible con un mundo mejor y con nuestro entorno, así como la necesidad
de disfrutar de la vida, de amar y de prosperar.
Aprenderemos en poco tiempo a
tener paciencia, a dar forma a nuestras imágenes mentales y luego liberarlas al
universo para que se haga cargo de ellas, conservando la confianza en nosotros
mismos y con una intención verdaderamente pura y sin manchas.
Siempre digo que cada instante de
nuestra vida es un momento concreto de “creación”. Cada momento nos brinda la
posibilidad de crear nuevas oportunidades para nuestras vidas.
Cuatro puntos para una Visualización
creativa exitosa.
1) La relajación:
Una visualización creativa
exitosa requiere de un profundo proceso de relajación. Cuando el cuerpo se
dispone a relajarse conjuntamente con la mente, las vibraciones del cerebro
comienzan a hacerse más lentas.
Hay métodos enseñados por el
yoga, la meditación o ejercicios de disminución del stress que pueden servir
para obtener un estado óptimo de serenidad, que se pueden consultar en libros
específicos.
En lo particular, aconsejo la
posición de “flor de loto”, para realizar las experiencias de visualización creativa,
previa relajación, ya que en esa posición la columna vertebral recta permite el
constante fluir de energía apropiada para su logro exitoso. El unir los tres
dedos de cada mano (pulgar, índice y medio) permitirá mayor poder de
concentración en la imagen mental y posterior recordación.
La respiración profunda y lenta,
llevando el aire hasta el abdomen, permitirá ir eliminando las tensiones
musculares hasta alcanzar el estado de relajación más profundo y comenzar a
imaginar o visualizar.
2) La claridad de las imágenes
mentales.
Cuando tenemos claridad mental de
lo que queremos ver materializado luego en la realidad, todos los procesos del
éxito de nuestra mente desarrollan un mecanismo perfecto, generando una energía
creadora que trabaja de manera automática para nuestro beneficio.
La condición concreta para que
estos mecanismos del éxito se desarrollen estará sujeta en función, entonces,
de la “escena” o imagen mental que pongamos en nuestra mente. Si nos imaginamos
a nosotros mismos siendo protagonistas de esas imágenes, nuestro cerebro
iniciará una nueva programación o pauta mental y creerá en ella.
En algunas organizaciones
empresarias, por ejemplo, se realizan experiencias guiadas de visualización
creativa específicas para el logro de determinados objetivos. Las experiencias
guiadas son desarrolladas para grupos de gerenciadores o equipos de trabajo que
aúnan sus energías mentales para un fin común.
Asimismo, estos métodos de
experiencias guiadas también funcionan en el ámbito personal, con nuestra
pareja, grupos de amigos o familiares y con uno mismo.
El trabajo de visualización es
primordial para que cada uno de nosotros lo desarrolle de manera individual,
por lo que es importante plantear un verdadero objetivo para imaginar: Una cosa
deseada, un empleo, un mejor estado de salud o anímico, la abundancia y
prosperidad o lo que se quiera.
3) Permanente atención en el
objetivo visualizado:
Pongamos atención permanente en
lo que venimos visualizando para convertirlo en una rutina, una costumbre en
nuestra vida.
Transmitamos a nuestra mente, de
manera calmada, una energía positiva a esa imagen que estamos visualizando,
procurando estar conscientes de que “ya es una realidad”, sin que nuestra razón
juzgue nuestras emociones de que puede no ser posible.
4) Dar gracias anticipadas:
Es probable que esto nos pueda
parecer extraño. Sin embargo, cuando a nosotros nos hacen un favor o pedimos
algo a alguien y lo recibimos, decimos “gracias”. Entonces, ¿por qué no
agradecer a nuestro poder supremo que crea constantemente y que habita en
nuestro Ser?
Luego de una imagen pensada, hay
una acción. Se ha llegado a decir que todo tiene una “doble creación”. Una se
crea en nuestra mente y luego se crea en el plano físico. Bien, entonces, más
allá del nombre que le pongamos: Dios, Esencia, Inteligencia Superior,
Universo, etc., todos tenemos en claro que hay una sustancia, algo, un Ser, que
crea lo que luego vemos hecho realidad.
GRACIAS, es más que una palabra;
es mantener nuestra “certeza” de que lo que visualizamos, ya es una realidad
“aquí y ahora”.
EJERCICIO:
Visualización de “el Barrilete”
(De autoría propia)
Paso 1:
En posición o postura que
escojamos (flor del loto, sentada o acostada), cerramos los ojos y comenzamos a
respirar profundo.
Paso 2:
Visualicemos con todos los
detalles posibles un barrilete volando en el cielo, sostenido por un hilo que
tenemos en nuestras manos.
Paso 3:
Imaginemos ahora un deseo que queramos
hacer realidad: un objeto, una situación determinada, etc. Vivámoslo como si ya
se hubiera materializado e imaginémoslo con toda la intensidad y detalle
posible. Luego congelemos la imagen y convirtamos a esa imagen en una
fotografía. Esta fotografía se colocará en el hilo del barrilete y
visualizaremos cómo va subiendo esa foto hacia el barrilete que puede verse en
el cielo a lo lejos.
Repetiremos este ejercicio de
imaginar cada uno de los deseos, los convertimos en fotografía y los enviamos
hacia el barrilete, por medio del hilo.
Paso 4:
El barrilete cada vez se hace más
chico y se aleja y vemos cómo cada uno de los sueños (fotos) acompaña el
barrilete.
Luego, cortamos el hilo del
barrilete y vemos cómo se aleja hasta que desaparece del cielo. En ese momento
decimos mentalmente: “gracias” y dejamos al universo que se encargue de
materializar cada uno de nuestros sueños. Estaremos iniciándonos en la práctica
del “desapego”.
Paso 5:
Contamos regresivamente de 10 a 0
y abrimos los ojos, manteniendo la misma respiración desde el inicio de la
visualización creativa.
Visualización Creativa:
Posturas cómodas para
realizarlas.
Postura de “Flor del Loto”:
Sentados con la columna
totalmente alineada y la cabeza erguida. Se entrecruzan las piernas colocando
los pies por detrás de cada rodilla de la pierna opuesta. Procuremos que el
peso del cuerpo no recaiga sobre los pies.
Postura Acostada:
Nos acostamos como mirando hacia
arriba, abriendo levemente las piernas y dejando los brazos distendidos
paralelos a nuestro cuerpo y piernas.
Postura Egipcia:
Nos sentamos en una silla sin
apoyar nuestra columna vertebral sobre el respaldar de la silla. Los brazos no
ejercerán fuerza y las manos apoyadas en las piernas, con las palmas hacia
abajo o bien uniendo los tres dedos de cada mano (pulgar, índice y medio). La
planta de los pies apoyados sobre el suelo.
Postura Zazen:
Nos arrodillamos y apoyamos los
glúteos con los talones de los pies. La cabeza erguida, la columna alineada y
las manos sobre nuestras piernas.
EJERCICIO:
El Mapa Personal de los “Deseos
Vehementes”
(Basado en ejercicio de Shakti
Gawain)
En un papel afiche blanco o
amarillo, pegaremos imágenes recortadas de revistas que nos permitan focalizar
lo que deseamos. Procuremos colocar escenas donde uno pueda representarse en
ellas.
Para ser más didáctico, cuento mi
experiencia personal. Recorté imágenes de todos mis deseos vehementes. Algunas
de estas imágenes tienen una persona en la que en su rostro o cabeza pegué mi
propia imagen, o en otros, cuando el personaje tenía una apariencia física como
la mía, dibujaba por ejemplo mi barbita candado para “verme yo” en esa escena o
foto.
Todas las mañanas al levantarme y
todas las noches al acostarme miro este “mapa personal de mis deseos vehementes”
y me digo mentalmente viendo cada imagen: “aquí estoy...” y describo la escena
en tiempo de hoy (ahora). Como si fuere un álbum de fotos, sólo que no con
“recuerdos”, sino con las cosas que me pasan “ahora”.
Cada vez que observemos este
“mapa personal de deseos vehementes”, visualizaremos cada elemento sintiendo la
sensación que ya es una realidad HOY. La práctica permanente de observar
repetitivamente cada una de las imágenes recortadas, mañana, tarde y noche,
hará que se convierta en un hábito y pronto, nuestra mente irá preparándose
para que nuestro poder creativo se manifieste sin límites. En eso comenzaremos
a CREER.
“Donde está tu atención, en eso te conviertes”.
Dr. Fernando Daniel Peiró
El Poder del Lenguaje
Todas las acciones de los seres
humanos, iniciando con el pensamiento, la concepción de sus creencias o pautas
mentales, sus acciones cotidianas hasta sus obras trascendentes, están unidas a
veintiocho signos que configuran el alfabeto latino. Cada signo, por sí mismo,
puede ser representado por un sonido característico que, unido a otros, pueden
describir todo deseo, razonamiento y emoción de la humanidad.
La palabra es la cristalización
del pensamiento. Es la obra arquitectónica de un complejo trabajo mental, donde
se articulan pensamientos, imágenes, intuiciones, sentimientos, razonamientos y
deducciones.
Iniciamos conceptualizando las
cosas. Les asignamos nombres para poder reconocerlas, en un código de
entendimiento común a todos. Y es allí, donde el poder del lenguaje aparece en
todo ser humano.
Los Sumerios, por ejemplo,
considerados como la primera y más antigua civilización del mundo, ubicada en
una región histórica del Medio Oriente, consideraban que “Marduk”, su dios
supremo, otorgó a las criaturas que había creado, el poder de la palabra y les
enseñó a utilizarla.
En la Biblia Cristiana, Dios le
concede a Adán, el primer hombre de la tierra, la tarea de llamar por nombre
propio a todas las especies de animales.
En otro pasaje bíblico, se cuenta
que la tierra de ese entonces tenía un sólo lenguaje. Cuando los descendientes
de Adán se asentaron en la tierra de Sennar, construyeron una ciudad y una
torre, cuya cumbre pretendía llegar hasta el cielo, y así, hacer célebres sus
nombres. Dios ordenó como castigo la confusión de lenguas o idiomas, para que
nadie se entendiese. Este es el suceso conocido como la Torre de Babel, o
“torre de la confusión”.
Quizás sea por ello que, hasta el
día de hoy, los seres humanos buscamos la manera de comunicarnos en procura de
entendernos.
Desde los tiempos del Filósofo
Griego Aristóteles, la naturaleza de los sonidos es materia de estudio e
investigación. La ciencia física ha comprobado que un sonido se transmite o se
propaga a través del aire, a una velocidad aproximada de 340 metros por
segundo. Dicha propagación de las ondas sonoras será de mayor o de menor
velocidad, en función de la densidad del medio ambiente, la fuerza o intensidad
de la onda y la temperatura. A mayor temperatura, más se incrementa la
velocidad del sonido.
Estas ondas sonoras impactan e
influyen sobre toda estructura molecular existente en el ambiente de
influencia, las que también son captadas por el oído humano y permiten la
percepción de los sonidos por el cerebro, interpretados por la mente consiente.
Las palabras habladas son ondas
sonoras que, una vez que son interpretadas por nosotros como receptores, se
transmiten a nuestros corazones, con mayor velocidad que la de un avión; y de
hecho, toda causa tiene su efecto.
Según el principio de “Acción y
Reacción” del alquimista, científico, físico, filósofo y matemático inglés
Isaac Newton (1643 - 1727); “A toda acción se opone una reacción igual y de
sentido contrario”, podemos interpretar que el poder y la fuerza con que
lanzamos una palabra, que es una acción, genera como resultado una reacción en
nuestro interior, similar a la intensidad con la que fue lanzada.
¡Qué poder tienen nuestras
palabras!
En una de las 301 fábulas
atribuidas a Esopo (Siglo VII antes de Cristo), se relata que: “un rico mercader
griego que deseaba agasajar a sus huéspedes envió a su esclavo, rico en
sabiduría, a comprar lo mejor del mercado a fin de preparar un banquete. Un
tiempo después de llegar Esopo del mercado, adornó la mesa con una exquisita
lengua, recibiendo los elogios de los comensales. Intrigado el mercader dueño
de casa le preguntó al esclavo el motivo de la elección de la comida. Esopo,
con mirada baja respondió:
- ¿Qué hay mejor que la lengua,
señor? La lengua nos une a todos, cuando hablamos. Sin la lengua no podríamos
entendernos.
La lengua es la llave, el órgano
de la verdad y la razón. Gracias a la lengua se construyen ciudades, gracias a
la lengua podemos expresar nuestro amor. La lengua es el órgano del cariño, de
la ternura, del amor, de la comprensión. Es la lengua que torna eternos los
versos de los poetas, las ideas de los grandes escritores.
Con la lengua se enseña, se
persuade, se instruye, se reza, se explica, se canta, se describe, se elogia,
se demuestra, se afirma. Con la lengua decimos "madre" y "querida"
y "Dios". Con la lengua decimos "sí", con la lengua decimos
¡"yo te amo"!
Se repite la oportunidad del
banquete, aunque en esta oportunidad el amo estaba molesto con sus huéspedes,
por lo que solicita a su esclavo que vaya y adquiera el peor producto del
mercado. A la hora de servir la comida, el amo encuentra que el plato principal
era el mismo. Sorprendido, pregunta a Esopo, su esclavo, el motivo de su
selección:
- La lengua, señor, es lo peor
que hay en el mundo. Es la fuente de todas las intrigas, el inicio de todos los
procesos, la madre de todas las discusiones.
Es la lengua la que separa a la
humanidad, que divide a los pueblos. Es la lengua la que usan los malos
políticos cuando quieren engañar con sus falsas promesas.
Es la lengua la que usan los
pícaros cuando quieren estafar. La lengua es el órgano de la mentira, de la
discordia, de los malos entendidos, de las guerras, de la explotación.
Es la lengua la que miente, la
que esconde, que engaña, que explota, que blasfema, que insulta, que se
acobarda, que mendiga, que provoca, que destruye, que calumnia, que vende, que
seduce, que corrompe.
Con la lengua decimos
"muere" y "canalla" y "demonio". Con la lengua
decimos "no". Con la lengua decimos "¡yo te odio!"
"Ahí está señor, ¡porqué la
lengua es la mejor y la peor de todas las cosas!".
El lenguaje, sin duda, sirve para
unir o separar; para decir verdades o mentiras; para apreciar o despreciar;
para construir o destruir; para afirmar o negar; para enseñar o desviar; para
dar paz o infundir el odio.
El Talmud, obra que recopila las
enseñanzas judías, nos regala esta sabia reflexión: "Dichoso aquel que oye
un insulto y simula ignorarlo, pues evita un centenar de males".
De entre los Proverbios del Rey
Salomón, elegí el 25:11 de la Biblia Cristiana, que versa así: “Manzana de oro
con figuras de plata es la palabra dicha como conviene”.
Cada palabra que pronunciamos,
produce una dirección concreta generando la transformación de nuestras
condiciones de vida. Lo que decimos o expresamos crea realidades para nosotros
mismos y también para los otros que comparten nuestra existencia.
La elección que hacemos de las
palabras, tiene relación con las experiencias que viviremos en nuestras vidas.
Una frase muy conocida versa: “somos esclavos de las palabras que decimos”,
aunque ciertamente es importante comprender que nuestro diálogo es primeramente
interior, luego exterior y nuevamente interior, producto de nuestras
permanentes evaluaciones (conscientes o no), lo que implica que estamos
produciendo lenguaje a cada instante. A medida que el lenguaje sea más
constructivo, nuestro pensamiento así lo será y viceversa.
Por lo pronto, el autoliderazgo
se basa en el pensamiento positivo, para manifestarse en el lenguaje de manera
positiva y, a la vez, escucharse lo que uno mismo expresa. De esta manera,
estaremos creando nuevas realidades para nuestro futuro.
Somos “seres lingüísticos”, dice
la Ontología del Lenguaje. Vivimos en el lenguaje y nos comunicamos a través
del lenguaje verbal, corporal y gestual.
Es a través de las palabras (o el
lenguaje) que le damos una dirección a nuestro Ser. Es por ello que el Lenguaje
implica acción, ya que creamos realidades.
El Sociólogo y Doctor en
Filosofía chileno Rafael Echeverría, autor del libro “Ontología del Lenguaje”,
expresa que el “lenguaje no es inocente. Abre y cierra determinadas
posibilidades en nuestras vidas”.
Esa capacidad de acción que
permite al lenguaje la transformación de los seres humanos, hace que sea
“generativo”, permitiendo nuestra trascendencia.
De hecho, las expresiones de
nuestro pensamiento son las palabras. Las palabras vibran, ya que son
“vibraciones”. Las palabras son “energía”. Estamos viviendo HOY lo que hemos
pensado, imaginado y pronunciado ayer.
Cada palabra manifestada con
energía positiva, posibilita la generación de realidades positivas. Las
afirmaciones o frases positivas nos permiten mejorar nuestras condiciones de
vida. La repetición de estas afirmaciones, nos permitirá crear nuevas pautas de
pensamiento o creencias.
Es importante comentar que el
lenguaje hablado es influido por los aspectos no verbales del lenguaje, que
juegan un rol vital en la comunicación con las personas.
Estos aspectos no verbales, como
las posturas corporales y los aspectos gestuales, le dan marco a las palabras
expresadas.
En la comunicación, el porcentaje
de influencia de nuestras palabras expresadas es menor al 10%, dando
importancia real a más del 90% restante al lenguaje no verbal.
En el lenguaje no verbal, las
posturas del cuerpo (lenguaje corporal) permiten manifestar las diversas
actitudes y emociones humanas, complementadas por las expresiones faciales
(lenguaje gestual).
De hecho, para hacer ejercicio
del “Poder del Lenguaje”, es importante tomar una actitud corporal y gestual
positiva, para acompañar al desarrollo de la transformación de Sí mismos hacia
la vida que pretendemos. No podemos realizar afirmaciones positivas con una
expresión facial carente de sonrisa, o con una postura corporal cabizbaja.
Hay también una regla matemática
llamada “Ley de Paretto” que, aplicada al lenguaje, plantearía que el 20% de
las cosas que decimos es lo esencial y que el 80% restante es lo trivial. Esta
“Regla del 20 80” diferencia a los factores denominados “pocos vitales” de los
“muchos triviales”; es decir que el 20% de algo es lo esencial y el 80% es lo
trivial. Por ejemplo: la importancia de una conversación radica en ese 20% de
lo hablado y el 80% de restante es lo superficial de esa conversación. Para
ello, debemos identificar qué es lo “esencial” de nuestro lenguaje, a los
efectos de que nuestra conversación produzca mejores resultados.
El secreto del 20 80 es lograr
más con menos. Una pequeña proporción de lo que decimos, es lo que realmente
importa. Por lo tanto, si nos concentramos en esto último, podremos controlar
los acontecimientos, en lugar de ser controlados por ellos.
¿Qué son las Afirmaciones?
El diccionario de la lengua
castellana nos expresa que la palabra “afirmar” es poner firme, dar firmeza.
Proviene del latín “affirmáre”, cuyo significado es asegurar, fortificar.
La palabra “firmeza”, deriva de
la palabra “firme” (del latín “firmis”) y significa: estable, fuerte, que no se
mueve, ni vacila. Entero, constante, que no se deja dominar ni abatir.
La modalidad de recurrir a
dilucidar la etimología de las palabras, nos abre un panorama de entendimiento
más acabado y concreto. Una “afirmación”, es una expresión del lenguaje
positivo de lo que consideramos que YA ES.
Verbalizar afirmaciones da
solidez a todo lo que hemos visualizado, imaginado. Es un verdadero y eficaz
recurso para nuestra transformación humana.
Expresar afirmaciones mental o
verbalmente, afianza los pensamientos positivos que generamos en nuestra mente
como imágenes y nos predispone a producir cambios constructivos en nuestras
vidas, ya que contribuyen a nuestros procesos de creación.
Cuando hago referencia de que las
afirmaciones son “expresiones positivas de lo que consideramos que YA ES”,
estoy diciendo que con ellas estamos “anticipando el futuro” hacia el presente.
Este es el motivo por el cual, al expresar cada afirmación en tiempo presente,
estamos educando a nuestra mente a que crea que YA ES una realidad HOY mismo.
Se habló anteriormente que hay
dos momentos de creación de la misma cosa. Una es en el ámbito de la mente y
posteriormente es en la realidad tangible. La primera creación sucede en
nuestro pensamiento y luego, las imágenes creadas en nuestra mente generan la
segunda creación, al convertir lo imaginado en materia. Es decir, cada uno de
nosotros debe comprender que las afirmaciones positivas requieren de la
creencia de “aceptación de sí” de esos deseos y “afirmar con convicción” de que
toda cosa o situación que deseamos manifestar en la futura realidad tangible,
YA ES una realidad antes de que se hayan manifestado. Todo se crea
primordialmente con el pensamiento y la palabra es un activador de la creación
En general, hemos estado tan
acostumbrados a hablar negativamente, que cada vez que construimos una frase,
lo hacemos de manera adversa o contraria. Como ejemplo: si deseamos controlar
las reacciones impulsivas de nuestras emociones, generalmente construimos una afirmación
similar a esta: “no debo ser impulsivo con las personas cuando me dicen algo
que no me agrada”; pero lo importante es que afirmemos lo más positivamente
posible para generar un verdadero cambio de creencia.
La afirmación más conveniente
podría ser: “Ahora mantengo el control sobre mis emociones y actúo con tolerancia
y lleno de amor”.
Recordemos que, decirlas de esta
manera permitirá fijar nuevas creencias o pautas mentales (hábitos).
Las afirmaciones deben ser
siempre activadoras de sentimientos liberadores, que nos brinden sensaciones de
paz. Mientras mejor armemos estas afirmaciones y las repitamos constantemente,
más se grabarán a fuego en nuestra mente subconsciente. Lo ideal es que las
afirmaciones sean sencillas, con palabras coloquiales y lo más cortas posibles.
Cada afirmación es una
oportunidad de convertirnos en “creadores” de nuevas condiciones de vida, por
lo que es importante que se recuerde la verdadera “responsabilidad” y
“compromiso” que esto significa.
Este compromiso y
responsabilidad, también se hacen extensivos al hecho de que la mínima duda o
falta de credibilidad en lo que se afirma, se convierte en una
“in-manifestación”. Debemos estar convencidos de que lo que se crea mentalmente
YA ES, para que se materialice en nuestra realidad tangible.
Me parece muy propicio dar
algunos ejemplos, para que cada uno pueda tener una idea más acabada de las
afirmaciones. Servirán de guía, sin duda alguna, para la formulación de
afirmaciones más ajustadas a cada uno de nosotros:
“Soy cada vez más feliz y exitoso”.
“Todo cuanto hago con amor es
valorado y aceptado por los demás”.
“Yo me acepto, me apruebo como
soy”.
“El dinero llega a mí fácilmente
y de manera inagotable”.
“Me siento siempre en paz y con
plenitud”.
“Todas las soluciones vienen a mí
ahora mismo”.
“Yo atraigo todas las cosas
buenas para mi vida”.
“Me siento cada vez más alegre y
divertido”.
“Mi tiempo se agranda o se achica
en función de mis necesidades”.
“Todo cuanto deseo para mi
felicidad se manifiesta”.
“Cada día soy más próspero”.
“Estoy rebosando de salud y
vitalidad”.
“Doy gracias por tener una vida
llena de amor, abundancia y felicidad”.
Tipos de afirmaciones:
Todos podemos trabajar las
afirmaciones de un modo determinado o hacer uso de ellas de varias maneras. Las
afirmaciones más utilizadas son las expresadas mentalmente o en voz alta.
Desde mi experiencia personal,
aconsejo siempre al levantarse por la mañana y todas las veces que tenemos la
posibilidad de estar frente a un espejo, que verbalicemos las afirmaciones
mencionando nuestro nombre (ejemplo: Yo “XX” tendré un maravilloso día hoy...
Yo XX me veo cada vez más saludable, alegre y feliz). Esto nos permitirá el
establecimiento de una comunicación más íntima con nosotros mismos. Es normal
que, al principio, estas afirmaciones frente al espejo nos haga parecer que
perdemos el tiempo y nos sintamos muy incómodos, aunque al poco tiempo nos
ayudará a tener cada vez más autoconfianza.
Grabar nuestra voz diciéndonos
afirmaciones como lo haríamos en el espejo y luego reproducirlas, es otra
manera recomendable.
Otro recurso cómodo es escribir
las afirmaciones. El hecho de tenerlas escritas para leerlas, constituyen una
guía con el fin de recordar las palabras que repetimos constantemente.
Se pueden hacer papeles con
afirmaciones escritas y ubicarlos en lugares de uso corriente nuestro, como en
el monitor de la computadora que usamos; en nuestro escritorio para recordarlas
cada vez que abrimos los cajones; en el ropero cuando sacamos una prenda para
vestirnos; en la puerta del refrigerador de nuestra casa y en los lugares que
creamos conveniente.
Estas técnicas permiten que cada
afirmación que realizamos se haga parte de nuestro lenguaje diario.
Inventar canciones afirmativas,
para cantarlas individualmente o con grupos de amigos o equipos de trabajo,
resultan como un juego agradable y a la vez muy apropiado para la alineación
con las emociones que brotan cuando cantamos.
Cualquiera sea la manera de
expresar las afirmaciones, siempre es aconsejable que se expresen de modo
repetitivo en varios momentos del día.
El Poder del “Silencio”
Todo ser humano necesita de su
espacio interior. Cada uno de nosotros tiene la capacidad de Ser conscientes de
Sí mismos, de nuestro refugio interior donde habita un sabio maestro que conoce
todas las respuestas a todos nuestros interrogantes. Este espacio interior es
una bendición, y es allí donde se desvanece toda confusión. En este espacio
interior, habita nuestro Ser y es alcanzado mediante la práctica del silencio.
El silencio es el camino más
directo al descubrimiento de nuestro Ser. Para experimentar el silencio es
necesario comprometernos a tener una determinada cantidad de tiempo posible.
Para alcanzarlo, es necesario estar alejados, por momentos, de las actividades
que pueden sernos corrientes; tales como conversar con las personas, escuchar
radio, ver televisión, y también de leer.
Es importante que, en algún
momento del día, practiquemos el silencio para lograr la elevación de nuestras
energías y permitirnos estar en un estado contemplativo y de quietud. Esto
forma parte de lo que he mencionado al inicio de este libro, acerca de las 8
horas dedicadas al “Ocio”; es decir, al tiempo destinado a la reflexión, a la
contemplación.
Cuando hablo de contemplación, me
refiero nuevamente a la idea de “templar el Ser”, ya que la misma palabra nos
está invitando a ello: “Con temple”.
En el acto de experimentar el
silencio, comienzan a aparecer las respuestas que pedimos o que necesitamos. En
la práctica del silencio es donde ingresamos al sendero de nuestra propia
sabiduría interior.
Escuché un relato que comenta que
un hombre había extraviado, en su propia oficina, un fino y costoso reloj
antiguo legado de su abuelo.
Luego de haberlo buscado, rincón
por rincón de la oficina, desistió la búsqueda.
Su pequeño hijo llegó a visitar a
su padre y, al verlo entristecido por la pérdida de este regalo del corazón de
su abuelo, le pidió permiso para buscarlo él mismo.
Su padre accedió. El pequeño niño
solicitó a su padre que lo dejase solo en la oficina y cerrara la puerta. Así
lo hizo su padre.
El niño apagó la luz de la
oficina y se quedó quieto en medio del silencio. Al poco tiempo, el niño abrió
la puerta sosteniendo en su mano derecha el reloj antiguo.
Sorprendido y muy emocionado por
el reencuentro con su reloj, el padre preguntó a su hijo:
- ¿Cómo hiciste para encontrarlo?
El niño sonrió y dijo:
- En silencio, con la luz
apagada, sólo me concentré en el tic tac del reloj y cuando lo escuché, me fui
guiando hasta que el sonido era cada vez más fuerte. Así llegué a tu reloj,
Papá.
A veces, nosotros pretendemos
encontrar respuestas a las situaciones de la vida y el hecho de buscarlas es
hacer más ruido para no escuchar esa propia voz interior que nos sabe guiar sin
necesidad de ver.
Dedicar al menos una hora diaria
a contemplar la naturaleza o simplemente a meditar es, desde ya, muy importante
para descubrir el poder del silencio.
Cuando dejamos de hablar, nuestra
mente siente la necesidad de “seguir hablando”. Es como permanentes truenos
mentales antes de la lluvia liberadora.
Luego, el silencio se apoderará
de la mente y comenzará a aquietarse. El silencio encontrará sus profundidades.
El escritor argentino, Horacio
Valsecia (1958 - 2000) menciona que, en la práctica del silencio: “al
principio, el ego nos recordará nuestro drama personal e intentará hacer mucho
"ruido" para restarnos paz. Sin embargo, si dejamos pasar los
pensamientos con libertad, ese drama desaparecerá como disolviéndose en el aire”.
Para mi vida personal, apropié de
Dale Carnegie (1888 -1955), un célebre escritor norteamericano, una sugerencia
muy sabia que es propicia en esta oportunidad. Carnegie decía que los seres
humanos deberíamos evitar el “juzgar o condenar”, el “criticar negativamente” y
el “quejarse”. Antes de llegar a ello, es más apropiado quedarse callado. En
esta práctica honrosa del silencio, es muy importante practicar el amor que
existe y desapegarnos de estas energías bajas.
Practicar el silencio es tener un
contacto directo con la naturaleza. Empezar a sentirnos unidos a ella, como
parte de esa inteligencia infinita que nos contiene, de la que somos parte.
Observar un amanecer, escuchar los sonidos de la naturaleza, el soplo del
viento, el canto de los pájaros o contemplar una rosa en nuestras manos.
Hay una percepción muy diferente
del mundo cuando potenciamos nuestra esencia, nuestro Ser, que tiene respuestas
para darnos y a ellas sólo podemos acceder con la llave del poderoso silencio
que abre los portales de nuestra sabiduría interior.
El Poder de la IntenCión y la
IntenSión
Me parece oportuno iniciar este
capítulo definiendo términos que, si bien se escuchan iguales, sus significados
son diferentes.
IntenCión:
Proviene del latín “intentio”.
Significa propósito, determinación de la voluntad en orden a un fin.
IntenSión:
Del latín “intensio, onis”.
Intensidad.
Intensidad: Grado de energía de
un agente natural o mecánico, de una cualidad, de una expresión, etc.
El “Poder de la IntenCión”:
Todo el universo y lo que éste
contiene es energía e información. Nuestros pensamientos, sentimientos y deseos
son esa misma energía; así como toda materia. Todo es parte de un TODO y su
naturaleza o esencia es energía e información.
El campo de percepción de esta
energía universal es nuestro cuerpo, que está totalmente unido o conectado al
universo y su naturaleza esencial. Cuando nosotros focalizamos sobre algo, o
ponemos atención sobre algún deseo o imagen mental o pensamiento, estamos
generando energía creadora. Nuestra IntenCión es la que transformará y
organizará la energía, para hacerla una realidad tangible. La IntenCión Consiente
potencia a la realización todos nuestros deseos.
Llamo “Poder de la IntenCión” a
la “dirección o sentido emocional” con la que impregnamos nuestros pensamientos.
Cuando pensamos e imaginamos, estamos creando. La palabra mental o verbal
genera imágenes y éstas crean el ámbito de desarrollo de las IntenCiones.
Cuando imaginamos un pensamiento,
estamos impregnándole, a la vez, una emoción determinada. Nosotros somos los
creadores de nuestras realidades mediante las emociones o sentimientos.
Nuestros sentimientos se conectan a la energía universal y activan la
manifestación de nuestras realidades, ya sean sucesos de la vida o cosas
materiales.
Nuestros pensamientos e imágenes
mentales son teñidos por las emociones, que permanentemente transmiten su
energía. En principio, estas energías disparadas por las emociones sobre
nuestros pensamientos-imágenes se manifiestan sustentadas en las experiencias.
Es la percepción de un suceso pasado en nuestras vidas, la que produce una
determinada dirección emocional, positiva o negativa, con la que impregnamos
esas imágenes en nuestra mente, que luego se materializan en nuestra vida
cotidiana.
Dicho de otro modo, colocar una
imagen en nuestra mente, genera una determinada emoción que está fundamentada
en nuestras creencias. Es importante que estas creencias, de ser negativas,
sean erradicadas mediante el uso repetitivo de pensamientos positivos, para ir
creando un nuevo hábito mental que configure, en el tiempo, una “nueva creencia”
o “pauta” con el fin de que nuestra “intenCión” (o dirección emocional)
impregne sobre nuestros pensamientos de una manera constructiva.
El “Poder de la IntenSión”:
El “Poder de la intenSión” es, en
concreto, la intensidad con que llevaremos a cabo nuestro propósito; es decir,
el caudal de energía que entregamos en este proceso. Cuanto más “intensa” y
clara sea nuestra intenCión, más rápida y fácilmente se materializarán nuestros
deseos vehementes.
¿Cómo podemos impregnar
“emociones positivas” a nuestros pensamientos?
CONTROLANDO LAS EMOCIONES.
Muchas personas con las que me he
encontrado en este bello y paradójico sendero de la vida, sostienen que
“debemos” anular los sentimientos. Llegaron a decir: “piensa con el cerebro y
no con el corazón”. Algo internamente me decía: “No comparto lo que dicen”...
Es una cuestión de “coherencia”.
Es necesario “pensar, sentir y actuar hacia un mismo sentido”.
Hagamos que nuestro cerebro
piense y razone y que nuestro corazón sienta y exprese nuestras emociones. Y
para eso es necesario sacarnos esas ideas gastadas y sin sentido que nos
estuvieron provocando los demás desde que fuimos niños (y nosotros creyéndolas
ciertas).
Si hemos crecido en el AMOR,
nuestro corazón estará entrenado para manifestar las emociones más sublimes; en
contraposición con aquellos que fueron educados creyendo que el mundo requiere
de personas frías e indiferentes. De todos modos, es clara la idea de que
muchas personas están confundidas, pretendiendo “racionalizar los sentimientos”.
Usando una metáfora, diré que: si
nuestro corazón fuera una flor, éste sería un “girasol”. Los girasoles son tan
bellos y receptivos al calor del Sol que, cuando el dorado astro aparece en las
mañanas de primavera, los girasoles se agrandan expandiendo sus pétalos - como
respirando profundo - y orientan su mirada para contemplarlo y honrarlo. No
ocurre esto cuando las temperaturas son frías o los días son grises, en los que
los girasoles encogen su grandeza y esplendor.
Las emociones se perciben en
nuestro cuerpo:
Somos “seres biológicos”. Las
emociones se registran en nuestro cuerpo. Si somos conscientes de los mensajes
de nuestro cuerpo, podremos conocer las emociones que vivenciamos. Si
comenzamos a darle importancia a los registros emocionales que nuestro cuerpo
comunica, podremos clasificarlas como positivas y negativas. Si clasificamos a
las emociones, podemos elegir las emociones que brindan alegría, paz,
felicidad, seguridad y sentirnos merecedores de estas emociones. Si elegimos
estas emociones constructivas para nosotros mismos, estaremos entonces “auto
motivándonos”.
Dios nos ha regalado una mente,
un espíritu y un cuerpo para poder expresarnos mediante el uso del pensamiento,
el lenguaje en todas sus formas y las acciones o comportamientos. Estamos
alejados de la coherencia cuando pensamos algo, decimos otra cosa y actuamos de
otra manera diferente. Es decir, se requiere de ser honestos en el pensar,
sentir y actuar en una misma dirección o sentido.
Existe entre los seres humanos
una sincronicidad entre el pensamiento, el lenguaje, las emociones y el cuerpo.
Convertirnos en “observadores” de nuestras emociones, permitirá sacar a la luz consiente,
todas aquellas creencias que habitan en nuestro inconsciente.
Estar atentos y conscientes del
funcionamiento o mecanismo del cuerpo, significa reconocer la poderosa inteligencia
que radica en él y la maravillosa herramienta que tenemos para poder
auto-liderarnos.
Ser observadores de nuestras
emociones, es lo mismo que tomar atención a nuestros pensamientos. Lo que hace
la diferencia es que las emociones pueden ser detectadas en el cuerpo y, de
esta manera, tomar el control de dichas emociones, antes de ser controlados por
ellas.
Podríamos decir que, el punto de
unión entre la mente y el cuerpo es la emoción. La emoción es sencillamente un
verdadero espejo de nuestras creencias o pensamientos sobre el cuerpo. Las
emociones determinan cambios biológicos en el cuerpo. Por ejemplo, si nosotros
sentimos una amenaza o un peligro a cualquier nivel, físico o psicológico, el
cuerpo recibe la información que la mente emite y se prepara para generar una
emoción de miedo, produciendo sudor en las manos, ácidos estomacales, etc.
Las emociones sublimes del Amor,
los sentimientos de alegría, paz y tranquilidad, son señales que emanan de las
profundidades de nuestra Esencia Interior.
La visión ofrecida por Daniel
Goleman, psicólogo estadounidense (nacido en 1947), autor del libro
“Inteligencia Emocional”, consiste en desarrollar la capacidad de:
·
Conocer nuestras propias emociones en todos los
momentos o situaciones que vivamos, entendiendo que los sentimientos son
nuestros orientadores hacia las cosas que tienen valor para nosotros.
·
Estimular el poder de controlar las emociones,
promoviendo el permanente bienestar y autonomía.
·
Trabajar la automotivación, dirigiendo las
emociones hacia un objetivo definido. Hacer un reconocimiento de las emociones
de las personas que componen nuestro ámbito, siendo conscientes de nuestras
propias emociones y poder así tener referencia sobre qué es lo que los demás
están necesitando. Tener manejo de las relaciones, entendiendo con esto la
habilidad de la comunicación como un camino hacia el éxito.
“El universo sólo tiene sentido
cuando tenemos con quién compartir nuestras emociones" (Paulo Coelho,
novelista brasileño nacido en 1947).
EJERCICIO:
Las permanentes repeticiones
producen hábitos y crean nuevas pautas de pensamiento. Preguntémonos los
siguientes interrogantes hasta hacer un hábito consiente:
¿Qué está pasando en mi interior
en este momento? o ¿Qué emociones estoy sintiendo en este momento?
Es necesario practicar la auto
observación, ser auténticos testigos sin análisis, ni juzgamientos. Sólo
focalizar en nuestras sensaciones internas. Tomemos atención sobre las energías
que cada emoción produce en nuestro cuerpo y en nuestro interior.
A todo esto... ¿qué es una
emoción?
Recurro siempre a la etimología
de las palabras, ya que soy un convencido de que es bueno volver a “dar sentido”
a las expresiones.
“Emoción” proviene del latín
“emotio, onis” para significar lo siguiente: “e”, fuera y “motio”, movimiento.
La Ontología del Lenguaje
sostiene que las emociones y los estados anímicos originan todas las acciones
humanas y ciertamente condicionan los comportamientos.
Nuestro cuerpo y las
somatizaciones:
El cuerpo es el receptor de
señales de nuestros estados de conciencia. Es como una carretera que nos guía
para llegar a destino. Cada cartel que aparece en la ruta, nos indica hacia
dónde debemos dirigirnos. Los estados somáticos y enfermedades en nuestro
cuerpo tienen origen en la mente y son el reflejo de una dificultad que va más
allá del cuerpo y definen el alejamiento de nuestro Ser. La salud, como la “no
salud” es el reflejo de nuestras creencias. Cada disfunción del cuerpo sólo
puede sanar, cuando sanamos nuestra relación esencial interior.
Las enfermedades implican la
necesidad de plantearse verdaderos cambios de comportamiento; estos pueden
modificarse con la programación de nuevas pautas mentales o creencias que sean
generadoras de vitalidad y entusiasmo, es decir, evolutivas.
Como ejemplo de señales, un dolor
de cabeza está indicándonos que nos encontramos con una dificultad de
autodominio y de reconocimiento de nuestra propia identidad.
Los dolores del cuello, implican
ciertos estados de terquedad; la tos nos manifiesta la necesidad de ser
reconocidos o que nos resistimos a algún cambio.
Los dolores ubicados en la parte
baja de la espalda, nos dan indicios de la preocupación por la escasez de
dinero, lo mismo que la ciática. La parte alta de la espalda, se relaciona con
nuestro sentimiento de falta de apoyo emocional. Los pulmones, nos vinculan con
nuestra facultad para inspirar la vida plenamente; y así con cada parte del
cuerpo.
Toda dolencia o malestar físico,
es un estado de auto-culpa que generamos por el hecho de no haber podido resolver
una determinada situación. Es decir, el “no perdón” es un estado de
auto-juzgamiento, que determina una enfermedad en nuestro cuerpo.
Recomiendo la lectura del libro
“Usted puede sanar su vida” de Louise L. Hay. En esta obra se puede encontrar
información relevante sobre lo comentado.
El Dr. Edward Bach (1886 - 1936),
estudioso inglés y descubridor de las esencias florales curativas (conocidas
como Flores de Bach) y autor del libro "Cúrate a ti mismo",
manifiesta que “lo que determina la aparición de una determinada enfermedad en
el ser humano, es el desencuentro entre los objetivos que persigue la
personalidad superior, con las decisiones erradas que adopta nuestra
personalidad inferior”.
Nuestros miedos…
Leí alguna vez acerca de que un
chimpancé tiene un cerebro similar al del ser humano en un 95%, y que el 5% restante
que nos hace diferentes, no es justamente la capacidad para razonar. Los
chimpancés también experimentan sentimientos de temor; sólo que nosotros
podemos estar “conscientes” de lo que sentimos y de tener la fuerza de voluntad
de avanzar, so pena de nuestras emociones.
Y me pregunto... ¿Cuántas veces
hemos estado pareciéndonos al chimpancé, al no hacernos cargo del 5% que nos
diferencia de él?
Con el miedo, uno puede elegir
sobre dos caminos:
a) Que los miedos sean los
monstruos que arrasen con nosotros al reconocernos débiles ante ellos.
b) Convertir a los miedos en
nuestra propia energía potenciadora.
Si los miedos son esos monstruos
o fantasmas de nuestra mente, nos paralizamos. Dejamos de avanzar para
detenernos y no actuar. La voluntad se quiebra. Empezamos a decir que “no
podemos” o inventamos mil excusas o pretextos para no tener la iniciativa de
continuar. Diría que entramos en un círculo donde tememos, nos detenemos,
tememos más, nos detenemos más...y jamás superamos este escollo en la vida.
Pero... ¿Cómo salimos de esta
inacción; de este detenimiento?
Sólo aceptándolos. Reconocer que
tememos; que nos sentimos débiles ante los miedos. Justo aquí, es donde
iniciamos el camino de salida, donde dejamos el estado de parálisis. Es decir,
empezamos a ser conscientes y prestamos más atención a nuestros registros
emocionales. De otro modo, si no prestamos atención a estos registros emotivos,
nuestros miedos nos invadirían cuando menos lo pensemos.
En el colegio, en biología, había
un par de experimentos con la rana. Uno, de ellos consistía tomar una rana viva
y arrojarla a un recipiente de agua hirviendo. Antes de arrojarla, el profesor
nos preguntó: “¿qué creen ustedes que pasará con la rana?”. La mayoría del
grupo de alumnos pensaba que moriría quemada. Sin embargo, la rana tenía un 95%
de posibilidades de salvarse, dado el instinto de poder actuar rápidamente ante
los cambios bruscos de temperatura.
Ahora bien, ¿qué le pasaría a la
rana si la pusiéramos en el mismo recipiente con agua fría y luego,
encendiéramos el fuego para que el agua vaya calentándose paulatinamente?
Bueno, ya sabemos la respuesta... ¡Sopa de rana!
Esto es lo que nos pasa a todos
cuando no estamos “concientes” de nuestras emociones. El miedo va creciendo sin
que nos demos cuenta, como si fuera el agua que va calentándose, ¡hasta que
hervimos!
Entonces, el conocimiento de que
los miedos están, es el paso inexorable para superarlos.
Ciertamente, el miedo es una
“alarma” que nos pide “auto-protegernos” de las circunstancias, de algo o de
alguien. En la naturaleza instintiva del ser humano - así como la rana -
nosotros podemos reconocer al miedo, mediante los cambios fisiológicos que
recibimos por parte de nuestro sistema nervioso. Es decir, al ser seres
biológicos, nuestras emociones se manifiestan en el cuerpo. Sin embargo, nos
saboteamos tanto mentalmente, hasta que muchas veces cambiamos la naturaleza o
la esencia innata y empezamos a sentir emociones de miedo, sin que eso sea una
alarma real por la cual debemos protegernos.
El miedo es algo necesario. La
dificultad surge cuando no ejercemos control sobre nuestra mente. De no ser
así, no hubiéramos corrido cuando, alguna vez, un perro con rabia nos persiguió
para mordernos. Es coherente aprender a diferenciar los miedos reales, de los
que atentan contra nuestra natural esencia humana.
Si nos la pasáramos midiéndonos
ante esos miedos fantasmas, les aseguro que siempre nos sentiremos pequeños,
insignificantes. Veremos al miedo inmensamente grande, que nos dolerá el cuello
de tanto mirar hacia arriba de lo alto y gigante que lo veríamos.
Imaginemos a los miedos
pequeñitos, al punto de desmerecerlos. Burlémonos de ellos. Pongámosle un moño
con lunares de color rojo y verde manzana, una nariz de payaso y aplastemos una
torta de merengue en su rostro. ¡Ridiculicémoslos!
La alegría, el humor y la
repetitividad de pensamientos positivos y afirmaciones verbales, son los
antídotos al hechizo de los miedos negros y venenosos que contaminan la armonía
de nuestro Ser.
Un ánimo que va y viene, nos
lleva más al sufrimiento, a la melancolía, al desgano, a la tristeza, al
desaliento y a tantos estados que no deseamos tener. ¡Es tiempo de renunciar al
péndulo de emociones!
Riámonos de nosotros mismos. De
los errores que cometemos, de nuestro pasado, de nuestro presente. Es muy
saludable y placentero. También considero que es una actitud de valentía.
De hecho, el recuerdo es el que
activa muchos temores o miedos, al experimentar en el presente una situación
similar o parecida a la que vivimos en el pasado. Recordamos lo que nos pasó y
sentimos como una catarata en el estómago, nos sudan las manos, temblamos...
tantas cosas... Y lo que es también cierto es que lo que tememos, es una
energía o electricidad que materializa exactamente lo temido.
Reírse entonces de los miedos,
del mismísimo pasado, es algo que nos mantiene con el pensamiento positivo y la
energía en potenciación. Esa energía, que es definitivamente la elección mejor
pensada, nos permite “polarizar” o “revertir” la energía del temor, en un
impulso poderoso hacia la superación y más, hasta materializar nuestros deseos
vehementes.
No subestimemos el poder de
nuestra energía. El temor no es tan poderoso como para influir nuestro
comportamiento. Si lo enfrentamos, solo será difícil la primera vez y eso es
natural que nos pase, ya que, al inicio, no sabemos cómo avanzar sobre él.
Aunque cuando uno toma la determinación de enfrentarlo, comienza a tener
conocimiento y el conocimiento es, en sí mismo, poder.
Hagamos un listado de nuestros
talentos o dones especiales y cualidades. Comencemos a construir una fortaleza
con todos estos regalos únicos e irrepetibles que tenemos. Cada día, un
ladrillo. La suma de los presentes, de los hoy, hará de esa fortaleza, algo
indestructible. Luego estaremos listos para alcanzar las metas más utópicas e
imposibles.
Ante el miedo, recordemos los
momentos de felicidad, de logros alcanzados. Expresemos los temores y
decretemos en voz alta que los vencimos. Riámonos de nuestros errores y
procuremos hacerlo mil veces más, hasta que lo logremos. No nos detengamos.
Pongamos alegría a nuestras vidas, expresemos el arte y las emociones. No
enjuiciemos lo que creemos que va a suceder de una situación determinada, no
tenemos la bola de cristal, ni somos brujos para saber qué sucederá. Seamos
responsables y comprometidos. No pasemos huyendo todo el tiempo. Fijémonos
metas, objetivos y seamos persistentes.
Y si caemos, levantémonos y
sigamos. Un tropezón no es una caída y una caída no es la muerte; es la vida
misma que quiere fortalecernos para ser libres.
El Amor se configura, entonces,
en la capacidad de ubicarse en una mirada interior muy profunda con uno mismo.
Es el Amor el que nos conduce por caminos de liberación. Es la herramienta con
la que superaremos todo temor.
Reconciliémonos con nuestro
pasado
¿Cuántas veces hemos evocado las
vivencias al presente y nos alimentamos de ellas para encontrar razones y
estímulos para vivir en plenitud este día de hoy?
¿Cuántas veces le dimos poder a
los recuerdos dolorosos del pasado, ante una situación similar a la que
atravesamos en el día de hoy?
Sucede que es una cuestión de
“elección”. Si “elegimos” poner en la mente una imagen que atente contra
nuestra felicidad, esta imagen condicionará inexorablemente todo accionar. Si
le damos poder a ese pasado en el que alguna vez nos sentimos perturbados,
desesperanzados y con sufrimiento; estamos entonces dejándonos llevar por la
“experiencia de nuestra propia sensación de fracaso.”
En contraposición con esto, Si
elegimos poner en la mente una imagen que nos brinde bienestar, ya sea una
bella vivencia o imaginarnos lo bueno que deseamos para el futuro, nuestro
comportamiento ante la vida será relevantemente constructivo y liberador.
Los miedos se alimentan de las
malas experiencias del pasado que, ante una situación o evento actual, bloquea
nuestra libertad y nos detiene. Es el miedo de que las cosas difíciles se
repitan nuevamente. Y justo aquí está el escollo.
¿Es apropiado detenernos por el
miedo en este momento, debido a que una experiencia anterior haya estado
marcada por el sufrimiento? ¡De ninguna manera! Debemos darnos la oportunidad
de “avanzar”.
Este momento difícil que podemos
estar transitando, no es “igual” a un acontecimiento del pasado; es por ello
que debemos actuar con determinación.
“Actuar con determinación”, es actuar con
“seguridad y certeza” de que las cosas saldrán tal como las esperamos. Si
aceptamos el pasado, transformamos el futuro. Es como la “máquina del tiempo”.
Si nos permitimos la “oportunidad
de reconciliarnos” con ese pasado que marcó nuestra existencia, estaremos
amándonos y potenciaremos nuestras posibilidades concretas de “salida”. Eso es
concretamente el “éxito”.
El éxito es una palabra que
proviene del latín “exitus” y significa “salida”.
Ahora preguntaremos: ¿Cómo
podemos reconciliarnos con el pasado?
La respuesta es sencilla, aunque
requiere de un entrenamiento constante y muy comprometido con nosotros mismos.
Se trata de “perdonarnos” y de “perdonar”.
Dispongamos la mente y el corazón
a la apertura. Expresémonos: “Me perdono”, “Me libero, reconciliándome con el
pasado”. Visualicemos ese hermoso momento de reconciliación abrazándonos y
sonriéndonos a nosotros mismos y con los demás y sintamos la paz que eso nos
trae. Pero debemos hacerlo repetitivamente hasta que la pauta de pensamiento
cambie por completo.
Las “Relaciones”:
Me parece muy oportuno, para dar
marco a este tema de las “relaciones”, citar un poema escrito por mi hija, a
sus 15 años de edad. Dice así:
Distinto sentimiento
Quizás me puedas entender y a la
vez me comprendas, pero no podrás sentir lo que yo siento.
Quizás te puedo entender y a la
vez te comprenda, pero no podré sentir lo que tu sientes.
Puedo ponerme en tu lugar y tú
podrás ponerte en mío sólo así entenderemos que nos comprendemos, nos entendemos,
pero no sentimos jamás lo mismo.
Ana Sol Peiró
(Extraído de su libro “Mi Sol”
Poemas 2006).
Cada vez que surge naturalmente
la oportunidad, comento lo siguiente:
Las relaciones que tenemos son
como “monedas de oro” o “tesoros” que guardamos en nuestro cofre más preciado:
el corazón. El gesto de tomar permanentemente cada una de las monedas y pasarle
un paño de seda para darle brillo, es como una dulce caricia que se manifiesta
gracias a las emociones más sublimes que tenemos.
Algunas de esas monedas o
“relaciones”, al perder su brillo, nos decepcionan e intentamos deshacernos de
ellas arrojándolas fuera del cofre. Quizás, en vez de actuar con rencor, sea
mejor colocar esas monedas en la fuente de los deseos, pidiendo con amor para
que algún día resplandezcan.
Fritz S. Perls (1893 - 1970),
médico psiquiatra alemán, creador de la Terapia Gestalt, nos invita a
reflexionar con este mensaje muy profundo:
Yo soy Yo, Tú eres Tú;
Tú haces lo Tuyo, Yo hago lo Mío.
Yo no vine a este mundo para vivir, de acuerdo a tus expectativas;
Tú no viniste a este mundo para
vivir de acuerdo con mis expectativas.
Yo hago mi vida, Tú haces la
tuya.
Si coincidimos, podría ser
maravilloso, si no, no hay nada que hacer.
Cada quien es “uno mismo”. Tenemos
necesidades diferentes a las de otras personas y esas diferencias son las que
nos hace entendernos y poder crecer y evolucionar como individuos conscientes.
El lograr tener empatía es
permitir ponernos en el lugar del otro, con el propósito de poder entenderlo en
profundidad y a la vez, nos ayudamos a lograr nuestra propia aceptación en toda
su integridad.
Los demás son nuestro propio
espejo:
Las personas con las cuales nos
relacionamos son nuestros propios “espejos”. Los gestos y actitudes que nos agradan
de ellas, las cosas que nos sorprenden gratamente de ellas, las que valoramos
de ellas; son aquellas características que también tenemos y aceptamos de
nosotros mismos.
Cualquier rechazo que
experimentamos con los demás, son aquellas cosas que no aceptamos de nosotros
mismos y que necesitamos “sanar” interiormente.
Las personas son auténticos
“reflejos” de nuestra existencia. Ellas vienen a mostrarnos lo que somos en
nuestras partes luminosas, tanto como en nuestras partes obscuras, que
necesitan su lumbre para nuestra evolución.
Por lo tanto, permitirnos juzgar
o condenar a los demás, criticar negativamente y quejarse es, por reflejo, algo
que estamos haciendo con nosotros mismos y que a la corta o a la larga, se
evidenciará en nuestra propia carne.
Entre las enseñanzas del Talmud,
libro que contiene la tradición, doctrina y ceremonias religiosas del pueblo judío,
nos aconseja hacer uso de la prudencia en el lenguaje, diciéndonos que: “Tu
amigo tiene un amigo, y el amigo de tu amigo tiene otro amigo; por consiguiente,
sé discreto”.
Las partes obscuras que no
reconocemos de nosotros mismos, habitan en el territorio del “ego”, que
pretende alejarnos de nuestra esencia, de nuestro verdadero Ser interior. Es
por ello que, con frecuencia, ocultamos lo que creemos que es “lo malo” de
nosotros y sólo mostramos “lo bueno” que nos caracteriza.
Estar atento a que las personas
son un “espejo” nuestro, nos permitirá descubrir qué podemos “regularnos conscientemente”
y así obsequiarnos el contacto más íntimo con nuestra propia grandeza interior.
Louise L. Hay (1927), autora
norteamericana de varios libros de superación personal, en los que se
encuentran “Usted puede sanar su vida” y “El poder está dentro de ti”,
manifiesta: “Adondequiera que vayas y con quienquiera que te encuentres, allí
hallarás a tu propio amor esperándote”.
A medida que vamos aceptándonos a
nosotros mismos en aquellas partes que no aceptamos de sí, vamos volviéndonos
más enteros, más íntegros. Empezamos a tener más armonía, dejamos de lado
nuestras máscaras, le damos menos importancia a nuestros “roles”, que son meros
disfraces de nuestro ego y empezamos a aflorar nuestro auténtico ”Ser”, donde
nuestro amor y nuestra sabiduría interior se expande y resplandece.
Cada vez que tengo la
oportunidad, digo que la palabra «sinceridad» viene de los tiempos antiguos
cuando, para diferenciarse los acaudalados o poderosos del pobre, revestían o
decoraban sus viviendas con piezas enteras de mármol. Los obreros de la piedra
trabajaban las piezas enteras con delicadeza y pulido. Con los fragmentos que
quedaban de estas piezas enteras de mármol, y mediante una cera especial (o
resina), se fabricaban otras planchas para rescatar esos pedazos de piedra y
darles una utilidad similar a los bloques enteros. Con el tiempo, este concepto
fue utilizado en el vocabulario latino, para decir que una persona «sincera»,
es aquel ser humano «integro» (o indivisible - y de allí «individuo»). Es
decir, las personas que no son sinceras, pertenecen al grupo de los que
interiormente están divididos por sus contradicciones.
Con esto deseo expresar que, a
medida que más nos sinceramos, más íntegros seremos.
La Relación Esencial
La relación esencial de cada ser
humano, es la relación con su Ser Interior. Cada uno de nosotros tiene el
desafío personal de descubrirse a sí mismo; ir al encuentro con la propia
sabiduría interior, donde se encuentran todas las respuestas a nuestra
existencia; donde habita el tesoro dorado de la Verdad.
El filósofo griego Platón (428 a
347 A.C.), en su libro “La República”, comenta mediante una parábola, conocida
como el “mito de la cueva”, el encuentro del ser humano con su luz interior.
Relata que, en una cueva
subterránea, provista de una larga entrada, estaban atados unos hombres por las
piernas y el cuello frente a la pared, desde que eran niños. Detrás de ellos,
ardía el fuego de una hoguera, que proyectaba las sombras de algunos objetos
que se encontraban en las cercanías de esa fogata. Los prisioneros, al no tener
conocimiento de estos objetos, consideraban como una realidad a las sombras que
podían ver. Pero si alguno de estos hombres, que permanecían inmóviles dentro
de la cueva, fuese desatado y liberado, descubriría la verdadera realidad al
ver los objetos y la luz del fuego; y si lo obligaran a observar la luz por más
tiempo y luego a regresar nuevamente a la cueva, para persuadir a sus
compañeros encadenados, no podría ver con nitidez las sombras dentro de la
cueva, por tener acostumbrados los ojos a la luz y lo considerarían como
alguien que perdió la razón.
Este hombre liberado de las
ataduras, que pudo conocer la verdad, tuvo el deseo de expresarla a los otros
hombres, que aún se encontraban en la cueva.
Con esta alegoría, Platón expresa
la importancia de descubrir esa luz, que está más allá de las apariencias.
Salir de la cueva, es descubrir la luz de la sabiduría interior. Seguir siendo
prisioneros, es estar encadenados a las sombras, que son sólo proyecciones.
Descubrirse a sí mismos, implica
transitar un camino de permanente evolución, donde es necesario el desapego.
Cuando esto sucede e ingresamos al mundo esencial, los límites desaparecen. En
este mundo interior, estamos llenos de “Totalidad”; estamos unidos a través de
un cordón universal al cielo divino. Este es el tesoro dorado de la Verdad, de
la Luz, de la Conciencia.
La relación con Sí mismos, es una
relación que reconoce y acepta la unión con Dios, fuente de Sabiduría.
El maestro de los maestros,
Jesús, definió todo esto, cuando se expresó diciendo: “El Reino de Dios está
dentro de Ti”.
Estamos relacionados con el
universo. Nuestras almas forman parte de nosotros individualmente y, a la vez,
es universal en este mismo instante. Somos esencialmente el reflejo de los
demás y los demás son nuestro propio reflejo. De hecho, sin los demás, nosotros
no tendríamos existencia.
Todas las relaciones
interpersonales que tenemos nos hacen ser quienes somos. A medida que más
tomamos en cuenta este pensamiento de Totalidad, más nos acercamos a nuestra
esencia.
Nuestro niño interior:
Hay un niño que habita en nuestro
corazón que aguarda, silencioso, nuestra protección.
Este niño interior se hace
evidente ante nosotros, cuando manifestamos nuestra manera auténtica de ser y
de sentir.
Este niño interior está herido,
desde que nosotros éramos aquella sensible criatura en nuestra infancia; y que
ahora teme cuando el recuerdo de esos momentos de niñez, aparece en sucesos
actuales de la vida.
El mayor de los miedos de este
niño interior es que sigamos abandonándolo. Él quiere sentirse amado y nos pide
- todo el tiempo - que vayamos a su encuentro.
Establecer nuevamente la alianza
con nuestro niño interior, requiere de reconciliarse con los sucesos
experimentados en el pasado. A esta reconciliación, yo la llamo “el rescate de
la inocencia”, debido a que de alguna manera nos sentimos culpables de no haber
podido ser felices en aquellas situaciones claves que vivimos en los tiempos de
la infancia.
Para comunicarse con él, es
necesario retroceder al pasado a través de nuestra imaginación y acercársele
como si fuera nuestro hijo. Permitámonos hablarle con ternura y darle su
espacio para que, poco a poco, nos exprese sus miedos, su dolor y sus enojos;
de modo que pueda liberarse de las ataduras que lo ligan con el adulto que
somos ahora. Cuando este niño nos hable, es importante que nos alejemos del
juzgamiento y estar con nuestro corazón abierto para abrazarlo, contenerlo y decirle
que lo amamos profundamente y que ahora, ya está a salvo. Juntos,
desarrollaremos la confianza del uno con el otro.
En lo particular, considero que
el concepto de “trinidad espiritual”, radica justamente en “padre, hijo y
espíritu”. Si reconocemos la presencia de nuestro Dios, como Padre Supremo,
podremos considerar que el Espíritu es la energía del Amor, que nos pide la
alianza con nuestro Hijo, que es nuestro niño interior.
Jesús expresa en Mateo 18:2-4, en
la Biblia cristiana, que “si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis
en el reino de los cielos”.
Nuestro niño interior nos espera
para jugar, divertirse, hacer inventos, revolcarse por la tierra del paraíso
celestial, que vive dentro de nuestras almas. Tengamos conciencia de que todo
cuanto hagamos sea, a partir de ahora, como un niño expectante de aprender, de
ser nuevamente creativos y alegres. Cuando la tristeza tiña de gris nuestro
diario vivir, visitemos al niño de nuestros corazones, abracémoslo y
preguntémosle qué le está sucediendo. Todo lo que le afecta a este niño es lo
que nos pone en desequilibrio. Recobraremos así nuestra potenciación, nuestro autovalor,
nuestro autodominio. Estaremos siendo comprensivos, compasivos y muy amorosos
con nosotros mismos.
Menciono aquí, para invitarlos a
realizar una profunda reflexión, una muy hermosa cita de uno de los sabios
religiosos más importantes del Sufismo (Tradición mística del camino espiritual
del Islam) Hasan Yasar al-Basri: "Vi a un niño que llevaba una luz. Le
pregunté de dónde la había traído. El la apagó y me dijo: Dime tú dónde se ha
ido”.
EJERCICIO: Abraza tu niño
interior
Cerremos los ojos un momento.
Relajémonos. Imaginemos que nuevamente estamos en el vientre de nuestra madre.
Sentimos protección, paz y felicidad.
Luego vamos construyendo las
escenas de nuestro pasado, cuando éramos niños y nos sentíamos heridos. En ese
momento nos imaginaremos que abrazamos a ese niño. Nosotros mismos, con la edad
actual, abrazamos lleno de amor al niño pequeño, que también somos nosotros. Le
damos todo nuestro amor, lo protegemos y le decimos: Ya pasó... Todo está
perfectamente bien. Estas a Salvo... “Te amo”... Luego visualizamos que el niño
se marcha feliz, corriendo y en paz.
Este será el momento del
encuentro con nuestra propia inocencia. Todas las culpas y miedos ya no existen
más.
La Práctica del “desapego”
El “desapego” es, esencialmente,
una “renuncia al apego”, es permitir poner todo cuanto hemos deseado de manera
vehemente en las manos de la “Inteligencia Superior”, en las manos de Dios.
De esta manera, todo cuanto hemos
creado en nuestro pensamiento, con nuestra palabra y con nuestras emociones, es
entregado al universo para que se convierta en realidad material. Es este el
momento en el que la creación siempre es doble. Es decir, creamos con la mente
lo que deseamos y luego el universo lo crea nuevamente en el plano de la
materia.
A los efectos de ser didáctico,
ilustraré el desapego con esta escena:
En un árbol, con un orificio o
agujero profundo donde sólo pueda ingresar una mano abierta y plana, se colocan
unos manís. Un mono ingresa su mano allí para sacar su rico alimento. En el
momento que ha tomado los manís, su mano ya es un puño cerrado. En este
instante, le acercan al simio unos deliciosos bananos que, por cierto, son más
apetitosos que los manís y éste, con desesperación por alimentarse de ellos, no
puede sacar la mano metida en el árbol ya que se encuentra cerrada. Entonces
tironea, tironea y tironea al punto de lastimar su propia mano, mirando los
bananos que no puede alcanzar.
Los seres humanos actuamos en
muchas circunstancias de la misma manera que el mono. Ciertamente, evitamos
abandonar determinadas situaciones y relaciones por temor a perder. Sin
embargo, cuando practicamos el desapego, una fuerza universal se manifiesta
para que - luego del desprendimiento - lo que nos vendrá a nuestra vida es
mucho mejor.
Un ejemplo de fuerte “apego” es que,
por el temor a no conseguir dinero en el futuro, muchas veces no dejamos ese
trabajo que no se ajusta a nuestros talentos y expectativas de crecimiento
personal para realizar nuestros propios emprendimientos. Por más ideas geniales
que tengamos, el temor nos hace, muchas veces, quedarnos con la ilusión de qué
hermoso hubiera sido, si hubiera hecho lo que quería hacer.
Otro ejemplo ocurre con
frecuencia en el ámbito amoroso. Muchas personas prefieren ser mal tratadas,
engañadas, humilladas en la pareja, antes de enfrentar el desafío de una
soledad “provisoria” que luego las lleve a una nueva relación verdaderamente
constructiva y dichosa.
La mayoría de nosotros resulta
ser creyentes del “aferramiento” a las cosas y a las circunstancias por temor.
Nos “mal enseñaron” que “es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer” y
esto nos hizo tanto daño que, inconscientemente, hemos adoptado la creencia de
que no somos merecedores de lo mejor para nuestras vidas. ¡Ciertamente es un
tremendo absurdo!
El “apego” no es más que la
búsqueda de la seguridad en lo conocido. Y lo que conocemos siempre pertenece a
algo del pasado que registramos. Es allí, en ese estado de búsqueda de
“seguridad”, donde las cosas se detienen en nuestras vidas. Estar en lo
desconocido, en la “incerteza”, es estar en permanente “evolución” donde las
semillas de la creatividad inician su proceso hasta la cosecha, ya que es el
fértil camino para nuestro desarrollo. Es en la incertidumbre donde existe el
misterio de la vida.
Abraham Maslow, psicólogo
estadounidense (1908 - 1970), dijo: "Puedes elegir retroceder hacia la
seguridad o adelantar hacia el crecimiento. El crecimiento debe ser elegido una
y otra vez; el miedo debe ser superado una y otra vez".
La práctica del desapego es un
entrenamiento que es necesario trabajar para que nuestros sueños se
materialicen. El universo siempre acepta lo que deseamos con vehemencia y espera
que nosotros confiemos en él delegándole el trabajo de manifestación, que lo
hará gustoso por concedérnoslo.
Dice Maitreya, un instructor
espiritual hindú: “Permanece con la mente abierta. Disfruta de la vida.”
Cuando disfrutas de la vida estás
sentado en la playa mirando al vasto océano. En ese momento experimentas
serenidad, tranquilidad, desapego interior. En ese momento no piensas en tu
cuenta bancaria.
El don de la vida florece adentro
tuyo. Experimenta esto, y realizarás que eres una persona única. Eres único en
esta creación”.
Cuenta un relato que un
montañista deseaba escalar un cerro realmente alto. Escaló y escaló la roca
hasta que se hizo de noche y no pudo ver absolutamente nada. Continuó a ciegas
procurando llegar a la cima hasta que terminó por caer al vacío. Mientras caía,
el montañista gritó al cielo pidiendo ayuda divina.
- ¡Dios ayúdame!
De pronto la soga, que estaba
unida a él y a algún lugar de la roca elevada, detuvo la caída. Desesperado, el
montañista pidió ayuda nuevamente:
- ¡Dios ayúdame!
Una voz surgió y con infinito
amor se expresó: -¡Corta la cuerda!
La noche era helada. El frío
masticaba los huesos del montañista. A la mañana siguiente, lo encontraron
muerto a un metro del suelo firme.
El no “desapegarnos” de las
cosas, de las situaciones y también de las ideas o pensamientos, nos detiene a
tal punto que fallecemos en nuestra conciencia.
“La sabiduría de la incertidumbre
reside en el desapego... en la sabiduría de la incertidumbre reside la
liberación del pasado, de lo conocido, que es la prisión del condicionamiento
anterior. Y en nuestro deseo de ir hacia lo desconocido, el campo de todas las
posibilidades, nos entregamos a la mente creativa, que orquesta la danza del
universo”, expresa Deepak Chopra, en su libro “7 leyes espirituales del éxito”.
“Templar el Ser”
TEMPLAR
CONTEMPLAR
TEMPLO
Templando nuestro Ser
Los seres humanos somos como el
acero. Dios, el “herrero universal”, nos trabaja para ser filosas espadas.
En ese trabajo de “herrería
divina”, Dios nos somete a permanentes procesos para fortalecer nuestra
esencia; para hacernos bellas y filosas espadas de guerrero. Durante el arduo
trabajo, nuestro hierro es elevado a altas temperaturas hasta llegar al “rojo
vivo”. En este estado comenzamos a ser golpeados hasta darnos la forma
apropiada. Luego, el agua fría nos espera y experimentamos el grito desgarrador
de nuestro hierro interior, que chilla al bajar la temperatura de manera
abrupta.
Así, nuevamente, en muchas
ocasiones, vivimos estos mismos procesos hasta llegar al rojo vivo, ser
golpeados, seguir dándonos cada vez más forma y chillar cuando ingresamos al
agua fría.
Cuando todo este proceso de
herrería culmina, nos encontramos en condiciones de ser “pulidos”, adornados y
finalmente acariciados por una tela para mostrar nuestro brillo y resplandor,
sumado al filo que sólo una espada de guerrero puede tener.
Muchos de los hierros, en ese
proceso de “herrería divina”, se quiebran por no conseguir la calidad de hierro
necesaria para alcanzar ser espadas y la razón es el no tener la “fe” o la
creencia de que las pruebas que se atraviesan son vitales para “prepararnos” a
la sabiduría.
Somos espadas filosas, hechas con
verdadero amor y sólo podemos ser fabricadas por la existencia de la expresión
universal de la creatividad, la fuente inagotable.
El Tao Te King, uno de los libros
más importantes del pensamiento oriental escrito por Lao Tsé, sabio de la China
antigua y fundador de la filosofía del taoísmo, expresa que "Una espada
muy afilada no puede conservar su filo mucho tiempo. Una sala llena de joyas no
se puede proteger eternamente. Los extremos no se pueden mantener mucho
tiempo".
Es hoy el momento de reflexionar
acerca de que cada suceso que parece adverso, es un evento que forma parte de
un trabajo de perfección que nos conduce siempre a espacios de paz y felicidad,
donde el brillo y el resplandor es el premio a nuestro transitar por las
distintas fases hacia la TEMPLANZA.
Teresa de Calcuta decía: “no
dejes que se oxide el hierro que hay en ti”. TEMPLAR NUESTRO SER es estar en
conciencia de que todo cuanto nos ocurre es para fortalecernos a la vida. Los
guerreros no usan espadas de madera; ellos saben que en sus manos poseen
aquellas espadas que los hacen invencibles.
Etimológicamente la palabra
“Templanza” deriva del latín “Temperare”, cuyo significado atribuido es
“mezclar en proporciones correctas” o “combinar adecuadamente”.
Esta posibilidad que tenemos los
seres humanos de mezclar en proporciones correctas, hace que la templanza sea
considerada como una de las cuatro virtudes cardinales, junto a la prudencia,
la justicia, la fortaleza. Cuando estas cuatro virtudes se combinan, nos
convertimos en seres virtuosos y llenos de Dios.
A manera de ejemplo, la templanza
de los cristales o metales, tiene relación directa con su dureza o elasticidad
que deben tener para evitar que se quiebren. El camino hacia la templanza de
nuestro ser, es el estado armónico y de equilibrio necesario para superar las
adversidades de la vida.
La templanza es la acción
oportuna y correcta de la paciencia y la tolerancia, a la vez que sigue el
curso de los acontecimientos sin detenimiento. Es decir, la templanza nos
permite fluir ante las circunstancias de la existencia humana.
La “Resiliencia”
¿Cómo sería nuestra caída si al
llegar al suelo nos esperara un gran resorte que nos empujase hacia arriba
nuevamente, sin que sintamos el traumático golpe que pensábamos que tendríamos?
Sucede que muchas veces lo
tuvimos; sólo que ese gran resorte "salvador", ante las determinadas
adversidades que atravesamos en la vida, se encuentra en nuestro interior. Es
nuestra capacidad de salir rápidamente de las adversidades que se presentan en
nuestro trayecto de aprendizaje humano: la "RESILIENCIA".
La resiliencia, es un concepto
que fue usado primariamente en relación a los metales. Se dice que es la
capacidad de un metal determinado de resistir y ser flexible a determinadas
pruebas que se experimentaban con él, a los efectos de comprobar la calidad del
mismo y de recobrar su estado original.
La resiliencia humana es,
entonces, esa fuerza impulsora interior que poseemos; la capacidad “natural”
que tiene cada uno de nosotros para poder tolerar las adversidades de la vida;
de poder transformarlas en desafíos, en nuevas oportunidades para
fortalecernos.
Las personas
"resilientes" son seres comprometidos consigo mismos, que se permiten
el "control" de las circunstancias y, sobre todo, estar
"abiertos" aceptando los cambios, ya que interpretan las experiencias
como parte esencial de la propia vida que viven; es decir, de su propia
existencia.
Formulémonos las siguientes
preguntas:
·
¿Cómo podemos desarrollar esa capacidad de
resiliencia?
·
¿Cómo podemos descubrir nuestra fortaleza
interior para avanzar sobre las propias adversidades?
Sin duda, la respuesta está en el
“auto-entrenamiento”; en iniciar el camino al Autoconocimiento.
Esto sucederá paulatinamente a
medida que vamos conociendo nuestras propias virtudes o fortalezas,
reconociendo nuestras debilidades, fomentando nuestros talentos y lograr
expresarlos.
Esencialmente es empezar a
valorarnos y reconocernos valiosos; es perdonarnos los errores y empezar a
verlos como aprendizajes; es estimular la creatividad que hay en nosotros; es
atesorar las relaciones con los demás, como un espejo de nuestra propia relación
con nosotros mismos; es permitirnos dejar fluir los sentimientos sin coartarlos
y abrirse a la comunicación del corazón, que jamás se equivoca.
Es aprender a pedir “ayuda” y
extender esa ayuda hacia los demás como una cadena de amor que se construye y
progresa.
Es reírse de las adversidades.
Ridiculizar el temor a no poder resolverlas. El humor es finalmente una actitud
de pensamiento positivo, es base o columna donde se establece la “resiliencia”
(o nuestra propia capacidad de superar todos los obstáculos que pudieren
presentarse en nuestras vidas).
Con esto quiero decir que, la
capacidad de resiliencia está ligada a la interacción que tenemos con nuestro
entorno, ya que de esta manera se posibilita su desarrollo. Mientras mejor sea
nuestra relación con los demás, mientras el amor se exprese y nuestro corazón
haga apertura a su sensibilidad, habrá mayor comprensión, apoyo y respeto que
fortalecerán esa facultad de superación de circunstancias adversas, mejorando
nuestra "habilidad de respuesta" o "responsabilidad".
Ser "resiliente" es ser
una persona consiente de su individualidad y de su identidad. Saber realmente
quienes somos, es reconocer nuestra propia esencia para poder tener respuestas
(y decisiones) competentes ante estas "posibilidades de aprendizaje"
(como podríamos llamar a las adversidades).
Las adversidades ponen a prueba
nuestro “autoliderazgo”. En muchas ocasiones, la mayoría de nosotros en algún
momento de la vida hemos llegado a tocar fondo, quizás sin esperanzas. Muchas
veces, también, hemos escuchado que el dolor nos hace tomar conciencia para
poder superarnos o levantarnos de las caídas.
También es verdad que nuestra
condición positiva ante la vida nos reduce las posibilidades de
"riesgos" ante las adversidades.
En contraposición con la
"resiliencia", se presenta la "incapacidad de respuestas
hábiles", por lo que muchas personas pueden llegar hasta aferrarse a los
vicios tales como el alcohol, la droga y otras dependencias que empeoran la
situación al estar más vulnerables física, mental y espiritualmente.
Ante la adversidad, saber tomar
elecciones correctas, es estar conscientes de que cada suceso es una
oportunidad, un desafío para fortalecernos. La luz interior es la que nos hará
superar cada situación, aprendiendo de ellas.
Consideremos todas las
manifestaciones de afecto, físicas y verbales, como un punto de partida para
cambiar nuestras vidas; acercarnos más a nuestro propio corazón. Descubramos
nuestros talentos y habilidades naturales y potenciémoslos. Pensemos positivo;
hagamos afirmaciones de manera repetitiva, más cuando sintamos que las
esperanzas se diluyen y creamos con determinación de que ¡SI podemos!
Factores que potencian la
“Resiliencia”:
- Observación interior:
Viajar a las profundidades de Sí
mismos, para permitirnos la permanente observación sobre nuestra manera de
pensar, de expresarnos, de actuar.
Reflexionar sobre nuestros
comportamientos y encontrar respuestas de corazón abierto, donde la sabiduría
interior surge naturalmente.
- Reconocimiento de la libertad:
Comprender que para lograr el
dominio de Sí mismos, es necesario romper toda atadura o encarcelamiento
interior y empoderarnos, sin sobrepasar sobre las libertades de los demás. Esto
implica comprender que somos interiormente libres y que la tolerancia es el verdadero
reflejo de la aceptación de nuestra propia individualidad, alejándose de todo
aislamiento con el mundo y practicando la filosofía del respeto.
- Sentido del humor y la alegría:
Cada adversidad tiene su lado
jocoso, que es el punto de partida de la superación de las emociones no
involutivas, como el miedo y la culpa.
Focalizar nuestra atención hacia
la alegría, hacia lo que nos hace reír, más allá de toda circunstancia difícil
que estemos atravesando.
- Creatividad e Ingenio:
Dirigir nuestro espíritu creativo
hacia el encuentro de soluciones para salir de los momentos adversos. Es aquí,
donde el encuentro con el niño interior se hace imperioso, ya que el aspecto
lúdico del adulto, así como el desarrollo de actividades de “ocio creativo”,
son portales que se abren para generar maravillosos cambios.
- Valores esenciales:
La conciencia y el compromiso
moral nos permiten transitar por el sendero correcto. Esta es la vía por donde
la abundancia interior se manifiesta, para ejercer nuestra maestría y ser verdaderos
generadores de un mundo más coherente y humano, alejado de las contradicciones
y muy unidos a la espiritualidad, base donde se asienta la ética.
- Sensibilidad:
Aprender a contemplar la belleza;
desde el vuelo de un pájaro hasta la imagen armónica de una rosa; desde la
sonrisa de un niño hasta la sabiduría de un anciano; desde un cálido abrazo
hasta el brote del llanto que surge del alma.
Las personas resilientes saben
abrir el corazón, son más expresivas con sus sentimientos, prestan atención a
las intuiciones y se deleitan con todo lo bello, lo armónico que existe en la
naturaleza.
- Habilidad para relacionarse:
Toda relación está basada en el
establecimiento de vínculos afectivos, en los cuales la comunicación positiva
brinda el marco preciso para su creciente desarrollo.
El ser humano es un ser social
por naturaleza; lo que implica la convivencia con sus semejantes mediante el
uso de ritos, que van desde reuniones con amigos, encuentros con su grupo
laboral o profesional, hasta congregarse en un culto, con lo que se procura
seguir un orden de costumbres, sustento de toda cultura.
En esta capacidad humana para
relacionarnos, es necesario tener siempre presente que, a medida que más nos
“relacionamos con nosotros mismos”, mejores son las relaciones con el mundo.
El filósofo alemán Friedrich
Nietzsche (1844 - 1900) sostenía que: ”El individuo ha luchado siempre para no
ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces
asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno
mismo”.
- Desarrollo del intelecto:
Alimentarse de nuevos
conocimientos nos trae un sinnúmero de oportunidades. El desarrollo de la
inteligencia, es decir la habilidad de relacionar datos o conocimientos para
resolver determinadas situaciones, es una de las herramientas para potenciar la
“resiliencia”.
El hábito de leer, es esencial
para el crecimiento intelectual, siempre que sepamos discernir entre la
información que permite nuestra verdadera evolución; de la que nos aleja de
este propósito de trascendencia. La etimología de “Leer” tiene su origen en el
idioma indoeuropeo “Leis”, cuyo significado es “Camino”.
- Autoimagen positiva:
Tener siempre presente que somos
aprendices de la vida, nos aleja de todo sentimiento de víctima. La autoimagen
positiva, nos permite mirar a la adversidad como un “disfraz” donde se esconde
un valioso aprendizaje. La autovaloración se muestra como un instrumento de
fortaleza, en la que podemos poner foco de atención a la grandeza de nuestros
logros o triunfos alcanzados y debilitar la concepción de poder que le
atribuimos a las adversidades.
- Asertividad:
La asertividad requiere del uso
eficiente de la comunicación, del poder de nuestro lenguaje. Cuando nuestra
comunicación tiene un estado sólido de madurez, estaremos en un punto de
equilibrio.
Ser asertivos es tener una base
de firmeza tal, que nos permita dejar de oscilar entre el sometimiento ejercido
por otras personas sobre nosotros (sumisión) y su condición opuesta, nuestra
propia agresión en cualquier nivel. El ser asertivo nos invita a tener
convicción y determinismo en todos nuestros actos y nos permite ser claros a la
hora de defender nuestros derechos.
Tener asertividad nos inclina al
logro de nuestras metas proyectadas y a ser permanentes protagonistas del
crecimiento personal, en sus tres escenarios: físico, mental y espiritual.
Una actitud asertiva se convierte
en un hecho de motivación por sí mismo, donde el pensamiento positivo es el
impulsor de nuevas oportunidades.
“Si piensas en algo que anhelas
vehementemente y lo construyes en tu mente como una imagen real, y tienes la
sensación de que estás viviendo hoy lo que piensas e imaginas; entonces, llegó
el momento de materializarse de manera inexorable”.
Dr. Fernando Daniel Peiró
El Sapo CrecenSIo
Una vez, antes de poblar la
tierra, vino el Viento y se le acercó al ente CrecenSIo con un planteo muy
difícil, tan difícil que era para toda la vida en la tierra. El Viento le dijo:
- Ahora, CrecenSIo, ha llegado tu
tiempo de poblar la tierra y debes elegir entre ser sapo o ser príncipe.
Ente CrecenSIo decidió pensarlo.
Se tomó un minuto de su eternidad y luego convocó al Viento para comentarle la
decisión tomada.
El Viento advirtió a ente
CrecenSio que luego de pronunciar la elección tomada, en eso se convertiría en
ese mismo instante.
- Sí, dijo CrecenSIo, ¡Quiero ser
Sapo!.
En ese preciso instante,
CrecenSIo apareció al lado de una laguna convertido en Sapo.
El viento con toda su fuerza se
dirigió hasta el sapo CrecenSIo diciéndole con un tono bastante agresivo:
·
¡Elegiste mal!... ¡Eres un inútil!!!...
¡Elegiste ser un sapo y perderte el privilegio de vivir como un Príncipe!
·
¡Elegí bien Señor Viento!... ¡Elegí bien!
contestó el Sapo CrecenSIo... Si hubiera elegido ser Príncipe, sólo me quedaría
ser un Rey; en cambio, siendo sapo me queda toda una vida para luchar y ser
alguien. Me queda la gracia de levantarme todos los días con el compromiso de
ser mejor. Siendo sapo, puedo hacer mi historia, sin que nadie me regale la
historia.
El viento, dejó de soplar impactado
por la “sapiencia” del sapo CrecenSIo. Se quedó callado tan sólo tres segundos
de su eternidad y luego, se dirigió al Sapo CrecenSIo diciéndole:
·
CrecenSIo, he aprendido de tu sabiduría. Por
ello, como agradecimiento a ti, te concedo el don de ser príncipe cuando tú lo
deseares.
El Sapo CrecenSIo, lo miró
fijamente y respondió: - ¡Siempre y cuando no pierda mi alma de sapo!
Dr. Fernando Daniel Peiró
(Relato basado en una publicidad
gráfica).
Palabras Finales
Alejarnos de la Confusión:
Cuando era pequeño, en la
televisión se exhibía la serie “Kung Fu”, donde el actor David Carradine
interpretaba a “Kwai Chang Caine”; pero nosotros conocíamos al personaje como
“Kung Fu”.
En esas pizcas de humor de niños,
uno de los amiguitos del barrio donde vivía preguntó:
·
¿Por qué “Kung Fu” en vez de irse al Norte se
fue al Sur? Ninguno de los que estábamos allí reunidos – pelota de cuero en
mano y llenos de barro - pudo contestar la pregunta.
El niño comenzó a reírse y todos
intrigados pedíamos que nos contestara. Tomó un poco de aire y lanzó la
respuesta con una carcajada. Dijo:
·
Porque “Kung Fu” estaba “Kungfundido”.
Todos explotamos a carcajadas.
Hoy, a más de 35 años de esa
serie televisiva de los `70, podría reemplazar el personaje de “Kung Fu” por
cada uno de nosotros. Preguntaría: ¿Por qué en vez de irnos al “norte de
nuestras vidas”, transitamos su punto cardinal opuesto? La respuesta es: porque
“estamos confundidos”.
En este tiempo en que vivimos,
nos han inculcado dirigirnos más al “parecer” que al “Ser”. Siento que esto nos
ha llevado a alejarnos del camino correcto.
Una de las cuestiones es no
contar con la capacidad de ser más precisos con el “lenguaje”. Cuando deseamos
recorrer el camino espiritual nos proponemos “ir a la búsqueda”, sin embargo,
buscamos y buscamos “incansablemente” hasta que nos cansamos de buscar. Creo
que esto sucede porque ponemos atención a la “búsqueda” más que al “encuentro”.
Para mí, hay una gran diferencia
entre “estar en la búsqueda” e “ir al encuentro”.
Nos han dicho también que “Dios está
en el cielo” y no se nos ocurre mirar el “firmamento interior” y encontrarlo
dentro nuestro.
Cuando hablo de que, en general,
no “somos precisos con el lenguaje que usamos”, estoy diciendo también que
muchas palabras han perdido sus significados reales o que ya no se conocen sus
significados.
Una de esas palabras es: «AMOR».
Cuando pregunto “¿Qué significa AMOR?”, sucede que todas las personas se
convierten en poetas; comienzan a dar muy bellas definiciones. En realidad, la
etimología de AMOR viene del latín «A» que significa «sin» y «mor», que viene
de «mortem», «muerte». Es decir, AMOR es VIDA.
Continuamente nos preguntamos por
qué nuestra vida se cae a pedazos; por qué nuestra vida está detenida y la
respuesta es: por no entregar “AMOR” en todo lo que hacemos día a día, a cada
instante.
Cuando la energía del AMOR es el
cimiento de todo cuanto hacemos, sea lo que sea, seguramente será duradero. Lo
que hacemos sin ganas y sin amor, no tiene jamás proyección alguna.
Soy un convencido de que el
planeta tierra es una gran “aula” por la cual todos los hombres pasamos para
aprender a reconocer la magnitud del amor, como una fuente inagotable de
energía universal.
Aceptar que somos energía de amor
nos lleva hacia el “norte de nuestras vidas” y nos aleja de la confusión.
A medida que el amor sea la
“elección tomada”, menos serán los interrogantes que nos plantearemos. De entre
tantas y tantas preguntas existenciales que nos formulamos, una es “¿por qué
estamos aquí caminando en esta vida?”. Siento profundamente que la respuesta
es: “para entregar amor en potencia a la humanidad por medio del servicio”; así
sea contribuyendo con nuestro entorno, con los amigos, las personas con las que
nos relacionamos, con la sociedad o, en una escala mayor, con el mundo.
Disponernos a la entrega requiere
de aceptar que cada ser humano tiene una misión única e irrepetible, como su
propia esencia. Esta misión es el verdadero propósito de nuestras vidas y nos
permite alcanzar la plenitud.
Estamos pisando esta tierra para
cumplir un propósito. Los latinos decimos que, “cuando un niño nace, un pan
bajo el brazo trae”. Esto hace referencia a que cada individuo tiene sus
talentos especiales, que lo hacen único. En el desarrollo de los talentos de
cada individuo se encuentra la puerta hacia el propósito más elevado que
venimos a cumplir.
A través de nuestros talentos y
su manera de manifestarlos, podremos dirigir nuestra energía hacia el encuentro
de las mejores maneras para servir a la humanidad. Cuando decidimos hacerlo, el
universo nos apoya en este propósito y nos concede todo cuanto necesitamos para
tener una vida verdaderamente armoniosa, feliz y llena de plenitud.
Cuando cada uno de nosotros se
compromete a estar en el propósito del “amor incondicional”, todo acontece con
sincronía. Las cosas que deseamos y necesitamos vienen hacia nosotros con el
menor esfuerzo, incluyendo la abundancia.
La Palabra sánscrita “Dharma”
significa “propósito de vida”, motivo esencial de nuestras existencias. Es el
potente faro que ilumina y guía la embarcación de nuestro Ser, rumbo a las
metas que verdaderamente venimos a cumplir en este camino de vida. Cuando estas
metas son alcanzadas, son precisamente una confirmación de que estamos
“transitando hacia el norte de nuestras vidas”.
Quiero, como broche final a éste
mi pensamiento personal, honrar a mi hermano latinoamericano Lic. Feliciano
Laureano Ramos, profesor de la Universidad Eugenio María de Hostos de Santo
Domingo, República Dominicana, con una frase de su autoría:
“Donde yo no soy útil, no debo
ocupar un espacio”.
Dr. Fernando Daniel Peiró
Autor
Acerca del Autor:
Dr. Fernando Daniel Peiró
·
Autor argentino radicado en Costa Rica. Ha
publicado varios libros y audiolibros sobre Liderazgo y DH.
·
Certificado internacional como Coach Ontológico
y Entrenador en Programación Neurolingüística.
·
Licenciado en Ciencias del Desarrollo Humano y
Marketing. Doctorado en Teología y Ética.
·
Maestría de Administración de Proyectos.
·
Especialista en Liderazgo Integral, Habilidades
Directivas, Resolución de Conflictos y Gestión de Recursos Humanos.
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Profesor invitado en Programas Académicos de Posgrado.
·
Entrenador y Conferencista Internacional. Ha
colaborado con empresas e instituciones en once países.
Reconocimientos:
·
Líder Honorario del Programa de Liderazgo UCR,
Universidad de Costa Rica.
·
Reconocido como "Embajador para la
Paz", Federación Universal de la Paz.
·
Premio “Presidente del año 2011”, por el Instituto
Latinoamericano de Calidad.
·
Premio “Estrella de Oro Internacional” al mérito
como Orador, por la Red Mundial de Conferencistas.
Autor de los Libros:
·
“Siete Mentiras Anti-Éxito. Rompiendo Mitos”
(Edición 2011).
·
“Las 10 Miradas del Liderazgo Integral”
(Ediciones 2009, 2010 y 2011 y 4ta. Edición 2012).
·
“Tres Poderes para la Superación Personal”
(Edición 2008).
·
“16 Horas para Templar el Ser” (Auto-Liderazgo)
(Ediciones 2006, 2008).
·
“Clienting, Fidelización de Clientes” (Ediciones
2005 y 2006).
Autor de los Audio-Libros:
·
“UltraLiderazgo: Las 5 Ps para alcanzar el
Liderazgo Integral”.
·
“Resiliencia: Cómo tener éxito ante la
Adversidad”.
Visite el sitio web oficial:
Web Oficial:
www.danielfernandopeiro.com
Para comunicarse con el Autor:
Dr. Fernando Daniel Peiró
E-mail:drfernandodanielpeiro@gmail.com
Web Oficial: www.dpeiro.com
Web: drpeirocoach.jimdo.com
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